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Medio Oriente :: 19/09/2007

Más de un millón de iraquíes muertos desde la invasión estadounidense

Patrick Martin
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre] El Iraq ocupado, con una estimación de 1.200.000 muertes violentas tiene ?un índice de asesinatos que en la actualidad supera al del genocidio que se produjo en Ruanda a partir de 1994 (con 800.000 asesinatos)?

Como parte de su campaña para justificar una ocupación de Iraq a largo plazo, el gobierno Bush ha recurrido cada vez más a advertir del caos e incluso el genocidio que se produciría tras la retirada de las tropas estadounidenses pero un nuevo informe parece indicar que algo semejante a un genocidio ya está ocurriendo bajo los auspicios de Estados Unidos.

El Instituto Británico de Opinión (ORB, en sus siglas inglesas) informó el jueves pasado que el número de muertos en Iraq desde la invasión estadounidense de 2003 ha superado el millón.

Según el ORB, el Iraq ocupado, con una estimación de 1.200.000 muertes violentas tiene “un índice de asesinatos que en la actualidad supera al del genocidio que se produjo en Ruanda a partir de 1994 (con 800.000 asesinatos)”, además de otro millón de heridos y varios millones más de gentes desplazadas en un exilio interior o exterior.

El ORB, que ha llevado a cabo encuestas en Iraq desde 2005, ha hecho públicos sus resultados de una muestra de 1.461 adultos en todo el país. Entre otras preguntas, estaba la siguiente: “¿Cuántos miembros de su familia, en el caso de que haya alguno, han muerto desde 2003 a consecuencia de la guerra en Iraq? (Es decir, a consecuencia de la violencia y no de muerte natural debida, por ejemplo,a la avanzada edad)? Por favor, entienda que me refiero a quienes realmente vivían bajo su techo”.

El 78 por ciento de los que respondieron afirmaron que en su hogar no se habían producido muertes violentas, el 16 por ciento había sufrido una, el 5 por ciento, dos el 1 por ciento, tres o más. Habida cuenta que el número de hogares en el país es de 4.050.597 (según datos del censo de 2005), el cálculo asciende a cerca de 1.200.000 muertes.
Con mucha diferencia, el índice de muertos en Bagdad es el peor, ya que casi la mitad de los entrevistados informaron de que habían sufrido al menos una muerte violenta en su familia. El índice en la provincia de Diyala ( Baquba) era del 42 por ciento y en la provincia de Ninewa (Mosul), el 35 por ciento.

Los resultados del estudio indican que el 48 por ciento de las muertes violentas lo fueron por heridas ocasionadas por disparos, el 20 por ciento a consecuencias de coches bomba, el 9 por ciento por bombardeos aéreos, el 6 por ciento por otro tipo de explosiones y un 6 por ciento en accidentes.

La cifra que responde a los bombardeos aéreos es particularmente significativa que ya esas muertes- que suponen más de 100.000 según el estudio del ORB- no han sido reflejadas prácticamente en los medios de comunicación estadounidenses, sin duda porque en su totalidad corresponden a las fuerzas de ocupación estadounidenses y británicas, las únicas equipadas con helicópteros y aviones de combate.

El estudio del ORB ofrece unos índices de muertos mucho mayores que las cifras publicadas por los medios de información occidentales, el gobierno iraquí instalado en Bagdad por EEUU o las Naciones Unidas. Pero coincide con el realizado el año pasado por un equipo de científicos de la Johns Hopkins University y publicado por la revista médica británica Lancet que estimaba el número de muertos (a principios de 2006, es decir hace dieciocho meses) en alrededor de 665.000.

Las cifras de Lancet fueron rechazadas por los gobiernos estadounidense e iraquí y desechadas por los medios de informaciçon estadounidenses, y las del ORB probablemente van a tener el mismo destino. Las conclusiones del estudio fueron ofrecidas de pasada en los principales periódicos del viernes; algo más destacados en Los Angeles Times y el Boston Globe y absolutamente nada en The New York Times y el Washington Post.

Ninguno de los noticiarios de la noche del viernes mencionó siquiera el informe del ORB.

Opinión Research Business no es un grupo de izquierdas ni un grupo que se oponga a la guerra, sino una empresa de opinión acreditada, fundada en 1994 por Gordon Helad, quien dirigió el Gallup británico desde 1980 a 1994. Entre sus clientes se encuentra la gran empresa de minería Anglo American, el Banco de Escocia y el Partido Conservador. Su director no ejecutivo es Geoffrey Martin OBE [Oficial de la orden del Imperio Británico, en sus siglas inglesas], en la actualidad consejero especial del secretario general para las relaciones estratégicas de la Commonwealth británica.

El estudio del ORB se ha realizado por medio de entrevistas personales llevadas a cabo entre el 12 y el 19 de agosto en una muestra representativa a escala nacional de 1.720 adultos (de los cuales, 1.461 respondieron), con un margen medio de error de 2,4 por ciento. Se utilizó un muestreo aleatorio para seleccionar a los entrevistados en 15 de las 18 provincias de Iraq.

Por razones de seguridad, no se llevaron a cabo entrevistas en las provincias de Al Anbar o Kerbala, ni en la de Irbil, donde las autoridades kurdas se negaron a autorizar las entrevistas. Habida cuenta de que Anbar y Kerbala se encuentran entre los lugares con enfrentamientos más sangrientos de la guerra, e Irbil entre los más tranquilos, la exclusión de las tres provincias llevaría con más probabilidades a una estimación a la baja del número de muertes que a una exageración de las mismas.

