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Medio Oriente, EE.UU., Europa :: 03/07/2016

El terrorismo como estrategia militar

Jacques Baud
El terrorismo mundial es una respuesta a las agresiones occidentales. En un libro con muchos datos, Jacques Baud subraya la hipocresía de Occidente

El coronel Jacques Baud es un experto suizo en temas de seguridad. Reproducimos una entrevista que concedió a TV5 Monde en ocasión de la publicación de su libro Terrorisme, mensonges politiques et stratégies fatales de l'Occident ["Terrorismo, mentiras políticas y estrategias nefastas de Occidente"].

Presentador: ¿Quién intervino en Libia? ¿Quién armó a los yihadistas en Siria? ¿Y quién desestabilizó el frágil equilibrio iraquí? Comencemos por los atentados ocurridos en Francia estos 2 últimos años. Hay algo bastante llamativo. Varias decisiones fueron tomadas, sobre todo en el plano interno, con el estado de emergencia. Pero no hay ningún cambio en la política exterior del gobierno francés. ¿Cómo explica usted eso?

Jacques Baud: Evidentemente, eso es en cierta forma lo que señala el libro, que en realidad no se ha entendido realmente los mecanismos que llevan los jóvenes a radicalizarse.

Se ha hablado mucho de "radicalización". Se ha hablado mucho de cómo se ejerce la radicalización, ya sea a través de internet o de las redes sociales, etc. Pero no se han analizado mucho las razones, las motivaciones. Y cuando leemos la literatura islamista -[de] Daesh, pero no es la única- comprobamos que la explicación, por cierto constante desde los años 1990, está en nuestras intervenciones en el Medio Oriente.

Es una respuesta, es una manera... de hecho el terrorismo es una manera de tratar de sugerir a nuestros gobiernos que paren de golpear, que paren de bombardear, que paren de intervenir militarmente.

En realidad, pudiera decirse -claro, salvando las distancias-, podríamos comparar los atentados terroristas con los bombardeos "estratégicos" que los estadounidenses realizaban contra la población civil alemana en los años 1940 para forzar la población a volverse en contra de sus propios dirigentes. Y eso es, en cierta medida, lo que hoy vemos con el Estado Islámico.

Por cierto, un video publicado ayer por el Estado Islámico lo explica muy claramente, diciendo... dirigiéndose de hecho a los ciudadanos occidentales y diciéndoles: «Digan a sus gobiernos que paren de bombardearnos.»

En esencia, citan, por cierto, el ejemplo de España en 2004, y quiero recordar que fue exactamente la misma estrategia a la que recurrieron en aquel momento los yihadistas vinculados a la situación en Irak. Consistía en forzar los españoles a retirarse de Irak. Y, de hecho, después de los atentados del 2 de marzo de 2004 [en Madrid], hubo elecciones, ya previstas por demás, pero cuyos resultados estuvieron claramente influenciados por los atentados y que llevaron el gobierno español a retirarse de la coalición [presente] en Irak.

A partir de aquel momento, las fuerzas españolas desplegadas en Irak estuvieron protegidas por las milicias en Irak hasta que se fueron de Irak. Y, desde entonces, España no ha sido blanco de ese terrorismo yihadista.

O sea, ese es el esquema que alimenta, en realidad, el terrorismo hoy en día...

- Entonces, ¿qué le inspira a usted el debate sobre la radicalización basado en la interpretación esencialmente religiosa, sobre todo en Francia y en Bélgica? ¿Qué motiva, según usted, esa interpretación?

En Occidente, nos cuesta trabajo cuestionar nuestras propias políticas, primeramente por razones evidentes: porque hay periodos electorales y si empezáramos a cuestionar las decisiones políticas [anteriores] por supuesto que ello acabaría influyendo en los resultados electorales.

Pero, de manera general, en Europa tenemos una especie de etnocentrismo que de hecho nos impide reflexionar de manera crítica sobre lo que hemos hecho, [nos impide ver] de manera crítica los resultados. Basta con ver lo que hemos obtenido, por ejemplo, en Libia. Eliminamos a Kadhafi, que no era ciertamente un individuo muy recomendable. Pero quiero recordar que en 2010, independientemente de la naturaleza del Gobierno de Gaddafi, Libia era el país africano que tenía el más alto índice de desarrollo humano, según la ONU.

