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Estado español :: 07/05/2011

Gloria eterna a los héroes de las Brigadas Internacionales

Radiorebelde.cu
Fidel Castro hizo un enorme elogio y demostración de aprecio a los combatientes antifascistas durante la Guerra Civil española

La Habana, Cuba.- “Surge en el año 1936 la guerra civil en España, donde los enemigos de la República son apoyados en la sublevación por Hitler y Mussolini, Se movilizan las Brigadas Internacionales, que allí escribieron una de las más hermosas páginas del internacionalismo proletario. Nuestro pueblo envió casi mil combatientes a luchar en España contra el fascismo, Nunca podremos olvidar que allí dieron su vida generosa hombres del calibre y la dimensión humana de Pablo de la Torriente Brau. Esta es, a nuestro juicio, una de las más nobles y heroicas contribuciones al movimiento revolucionario mundial de nuestro primer Partido Comunista, inspirador de esta acción solidaria”.

Con estas palabras el Líder de la Revolución Cubana Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz destacó, en ocasión del Aniversario 50 de la fundación del primer Partido Comunista de Cuba, la participación de más de cerca de mil combatientes cubanos en dicha contienda armada.

Un hecho trascendental en un libro de necesaria lectura

A mediados de los años 30, y tras el triunfo de Hitler en Alemania, arreció notablemente la ofensiva del fascismo. El movimiento obrero revolucionario de los países capitalistas se enfrentó a esa furiosa del fascismo. El movimiento obrero revolucionario de los países capitalistas se enfrentó a esa ofensiva fascista, en la cual se manifestaba la reacción de la burguesía imperialista ante el agravamiento de la crisis general del capitalismo, la inminente situación revolucionaria en varios países y los éxitos del socialismo en la URSS.

Mas el ataque fascista no se dirigió tan sólo contra la URSS y el movimiento obrero internacional, sino también contra la democracia burguesa, contra los derechos y libertades democráticas y contra la paz. En definitiva, implementaba una nueva forma de manejo del poder: la más desembozada, implacable y abierta dictadura terrorista. Además de esos objetivos, los que en el invierno de 1936 integraron el Eje Berlín-Roma-Tokio, buscaban resolver sus contradicciones con el imperialismo de Inglaterra, Francia y Estados Unidos y proceder, en su beneficio, a un nuevo reparto del mundo.

Y todo se hizo más claro aún al sobrevenir en España, en 1936, el alzamiento militar falangista, alentado, orientado y apoyado política y militarmente, por Hitler y Mussolini. España, que había logrado liberarse de la monarquía y establecer un régimen republicano en 1931, vivió a partir de esa fecha, una etapa de crecimiento democrático y revolucionario. La sublevación militar ultrarreaccionaria que estalló en ese país en julio de 1936, sacudió como un estallido la conciencia antifascista internacional. La heroica resistencia del pueblo hispano promovió un enorme movimiento de solidaridad en los cuatro puntos cardinales.

Cuba ocupó un lugar de honor dentro de esa solidaridad internacional. En la Isla, la sublevación fascista en España halló a las ilegalizadas organizaciones de la clase obrera, los estudiantes, intelectuales progresistas, mujeres, y a los partidos de izquierda, en medio de un movimiento subterráneo -pero dinámico-, por la reconquista de los derechos y libertades democráticos y la legalidad de los sindicatos, lograr la amnistía para los miles de presos políticos y la convocatoria de una Asamblea Constituyente libre y soberana. A este movimiento, orientado e impulsado por el primer Partido Comunista y que tenía como consigna central la unidad de todo el pueblo contra Fulgencio Batista y el imperialismo, vinieron a incorporarse las grandiosas movilizaciones públicas de solidaridad con el pueblo español, que la dictadura no pudo jamás impedir.

