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Mundo, Argentina, Anti Patriarcado :: 01/05/2023

Aportes del feminismo materialista para las luchas populares

Juliana Diaz Lozano, Melina Deledicque
Diálogos con Jules Falquet :: ¿Cómo construimos una mirada anticapitalista y antirracista que nos permita articularnos y no fragmente en identidades?

¿Qué hacemos las feministas con el Estado? ¿Es posible una mirada estructural de las desigualdades que nos muestre el dinamismo y las resistencias? ¿Por qué el sexo es un invento opresivo? Estas son algunas de las preguntas que le hicimos desde la Cátedra Libre Virginia Bolten a Jules Falquet[1], feminista francófona que estuvo de visita por tercera vez en Argentina, y cuyo pensamiento, nutrido a la vez de Europa y Latinoamérica, nos trae herramientas para el debate y la acción. La conversación se produjo en la Librería Malisia de La Plata, donde llegó Jules a presentar su más reciente libro, 'Imbricaciones'.

Jules elige presentarse de dos maneras diferentes y contrapuestas. “Objetivamente fui nombrada como mujer cuando nací, vengo de una familia de clase media alta de Europa, soy blanca, soy profesora de sociología y filosofía en una Universidad”. Pero, subjetivamente, políticamente se define como lesbiana política, combatiente de las lógicas coloniales, y, afirma, “como persona de la clase privilegiada, intento suicidar la clase y combatir la lógica del modo de producción capitalista y su momento neoliberal”.

La original manera de presentarse proviene de la forma en la que entiende la estructura social, como un conjunto inseparable de relaciones sociales de dominación de clase, raza y sexo, donde es clave el dinamismo y la resistencia. Su formación teórica política proviene de los feminismos materialistas francófonos, pero está también entrelazada con varios años de vida en Latinoamérica, acompañando de cerca al Movimiento de Liberación Nacional de El Salvador, el Movimiento Zapatista en México y en general, los feminismos populares en distintas regiones del continente. Sus trabajos sobre las mujeres guerrilleras del FMLN por ejemplo o sobre las mujeres zapatistas son muy ricos para analizar los desafíos de las luchas anticapitalistas que también tengan horizontes feministas y antirracistas.

La relación de los feminismos con el Estado

La primera pregunta colectiva que le formulamos a Jules tuvo que ver con la vinculación entre movimiento feminista, construcción de autonomía y el Estado. Desde la Cátedra Libre Virginia Bolten editamos en 2021 un libro sobre este tema llamado “Debates Picantes” (https://issuu.com/madreselva1/docs/debates_picantes_version_online), donde diferentes activistas y organizaciones feministas se posicionaron y le pedimos a Jules su opinión.

Según Falquet hay muchos elementos para pensar este tema, según a qué Estado nos referimos, de qué lugar, momento histórico e incluso de qué instituciones hablamos. “No es lo mismo- plantea-, la policía que la universidad o la salud. Pero tampoco es lo mismo la Universidad en Francia en el '68 que la actual. Ni un Estado de bienestar a uno neoliberal”. Como ejemplo de estas diferencias situadas, menciona que en los ´90 desde los feminismos había una crítica fuerte a los riesgos de la cooptación estatal y de la oenegización que ella compartía.

A contramano, afirma, vemos en la actualidad que en países como Brasil hay un proceso inverso con el movimiento afro lésbico. “Participé en el 23avo aniversario del primer grupo de lesbianas feministas afro de Río y tradicionalmente las mujeres indígenas y afro tienen trato con el Estado y la municipalidad. Cuando tienen financiamiento dicen que el dinero es de ellas, de la gente. Y podría parecer contradictorio con cierto discurso feminista autónomo pero sin embargo yo no puedo decirle a esas mujeres o lesbianas que está mal lo que hacen”.

Por tanto propone una mirada situada, no sólo de la caracterización del tipo de Estado que enfrentamos sino de los objetivos y momentos de la organización. “No hay que perder ni el contexto ni la capacidad de crítica porque ciertamente puede ser una perspectiva de mucho privilegio decir: yo nada con el Estado. También históricamente, vemos que hay diferentes formas de relación, que no hay posiciones totalmente puras”.

Con respecto al norte global, evalúa que allí quedan algunos elementos de los Estados de bienestar, que tienen que ver con las relaciones norte sur y se han dado a costa de acaparar beneficios y plusvalía en los sures. Son esos elementos, en parte, los que está defendiendo el pueblo en Francia. “Con los Estados de bienestar, -afirma- ocurre lo que Sylvia Walby define como el paso del patriarcado privado al público. Del padre y el marido, pasan a depender de las políticas públicas, de vivienda, de salud, etc. Luego con el neoliberalismo se vuelve a privatizar, de otra forma”, explica.

