"Debemos prestar todo nuestro apoyo a las fuerzas verdaderamente revolucionarias"

x Zoran Mujovic (Periodista de la ex Yugoslavia afincado en Cantabria. Investigador de procesos político-sociales en el Estado español) / CadizRebelde

En el pasado mes de julio se han llevado a cabo, tanto en el Estado español como en el francés -cabe agregar que Italia se sumó a los postres-, una serie de detenciones de militantes de los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista "Primero de Octubre"), del PCE (r) (Partido Comunista de España Reconstituido) y de miembros del colectivo solidario por un Socorro Rojo Internacional.

Tanto las fuerzas represivas de estos estados, como su división de manipulación de la realidad (medios de comunicación), han extendido las detenciones de supuestos militantes de los GRAPO (por "pertenencia a banda armada" o "asociación de malhechores"), a una organización política de ideología comunista -PCE (r)- y a otra de carácter solidario internacionalista -SRI. Huelga hacer referencia a los malos tratos, torturas y otros "caprichos" y otras barbaridades a las que nos tienen acostumbrados los "demócratas".

Todo esto sin pruebas contra dichas organizaciones e individuos ni nada que pueda sostenerse con mínima seriedad en un marco jurídico. Más adelante profundizaré en las causas de semejante accionar. Poco eco ha tenido tal suceso, y no me refiero a los medios de intoxicación del Estado monarco-fascista, sino a otros ámbitos militantes y no militantes supuestamente de izquierda y progresistas. Nada nuevo bajo el sol. Veamos esto un poco más de cerca.

En primer lugar, es una cuestión insoslayable que las diferencias entre los imperialismos, dentro y fuera del ámbito de la "Unión" europea, no van a plasmarse en la cuestión de la represión a los movimientos revolucionarios. En esto podemos (debemos) esperar de su parte unidad de criterios y de acción, ya que el enemigo que combaten es común: cualquier acción o pensamiento disidentes, que por supuesto escape al ámbito de juego impuesto por ellos mismos (cretinismo parlamentario, sindicatos vendidos, fuerzas constitunacionalistas, etc.).

En segundo lugar -y esto sólo para quien aún no ha querido enterarse-, es fundamental entender que los fascistas no van detrás de instituciones u organizaciones que practiquen de manera efectiva la violencia armada, ni de aquellas que, de acuerdo con sus palabras, dan cobertura o apoyo moral-material-político a las primeras. En otras palabras: no se persiguen medios ilegítimos sino fines ilegítimos, es decir, la emancipación de la clase históricamente expoliada, el derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas y todo aquello que los pueblos sabemos son nuestros derechos inalienables. En cuanto al suceso en sí, cabe decir un par de cosas, sobre todo teniendo en cuenta tanto silencio. Los GRAPO surgen, independientemente de cualquier juicio moral, como producto de una violencia de Estado, que hasta hoy no ha cesado ni cambiado sustancialmente con la "reforma".

Se constituyen en organización armada, que cuestionaba el uso de la fuerza una realidad que -insistimos- no había cambiado en lo esencial con la muerte del dictador ni con la reforma. Surgen, como en gran parte de los casos, como producto de la falta de condiciones para plantear la "pacificación" y para limitar la lucha al terreno político: el aparato represivo del franquismo estaba intacto y "operativo", y el poder político había "pasado de manos" sólo en lo simbólico. Por otra parte, creo que es importante mencionar que la violencia armada popular no ha cejado hasta hoy desde la Guerra Nacional revolucionaria, por más que se la haya pretendido liquidar por izquierda o por derecha. Es fundamental ver continuidad en esto, porque, si no, se nos aparecen fenómenos alienígenas, que en política sencillamente no ocurren.

El PCE (r) nace como mecanismo de defensa de los sectores populares más avanzados ante la destrucción de una izquierda verdaderamente revolucionaria y cuestionadora de un orden social inaceptable; ante la liquidación de un Partido Comunista combativo al que sus dirigentes transforman paulatinamente en una útil herramienta del Estado. Denuncia desde un inicio la reforma y, obviamente, no ve en el ámbito constitucional la posibilidad de llevar a cabo una política de principios de acuerdo con sus intereses de clase. Ante el Estado terrorista, apoya a las organizaciones que ejercen la violencia defensiva revolucionaria. Ante la labor de sindicatos mafiosos, defiende y promueve los métodos independientes de organización de la clase obrera. Denuncia la labor del reformismo y del revisionismo y plantea la necesidad de un Partido clandestino que recogiera lo mejor de las experiencias del antiguo PCE y del movimiento comunista internacional. No practica la violencia armada, y son las anteriormente enumeradas razones las que motivaron la permanente persecución por parte del Estado y todo su entramado, incluyendo su "ala izquierda" (IU y afines) que no han dudado en condenar su "terrorismo individual" pareciendo ignorar que esta organización, amén de sus errores y aciertos, desarrollaba -contrariamente a ellos- una lucha exclusivamente política y de principios. Cabe agregar que el PCE (r) es la única fuerza política comunista del Estado español que ha alimentado -y lo sigue haciendo- con sus militantes el hambre destructivo de los centros de exterminio (presidios).

El proyecto actual del SRI, como el de antaño, no es otra cosa que la más sana respuesta popular ante una nueva ofensiva del fascismo, que se produce en el marco de la crisis irreversible del imperialismo. El peligro que encuentran los fascistas en este proyecto es grande, porque las políticas represivas son lo único que existe de "globalizado", y es totalmente esperable que se vaya forjando una resistencia internacionalista. Muestra de esto es la buena acogida que el proyecto ha tenido en muchos países del mundo.

Aquí queda claro tanto el motivo de las detenciones como el mutismo de los "progres" de siempre. Nos vemos obligados a insistir: la represión está dirigida a quienes, independientemente de sus métodos de lucha, cuestionan el sistema imperante y no aceptan las condiciones de juego impuestas por sus propios conductores para perpetuarlo. Es por eso que no va detrás de IU, ni del SOC, ni de su corriente roja de delincuentes políticos.

La liquidación de las conquistas de los trabajadores del Estado, las detenciones de antifascistas, comunistas y solidarios, la ilegalización de Batasuna, el permanente acoso al mundo abertzale y la persecución de los sectores sociales verdaderamente críticos hablan del verdadero tenor "democrático" del actual marco constitucional y, por otra parte, dejan a cada cual en su sitio.

No podemos, en consecuencia, permitirnos pensar que quienes defienden las reglas del juego del Estado fascista estén de nuestro lado, aunque empleen una fraseología y unas siglas determinadas. Es preciso denunciarles, desenmascararlos y acabar de situarlos del lado que corresponde -cosa que ya han hecho bastante por sí solos. Debemos, sí, prestar todo nuestro apoyo a las fuerzas verdaderamente revolucionarias, organizarnos en torno a ellas y tomar conciencia de que, por lo que está en juego, bien vale la pena aguantar los palos que, sin duda, seguirán cayendo.

 
         
   
 

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