Así que, en realidad, hicimos retroceder Libia a una etapa de combates entre facciones yihadistas, sin proporcionarle ninguna alternativa. O sea, bombardeamos, destruimos y nos fuimos.

Y en Irak hicimos más o menos lo mismo. Hicimos más o menos lo mismo en Afganistán. Pero nos cuesta mucho trabajo ver esos resultados. Y tenemos tendencia a presentar el yihadismo, o más exactamente el terrorismo, como una fatalidad, como una fatalidad provocada por un deseo de imponernos la charia u otras cosas.

Por supuesto, ese discurso encuentra cierta opinión favorable, sobre todo entre aquellos que se oponen a la política de inmigración. También es cierto, por otro lado, que hemos tenido políticas de inmigración -en Francia, en Bélgica y en otros países- que eran en definitiva bastante pobres. Ha habido un mal manejo de esas inmigraciones y hoy tenemos una especie de sociedad dentro de la sociedad, pero es ahora cuando nos damos cuenta de ello.

Pero ahora resulta cómodo establecer esta conexión entre el terrorismo y esta inmigración. En realidad, muchas cosas...

...hay párrafos muy pertinentes, citas sobre todo. Usted cita, por ejemplo, al mollah Omar, ex jefe de los talibanes, que declara lo siguiente: "Estamos verdaderamente benditos. Nunca, ni en sueños, esperamos un regalo como el que nos hizo Bush. Él es el mejor promotor de nuestro movimiento internacional."

Por supuesto porque en realidad, y es un fenómeno que ya describí en un libro anterior intitulado La guerra asimétrica, la yihad es fundamentalmente una respuesta. Y esa respuesta sólo puede alimentarse de nuestras propias acciones ofensivas. Sin acción inicial, no puede haber respuesta. Por consiguiente, con nuestras acciones estamos alimentando la yihad y eso es, en esencia, lo que nos dice el mollah Omar.

También podríamos citar a otros muchos yihadistas, incluso más recientes, como al-Bagdadi y los escritos de Abu Musav al-Sury, que confirman esta postura estratégica que hace que, en realidad, de una u otra manera, nosotros mismos estamos alimentando el terrorismo.

Está también esta cita de Voltaire que aparece en su libro: "Quienes pueden hacerte creer algo absurdo, podrán hacerte cometer atrocidades." Usted nos lleva entonces a reflexionar sobre las posibles manipulaciones en términos de política internacional. Pero, ¿cómo cambiar de óptica sabiendo que quienes tratan de reflexionar sobre los hechos se arriesgan a ser calificados de "conspiracionistas" y de "complotismo"?

Hay una diferencia con el "conspiracionismo". El "conspiracionismo" se basa en la idea de una inteligencia superior, oculta, clandestina que supuestamente mueve los hilos de conspiraciones -en plural- para obtener ventajas estratégicas. Yo no me sitúo de ninguna manera en esa óptica. Todo lo contrario. Pienso que no son cálculos maquiavélicos y cuidadosamente orquestados sino de una serie de idioteces, de oportunismos políticos a corto plazo...

- Tomemos precisamente el ejemplo de los atentados del 11 de septiembre.

Usted recuerda en este libro, contrariamente a lo que piensa una gran mayoría de las opiniones públicas del mundo, que no hay pruebas confirmadas de la responsabilidad de Ben Laden y usted cita además a Dick Cheney -el propio ex vicepresidente americano-, quien dijo en vivo a una televisión americana: "Nosotros nunca dijimos que poseemos la prueba."

- Cuando usted dice ese tipo de cosas, parecen llenas de sentido común, pero usted también se expone a ese tipo de críticas. ¿Cómo hacer concretamente para justamente llevar a reflexionar sobre la veracidad misma de los hechos que nos rodean cotidianamente?