En el marco de esta discusión de la relación con el Estado, le preguntamos sobre el riesgo de cooptación o asimilación de parte del movimiento feminista. Jules sostiene que La institucionalización del feminismo, a través de una promoción internacionalizada del “género” y de la oenegización del movimiento feminista, se ha extendido progresivamente hasta los países del Centro, contribuyendo también a producir una separación creciente entre las mujeres, según lógicas diferentes pero paralelas, ligadas a una cierta despolitización-desradicalización del movimiento.

En Argentina, sin dudas, la llamada marea feminista de los últimos años redundó en algunos cambios institucionales como la creación de Ministerios y una nueva discursividad estatal de género. Para una parte del movimiento, si bien se reconoce que ese cambio es producto de la lucha, se plantea que este proceso implicó la fragmentación del movimiento sin logros significativos para las condiciones de vida de las mujeres y disidencias. En este sentido, define, que el Estado también es la solidificación de intereses de clase, de sexo, de raza, es una correlación de fuerzas. Y ejemplifica, “hay sectores indígenas por ejemplo en México que no quieren tener nada que ver, y eso se explica también en la naturaleza de ciertos Estados”.

En cambio, en el caso de Brasil plantea otros matices. “El Brasil de Lula y el de Bolsonaro nos dan mucho que pensar. Cuando entra Lula por primera vez el movimiento de mujeres y el movimiento negro está muy feliz, por un lado. Por el otro, es muy absorbido por cargos ministeriales, eso da cuenta que puede corromperse, pero a la vez hacen cosas importantes. Cuando entra Bolsonaro se pierde todo. Cuando vuelve Lula, aunque sepamos que no es revolucionario, que de nuevo haya personas negras, personas mujeres, feminizadas en los gobiernos, en los ministerios, es un alivio otra vez. Es un ir y venir complejo”, explica.

Por último, desanda el proceso de asimilación discursiva que realiza el Estado para fragmentar las luchas. “Los Estados en Europa intentan instrumentalizar cierto discurso supuestamente de género para promover discursos racistas o anti inmigratorios. Nos dicen que hay que frenar a los africanos porque traen ideales conservadores. Funciona bien esa instrumentalización del discurso de género en clave racista, y también clasista. “A veces lo hacen al revés” comenta. Contra estas prácticas estatales, Jules propone una concepción de imbricación de relaciones sociales desde la que sea posible la articulación de las luchas.

Foto: Celina Rodríguez

La revuelta en Francia

Falquet nos compartió sus impresiones en torno a la actual lucha antineoliberal en Francia. Primero dio cuenta de la lucha en contra de la reforma de pensiones que extiende la edad jubilatoria y aumenta el número de años de aporte requeridos. “Ya en 2008 hacíamos bloque de lesbianas y antirracistas unidas en contra de esta reforma. En los últimos dos o tres meses, con el presidente Macron, se dio un proceso totalmente antidemocrático impulsado por un gobierno neoliberal o liberal extremo que está ensayando nuevas formas de autoritarismo de extrema derecha junto con intereses económicos muy descarados. El proceso de reforma de pensiones fue lo menos democrático que se puedan imaginar. No hubo debate parlamentario, no hubo voto y la imposición fue total”.

Este intento de reforma enfrentó una resistencia masiva en las calles con marchas multitudinarias en todo el país incluso en ciudades muy pequeñas. En este proceso se conformó de forma excepcional una intersindical en la que participa la CGT (el sindicato más grande de Francia) junto con diversos agrupamientos sindicales. Si bien las numerosas movilizaciones han sido contundentes Jules sostiene que la estrategia política implementada por esta articulación “no puede ganar” porque las acciones son dispersas y espaciadas en el tiempo “se han realizado marchas multitudinarias con mucho éxito, pero luego los sindicatos convocan a ocupar las calles nuevamente diez o quince días después”.

Ella advierte la existencia de una diferencia importante entre los sindicatos y sectores de la población que reclaman la implementación de acciones más radicales como el llamado a una huelga general. “Algunos sectores sostienen que los sindicatos no han declarado una huelga general porque saben que no hay fuerza para sostenerla mientras que otra gente piensa que no lo hacen porque están cooptados. Quizás sean las dos cosas ciertas a la vez, pero yo creo que están siendo cooptados”.

