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Argentina :: 20/12/2003

A dos años del 20 de Diciembre.

Sebastián Hacher
Reflexiones antes de las movilizaciones del segundo aniversario del argentinazo.

1
¿Como escribirlo? La primer definición del 19 y 20 de Diciembre, a dos años, sigue siendo la misma: es algo que no se puede explicar simplemente con palabras.

Claro que tendríamos que empezar por un análisis de las movilizaciones que vamos a protagonizar hoy 20 de Diciembre. Pero para entender, para recordar (para volver a pasar por el corazón) hace falta volver un poco atrás.

Porque caminamos por calles en llamas, cansados y con la alegría en los ojos afiebrados de gas lacrimógeno, de ver si vienen, aturdidos del retumbar de los cascos de los caballos contra el suelo, el rugir de las motos- nuestras motos- y de los gritos de alegría que festejaban cada centímetro de terreno ganado a fuerza de piedra y coraje.

Fue el día en el que no tuvimos miedo a la muerte; la época de las piedras y las cacerolas contra las balas. Habíamos hecho girar con furia la rueda de la historia, y cuando la ciudad se convirtió cenizas, nuestros sueños comenzaron a arder. Que se vayan todos, decía un coro multiforme, emocionado. Era el amanecer después de una noche larga, larguísima, y todos tocábamos el cielo con las manos.

Y hasta la magia fue restaurada; nuestro poder es enorme -dijimos- porque somos el pueblo en las calles decidiendo y creando. Y lo era; haciendo ese pedazo de historia nos hicimos también a nosotros mismos. Miles cambiamos nuestras vidas; los derrotados y los recién venidos nos dimos la mano para renacer en el acto; nada mejor que el fuego y las barricadas para recomponer el tejido social.

(Visto desde la lejanía, hasta puede sonar piromaniaco plantearlo así, pero se puede demostrar simplemente recordando todo lo que cambiaron nuestras vidas y el país mismo en estos dos años.)

No fueron puras quimeras. El poder mismo se sintió conmovido; los políticos vivieron como presos en libertad. ¡Se hunde el barco!, gritaron un día desde su parlamento convertido en prisión, y apostaron todas su fichas a retomar el control de la situación.

¿Lograron hacerlo? La pregunta no tiene respuesta todavía; por más que vivamos en la época de la fugacidad, en términos históricos todavía es muy temprano para decir. Lo que si aprendimos es que las cosas son más complejas de lo que pensábamos aquel día.

2
Un poder herido de muerte se sobrevivió a si mismo. Intentó con Duhalde la represión selectiva y la masacre abierta como método para reacomodarse; desde las decenas de casos de represión parapolicial que comenzaron el 1 de Enero del 2002 hasta la cacería de Puente Pueyrredón, no fueron suficientes para quebrar la resistencia popular. Las elecciones fueron la confesión de ese fracaso.

Simplificando al máximo, podemos decir que del aquel intento fallido surgió la "era k", que los intelectuales progresistas devenidos en consejeros del poder presentan como el "emergente del 20 de Diciembre".

Emergida, sí, del pánico de los poderosos, la política actual del gobierno difiere en las formas y los métodos con el de Duhalde, pero sigue teniendo un mismo trasfondo.

El objetivo principal sigue siendo el mismo que el de aquel grito desde un parlamento sitiado; en sus palabras, evitar que el barco naufagie.

En las nuestras; desactivar el movimiento que terminó de desatar el 20 de Diciembre del 2001.

Tomemos el ejemplo menos sutil; cuando Kirchner acusa a los piqueteros de "hacer política" en el fondo está diciendo algo bien simple: devuelvan la política para los políticos. El estado quiero ser yo.

El "estilo K" también es un intento paternal; "yo actuo por ustedes, los defiendo -por más que sea en el terreno de los gestos- así que ustedes vayan de casa al trabajo y del trabajo a casa, si es que tienen alguna de las dos cosas. Y si no tienen, esperen, que el efecto K se va a derramar, algún día, sobre sus pobres existencias.

