Independentismo mejor que nacionalismo
3. - LIBERACIóN NACIONAL
3. 5.- INDEPENDENTISMO MEJOR QUE NACIONALISMO
Optar por el término "independentismo" en lugar del de "nacionalismo" responde a diversos criterios. En principio, no consideramos el nacionalismo necesariamente opuesto al internacionalismo. De hecho, el segundo sólo se puede entender - ni que sea etimológicamente - como una ampliación del primero. La exaltación de la propia nación no es un obstáculo para la exaltación de las otras naciones, aunque nuestro objetivo no es exaltar nada, sino liberar algo que se encuentra reprimido. Todo y con eso, no defendemos el fenómeno "nación" en bloque, porque en tanto que fenómeno poblacional, presenta dentro suyo todas las contradicciones de las sociedades clasistas. En el capítulo 2º hemos opuesto cultura popular a cultura burguesa, teniendo en cuenta que ambas pueden ser "catalanas", y además, aquí oponemos el individuo disidente al viejo mundo, teniendo presente que también ambos pueden ser "catalanes". Además, dado el peso que tiene la burguesía catalana dentro del estado español, el viejo mundo "catalán" es muy grande, y nuestro antagonismo social con ella lo suficientemente pronunciado, como para que nos distanciemos del "nacionalismo" y nos acerquemos al concepto de "independentismo", entendido en su contenido más ruptural y más de autoafirmación del poder.
Hablar de naciones opresoras y de naciones oprimidas es una falacia. Existe una opresión nacional que se manifiesta desde la marginación del idioma hasta la interiorización de un patriotismo estatalista, pero es erróneo globalizar toda la comunidad nacional como opresora u oprimida. Dentro de cada comunidad nacional existe un antagonismo social, de tal manera que el estado central no es la expresión de la supremacía de una nación sobre las otras, sino que es el instrumento de todas las clases dominantes que se encuentran dentro del estado, para mantener su dominación social.
La perpetuación del estado español no se debe al mito de "Madrid’ o a una hipotética "clase dominante española". Se debe a una alianza entre las diferentes clases dominantes (burgués catalán, terrateniente andaluz...) que son las auténticas inspiradoras del estado y las responsables del colonialismo interior. La burguesía catalana no es la víctima del estado español, sino uno de sus puntales más firmes. Es por ello, y no únicamente desde una perspectiva de revolución social sino también de liberación nacional que nuestro enemigo prioritario es la burguesía catalana.
En este contexto, el papel jugado por el regionalismo burgués en el paso del capitalismo-fascista al capitalismo-democrático es paralelo al jugado por la izquierda parlamentaria y la izquierda aspirante a parlamentaria. Es decir, a partir de la exaltación de algunos aspectos folclóricos o puramente nominales de la realidad catalana, ha absorbido a un importante sector de la masa media conformista ("clases populares", etc) y ha canalizado su descontento hacia "una participación catalana dentro de España".
El regionalismo burgués se ha revestido de nacionalismo y toda una colección de escritores y políticos demagogos con acceso a la prensa y a los medios de comunicación nos ha bombardeado y escopeteado con declaraciones de defensa de Catalunya, "somos una nación", etc. Bajo toda la fraseología, no obstante, hay lo mismo de siempre: el autonomismo como solución para la continuidad de "España", la exaltación regional como superación del antagonismo social, la fragmentación de los Paisos Catalans... la burguesía catalana, como toda burguesía, tiene por ideología el capitalismo, nunca la nación. Si en un momento dado le puede ser útil fingir que tiene por ideología la nación, lo hace. Pero lo hace mezquinamente: no tiene ni el empuje de las burguesías liberales europeas del s. XIX que reclamaban la separación política; la burguesía catalana es españolista.
Los diputados y senadores regionalistas resumen muy bien esta postura en un manifiesto realizado el año 1909, ante los hechos de la Semana Trágica (106 muertos, 1725 procesos militares, 5 penas de muerte ejecutadas): "Cómo ciudadanos de un país en que las instituciones representativas abren el camino a la ordenada manifestación de la voluntad y de los sentimientos populares, como catalanes enamorados de nuestra tierra, condenamos la violencia contra las personas y contra las propiedades para mayor irrisión en nombre del pacifismo... protestamos que se haya elegido para perpetrar estos atentados el momento en que nuestro ejército lucha heroicamente para sostener en una campaña exterior, la dignidad y el futuro de España" (1). La burguesía regionalista, con una mano adula el electorado local y con la otra al gobierno central. Observad como después del 23-F, el presidente de la Generalitad Jordi Pujol ponía especial énfasis en reafirmar la españolidad de Catalunya, en sus discursos por otras "comunidades autónomas".
(1) Manifiesto de senadores y diputados regionalistas, "Nuestra protesta", en el Correo Catalán de 19-08-1909
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