Incremento de la actividad fascista ante la permisividad del estado
En las últimas semanas hemos tenido noticias de varias agresiones fascistas, algunas de ellas muy graves, como la vivida en Valladolid el pasado martes donde un conocido neonazi de la ciudad, que ya contaba con antecedentes por apuñalamiento, volvió a apuñalar a un joven. A esto hay que sumarle la “mudanza” del Hogar Social Madrid, el edificio ocupado por un grupo de neonazis en el barrio madrileño de Chamberí, que tras su desalojo ha trasladado su sede a la calle José Abascal 51. Y ayer conocíamos la noticia del excarcelamiento de cuatro de los encausados por el asesinato de Francisco Javier Romero Taboada, Jimmy, el cuál fué atacado junto a otros seguidores del deportivo de La Coruña el pasado mes de enero por nazis pertenecientes al Frente Atlético en Madrid.
No es casual que justo ahora resurgan los grupos nazis con su violencia, el momento político que estamos viviendo hace que el capitalismo suelte a sus perros y por otro lado la impunidad de la que gozan les hace crecerse.
En los últimos meses se han sucedido las denuncias de nuevas agresiones fascistas, muchas de ellas en el contexto o alrededores de esos “Hogares sociales” regentados por neonazis. En otros casos, como la reciente agresión a dos jóvenes en el barrio de Arganzuela, Madrid, el movimiento popular y vecinal ha conseguido identificar y señalar al agresor, que ha sido identificado como Santiago Melones Malo, conocido como “el melones", el cuál ya contaba con distintos antecedentes.
Se da la circunstancia de que los trabajadores de la empresa Envialia, compañeros de trabajo de “el melones”, al conocer la noticia de que se le ha identificado como agresor, han roto su silencio y han denunciado que llevan tiempo sufriendo provocaciones por parte de esta persona y que en alguna ocasión casi se ha llegado a las manos, por eso han puesto en marcha una campaña para que la dirección de la empresa prohíba la entrada al recinto al “melones”.
El caso de Valladolid cobra especial gravedad, ya que uno de los agresores ya contaba con antecedentes por otro apuñalamiento a un jóven músico en abril de 2013, también en otra ocasión se llevó por delante parte de la oreja de un joven. Dos años después el nazi conocido como “Heineken”vuelve a las andadas y apuñala a un jóven en el costado izquierdo, que tuvo que ser operado de urgencia. A su compinche, que responde a las iniciales A.R.M.D., también se le imputa agredir a un ciudadano extranjero golpeándole con una silla en la cabeza en la terraza de un bar de la Plaza de España de Valladolid, el dia anterior,el lunes 18 de mayo.
El caso del Hogar Social Madrid, el cuál ha ido cambiando de sede y recibiendo el rechazo de gran parte de los vecindarios por donde ha transitado, también es de especial gravedad, sobre todo teniendo en cuenta que por donde va pasando aumentan considerablemente las agresiones fascistas a jóvenes, gentes de izquierdas, inmigrantes y en definitiva a cualquiera que no piense como ellos.
El abrazo y el trato de camaradería entre un policía antidisturbios y uno de los ultras ocupantes del edificio fotografiado en el simulacro de desalojo del Hogar Social Madrid, el pasado 24 de abril, es una muestra más de hasta que punto gozan de impunidad estos grupos y de hasta que punto llega la permisividad del estado con estos individuos.
Pero sin duda la mayor prueba de esta impunidad, es el excarcelamiento ayer de cuatro de los encausados por la muerte de Jimmy. En esta ocasión el juez dice que las imágenes en las que se vé a los cuatro individuos tirando a alguien por el puente no son de Jimmy, si no de otro aficionado del Depor que también fue arrojado al río. Y que en las imágenes donde se ve a Jimmy no se puede identificar a los agresores. No importa que estas cuatro personas tiraran a alguien por el río pudiendo haber acabado como acabó Jimmy, de lo que se trata es de, ahora que ya ha bajado la alarma social creada por este caso, dejarlos libres sin hacer demasiado ruido.
Esta permisividad, cuando no complicidad, del estado con grupos neonazis contrasta con las distintas operaciones policiales, que, día sí, día también, estamos viviendo en todo el estado con la detención de gente por simplemente opinar en las redes sociales, o las peticiones desorbitadas de condena a manifestantes o a periodistas, el encarcelamiento de jóvenes por simplemente tener militancia política o las macro-operaciones ordenadas contra el movimiento libertario.
Las nuevas legislaciones para ilegalizar la protesta social apuntan en la misma dirección, y es el que el estado está sacando toda su artillería, para que el terror causado por la represión amordaze las calles y sus reivindicaciones sociales. Y entre esa artillería a parte de la policía y la judicatura, los grupúsculos fascistas tienen también su sitio privilegiado.
En tiempos donde la legitimidad del estado está tan cuestionada, no es casual que sus aliados incrementen su actividad. Es de sobra sabido que el fascismo es el perro guardián del capitalismo, y en tiempos de crisis estos últimos usan a sus guardianes contra el que protesta o simplemente contra el que piensa distinto, como estamos viendo en estos días.