El supremacismo lingüístico
No es infrecuente escuchar en la calle o en los medios de comunicación ideas como que los andaluces hablan peor que los madrileños, que hay lenguas (como las indígenas) menos desarrolladas que la nuestra o que las lenguas minoritarias deberían desaparecer en beneficio, también, de la nuestra (que se concibe como la única posible y razonable, de modo que quien defienda la coexistencia de cualquier otra será o bien un inculto, o bien un nacionalista radical). Y es que existen -siguen existiendo- una serie de prejuicios lingüísticos bastante arraigados en el ambiente cultural de nuestras sociedades. Estos prejuicios supremacistas están tan refutados por la lingüística (y desde hace tantos años) como el mito de Adán y Eva por la arqueología o la supremacía racial por la genética. Sin embargo, ciertas ideas insostenibles pueden resistirse a morir, si se ven debidamente fomentadas. Como trataremos de demostrar, los prejuicios e ideas supremacistas no surgen de la nada, sino que ven su terreno abonado por intereses políticos o económicos.