Marinaleda y la lucha de clases en Andalucía
Con todo mi cariño revolucionario al pueblo trabajador de Marinaleda y a Juan Manuel Sánchez Gordillo
La lógica indignación se respira en el ambiente y las caras de enfado no se pueden disimular a estas alturas. De nuevo, como en 1980, Marinaleda está otra vez en el punto de mira, en el ojo del huracán mediático. Aunque los contextos sean muy diferentes, los motivos, prácticamente, siguen siendo los mismos: el papel del SAT, antes del SOC, de Marinaleda, y de su alcalde Juan Manuel Sánchez Gordillo tanto en la reactivación de la lucha obrera y popular contra la crisis, como también de ejemplo de superación de la misma a través de otras políticas económicas y sociales.
Es en este lugar donde debemos ubicar el reportaje del programa Equipo de Investigación emitido por La Sexta el pasado viernes 24 de mayo, lo cual nos lleva inevitablemente a la cuestión de la agudización de la lucha de clases y de las diferentes y muy variadas formas que ésta adquiere. Ha sido muy común tanto en el movimiento comunista como en el movimiento revolucionario en general reducir la lucha de clases a un mero conflicto obrero/patrón, o a lo sumo, a convocatorias de huelgas generales como máxima expresión de esa lucha de clases. Cuando Marx afirmaba que la historia de todas las sociedades existentes hasta ahora era la historia de la lucha de clases se refería no a las manifestaciones concretas de ésta, sino a mucho más, se refería a la lucha por el poder, a la necesidad que tiene toda clase social de constituir su poder y mantenerlo en el tiempo. En este punto, hay que comprender la importancia de la ideología en la constitución y prolongación en el tiempo del poder de una clase social, es más, en el modo de producción capitalista, especialmente en su fase actual imperialista, la lucha ideológica cobra una importancia estratégica, vital, en el cual los medios de comunicación deben ser máquinas perfectamente engrasadas y listas para producir “contenidos ideológicos” que legitimen el poder actual y consigan la aprobación de la clase obrera y los sectores populares oprimidos hacia sus opresores y explotadores.
Teniendo en cuenta esta visión, más nos vale desprendernos de toda interpretación mecánica de la lucha de clases, es decir, de todos los apriorismos, y sobre todo, de tomar las consecuencias como causas, especialmente en momentos de crisis sistémica como los que estamos viviendo, ya que como decía Gramsci en sus conocidos Cuadernos de la cárcel: “Los hechos ideológicos de masas están siempre retrasados con respecto a los fenómenos económicos de masas [...] el impulso automático debido al factor económico es retardado, obstaculizado o incluso destruido momentáneamente por elementos ideológicos tradicionales”. Igualmente, al respecto son fundamentales las siguientes palabras del gran comunista italiano: “En realidad se puede prever “científicamente” sólo la lucha, pero no los momentos concretos de ésta, que no pueden sino ser resultado de fuerzas contrastantes en continuo movimiento, no reducibles nunca a cantidades fijas, porque en ellas la cantidad se convierte continuamente. Realmente se “prevé” en la medida en que se actúa, en que se aplica un esfuerzo voluntario y con ello se contribuye concretamente a crear el resultado “previsto”.
O tenemos muy presente que “reportajes” como el emitido el pasado viernes por La Sexta sobre Marinaleda se incardinan dentro de esa gran complejidad de elementos en continuo movimiento que es la lucha de clases, o nuestra crítica se puede convertir en un simple grito moral sin consecuencias prácticas en la lucha diaria. La indignación ante la mentira, la manipulación o incluso hasta la crueldad y la falta de escrúpulos con que es tratado Juan Manuel Sánchez Gordillo en ese “reportaje” está más que justificada, pero debemos ir más allá de la lógica indignación. Por tanto, si lógica es nuestra indignación, lógico es también que el poder establecido de la gran oligarquía imperialista española produzca “reportajes” como ese.
En realidad, es absurdo pensar que nuestras acciones como Sindicato, que van mucho más allá de la defensa inmediata de los derechos de los trabajadores, y que suelen ser auténticos dardos que se clavan en el mismo corazón del régimen de la oligarquía española, van a pasar desapercibidas para el poder; es absurdo pensar que “vamos a salir de rositas” porque son acciones “justas y legítimas” y encima llevadas a cabo con el mayor de los cuidados. Hemos de ser conscientes de que nuestro delito no es otro que luchar contra el poder establecido.
El creer que la justeza y la legitimidad de nuestra lucha y reivindicaciones puede llevar a que ésta sea así reflejada por los medios de comunicación es un grave error. El que nuestras acciones sean recogidas por los grandes medios de comunicación incluso ya de fuera del Estado español, o que los compañeros Diego Cañamero o Juan Manuel Sánchez Gordillo acudan a platós de televisión no nos debe hacer perder la perspectiva ni por un instante. Interesamos mientras seamos “espectáculo”, mientras “demos juego”, nada más. Por supuesto, eso debemos aprovecharlo políticamente, tal y como se está haciendo, pero teniendo en cuenta la perspectiva indicada y sin hacernos más ilusiones de las estrictamente necesarias, es decir, entramos en el “juego” porque nos interesa, pero sabiendo que en ese “juego” las reglas no las ponemos nosotros y que el terreno donde “juagamos” no es el nuestro.
Dentro de esa lucha de clases, la cuestión nacional andaluza tiene mucha más importancia de lo que en un primer momento pudiera parecer. No se trata solamente de que el SAT sea un sindicato de ámbito andaluz o de que Marinaleda está situada en Andalucía, sin más consecuencias. La cuestión va mucho más allá, aunque a algunos no les interese entrar en esta cuestión.