El estudio del ORB se hizo público el mismo día que el presidente Bush compareció ante la televisión nacional para presentar un informe sobre la situación en Iraq, absolutamente fantasiosa. Con un millón de iraquíes muertos, otro millón de heridos y entre cuatro y cinco millones de desplazados, Bush celebró la vuelta a la “vida normal” del devastado país: “Los asesinatos sectarios están disminuyendo y la vida ordinaria empieza a volver a la normalidad”.

El día siguiente, Bush y el vicepresidente Cheney se presentaron ante un público seleccionado para insistir en su campaña a favor de una ocupación estadounidense indefinida de Iraq. Bush habló en la Base naval de Quantico, en Virginia, y Cheney en el Museo Gerald Ford de Michigan y la sede del Mando Central en Florida.

Cheney afirmó que la consecuencia de una retirada rápida de las tropas estadounidenses sería el “caos” y las “matanzas”, para continuar: “siempre que hemos oído pedir la retirada estadounidense de Iraq, en ningún caso se han negado realmente esas consecuencias negativas, sino que se han limitado a ignorarlas”.

Cheney hizo aparecer el fantasma de la intervención iraní en Iraq tras la retirada de EEUU, que “desataría por todos los medios una guerra con una violencia en el interior de Iraq que es probable no podría atajarse. Las matanzas que seguirían desestabilizarían aún más Oriente Próximo y aumentarían las amenazas para nuestros amigos en la región”.

En Quantico, Bush afirmó ante una audiencia de 250 marines con sus familias: “Cuando consigamos la seguridad necesaria traeremos a nuestros soldados a casa”.

También el viernes, el Departamento de Estado, de forma discreta, dio a conocer un informe en el que señalaba que la libertad religiosa en Iraq se había deteriorado gravemente el año pasado debido al aumento de los asesinatos sectarios contra las minorías religiosas sometidas a una persecución sistemática (sunníes en zonas chiíes, chiíes en barios sunníes, iraquíes laicos, cristianos y grupos más minoritarios en todas las regiones).

“El informe citaba: “la frecuente violencia sectaria incluidos ataques contra lugares de culto”, así como “hostigamiento, intimidación, secuestros y asesinatos” y añadía que “los no musulmanes son especialmente vulnerables a la presión y la violencia debido a su condición de minorías y, por lo general, debido a la falta de una estructura tribal protectora”.

El Partido Demócrata es cómplice por completo de la situación cercana al genocidio instaurada en Iraq ya que la dirección demócrata del Congreso se ha negado a cortar la financiación para un guerra que ha costado la vida a más de un millón de iraquíes así como a más de 3.700 soldados estadounidenses.

En respuesta al discurso del jueves por la noche se produjeron nuevos reconocimientos de impotencia por parte de los demócratas que controlan el Senado. Barack Obama, quien inició su campaña para la candidatura demócrata en las elecciones presidenciales haciendo alarde de sus credenciales contra la guerra, dijo que el Congreso no podía obligar a Bush a aceptar una fecha límite para finalizar la guerra.

“Una manera de terminar la guerra sería establecer un calendario”, afirmó en un discurso en Iowa, “Nos faltan quince votos y en estos momentos no parece que vayamos a conseguirlos”. Obama se refería a los 67 votos exigidos en el Senado para anular el veto del presidente pero guardó silencio sobre la existencia de otros procedimientos constitucionales para terminar la guerra como el de negarse a asignar la financiación precisa, algo a lo que la dirección demócrata del Congreso se ha opuesto.

Ken Conrad, senador por Dakota del Norte, y presidente del Comité de presupuestos del Senado, declaró al Congressional Querterly: “ Lo cierto es que no tenemos los suficientes votos para acabar la guerra” y que los demócratas del Senado deberían tratar de “cambiar lo que podemos cambiar en asuntos internos” para “obtener resultados tangibles” en lugar de seguir con los debates sobre Iraq.

Varios senadores respaldaron su punto de vista, entre ellos Charles Shumer de Nueva York quien, refiriéndose a la inminente campaña de 2008 declaró”: Esta elección va a determinar cambios, no sólo en Iraq sino también en casa”. El senador Ken Salazar de Colorado, dijo: “El mensaje demócrata tiene que centrarse en temas importantes para la clase media. La guerra no debería ser el único tema”.

Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, no ha previsto votación alguna este mes respecto a la política de guerra en Iraq, aunque la aprobación del presupuesto de Defensa está todavía pendiente para el año fiscal que empieza el 1 de octubre. Todo parece indicar que los demócratas del Congreso aprobarán sin pararse a pensar tanto el presupuesto como la financiación especial para la guerra, que se acerca a los 200.000 millones de dólares, y que el gobierno Bush todavía no ha enviado al Congreso.

El silencio de los partidos demócrata y republicano, y de los medios ante las últimas pruebas del asesinato de masas y de la devastación de Iraq como consecuencia de la guerra colonial estadounidense y de la ocupación, pone de relieve la complicidad de toda la elite política dirigente estadounidense y de la totalidad de sus instituciones en un crimen de guerra de dimensiones catastróficas.

World Socialist Web Site, 15 de septiembre de 2007

 

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