Por su parte, el gobierno mantiene una posición intransigente frente al enorme descontento de la población con esta iniciativa y despliega de forma sistemática crecientes niveles de represión. “De la gente que trabaja el 90% está en contra de la ley y el gobierno ha desconocido totalmente ese descontento. Hay un divorcio casi totalmente consumado entre el gobierno, por un lado, y la población y los sindicatos, por el otro. La gente está muy brava y es impresionante ver en la calle la cantidad y la diversidad de personas que se están manifestando. También es importante observar cómo se han fortalecido ciertos sectores radicales en algunos sindicatos”. En ese contexto, Jules señala esperanzada que en las recientes elecciones de la CGT, y por primera vez en 125 de años, fue electa una mujer joven que se proclama feminista.

La revuelta en Francia involucra una serie de acciones políticas que están imbricadas y se han ido entremezclando y superponiendo. Además de las marchas en contra de la reforma previsional Jules nos relata el desarrollo de una nueva acción política en la lucha contra el acaparamiento del agua. Francia es un país agrícola con predominancia del agronegocio y está atravesando una sequía muy intensa acumulada durante años. En esta coyuntura, el sindicato agrícola más grande (defensor del agronegocio) ha negociado con el gobierno un plan de construcción de reservorios de agua -“mega piscinas”- con el fin de efectuar el riego de cereales que se utilizan en la alimentación bovina de exportación. En este marco surge una alianza amplia llamada los Levantamientos de la Tierra (Soulevements de la Terre) que nuclea a diversas organizaciones como la Confederación Campesina -el sindicato agrícola progresista más grande de Francia-, Attac (Asociación por la Tributación de las Transacciones Financieras y la Acción Ciudadana) y el grupo anarco libertario Zone a Defendre.

Los Levantamientos de la Tierra aglutinan una serie de manifestaciones y protestas en contra de la agricultura intensiva e industrial y sus impactos socioecológicos así como también se oponen al desarrollo de infraestructura que destruye el territorio, como la instalación de estas mega piscinas para el acaparamiento del agua. “Somos la tierra que se levanta, somos la naturaleza que se levanta” es su proclama. Jules echa luz sobre esta articulación política “es muy interesante producto de mucha reflexión sobre los derechos de la tierra. También ha cuajado en parte el feminismo comunitario de Abya Yala, lo de cuerpo-territorio y territorio-tierra obviamente con una lógica occidental”.

En la última acción de Los Levantamientos de la Tierra 30mil personas marcharon masivamente a una de las mega piscinas que aún está en construcción para realizar la denuncia en contra del acaparamiento del agua y de su financiamiento con dinero público. El gobierno desplegó un violento operativo represivo “llegaron entre 20mil y 30mil manifestantes y la policía en dos horas disparó 5000 granadas -entre granadas de gas, bombas lacrimógenas y de ruido- consideradas armamento militar que estaría prohibido usar porque no hay ninguna guerra. La gente se defendió con piedras y se quemaron dos carros policiales. La represión tuvo como resultado dos personas hospitalizadas en coma, 200 personas heridas y 50 de gravedad. Las personas heridas no se atreven a asistir al hospital por miedo a ser denunciadas y fichadas en un gobierno democrático”.

El concepto de imbricación

El último libro de Jules publicado en 2022 por la Editorial Madreselva lleva como título “Imbricación. Más allá de la Interseccionalidad. Mujeres, raza y clase en los movimientos sociales”. Imbricación es el concepto que desarrolla para analizar las relaciones sociales estructurales de poder en la sociedad y las posibilidades de articulación de las luchas políticas. Le pedimos que desarrolle cómo puede esta idea acercarnos a internacionalizar las luchas y darles un marco de inteligibilidad común. Según plantea, esta noción parte de los movimientos sociales ya que son productores no solamente de acción, sino también de saberes y de análisis.

Jules reúne material de investigaciones de campo realizadas a lo largo de tres décadas y tiene como objetivo documentar las acciones de movimientos sociales a través de la perspectiva de la imbricación de las relaciones sociales de sexo, raza y clase. En este sentido, el libro recoge elementos de la experiencia del FMLN, la guerrilla marxista leninista de El Salvador, a través de la vivencia de sus protagonistas: “cómo participaron las mujeres, qué vivieron, cómo se movilizaron y de qué manera en un momento dado algunas decidieron plantear demandas como mujeres y como feministas”, señala.

