Alto a la guerra imperialista contra Libia
El gobierno derechista e imperialista italiano encabezado por Silvio Berlusconi se ha unido a Francia, Qatar y Kuwait en el reconocimiento de los llamados “rebeldes” del Consejo Nacional de Transición Libio.
El reconocimiento llega luego de que el ejecutivo Paolo Scaroni, del gigantesco monopolio petrolero de Italia, Eni, se reuniera con los miembros del consejo para discutir la reactivación del acceso de la compañía a la producción de petróleo ahora en territorio “rebelde”.
El canciller italiano Franco Frattini, al referirse a Scaroni, dijo: “Él tuvo reuniones importantes para reiniciar la cooperación sobre energía.
“El apoyo de Roma es un estímulo para las fuerzas rebeldes porque Italia es el mayor socio comercial de Libia y el mayor comprador de petróleo y de gas natural de este país norteafricano”. (Wall Street Journal, 4 de abril)
Este paso del gobierno italiano sirve para destacar lo que está detrás de esta brutal e ilegal agresión que sin provocación alguna ha sido lanzada por el conjunto de potencias imperialistas occidentales y sus parásitos. Están utilizando una fuerza militar masiva en un intento por derrocar al gobierno soberano de un país de 6,5 millones de habitantes, subdesarrollado pero rico en petróleo.
El objetivo es la reconquista colonial
Respaldadas por el imperialismo de EE.UU., las clases dirigentes de Italia, Francia y Bretaña, todas antiguas dueñas coloniales en Libia, están tratando de recolonizar el país. Quieren hacer en Libia lo que hicieron en Irak y lo que están ansiosas por hacer en Irán. Quieren recuperar el petróleo que fue nacionalizado gracias a las revoluciones de estos países. Quieren volver a establecer bases militares que fueron cerradas por las revoluciones e instalar regímenes clientes que subordinen las riquezas del país y la mano de obra a los intereses imperialistas corporativos. Todo lo demás es mentira y engaño.
Italia llevó a cabo la brutal ocupación y colonización de Libia desde 1911 hasta 1943, cuando fue derrocada por Bretaña, Francia y EE.UU. a finales de la Segunda Guerra Mundial. Cuando estos poderes crearon un Estado en Libia en 1951, lo hicieron para que Bretaña, Francia y EE.UU. mantuvieran allí sus respectivas bases militares y sus intereses corporativos.
Bretaña mantuvo sus bases y la dominación política en el este, colindando con su antigua colonia Egipto, donde Bengasi y los “rebeldes” están ahora.
Francia mantuvo su ejército y su dominio en el suroeste, cerca de sus colonias de Argelia y Túnez.
Y los militares de EE.UU. mantuvieron la Base Aérea Wheelus en las afueras de Trípoli para así dominar el Mediterráneo. Todos estos parásitos imperialistas prosperaron aún más una vez que se descubrió petróleo en Libia en 1955.
Pero el despojo terminó con la revolución de 1969 liderada por Muamar Gaddafi. Las bases militares de EE.UU., Bretaña y Francia fueron cerradas y las compañías petroleras fueron nacionalizadas eventualmente. Y la riqueza petrolera del país se utilizó para elevar el nivel de vida del pueblo libio llegando a ser al más alto de África.
Las grandes petroleras y el capital occidental quieren retomarlo todo
Aunque el gobierno de Gaddafi hizo importantes concesiones a las corporaciones y compañías petroleras occidentales en el 2004, estas concesiones se hicieron a regañadientes y siempre a un precio.
Por ejemplo, tanto Occidental Petroleum como Petro-Canada tuvieron que pagar mil millones de dólares por los derechos de exploración del petróleo. Caterpillar, Coca-Cola, Boeing, Raytheon, Conoco Phillips y Halliburton tuvieron que hacer concesiones al gobierno de Libia porque de lo contrario los acuerdos no hubiesen prosperado. (New York Times, 28 de marzo)
Los fondos de inversión libre (hedge funds) y las empresas de inversión de capital privado (private equity firms) han intentado meter sus manos en los 70 mil millones de dólares de los fondos del estado soberano de Libia, producto de la riqueza petrolera del país.
Pero los antiguos poderes coloniales de Libia lo quieren todo de vuelta.
Ellos quieren eliminar toda resistencia del gobierno. Ellos quieren un régimen títere obediente, dependiente, y colaborador como el Consejo Nacional de Transición — el cual sólo puede llegar a Trípoli, si puede, bajo la lluvia de bombas y balas del imperialismo.
Nunca había sido montada una armada naval y aérea con tanto poder destructivo para arremeter contra un país tan pequeño para fomentar el progreso de un grupo tan insignificante y disfuncional como los llamados “rebeldes” de Libia.
Washington gastó $550 millones en nueve días enviando misiles “Tomahawk”, desplegando siete barcos de guerra y docenas de bombarderos y aviones de combate en el Mediterráneo y dirigiendo completamente la guerra aérea. El Pentágono nunca llevó a cabo ni una sola misión “humanitaria” a menos que fuera una tapadera para la promoción de los intereses imperialistas de EE.UU.
