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O, la lá... ¡la France!
x Profesor J
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No se dejen llevar por el show anti-Le Pen
Francia parece hoy un horno, o un hormiguero... o
una bolsa de gatos. Los franceses se precian de ser la cuna de la revolución
burguesa, pero ésta ya se había realizado en otros países,
como en los Países Bajos, de modo que no son cuna ninguna. También
se precian y aprecian de ser París la capital cutural de Europa,
escondiendo las trapacerías del imperio napoleónico que
robó a destajo como lo habían hecho los reyes inaugurando
la fase del latrocinio cultural que tiene uno de sus ejes en el museo
del Louvre, lleno de piezas robadas en los más diversos países,
algunas compradas, lo que es lo mismo, pues la circulación
mercantil es una de las formas de la expoliación.
Los actuales estados europeos se constituyeron aprovechando habilmente
la centralización de las monarquías absolutas que subordinaron
a las diversas naciones y culturas propias de los pueblos que por su vez
habían sido dominados por los señores feudales de todos
los pelajes.
En este terreno se realiza la revolución francesa, con la mentirita
de la libertad para que los siervos puedan circular y caer
en las redes de los burgueses, de la igualdad para acabar
con los privilegios de los feudales y oligarcas y así la burguesía
emcumbrarse al mismo o superior nivel de poderío, y de la fraternidad
para acabar con las diferencias y conflictos, guerras entre feudales y
de estos contra los campesinos, todos ellos que obstaculizaban la paz
social necesaria para el nuevo orde n de cosas.
Descartes inaugura la época de la racionalidad, seguido por Spinoza,
la niña de los ojos de Marilena Chaui, una de los teóricos
de Lula, ese capitalista vestido de rojo que hoy inaugura el matrimonio
con el liberalismo para humanizar el capitalismo hasta tener con
qué substituirlo. ¡Caramba! La racionalidad permite
la llamada planificación estratégica, que Weber
trabaja muy bien en su racionalidad instrumental, funcional a la necesidad
de continuidad de los ciclos de reproducción del capital. Y la
Comunne viene a romper todo eso, haciendo pedazos los esquemas y levantando
la emancipación como tarea histórica.
Marx sale de la Renania, único reducto burgués del conglomerado
de feudos y naciones que luego son unificados en el estado
alemán, y se instala en Francia donde las ideas de Fourier y Saint
Simon desnudan la farsa de la revolución burguesa, estudia estas
propuestas pero se envuelve con Engels, ese racionalista-mecanicista del
materialismo dialéctico, hasta asumir las bases de la planificación
socialista perdiendo el ímpetu libertario inicial que hoy levantan
diversos destacamentos y pensadores en varios lugares del planeta en interesante
reencuentro con las ideas de Bakunin y Proudhon. Vale la pena reestudiar
con ojo crítico los textos de ambos (Marx y Proudhon) sobre la
filosofia de la miseria y la miseria de la filosofía.
Los socialdemócratas franceses juegan un importante papel en el
Programa de Gotha y en la crisis que desemboca en la Segunda Internacional,
comparable al viraje socialdemócrata del PC italiano por traer
a colación solamente uno de los miserables ejemplos que nos da
la historia de los virajes o viradas o reviravoltas, y esta segunda internacional
hasta hoy agrupa a los burgueses que usan máscara de socialistas.
Cuando los alemanes invaden Francia y su gobierno se vira para el colaboracionismo,
algunos se refugian en Inglaterra desde donde dirigen a los
partisans que enfrentan la invasión que había roto la linea
Maginot que resultó otra mentirita. La república posterior
se caracterizó por el colonialismo más desenfrenado, ejemplos
de los cuales fueron las masacres en Argelia y en Vietnam, donde los franceses,
liberales y socialistas, se turnaban para administrar dichas
y otras colonias. Maravilloso ejemplode democracia que hoy
se defiende contra Le Pen. Hay que ser hipócrita. El estado francés
y sus gobiernos son tan enemigos de los pueblos como cualquier otro estado.
Francia ha sido y es hasta ahora una potencia colonialista-imperialista,
nada de ejemplo de democracia ni de izquierda, pues las capas oprimidas
sólo han tenido derecho a voz cuando lo han conquistado a viva
fuerza, como en la Comunne y la Revolución de Mayo del 68. La izquierda,
comunistas y socialistas, han compartido la administración del
aparato de dominación innumerables veces, y a la ministra de salud,
del PC, le valió dos bellos tortazos en la cara durante la farsa
del Forro Sucial Mundial en Poto Alegre. La mayor parte de los líderes
del 68 fueron cooptados por los cantos de sirena del sistema, algunos
en partidos verdes y otros en grupos de izquierda dogmática.
Hoy Francia vive el non plus ultra de la confusión, y la izquierda
con la derecha se abrazan en la fasra de contener a Le Pen, triste figura
que ha sabido jugar con el hábito de la manipulación discursiva
para tocar los problemas que la izquierda se niega a asumir
en su verdadera dimensión, como el desempleo y la cuestión
de los inmigrantes.
Quizás en ello los franceses sean buenos demócratas, en
reiterar las metodologías de las clases dominantes griegas de hacer
una democracia donde el demos depende de la retórica de los sofistas,
o sea, la ideología del discurso, no importa si es a favor o en
contra, si es de izquierda o derecha, siempre discurso convincente
al fin y al cabo. Y el discurso no es más que la forma de manipulación
de la racionalidad, así es facil imponer modelos convencionales
que dependen de pactos sociales hasta llegar a la mismísima
conciliación de clases. Y eso ha sido Francia, la cuna de la conciliación
de clases, desde la época de la revolución burguesa hasta
los frentes populares y hoy con el veneno de Attac. Las tienen todas.