Otro capítulo del libro versa sobre las mujeres indígenas de Chiapas y su experiencia dentro del movimiento zapatista: cómo fue su participación y cómo fue que, sin salir del movimiento, lograron plantear la Ley revolucionaria de las mujeres, la cual recoge demandas que tienen a la vez como mujeres y como indígenas.

En el resto de los apartados aborda las diversas realidades de los movimientos sociales de mujeres afrodescendientes o negras en EEUU, Brasil y República Dominicana así como los feminismos de Abya Yala.

Este libro constituye un aporte valioso de registro y visibilización de experiencias históricas de organización concretas y nos permite conocer “cómo se han ido pensando desde esas diferentes realidades históricas, culturales, nacionales y cómo ese conocimiento también fue transformándose con el tiempo y con el contexto de cada movimiento”.

Jules desarrolla la perspectiva de la imbricación, la cual afirma va más allá de la interseccionalidad. A fines de los años ´80 la jurista afronorteamericana Kimberlé Crenshaw presenta la perspectiva interseccional para analizar las desigualdades sistémicas asociadas al sexo, la raza y la clase. “A partir de un ejemplo simple ilustra su perspectiva: una mujer negra está parada en una intersección de tres calles. Una calle representa al racismo, otra al capitalismo, otra al patriarcado. De repente la choca un carro y está herida pero no sabe cuál es el carro que la impactó, si el patriarcado, el racismo o el capitalismo o si fueron varios carros a la vez, por eso se refiere a interseccionalidad”.

La perspectiva interseccional es heredera de una larga historia de las luchas feministas afros de EEUU y de las mujeres racializadas en general. “El elemento central de esa lucha es la lucha por la justicia social con la cual estoy de acuerdo 100%. Sin embargo, en la perspectiva teórica pienso que, desde otros movimientos sociales que he podido conocer y con los que he reflexionado en base a sus propuestas, se puede realizar una propuesta mejor y más efectiva.”

Para ello Jules nos compartió la experiencia crucial de las activistas de Combahee River Collective de Boston (EEUU), afro feministas, de clase popular con una perspectiva de clase socialista –radical de izquierda-, con una alta participación de lesbianas aunque no se definían como un grupo lésbico. Ya en 1975 realizaron su Declaración Feminista Negra donde sostenían “la realidad está conformada y organizada de forma simultánea y con igual importancia por un sistema racista, un sistema patriarcal, un sistema clasista y la heterosexualidad, como sistemas de opresión imbricados. Lo que las diferencia fundamentalmente de Crenshaw es su impronta, ya que es un grupo militante y su declaración surge de una reflexión colectiva y de una praxis política concreta”.

Dos elementos relevantes que Jules destaca son: la inseparabilidad y la no jerarquización de raza, clase y sexo. Este posicionamiento teórico encontraba su correlato en discusiones en torno a la definición de estrategias políticas con diferentes grupos “los grupos de izquierda sostenían que la determinación principal era la de la clase mientras que el movimiento feminista priorizaba la cuestión del sexo, dejando en segundo plano la clase y la raza. Su participación en el movimiento negro implicaba una discusión en torno al patriarcado y la heterosexualidad. El grupo Combahee River piensa los tres sistemas al mismo nivel y esa es la posición a la que yo adhiero. Esta es mi posición teórica política específica”.

Este marco de análisis y acción surge de la reflexión colectiva de un grupo de mujeres afro de clase popular, pero va dirigida a todo el mundo “ayuda a cada persona y a cada grupo a entender que tienen una posición específica en el conjunto de las relaciones sociales estructurales de poder. Complejiza el análisis al permitir visualizar que hay un grupo de personas que está totalmente de un lado, por ejemplo: las personas masculinizadas, blancas y burguesas mientras en el otro extremo está la gente feminizada, proletarizada y racializada.

Luego, hay mucha gente que está en situación de poder en cuanto a la raza, pero en una posición dominada en relación a la clase o sexo. No es lo mismo una mujer blanca de clase popular que una mujer negra burguesa y esto representa una complejidad que podemos pensar gracias a su propuesta. Esta complejidad no es de identidades sino de posiciones sociales. Por último, quiero destacar la importancia que tiene en su propuesta la lucha simultánea contra el capitalismo, el patriarcado y el racismo para lograr una transformación real.

Si esta lucha es exitosa y se vence a los tres sistemas el beneficio es colectivo. Por lo tanto, es una propuesta que llama a generar alianzas (con la excepción de los hombres blancos y burgueses) pero se caracteriza por la amplitud en su propuesta y a mí me parece muy convincente”.