Y para los que lo que no se resignan a la pasividad, tenemos a los JP Feinmann, que desde el progresismo dispara hoy en Página 12 que "Esta “izquierda argentina” (que confunde la batahola callejera con la “revolución” o su antesala) hoy está acompañando los objetivos de la derecha: que Kirchner reprima, que les dé un muerto y, por consiguiente, un mártir. Quieren lo mismo que la derecha necesita para exigir “mano dura”, “seguridad” y hasta intervención del Ejército en la seguridad interna-"

Si bien hasta ahora nadie ha podido dar nombres de piqueteros con tendencias suicidas, la clase media -vuelta a ser carne de cañón de las encuestadoras- está siendo bombardeada con esta por lo menos poco original ideología. ¿O no suena muy parecida a la vieja teoría de los dos demonios?. ¿Le seguirá a esto una re-edición postmoderna del no te metas?.

3
Sería muy necio no reconocer que han avanzado, y bastante.

El ejemplo mas ilustrativo: ayer se realizó el acto organizado por el diputado Luis D’elia, que según los diarios convocó a 15.000 personas. Uno de los ejes centrales de su discurso fue el llamado a construir una "nueva coalición social con Kirchner a la cabeza" y, para ser claros, que "no queremos otro 19 y 20 de Diciembre".

Hoy, el día central de los actos y movilizaciones, también podríamos vivir algunas -y sólo algunas- escenas similares.

Si el año pasado hubo dos o tres actos por el primer aniversario del 20 de Diciembre, este año habrá cuatro centrales. En aquel entonces, las divisiones pasaban por los diferentes proyectos políticos, incluso electorales, y las formas de construcción. Un año después, la línea divisoria pasa por otros carriles; los grados de cercanía o lejanía del gobierno. El mapa de las diferentes movilizaciones es casi tan complejo como el nuevo entramado del movimiento social.

Ya no se puede hablar -a riesgo de aburrir- de un producto de la "clásica división de la izquierda", menos cuando hay sectores ligados directamente al gobierno que se van a movilizar, y una derecha que desde las páginas de La Nación festeja por adelantado -quizás demasiado apresuradamente- el surgimiento del sector llamado "kirchnerismo piquetero".

De lo que se trata ahora es de un estado intentando avanzar sobre los movimientos sociales para divivirlos, debilitarlos, coptar a los mas permeables y aislar a los mas díscolos.

Recrear un régimen creíble significa también echar mano a las fuerzas nuevas que se la movilización puso en el centro de la escena, quizás intentando reeditar el proceso de integración al estado de los viejos sindicatos con actores diferentes; ahora hay un estado que no puede dar respuestas estructurales y un movimiento que no representa a una clase obrera pujante sino a los sectores desplazados de la producción.

Como decía una dirigente desocupada la semana pasada, el gobierno es conciente de que "los piqueteros hoy son la única fuerza que se le puede parar al gobierno y disputarle en algunos terrenos. De alguna manera quieren incorporar a los piqueteros...Pretenden convertirnos en parte del sistema reemplazando a los viejos punteros del PJ de algunos años atrás".

4
Pero quién diga que el 20 de Diciembre del 2001 es solo un recuerdo del pasado se equivoca y mucho. En primer lugar, porque miles de personas nos movilizaremos hoy en todo el país.

No será ese coro de voluntades espontaneas, pero al fin y al cabo se tratarán de movilizaciones para expresar una voluntad colectiva y con un alto grado de masividad.

Pero también porque no es un simple recuerdo, porque aquel día de furia no fue un "acontecimiento destituyente" sino del pico máximo de un proceso que se vino gestando durantes años, desde antes incluso de los levantamientos de los desocupados en Cutral-Co en 1996 y 97.

Solo quién haya soñado con una efervescencia permanente, con una extinción espontanea del estado o con la revolución a la vuelta de la esquina, tiene razones para desilusionarse.

Somos hijos de aquellas jornadas. Ese parto doloroso, en el que no por casualidad la mayoría de los muertos jóvenes trabajadores y desocupados -Petete Almirón, Gustavo Benedetto y 35 compañeros y compañeras más- dio a luz una nueva etapa. Y nos dio a luz a nosotros mismos.

Es algo bien simple lo que hay que tener en cuenta: si decimos nacimiento porque el 20 de Diciembre fue el principio del camino, no el final. Y nuestro camino no es algo lineal, que avance sin interrupciones, retrocesos, confusiones y arena en los ojos.

Lo que también demostrará este nuevo 20 de Diciembre es que todavía falta mucho por recorrer, que un proyecto fuerte, material y real de los de abajo es algo todavía lejano pero posible, y que construirlo será tan complejo como el mapa de las diferentes plazas que protagonizaremos hoy.

Y que, como aprendimos hace dos años en la calle, vale la pena el esfuerzo.

 

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