Tenía que ser la misma Francia la que produciese ese engendro
que encandiló los ojos de la inefable Susan George, esa enemiga
mortal de la resistencia, que poco a poco llegó a encumbrarse ni
más ni menos que al cargo pomposo de vice-presidente de Attac,
subordinada al hábil Ramonet y sus secuaces como el listísimo
Bernard Cassen, que entusiasmó a los incautos izquierdistas
que forman parte del bloque multi-ideológico que es el PT en Brasil
y viajó por todo el mundo explicando que una parte de la circulación
del capital financiero internacional podría ayudar
(léase humanizar el capitalismo) a los países del Tercer
Mundo después que el no menos experto Tobim idealizase la Tasa
ídem.
Eso ha producido Francia, ni más ni menos, mientras
en casa dejaron la puerta abierta y la abstención les dió
una soberana paliza, puesto que no es Le Pen el peligro real, sino ese
tercio del electorado que literalmente hizo sus necesidades encima de
las reglas del juego. ¡Pánico a bordo!, pero no hay que decir
la verdad, hay que levantar el miedo a Le Pen para tapar el otro. Pensamos
que no hay que entrar en el juego de la democracia, sino que hay que combatirlos
a todos juntos, a Le Pen, a Chirac,a Jospin y a Krivine, pues no se trata
de distancias o proximidades ideológicas,
este es más de derecha, entonces me voy con este que es menos
derechista, que sólo son posturas que no cortan ni pinchan,
sino abandonar de una vez el juego retórico de los agentes del
sistema, sean del color que sean, para asumir la realidad cruda y convincente
donde es posible organizar la lucha de resistencia.
En Francia existen -¡como en toda Europa, vaya!- contradicciones
objetivas que deben asumidas como tales para conseguir que desarrollen
su propia subjetividad, o sea, el quiebre del monolitismo de las instituciones
a partir del desarrollo desde abajo de las identidades reales de la diversidad
histórica y cultural existente. Míltiples subjetividades
que se extiendan para procurar su realización por fuera del hegemonismo
del estado y de las ideologías. Entre otras tenemos las contradicciones
étnicas, culturales y nacionales, donde los vascos, bretones y
corsos son apenas la punta del iceberg. Parece importante levantar el
reconocimiento y el apoyo a la lucha por la autonomía de esas y
las otras identidades subordinadas al centralismo del estado francés.
Otra es el desempleo, que ha configurado un importante sector social
sin destino y sin esperanzas, donde es posible estudiar quizás
el ejemplo argentino de las coordinadoras de desocupados que aglutinan
miles y miles de personas en programas autónomos que preanuncian
una nueva institucionalidad desde abajo, o quizás la no-institucionalidad.
Otra y muy importante es la de los inmigrantes, severamente amenazados
no sólo por el discurso de Le Pen, sino por toda la política
de migración de la comunidad europea y que puede enfrentarse en
los planos de apoyo mutuo y la autodefensa, ocupaciones de casas y terrenos,
pero para eso tendrán primero que cortar con los partidos franceses,
para desarrollar la autonomía de su identidad de origen y practicar
la acción solidaria conjunta con los desempleados franceses y las
nacionalidades oprimidas.
La juventud okupa podría aprovechar la oportunidad para extender
sus territorios ejecutando nuevas ocupaciones y nuevos espacios libertarios,
cortando también los lazos que existan con los partidos franceses
e invitando a los desempleados e inmigrantes a okupar junto con ellos
extendiendo así los lazos sociales con otros sectores, especialmente
con los barrios periféricos.
Hay que aprovechar las manifestaciones contra Le Pen para divulgar y
convocar personas a concretar un programa alternativo de nuevas okupaciones
y control de territorios. Puede pensarse en hacer asambleas de base como
en Argentina, donde se encuentren y actuen juntos todos estos sectores,
convidando especialmente a la juventud universitaria y secundarista, de
larga tradición de lucha.
La oportunidad es de oro, el tercio de la población votante ya
no cree en los programas partidarios, hay que apoyar esa tendencia y llamar
firmemente a la abstención, no a apoyar a Chirac, que es la gran
trampa. Hay que legitimar esa mayoría abstencionista y reforzarla.
Esa gente no es masa de manibra de Le Pen, pues le han negado el voto
y ahora los demócratas pretenden arrastrarla a apoyar el sistema
con la candidatura de Chirac. No podemos ser nosotros los que afirmemos
el sistema de esa manera, al contrario, el momento de crisis debe ser
aprovechado para desarrollar las bases de la salida popular desde abajo,
con fuerza y coraje.
La hora es de acción, de ocupaciones, de resistencia, no de llamados
lastimeros a la democracia contra el lobo feroz, que no es tal, puesto
que el lobo capitalista se viste con piel de cordero para continuar devorando
igual a las ovejas y a las inocentes caperucitas rojas.
Compañeros franceses, la hora de crisis institucional es para
profundizarla y no para colocarle venenosos parches democráticos.
Los compas argentinos han sabido aprovechar la crisis para crecer su capacidad
desde abajo. No se dejen llevar por el show anti-Le Pen, sino que levanten
sus propias alternativas ahora de forma más masiva y audaz desde
abajo.
¡Viva el pueblo francés!
¡Abajo y fuera todos los demócratas!
¡A profundizar la crisis!
¡A las barricadas!
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