Hasta ahora, este primer intento de choque y pavor desde el aire ha fracasado. Los “rebeldes” se asemejan a la banda que no podía apuntar la pistola. Cuando Barack Obama estaba siendo entrevistado en la NBC-TV por Brian Williams diciendo que la “soga se estaba apretando alrededor de Gaddafi”, los rebeldes estaban caóticamente huyendo de las fuerzas gubernamentales. Habían avanzado bajo el amparo de los misiles “Tomahawk”. Una vez que los misiles se detuvieron, los “rebeldes” fueron rápidamente dispersados.
Su “alto mando” se compone de un trío de rivales los cuales casi llegaron a los golpes entre sí después de la retirada de los “rebeldes” pro-imperialistas. El trío, entre ellos un general retirado, Khalifa Heftar, un exiliado traído del estado de Virginia en los EEUU, “se comportó como niños”, según un miembro del comité político del consejo. (New York Times, 4 de Abril)
Ahora Washington y la OTAN tienen que volver a calibrar sus esfuerzos. La palabra “estancamiento” está apareciendo cada vez más en la prensa capitalista. Los imperialistas occidentales han llevado a cabo una aventura buscando un “cambio de régimen” en nombre de la democracia, pero sus contradicciones se están acumulando.
Washington apoya la monarquía burguesa/feudal de Arabia Saudita, donde se cortan las manos como castigo de rutina, las mujeres son tratadas como propiedad, y donde rige la familia real. Apoya las monarquías reaccionarias petroleras en Bahréin, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos — todas siendo creaciones del imperialismo en primer lugar. La llamada “dictadura” no tiene nada que ver con el sangriento asalto al gobierno de Gaddafi.
Los verdaderos proveedores de masacres
Cada palabra pronunciada por el presidente Obama y todos los líderes de la OTAN sobre “la prevención de masacres” y la protección de civiles son absolutas falsedades habladas por los gobiernos que sólo han traído la mayor destrucción y muerte a innumerables civiles en la historia moderna.
Washington mató a un millón y medio de civiles iraquíes, incluyendo medio millón de niños/as, en 10 años de sanciones. Luego mató a otro millón en la segunda guerra de Irak, desplazó a 3 millones más y destruyó la infraestructura civil de la economía.
El Pentágono masacra civiles en Afganistán con regularidad, utilizando aviones teledirigidos Predator y otros helicópteros de combate. Paga por cada bala, cohete, tanque y helicóptero utilizado por el estado de los colonos israelíes para la destrucción de viviendas, huertos y edificios palestinos y para el uso del “castigo colectivo” contra civiles — sin hablar de las masacres llevadas a cabo durante la guerra en Gaza.
Washington apoya a los escuadrones de muerte en Colombia que asesinan a líderes sindicalistas y campesinos/as al igual que asesinan en masa a los/as habitantes de pequeños pueblos. Su récord de responsabilidad por matanzas en El Salvador, Nicaragua y Guatemala es bien conocido.
¿Cómo puede ser posible que el poder que atacó con bombas atómicas las ciudades de Hiroshima y Nagasaki las dos densamente pobladas, bombardeó Tokio y decenas de otras ciudades en Japón, y también Dresde en Alemania, asfixiando y quemando a cientos de miles de personas, estar interesado en proteger a la población civil?
OTAN: la pandilla de colonizadores
La OTAN representa los poderes que colonizaron, torturaron y esclavizaron África, el este y sureste asiático, India, Indonesia y Latinoamérica al igual que el Oriente Medio — los poderes que dividieron el mundo para obtener ganancias. Estos poderes todavía tienen sus bancos, sus compañías de petróleo, sus minas, sus compañías farmacéuticas, sus compañías de construcción y toda corporación imperialista de súper-explotación esparcida por el mundo para chupar la riqueza y los recursos de sus ex colonias.
Estos son los poderes que ahora están sobrevolando y disparando sobre una ex colonia y lanzando bombas de 2.000 libras, de 500 libras, lanzando misiles “Tomahawk” y usando helicópteros de guerra para golpear las fuerzas del gobierno, bajo el pretexto de misión humanitaria.
Han movilizado la opinión mundial al repetir grandes mentiras una y otra vez. Pero nadie debería creer ni por un momento que los ladrones y saqueadores más grandes del planeta gastarían tanto tesoro y se arriesgarían en tal aventura por alguna otra cosa que no fuera lo que han buscado desde el comienzo del colonialismo y el imperialismo — ¡el botín!
Para ilustrar este punto, Estados Unidos acaba de mandar a Ali Tarhouni a Bengasi para ser nombrado ministro de finanzas y petróleo del régimen “rebelde”. Tarhouni pasó 36 años en el exilio en EE.UU. y desde 1985 ha estado enseñando en la Facultad Foster de Negocios de la Universidad de Washington en Seattle donde se hizo catedrático de microeconomía.
Ahora Tarhouni está dirigiendo el proceso de establecer la exportación de petróleo desde el este de Libia hasta Qatar. Tarhouni también ha estado presente en varias conferencias “pos-Gaddafi” en Washington y Londres durante años.
El peor resultado posible de esta intervención sería que volviera el imperialismo a dominar a Libia. Eso sería el resultado más reaccionario posible. Abriría al pueblo libio a una intensa explotación y a la dominación total por los monopolios más poderosos del mundo del tipo que sufrieron antes de la revolución de 1969. Daría a las corporaciones y a la OTAN una presencia en el sur del Mediterráneo y aumentaría la amenaza contra el norte de África.
Todo esfuerzo debe hacerse ahora por todas las fuerzas progresistas y revolucionarias para detener la intervención imperialista en Libia.