Mire usted simplemente el aviso de búsqueda del FBI, sobre la búsqueda de Ben Laden. Ese aviso nunca mencionó el 11 de septiembre y, de hecho, fue algo que se mencionó en los medios pero, en realidad, no existe ningún dato de inteligencia que permita incriminar a Ben Laden con ese atentado en particular.

Pero resultaba cómodo, en aquel momento, tener una personalidad, un individuo que era emblemático y que permitía focalizar la búsqueda y mostrar que, aunque aquellos terroristas habían logrado pasar a través del filtro, se tenía una idea de quién era el culpable... y eso permitía salvar las apariencias.

- Yo encontré un ejemplo que quizás lo contradice a usted. Se trata de Canadá, país occidental que ha decidido revisar su política. Voy a citarle lo que dijo en febrero Justin Trudeau, el nuevo primer ministro [canadiense]: "Las poblaciones aterrorizadas por el Estado Islámico no necesitan nuestra venganza. Lo que necesitan es nuestra ayuda." Y ha decidido retirar su país, Canadá, de la coalición que bombardea en Irak y en Siria.

En efecto. Y yo pienso que es una sabia decisión, realmente lógica. Pienso que es resultado de un análisis y me imagino que dispone de servicios de inteligencia que lo han estimulado a ir en esa dirección. Me parece que es una reflexión sabia.

Ahora tenemos que reflexionar. El terrorismo no ha hecho otra cosa que aumentar durante los últimos 25 años. Teníamos 400 atentados al año en 1990. Hoy tenemos cerca de 15 000. Y no nos hemos preguntado nunca sobre el por qué de ese aumento.

Si no queremos ir hacia una sociedad, que se convierte en cada vez más securitaria, basta con ver en qué ambiente se desarrolla hoy la Eurocopa [de futbol]... si no queremos ir en esa dirección tenemos que reflexionar muy seriamente sobre las consecuencias de nuestras acciones, sobre todo teniendo en cuenta que ninguna de las intervenciones occidentales en el Medio Oriente durante los últimos 25 años fue realmente legítima.

Cada vez hicimos trampa un poco. Los acontecimientos de 2003, o sea todo lo sucedido antes del ataque estadounidense de 2003 contra Irak, son hechos muy ampliamente documentados. Y en realidad todos los demas conflictos que hemos tenido también estuvieron manchados por engaños y por la desinformación...

- Pero el Líbano, víctima hoy de un atentado en una localidad del valle de la Bekaa... el Líbano no interviene en el extranjero. Túnez, que ha sido víctima del terrorismo, tampoco interviene en el extranjero. ¿Por qué esos países son blanco de atentados?

Eso no es totalmente exacto porque está el Hezbollah, que está del lado del gobierno sirio. El Hezbollah tiene unidades combatientes y es, por cierto, una de las fuerzas que más hombres ha perdido en la lucha contra el Estado Islámico y contra los islamistas. El Hezbollah ha hecho un esfuerzo considerable para luchar contra el Estado Islámico y eso tenemos tendencia a olvidarlo.

La contrapartida es que, efectivamente, los islamistas también atacan el Líbano, particularmente las zonas del sur, donde los cristianos y los chiitas son muy fuertes.

- Usted es un experto. Si tuviera usted que aconsejar a los dirigentes de hoy en Occidente ¿qué les aconsejaría, urgentemente, para evitar nuevos ataques en sus países?

Yo pienso que la solución más sabia sería aprovechar los cambios, por ejemplo las próximas elecciones, para decir que pasamos a un reanálisis de la situación y que es posiblemente más sabio retirarse y detener los bombardeos. Eso no es mostrar miedo, porque no es el caso. Se trata de un cambio de estrategia.

Quiero recordar que en 2014 el Estado Islámico era considerado por los americanos como algo que no representaba absolutamente ningún tipo de amenaza para Occidente. Y numerosos servicios de inteligencia occidentales, en aquel momento, apoyaron esa idea. Fue en 2014 cuando, por razones de política interna, tanto en Francia como en EEUU, finalmente se comenzó a bombardear el Estado Islámico, que no representaba ninguna amenaza en aquel momento.

Red Voltaire. Extractado por La Haine

 

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