Gamonal y la Plaza de toros
Una de las desgracias más dura de sobrellevar, es la que le ha caído al barrio de Gamonal. La pléyade de alcaldes nefastos que vierten su inutilidad y torpeza, su dependencia del Gran Jefe Méndez Pozo sobre el famoso barrio, no tiene parangón. Hacen buenos a los de la dictadura: Martín Cobos, Dancausa, Muñoz Ávila, o el nefasto Peña San Martín que dejó a Burgos en el paradigma de la corrupción junto a Méndez Pozo desde su infausto partido, el SI, otros como Niño, Aparicio, y el amortizado y desdichado Lacalle al que toca ahora derramar sus miserias sobre la ciudad. Sin personalidad alguna, fundido y amortizado por los recientes hechos de enero en Gamonal, quiere vomitar sus estertores como primer edil sobre el barrio que desveló la corrupción que asola al Ayuntamiento, paralizando la obra del bulevar de la calle Vitoria en donde el cacique de la constructora Río Vena tenía la mordida bien urdida, dirigiendo a un atrabiliario Alcalde que apenas si pudo terminar una carrera y de un largo historial de corrupciones en sus ediles durante su corta legislatura.
Ahora, en unos días, si nadie lo remedia, su grupo del PP, volverá a dañar y a hacer sufrir al pueblo de Gamonal y por ende al burgalés. En plena canicula, cuando prácticamente nadie se entera de las mafias municipales, el amortizado Lacalle concede a Méndez Pozo las obras de un invento, esta vez para la Plaza de Toros, a la vera del barrio de Gamonal. La obra de casi seis millones de euros, la más cara de los presupuestos presentados, es concedida al delincuente más famoso de Burgos, Antonio Miguel Méndez Pozo, presidente de los Amigos de Silos ( qué prestigio más vergonzoso para los monjes benedictinos ), presidente de la Cámara de Comercio, otro nido de medradores, presidente de las excavaciones de Atapuerca ( su experiencia en cavernas más cercana es la de Alí Baba y los cuarenta ladrones) y de un sin fin de prebendas y sinecuras con ánimo de diluir sus delitos y su fama de codicioso y corrupto.
La Asamblea de Gamonal, no va a consentir un insulto más a su inteligencia permaneciendo pasiva ante tamaña desvergüenza. Las carencias del barrio, en donde la venganza de Lacalle se traduce en sanciones por doquier a los conductores, con denuncias por aparcar donde nunca se ha impedido estacionar, dejando los espacios restringidos y amenazando con la zona azul a una de las poblaciones obreras más precarias de la ciudad, en donde se da el mayor índice de ancianos que atienden en sus domicilios con sus pensiones a hijos y nietos. Este nuevo despilfarro del funesto alcalde, no es otra cosa que el broche final de la miserabilidad que le caracteriza, ya que su destierro en Madrid ya está fabricado, como lo está el de su ínclito y tapado mediocre Teniente de Alcalde Ibáñez.
Veremos la diáspora que se efectúa en cuanto Podemos instale su presencia en las próximas elecciones y destapa la inmundicia imbricada, legislatura tras legislatura, bajo las alfombras del Concejo. Está por aflorar la gran corrupción de Lacalle. Lo mismo Cristino se cuelga los círculos concéntricos en su traje de camuflaje del emergente y fascinante partido Podemos con tal de seguir en el pesebre donde abreva sus deposiciones quincalleras, que ha dejado la ciudad hecha un Cristo. O el intelecto del concejal de cultura Fernando Gómez, vuelve a la fábrica de huesos de Atapuerca. Cosas veredes.
Gamonal no va a permitir a una ralea municipal de esta naturaleza, ni una mordida más que derroche los dineros de los impuestos municipales más altos de los ayuntamientos de España.
La hartura de los gamonaleros, curtida desde los hechos de Eladio Perlado y el bulevar de la calle Vitoria, no es otra cosa que el exponente del desprecio de un Ayuntamiento a sus vecinos.
La legislatura de Lacalle y la calaña política que pudre el Ayuntamiento burgalés, tiene los días contados. Al tiempo.