En el aspecto nacional hay una serie de elementos que no debemos perder de vista: el primero de ellos nos remite a la actualidad mediática y tiene que ver con la tenaz persistencia por parte de los grandes medios de comunicación españoles en dar una determinada imagen general de Andalucía y, particularmente, del mundo rural y de los obreros del campo andaluz. Esto no es nuevo, es más bien ya un tema recurrente; prácticamente, el “reportaje” de La Sexta hacía hincapié en esa imagen de una Andalucía subvencionada y vaga, quizá lo novedoso al respecto, hasta cierto punto, fue la imagen que se proyectaba de Juan Manuel Sánchez Gordillo como si fuera un “cacique”, pero “comunista”.
La cuestión de las subvenciones fue el principal ariete contra el “modelo” de Marinaleda insistiéndose en la idea de que sin subvenciones ese modelo sería impensable. Al respecto, la manipulación fue bastante burda, ya que se daban datos presupuestarios pero sin ser contrastados con las subvenciones que reciben otros municipios vecinos a Marinaleda, como por ejemplo Estepa, El Rubio o Herrera. Al respecto, los compañeros de Kaos en la Red han hecho público una serie de datos que demostrarían que las transferencias corrientes y de capital de otras instituciones a Marinaleda son similares o incluso inferiores a la media andaluza (http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/58383-un-ejemplo-de-cómo-la-sexta-arremete-contra-la-izquierda-con-mentiras-marinaleda.html). Pero, podemos ir incluso un paso más allá: en el caso de que Marinaleda esté recibiendo más subvenciones que otros municipios estaría justificado, ya que Marinaleda, a diferencia de sus vecinos más cercanos, ha arrastrado históricamente una serie de problemas y deficiencias sociales estructurales que esos municipios vecinos no han padecido o al menos no los han padecido con la misma crudeza que Marinaleda. De cualquier manera, ¿algunos de estos “reporteros” de La Sexta nos puede decir qué problema hay en destinar el dinero de las subvenciones a mejorar la calidad de vida de una población?, supuestamente para eso sirven, porque en ningún caso se pudo demostrar desviación de fondos públicos, quizá era eso lo que estos “reporteros” andaban buscando y para su desgracia no encontraron.
El segundo elemento, siguiendo la línea de la actualidad mediática, aunque fundamentalmente el hecho de que tanto Diego Cañamero como Juan Manuel Sánchez Gordillo den “juego” mediático son por las acciones que desarrolla el SAT, no hay que dejar de tener en cuenta que también lo son porque los medios de comunicación pretenden presentarlos como “estereotipos”, es decir, como “los comunistas de un territorio atrasado”, personajes pintorescos que tienen su gracia y su chiste, son andaluces y para los españoles siempre tenemos “nuestra gracia”, pero que, en todo caso, están fuera de lugar en la España “moderna” del siglo XXI, hasta dan una mala imagen al exterior, justamente en estos momentos en los que tanto se habla de la marca España.
Es la cara y la cruz de entrar en el “juego”, por un lado, nos da la oportunidad de llevar nuestro mensaje y de abrir una brecha y eso es importantísimo, pero por otro, nos intentan ridiculizar, estereotipar, desprestigiar y, cómo no, criminalizar.
El tercer elemento es de mucho más calado. Aunque Marinaleda es un ejemplo que hasta cierto punto traspasa fronteras, no es menos cierto que Marinaleda está inserta históricamente en una realidad social, económica y cultural: Andalucía, que está sufriendo una auténtica emergencia social, siendo el 36% de paro un solo botón de muestra. Esta cuestión cobra aún mucha más importancia si tenemos en cuenta el carácter soberanista andaluz del SAT y que el Sindicato es muchas veces el “referente político” de la izquierda soberanista andaluza, es decir, el punto de encuentro de las diferentes sensibilidades del soberanismo andaluz, pero también de importantes sectores de la izquierda revolucionaria y los movimientos sociales contestatarios en Andalucía. Este hecho no pasa inadvertido para el régimen español, sobre todo para sus servicios de información. Marinaleda y el SAT pueden ser el banderín de enganche de un movimiento popular de lucha por la soberanía nacional andaluza cuya meta sea poner en práctica aquella mítica canción del grupo de rock sevillano Reincidentes: “Andalucía entera como Marinaleda”, y eso, no lo dudemos, es analizado y tenido en cuenta por los servicios secretos del régimen español, no es ninguna “conspiranoia”, es muy real. Que la lucha de clases en Andalucía adquiera esa politización que la reivindicación nacional le puede dar supone un peligro muy considerable no solo ya para el régimen español, sino para los imperialistas europeos y también norteamericanos, con sus bases militares de Rota y Morón.
Quedaría una última reflexión a tener en cuenta ya fuera de la cuestión nacional andaluza, este tipo de “reportajes” no dejan de ser una cortina de humo, es decir, sirven para desviar la atención. A muy poca gente se le escapa que actualmente en el Estado español existe material inflamable sobre el que investigar y arrojar luz, antes que intentar desmontar “el milagro de Marinaleda”.
“La lucha de clases se da también en el terreno de las ideas, ya que las ideas burguesas contribuyen a mantener la dominación de la clase explotadora sobre los explotados. La burguesía logra imponer estas ideas debido a que, gracias a su poder económico, controla las instituciones a través de las cuales se difunden las ideas: radio, prensa, televisión, cine, escuelas, universidades, etcétera. Las ideas de la burguesía penetran en todas las actividades de la sociedad e incluso logran introducirse en los organismos de la clase obrera si ésta no logra mantener una actitud de permanente vigilancia”, Marta Harnecker, “Clases Sociales y lucha de clases”, 1979.
Antonio Torres