Brasil: la articulación golpista pierde impulso
El mes de marzo puede haber sido una bisagra en la situación política de Brasil. Las masivas movilizaciones populares contra la tentativa de un golpe de Estado y en favor de un cambio en la política económica frenaron las variadas estrategias de la oposición para destituir a la presidenta Dilma Russeff y poner fin al gobierno del PT. Si bien la crisis política, en el marco de una profunda recesión económica, no se ha conjurado, el 31 de marzo masivas manifestaciones - no sólo en el centro de las grandes ciudades, sino en los barrios periféricos y pequeñas ciudades de todo el país - expresaron a los sectores democráticos y de los trabajadores urbanos y rurales. Este nuevo actor no ha podido ser ignorado ni por los grandes grupos económicos ni, en consecuencia, por los medios de prensa que los representan. La retirada del PMDB de la alianza política y parlamentaria que sustentaba a Dilma no fue el inmediato derrumbe del gobierno como algunos pensaban. Puede que en su lugar haya sido una señal del ocaso del PMDB, jugador de nota en las componendas que han hundido a la política brasileña en una ciénaga.