La Cuba batistiana, "un país próspero y con cultura floreciente”

x Inés Arcia
Especial para La Haine

En El País del 25 de julio se publica un articulo de opinión firmado por Rafael Rojas, codirector de la revista Encuentro que es vocero de la llamada “disidencia cubana”. Lo leí con interés porque el ruido que se está haciendo sobre la represión en Cuba con motivo de la aplicación de su legislación contra el terrorismo y la seguridad nacional es muy grande. Y resulta que yo soy una señora con pretensiones de clase media a quien le gusta vivir en “paz” y le horroriza la represión del estado... Casi, casi como Rosa Montero, por poner un ejemplo.

El articulo en cuestión narra cómo hace 50 años bajo el gobierno de Batista había una dictadura capitalista subdesarrollada y dependiente en la que sus clases altas y medias de la mano de Estados Unidos disfrutaban de beneficios económicos y ventajas sociales (“el país prosperaba, la cultura florecía”) a costa del resto de la población. Sin embargo, estas clases privilegiadas no se sentían totalmente felices en la Cuba batistiana: había “desigualdad, injusticia, corrupción, autoritarismo, dependencia” y estas son cosas que a las señoras de clase media de cualquier país capitalista no nos termina de gustar. Digamos que para las Rosas Montero, los Cabrera Infante y los Vargas Llosas de este mundo y también para las Susanitas de Quino el modelo de sociedad es un país “próspero” (¿como la Cuba de Batista?), con “cultura floreciente” (¿como en la Cuba de Batista?), con igualdad, justicia, sin corrupción, sin autoritarismo e independiente (¿como dónde? Me cachis, eso nunca lo dicen).

La historia continua contando como después del fracasado asalto al Moncada a Fidel lo encarcelan y lo dejan autodefenderse (era abogado), tras lo cual lo condenan a 15 años de cárcel, de la que cumple sólo 20 meses gracias a una amnistía que le concede Batista. “Dramática regresión de la justicia” exclama Rafael Rojas rasgándose las vestiduras y compara: “hoy se condena a 28 años de cárcel a opositores pacíficos por delitos de asociación y conciencia”. Omite el autor que en este aspecto la legislación cubana está a la altura de las más modernas del mundo. Desde luego hoy Fidel en España, en cualquier país de la UE y en Estados Unidos ya habría sido volado por alguna bomba de los Gal, hubiera sufrido un juicio sumario como Lasa y Zabala, estaría enjaulado en Guantánamo o se estaría chupando 30 años en Soto del Real sin derecho a ningún tipo de beneficio penitenciario.

El caso es que la vida en los años 50 no es la de los años 2000 y ha corrido mucha agua bajo el puente. Eso explica que un abogado blanco hijo de terratenientes como Fidel entrara por una puerta de la cárcel y saliera por la otra despues de intentar asaltar un cuartel. Un error irrepetible del que tomaron buen ejemplo los futuros gobiernos latinoamericanos y europeos. Hoy es imposible que se les cuele un pequeño burgués rojeras que no haya dado muy buena prueba de su compromiso con las multinacionales, la flexibilizacion laboral y el desmantelamiento del estado de bienestar. Esto si que es una “regresión de la justicia” y no “la condena a 28 años de cárcel a opositores pacíficos por delitos de asociación y conciencia”. En España como en la mayoría de los países con “economía prospera y cultura floreciente” el delito de asociación y de conciencia pacífico se condena bien condenado. Para muestra veamos lo que esta pasando en el País Vasco con Batasuna, sus militantes, sus simpatizantes, sus familiares, sus conocidos y los medios de comunicación que defienden su derecho a existir.

Siguiendo con la historia de la revolución cubana contada por el codirector de la revista Encuentro, Fidel y su gente tomó el poder no debido a lo sacrificado de su lucha (condiciones subjetivas) sino a que Batista era un dictador ilegitimo respaldado por Estados Unidos (condiciones objetivas). Una vez en el poder Fidel y su gente se dieron cuenta de que un país con economía prospera, cultura floreciente y sin desigualdad, injusticia, corrupción, autoritarismo y dependencia no existía en ninguna parte y que para hacerlo había que crear, inventar, trabajar, sacrificar y perder muchos privilegios. Desde luego, cada vez se tenia más claro que con el modelo de capitalismo dependiente y subdesarrollado que existía y existe en América Latina y en el resto del Tercer Mundo esa sociedad que dicen que quieren las Rosas Monteros, los Vargas Llosas, la prensa independiente como El Pais y los disidentes cubanos de las revistas Encuentros es imposible conseguir... sin hacer una revolución radical. Ahí es donde se rompe el consenso en la revolución cubana y los “revolucionarios inconformes” se van a Miami a buscar el apoyo de Estados Unidos. Puestos a elegir preferian seguir disfrutando de la “economía próspera y cultura floreciente” batistiana y olvidarse de “ la desigualdad, injusticia, corrupción, autoritarismo y dependencia” que al fin de cuentas a ellos les afectaba poco.

Los revolucionarios cubanos siguieron buscando esa sociedad más justa que era lo que los había motivado a hacer la revolución. Estaba claro que con el capitalismo no lo conseguirían (500 años de historia dan para mucho) y miraron hacia los procesos socialistas que se estaban dando en Rusia, China, Vietnam, Africa. Normal. Medio mundo estaba revuelto buscando salidas a un sistema decadente. Los cubanos, según Rafael Rojas, “experimentan con casi todas las opciones marxistas de organización económica, política y social: desde variantes extremas (¿), guevaristas o maoistas, hasta formulas semiliberales de inspiración socialdemócrata?”. Finalmente, “en el año 71 deciden aceptar el modelo soviético”.

El resto de la historia ya la sabemos. Rafael Rojas la cuenta a su manera, allá él. También tiene propuesta para la Cuba pos-revolucionaria: ...”la única manera de alcanzar un Estado nacional soberano y justo, que se relacione normalmente con Estados Unidos, América Latina y Europa y que sea capaz de mantener altos niveles de inversión social, es ... la democracia (capitalista)”.

En estos últimos 50 años los disidentes cubanos y extranjeros le han dado la vuelta a la historia y vuelven al punto de partida. Ese Estado nacional soberano, justo y democrático que se relacione con el mundo ya existe: es Cuba. Los otros estados nacionales soberanos, justos y democráticos capaitalistas de los que habla la disidencia hoy en América Latina son Argentina, Bolivia, Nicaragua, Guatemala... y en el resto del mundo Rusia, India, Afganistán, Sudáfrica, España.... Ahí, ahí, dirán los disidentes. Como España queremos ser.

Pero olvídate chico, si hacer la revolución socialista es difícil, hacer el capitalismo desarrollado es imposible.

Ellos lo saben de sobra y sin embargo nos mienten. Es inmoral que intenten manipularnos a los de dentro y a los de fuera. Saben que el futuro de una Cuba capitalista será igual al de Nicaragua, El Salvador o con mucha imaginación como el de Polonia o el de Rusia. Lo poco alcanzado (según ellos) y lo mucho (según lo que apoyamos a la revolucion cubana), se perderá.

Fidel, en el documental que le hace Oliver Stone, dice que el pueblo cubano tiene la madurez suficiente como para decidir su destino. El pueblo cubano es culto y sano, algo que no pueden decir los pueblos de los paises capitalistas dependientes. Le preguntan si de nacer de vuelta haría lo mismo y dice que sí. En la situación historica de los 60 la obligación de los revolucionarios era hacer la revolucion. Y eso tiene tanta validez hoy como hace 50 años.

inesarcia@yahoo.com
28/07/03

 
       

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