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Perspectivas económicas en este nuevo ciclo kirchnerista
Uno de esos ángulos se asocia a la demanda mundial, especialmente de Brasil. Entre otras cuestiones, la Fiat amenazó con suspensiones de la producción, aunque no se materializaron, y desde Renault surgieron versiones contradictorias entre el personal y la patronal, aunque lo real es que la industria automotriz, una de las que explica la expansión del sector en el 2010 y 2011, teme por la baja de la demanda del país vecino, destino del 50% de la producción local.
Otro se asocia a los precios internacionales de los productos de exportación de la Argentina. Existe presión en foros internacionales para controlar y restringir el alza de los precios internacionales de los alimentos, al tiempo que existe una volatilidad a la baja de los mismos. Recordemos que la baja de esos precios incide en la situación fiscal, limitando las posibilidades de la política económica para mantener el nivel de actividad.
Claro que la política cambiaria está en la discusión, entre una fuerte presión compradora de dólares y un alza de la tasa de interés que ofrecen los bancos para que los inversores en plazo fijo se queden en pesos. Los resultados son una recurrente baja de las reservas internacionales, ya que la política de gobierno pasa por sostener el precio de la divisa sin preocuparle esa reducción, que ahora las ubica, según información del BCRA (al 14/10/11), en 48.241 millones de dólares. En paralelo, se confirma un encarecimiento del costo del dinero para un bajísimo nivel de crédito, que ante la suba de las tasas se restringe aún más.
La suba de los precios es otro de los temas a considerar, sin perjuicio de que para el INDEC el índice de precios minoristas mantiene una evolución anual de un dígito. Los cuestionamientos a los indicadores de precios se mantienen y se plantea la incógnita de si a posteriori de las elecciones ocurrirán las correcciones en los mecanismos de medición y en el propio Instituto Nacional de Estadísticas.
Con un resultado electoral que era previsible, más allá de las tensiones en torno de la situación mundial, especialmente de Brasil, las demandas de dólares y el consecuente encarecimiento del dinero en los bancos, el debate sobre la inflación, las expectativas se concentrarán en el equipo responsable de la política económica del nuevo gobierno, especialmente con el uno y dos actual del Ministerio de Economía con cambio de destino político: Amado Boudou pasa a presidir el Senado desde su nuevo cargo de Vicepresidente y Roberto Feletti, actual Vice ministro, se traslada a la Cámara de Diputados.
La realidad, es que más allá de los nombres, no se esperan grandes cambios en la orientación de la política económica del gobierno. En todo caso, las líneas de los últimos tiempos se orientan a un mejor diálogo con la cúpula empresaria, ante la cual se presentaron recientemente sendos planes estratégicos, para el sector agropecuario y la industria hacia el 2020. En ambos instrumentos, como en el Presupuesto 2012, se ratifica el modelo productivo asentado en el monocultivo, la mega minería a cielo abierto y una industria de ensamble.
Bajo el nuevo gobierno, se verá si se mantienen las tensiones actuales, claro que en relación con lo que acontezca a escala global, y se tensarán las presiones para un nuevo round en la discusión por los salarios, con empresarios que pretenden bajar las expectativas de los ajustes de ingresos salariales y con trabajadores que sienten que los aumentos de precios licuan los ingresos conseguidos en el debate paritario. Ni que hablar de la disputa por ajuste en los planes, subsidios e ingresos previsionales, que definen la calidad de vida de un cuarto de la población en el país.
En definitiva, más allá de las tensiones económicas, se reabre un nuevo turno de conflictos sociales en un marco de continuidad de la crisis mundial.