Así resultó que las consignas de combate contra la dictadura reaccionaria y proimperialista de Batista se fusionaron en la práctica con las de solidaridad contra la dictadura fascista que el cabecilla militar Francisco Franco quería imponer por el terror y la violencia en la nación hispana. Hablar por España en aquellos instantes, era hacer compaña por la restauración de la democracia también en Cuba; denunciar la colaboración de Hitler y Mussolini a los traidores de la República Española, era llamar a la lucha contra el peligro de una nueva hecatombe universal y, a la vez, denunciar el apoyo que la tiranía batistiana recibía de Estados Unidos.

La solidaridad del pueblo cubano en defensa del español –en la cual desempeñó un papel importante la numerosa población hispana, en su mayoría antifranquista, radicada en la Isla-, resultó relevante. Se manifestó en lo político con mítines, publicaciones y una agitación constante; en lo material, con importantes envíos de azúcar, leche, ropa, dinero, medicament6os y, entre otros aportes, con la fundación de la Casa Cuba para refugio de niños españoles en Sitges; y, en lo militar, con el envío de cerca de mil combatientes voluntarios a las Brigadas Internacionales –integradas por obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales de diferentes corrientes revolucionarias-, entre los que figuraron el inolvidable periodista Pablo de la Torriente Brau, los comandantes Alberto Sánchez , González Lanuza y Francisco Maydagán (entre los diez cubanos con ese grado otorgado por su heroísmo en combate), y el capitán médico Luis Díaz Soto, organizador de la Sanidad Militar de Campaña y quien afirmaba que “el enfermo es la persona más importante del hospital”; “todos los que trabajan en un hospital, trabajan para servir al enfermo”; “todos los recursos de la ciencia deberán ser siempre a favor del enfermo”.

La guerra de oposición al fascismo se convirtió en España en una contienda nacional-liberadora y originó reacciones democráticas, antifascistas y antiimperialistas en los trabajadores, campesinos, estudiantes, en la burguesía y en la pequeña burguesía liberal en Cuba, al igual que en el resto del continente.

Acerca de ese hecho histórico, trascendental e inolvidable en el tiempo, nos lleva de la mano el libro Cuba y la defensa de la República Española (1936-1939), Editora Política, La Habana, 1981. Una obra en la que gracias a un pequeño grupo de autores -bajo la dirección del dirigente comunista Capitán Ramón Nicolau González (ya fallecido)-, se integran testimonios y anécdotas de combatientes cubanos en España, al igual que documentos de diversos tipos (fotos, circulares, artículos, discursos de personalidades relevantes, correspondencia diversa y recortes de la prensa de la época, entre otros), demostrativos del espíritu internacionalista del pueblo de la Mayor de las Antillas con su hermano español.

Una obra, en suma, que nos traslada a hechos sumamente emotivos e inolvidables y aún valederos en el reconocimiento cuando recordamos las palabras de despedida dirigidas a los héroes de las Brigadas Internacionales, por parte de la militante comunista española Dolores Ibárruri:

“(…) Cuando los años pasen y las heridas de la guerra se vayan restañando; cuando el recuerdo de los días dolorosos y sangrientos, se esfumen en un presente de libertad, de paz y de bienestar; cuando los rencores se vayan atenuando y el orgullo de la patria libre sea igualmente sentido por todos los españoles, hablad a vuestros hijos; habladles de estos hombres de las Brigadas Internacionales. Contadles cómo, atravesando mares y montañas, salvando fronteras erizadas de bayonetas; vigiladas por perros rabiosos deseosos de clavar en ellos sus dientes, llegaron a nuestra patria como cruzadas de la libertad, a luchar y a morir por la libertad e independencia de España, amenazados por el fascismo alemán e italiano. Lo abandonaron todo: cariños, patria, hogar, fortuna, madre, mujer, hermanos, hijos y vinieron a nosotros a decirnos: ¡Aquí estamos; vuestra causa, la causa de España es nuestra misma causa, es “la causa de toda la Humanidad avanzada y progresista”…No os olvidaremos; y, cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República Española: ¡volved!...A todos, el cariño y agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!”.

 

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