Un elemento particular del pensamiento de Falquet es que elige no hablar de sistemas de opresión, sino que prefiere utilizar el concepto de relaciones sociales estructurales de poder de raza, de sexo y de clase. Según afirma, la noción de sistemas no es muy dinámica, en cambio, la idea de relaciones sociales estructurales de poder posibilita “una visión más dialéctica, donde hay contradicciones que son motores, hay más complejidad y para mí es más fácil de operativizar”.

Desde la perspectiva de la imbricación, no importan las identidades, sino las posiciones sociales. “Combatir las relaciones sociales estructurales, es un proyecto que nos puede unir mucho mejor que la lucha desde las identidades fragmentadas. Para decirlo de otra manera, los movimientos más identitarios tienden a luchar por una mejor tajada de pastel para nuestro grupo, eso quiere decir que quizás le vamos a quitar una tajada a otro grupo. En cambio, yo veo más interesantes las luchas que dicen: quiero otro pastel. Un proyecto político común. Vamos a ponernos de acuerdo sobre una receta, en vez de una tajada mayor”.

Y apuntó a las políticas y organismos internacionales que intentan instrumentalizar el movimiento feminista, al movimiento indígena, defendiendo las identidades, en definitiva, fragmentando. Y ejemplifica “Mi problema no es mi identidad de mujer, sino que haya una lógica de relaciones sociales estructurales de poder que definen qué alguna gente es mujer y otra es hombre y la que es mujer debe hacer ciertas cosas, y la que es hombre, debe mandar a la otra. Quiero cambiar la lógica de esa relación de desigualdad”.

¿Lesbianismo político?

El 3 de enero de 2023 se cumplieron dos décadas de la muerte de la escritora y pensadora francesa Monique Wittig, ícono feminista y lésbico. Le preguntamos a Jules cuál cree que son sus principales elaboraciones conceptuales y reflexiones teóricas con vigencia.

Dice Jules, “Wittig hizo algo muy poderoso, fue primero desplazar el foco de análisis desde las lesbianas a la heterosexualidad. Quien tiene problemas es la heterosexualidad como institución, como lógica global”. Recupera que su concepto más importante es el de 'pensamiento straight' “que fue mal traducido como pensamiento heterosexual porque va más allá de la heterosexualidad como práctica. Escogió esa palabra para expresar la ideología de la diferencia sexual”.

La corriente de pensamiento en que se inscribe Wittig defiende que nunca ha sido demostrado que existe esta supuesta diferencia y en donde radica, y, por tanto, dicen, no se puede demostrar, es una abstracción ideológica. “Dicho de otro modo, aclara Jules- lo que Wittig dice es que los hombres y mujeres no son diferentes y no existen en la biología. Ella se apoyó en la desnaturalización del sexo y también de la raza que hizo otra contemporánea y cómplice que es Colette Guillaumin, que escribió este pensamiento colectivo de que la raza es una creación ideológica.

Un proceso de diferenciación donde un grupo se otorga el derecho de decir “esos son diferentes y menores a mí”. Ese proceso está ligado a la lógica colonial y el sistema productivo, ya que se crea un grupo al que se le va a asignar un tipo de trabajo dentro de un determinado sistema de producción. “Primero, -dice Jules-, escribió sobre la raza y luego vio que hay algo semejante con las mujeres”.

Aquí llegamos justamente a un nudo importante de la concepción feminista materialista, que asegura que hay un proceso histórico de “sexaje”, de creación de un grupo de personas como mujeres, donde se apropia el cuerpo, tiempo, los productos de su cuerpo, y su energía en todos los niveles y su fuerza de trabajo también. “Todo en un bloque. Igual que se tomó en bloque el cuerpo de la gente esclavizada y sierva”, explica Jules.

Y desde esta perspectiva feminista materialista, las lesbianas no serían mujeres, “porque intentan combatir esa lógica. Las lesbianas son la gente que se niega a ser apropiadas en las relaciones estructurales de sexo. No tiene que ver con las relaciones sexuales que decidan mantener, sino que las lesbianas son las que quieren salir de esa lógica de explotación, acabar con la relación de estructural de poder que nos construye como desiguales”, y ese fue el gran aporte de Wittig, explica.

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Nota: [1] Jules Falquet es doctora en sociología, lesbiana y feminista. Es profesora en el departamento de filosofía de la Universidad de París 8 St Denis e integrante del Laboratorio de estudios e investigación sobre las lógicas contemporáneas (LLCP). Sus artículos y aportes pueden consultarse aquí: http://julesfalquet.com/espanol-portugues-english/espanol/

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