El hacha de guerra, el anzuelo de la paz y los crápulas transparentes
Sería erróneo subestimar las especificidades de los casos colombiano y venezolano pero también sería grave limitarnos a las tramas nacionales o dotarlas de una autonomía excesiva. Mucho se ha escrito acerca de las globalización del capitalismo a veces para diluirlo todo en una dinámica supranacional apabullante pero en ciertos casos con un resultado opuesto donde lo global aparece como una referencia abstracta, inasible o bien operando como una fuerza exógena misteriosa sobre lo aparentemente “concreto” o “tangible”, lo que está al alcance de la mano, tan complicado y “nacional” que solo puede ser entendido por los que están sumergidos en esa realidad. Entonces se exagera el nivel de poder real de las oligarquías y mafias locales, de sus supuestas fracciones “reaccionarias” o “civilizadas”, de sus contradicciones en países donde como en Colombia están instaladas bases militares del Imperio o donde como en Colombia y Venezuela proliferan los negocios transnacionalizados financieros, mediáticos, narcos, comerciales, etc. y donde importantes sectores sociales altos y medios son desde el punto de vista político-cultural simples prolongaciones coloniales de la sociedad estadounidense.