Crónica del desalojo del Palaciu de Ronzón
Amanece que no es poco...
La mañana del 4 de marzo estaba previsto el desalojo del centro social el Palaciu de Ronzón.
Tras un primer intento de la comisión judicial de desalojar el centro social el 22 de enero, al encontrarse ésta con una cadena humana que cortaba el acceso al Palaciu, aplazó la «reapropiación» del edificio al día 3 de marzo, aclarando el acta que la comisión acudiría «auxiliada por la fuerza pública».
La Guardia Civil de Pola de Lena posteriormente solicitó el aplazamiento al día 4, por no estar «disponibles las unidades especiales (…) para hacer frente a cualquier eventualidad (resistencia, alteraciones, agresiones,…)» para el día 3.
Desde la tarde del día 3, varios dispositivos de la Guardia Civil estaban situados en los accesos a Ronzón, haciendo controles. Durante la madrugada un coche de policía secreta hizo la ronda por la aldea y se quedó en la carretera de acceso varias horas, vigilando con linternas la pista de acceso a Ronzón.
A las 7 de la mañana todo estaba oscuro, unas treinta personas ya estaban preparadas para formar bloque humano en la pista que da acceso al pueblo. Un grupo de cuidados se hacía cargo de los seres dependientes en una casa del pueblo, espacio de seguridad. La llegada de la comisión judicial estaba prevista para las 10.30 de la mañana.
Tras unas consignas y unos saltos para neutralizar el sueño y subir la energía, fue saliendo el sol…
A partir de las 8 de la mañana vamos recibiendo visitas: la ruta escolar, vecinos de los pueblos aledaños que acceden al pueblo a atender a las vacas, la ambulancia que baja al centro de día al vecino más mayor de la aldea…la barrera se abre y se cierra, se intercambian palabras de ánimo pero el vecindario, curioso y animado por la novedad del día, no se mete mucho… las casas que construyeron sus familias son propiedad de la Fundación Ronzón, la misma que nos desaloja, y a día de hoy siguen pagando un alquiler por vivir en ellas.
También van llegando periodistas por goteo. Tenemos que recordar varias veces que avisen si pretenden grabar o sacar fotos, para que la gente que quiera pueda cubrirse, pero no todes están muy por la labor de respetar esto.
Antes de las 10 vemos llegar a la Guardia Civil: dos, tres,… siete patrullas se paran en la pista a unos cien metros de nosotres. Sacan los postes del vallado de un prao aledaño y aparcan ahí, según el mando, «para no obstaculizar el acceso al pueblo» (en el anterior intento de desalojo un vecino se la había armado por bloquear la pista con los coches).
A las 10.15 un coche normal seguido de otro de Policía Local sube por la vieja pista de acceso a la aldea, retirando a su paso varios troncos y obstáculos, parándose a unos metros del acceso al pueblo. El bloque humano se divide para bloquear la portilla del viejo acceso. Del coche normal se bajan dos personas vestidas de paisano que no se identifican aunque les preguntemos quiénes son. Más tarde, con la llegada del siguiente dispositivo de Guardia Civil se les unirá otra pareja con la cara cubierta que les entregará walkie talkie y cámara, y estarán grabando el resto del tiempo.
La comisión judicial no tarda en aparecer por ese mismo acceso cuando aún solo hay dos secretas y policía local. Le acompaña el secretario de la Fundación Ronzón, Ramón García, y su abogada. Ramón no tarda en recordarnos que la pista por la que están intentando subir es una «propiedad privada»: efectivamente, la Fundación tiene candado ese viejo acceso al pueblo, dejando las llaves a unos pocos arrendatarios de los praos aledaños. Al encontrar el acceso bloqueado, los coches dan la vuelta para entrar por el lado que está lleno de patrullas.
El bloque se vuelve a unir y comienzan una serie de «negociaciones», primero con el secretario judicial y luego con la Guardia Civil. El primero trata de disuadirnos diciendo que nadie quiere violencia y que no habrá cargos si se deja acceder a la comisión. Ese es el día acordado para la «recuperación» del edificio y no hay lugar a aplazamientos. La Guardia Civil insiste en que si se abandona el bloqueo no habrá cargos ni lesiones, de lo contrario no podrán evitar que esto ocurra, ya que «aunque sea sin querer» siempre alguien acaba lesionade de los dos lados (obviando quiénes tienen las armas y ostentan la fuerza de autoridad). Incluso llegan a ofrecer una «disolución pactada» que diera «la foto de la resistencia» de cara a los medios, donde podría simularse ante la puerta del edificio como se saca a siete u ocho personas antes de la disolución y nadie saliera herido (dando de paso una imagen pública de la destreza, eficiencia y limpieza en su trabajo, sin lesiones ni detenciones, obviando otra vez la connotación represiva de su labor).
Tras el grito de»no somos actores, somos okupas», se aclara a la comisión judicial y a la Guardia Civil que no estamos ahí para figurar, que está resistiendo pacíficamente para defender un edificio que había sido abierto como centro social para todes y que la fundación propietaria quiere recuperar únicamente para llenarlo de cerraduras otra vez.
