Este 17 de marzo: ¡Vamos al paro nacional!
El jueves 17 de marzo de 2016 se está convocando en toda Colombia un Paro Cívico Nacional cuyas exigencias a favor del alza de salarios, el control de precios, la defensa de las empresas públicas, el aumento del presupuesto para gastos sociales, el cumplimiento de los acuerdos del gobierno con organizaciones sociales, la protección de los Derechos Humanos y la defensa de los territorios campesinos, sintetizadas en un pliego nacional de exigencias 15 puntos, motivan una jornada nacional de lucha contra la política económica y social del mermado gobierno de Juan Manuel Santos, el primer movimiento de estas dimensiones en la segunda administración Santos y la que puede ser la acción unitaria más fuerte de las organizaciones populares del campo y la ciudad en los 6 años de gobierno de la frágil Unidad Nacional.
Esta convocatoria representa un importante hito de lucha, pues concurren en su organización cuatro grandes actores del campo popular: 1) Por un lado participan importantes contingentes del movimiento obrero nucleados en el Comando Nacional Unitario (CNU) que reúne las tres principales centrales sindicales y a su saga las dos organizaciones nacionales de pensionados, que se lanzan a una huelga (yo diría movilización) general que no se veía desde el fracasado movimiento del 2006. Toda la convocatoria es liderada por los sectores clasistas de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). 2) Por otra parte concurre la mayoría del movimiento campesino, el actor social más activo del actual periodo, organizados tanto en la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular, arraigada en las zonas de colonización, como Dignidad Agropecuaria con incidencia en las zonas agrícolas más tradicionales. Justamente fue la confluencia de los sectores que luego se articularían en la Cumbre y las Dignidades, uno de las claves del relativo éxito del primer Paro Agrario Nacional de 2013, la mayor protesta popular de los últimos años. 3) Así también se suma la fuerza social de los movimientos de comunidades indígenas cuyas organizaciones son las más fuertes hoy por hoy en el país, articulados en la contradictoria Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y las más dispersas comunidades negras, especialmente movilizadas por el Proceso de Comunidades Negras (PCN). 4) Finalmente se plantea la participación de sectores sociales más corporativistas, como los empresarios y trabajadores del sector transporte de ciertos gremios de taxistas y camioneros.
La convocatoria suma varias olas de protesta de diferentes formas y magnitudes. Incorpora las demandas de las movilizaciones campesinas del segundo semestre del año pasado frente al incumplimiento de los acuerdos sociales del gobierno con el campesinado, promovida por la Cumbre Agraria destinada a convocar un tercer Paro Nacional Agrario. Y continua el pequeño pero dinámico movimiento de indignados surgido anónimamente en las redes sociales y reunidos en el E-24 (Enero 24) que se reunía en torno a consignas como el rechazo a la privatización de empresas públicas como ISAGEN y ETB. También y de forma más tardía pero decisiva, nuclea las demandas de las centrales obreras, especialmente la CUT y el sindicato más poderoso del país, la fragmentada Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (FECODE) en torno a demandas como el alza del salario mínimo y el control de la inflación.
Una de las razones que explican este movimiento es el establecimiento de una precaria alianza entre el moderado Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR), la fuerza más compacta al interior de la dividida alianza electoral representada en el Polo Democrática Alternativo (PDA) que ha realizado un brusco y sorpresivo cambio táctico a favor de la acción callejera y, los sectores más radicalizados reunidos en plataformas político-sociales como Marcha Patriótica que integra sectores socialistas con las fuerzas minoritarias del Partido Comunista (PCC), el Congreso de los Pueblos liderado por Poder y Unidad Popular (PUP) y la más difusa Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales (COMOSOCOL), organizaciones todas que en solitario habían intentado organizar el paro cívico de octubre de 2012 con un balance muy negativo. Si bien esta alianza es endeble y no parece tener mucho futuro, la coyuntura por ella abierta debe aprovecharse para criticar las estrategias parlamentaristas y desmovilizadoras de los sectores moderados, presentando y fortaleciendo las alternativas concretas de acción colectiva desde abajo y por fuera del Estado.
Las libertarias no podemos dejar de participar en la preparación y organización de este movimiento con una propuesta política y organizativa propia que insista en la necesidad de mantener y profundizar las reivindicaciones comunes en una plataforma de lucha que reúna en clave multisectorial a los movimientos sociales y al tiempo impulse la construcción de organizaciones sociales unitarias fuertes, democráticas y combativas que nos permitan ir superando la fragmentación y el burocratismo actualmente reinantes en el campo popular. Así también subrayamos la importancia de generar un movimiento enfrentado a los proyectos políticos burgueses liderados por el gobierno actual y la oposición derechista de Uribe, que conserve su autonomía de la institucionalidad estatal y con vocación para participar en las coyunturales centrales del actual momento en el país, brindando un apoyo masivo al proceso de paz con la insurgencia armada y rodeando de solidaridad todas las luchas que la clase trabajadora, el pueblo y los sectores sociales desarrollan hoy en el país.
¡Este 17 de marzo todas a las calle!
¡Arriba las que luchan!
Grupo Libertario Vía Libre
Bogotá, 2016