Acaba la negociación y nos comunican que van a proceder a intervenir las «fuerzas especiales». Desfilan entonces treinta antidisturbios de una unidad de seguridad ciudadana, la USECIC, con sus porras, cascos, escudos y carabina de aire comprimido. Empiezan a cruzar por el prao aledaño donde la Guardia Civil había aparcado, disponiéndose a bajar al frente del Palaciu desde ahí.
Tras una decisión rápida el grupo da marcha atrás y se coloca bloqueando la bajada por la que descienden los antidisturbios.
Es ahí cuando empiezan a golpearnos y lanzarnos contra el suelo y el borde de la pista, donde dicho sea de paso corremos el peligro de abrirnos la cabeza con las rocas que sobresalen. El vecindario presencia la escena alucinando. Les compes tratan de hacer piña y protegerse pero van apartándonos una a una. La Guardia Civil se dedica prioritariamente a dificultar que accedamos a la casa de seguridad, aislando a las personas e identificándolas. A uno de los compañeros que posteriormente será detenido lo tiran al suelo y se le echan encima como seis agentes. Tratan también de interceptar a la compañera que está grabando la carga.
Los secretas que habían estado grabando desde el acceso de abajo suben al comenzar la intervención de la USECIC, momento en el que se ponen chalecos amarillos, siempre grabando y con la cara tapada, y se ponen a dar órdenes al dispositivo. Por indicación de uno de ellos, uno de los soldados imperiales intenta entrar en la casa de seguridad, rompiendo la puerta y varios objetos que se encontraban a la entrada de la casa.
Se llevan al furgón a tres compas para conducirlas al cuartel de la Guardia Civil de Pola de Lena, dos detenidas y una para ser identificada.
Cuando las últimas personas logran acceder a la casa de seguridad, vemos desde las ventanas como rompen las puertas de acceso al Palaciu y varias ventanas, que se encuentran barricadas desde dentro. Todavía están casi una hora más sólo para acceder al edificio, y no podemos salir de la casa, cuyos accesos hemos empalizado por temor a un allanamiento. Varias compañeras lesionadas tienen dolor en las costillas, brazos, piernas y cabeza por los golpes.
Se convoca una concentración en Pola de Lena frente a los juzgados, y cuándo el dispositivo abandona el lugar, bajamos al cuartel a esperar a nuestres compas, mientras algunas personas van al hospital.
A las pocas horas sueltan al compañero que había sido retenido para su identificación. A lo largo de la tarde, varias personas acuden a mostrar su solidaridad e indignación. Las abogadas nos comunican que una de las personas detenidas ha sido conducida al hospital porque le han fracturado el pie, y que ambas van a dormir en el calabozo y pasar a disposición judicial a la mañana siguiente.
A las 18.00 acuden más personas al llamamiento de la concentración. Tratamos de hacernos oír por nuestres compañeres, para que sepan que no están solas. La concentración deriva en una manifestación espontánea por las calles de Pola de Lena, para que los habitantes del concejo escuchen de viva voz que el Palaciu ha sido desalojado con violencia y represión, y que la Fundación y el Ayuntamiento de Pola de Lena son responsables del abandono de los pueblos y ejercen una política feudal.
A la mañana siguiente (miércoles 5 de febrero) varias personas nos concentramos frente a los juzgados de Pola de Lena. A pesar de que se ha citado a las compas a declarar a las 9.00, solo vemos llegar a las abogadas, Fiscalía, etc… y a unos agentes que acuden a denunciar lesiones, entre ellas una lumbalgia de la que al parecer somos responsables. Pero ni rastro de les detenides. Unes compas les entregan unas muletas en el Cuartel, puesto el edificio del Juzgado tiene escaleras y el compa no puede apoyar el pie debido a la lesión.
Una vez más aguardamos ante los mismos Guardias Civiles y periodistas del día anterior. Aprovechamos para expresar nuestra indignación ante el artículo que aparece en la Nueva España esa mañana, donde una vez más se constata el papel servil de los medios de desinformación. Pola de Lena vuelve a oír las muestras de indignación y rabia, también de solidaridad. Algunas personas de la Pola acuden a mostrar su apoyo al Palaciu y les detenides.
Hasta las 12.30 no traen a les compas a declarar. Esperamos impacientes hasta las 14.45, cuando por fin les liberan. La Fiscalía les imputa un delito de resistencia grave y cinco meses de prisión, a una de las personas el Ministerio Fiscal le atribuye un delito leve de lesiones y una multa. El 26 de marzo tendrán que acudir al juzgado de lo Penal número 4 de Oviedo.
Pero lo importante es que ya están libres y hemos demostrado una vez más que desde iniciativas autónomas y libertarias podemos dar vida a espacios para el uso comunitario y repoblar las zonas rurales en vías de abandono, a pesar de la represión.