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Europa :: 02/07/2016

Brexit: la rebelión de los trabajadores contra la UE y EEUU

Vicky Peláez
El resultado del voto en referéndum no es vinculante, sino consultivo, y la decisión final pertenece al Parlamento y "lo que sucederá será cuestión de política y no de la ley"

"Nosotros debemos estar a cargo del Cuartel General de las Fuerzas Aliadas como lo hacían los esclavos griegos para el emperador Claudio".
-- Carta del futuro primer ministro conservador Harold Macmillan al líder laborista Richard Crossman, 1942

En vísperas del referéndum, la mayoría de las prestigiosas agencias encuestadoras y apostadoras como Landbrokes aseguraban que los euroescépticos no obtendrían más del 22% del voto, frente al 72% de los que deseaban permanecer en la Unión Europea (UE). Pero, a pesar de todos los pronósticos, el Brexit venció a las élites globales, al Banco Central Europeo, a la Reserva Federal de EEUU, a Wall Street, a los más grandes fondos de riesgo (hedge funds), al Fondo Monetario Internacional, a la Ciudad de Londres, los centros universitarios de Cambridge y Oxford y a todo el Sistema Financiero Mundial ignorando sus amenazas, presiones, pronósticos negros para el futuro del Reino Unido y sus ciudadanos.

Después de años de preparación, la 'guerra cibernética' donde los euroescépticos gastaron más de un millón de libras esterlinas en Facebook, YouTube, utilizando unos 20.000 voluntarios que recorrieron el país casa por casa, el 'Voto Salir de la UE' ganó con el 51,9% del apoyo frente al 48,1% de los votantes que optó por la permanencia en la UE. Según la periodista Janet Daley del periódico The Telegraph, los votantes se rebelaron contra el sistema político y económico de la Unión Europea dominado por las élites, extremadamente burocratizado y demasiado alejado de los intereses de los ciudadanos de los 28 países integrantes de la unión.

En la percepción de esta mayoría ganadora del referéndum, en la actual UE, "los auténticos políticos fueron reemplazados por androides cuyos mensajes fueron perfeccionados y sus actuaciones fueron estrictamente manejados", y ahora, como lo afirma Daley, "estamos donde estamos: con la población tan furiosa y desilusionada que ya no cree ni en una palabra de los líderes". Igualmente, a esta mayoría de los votantes no le gustaron las amenazas del presidente de EEUU, Barack Obama, que en abril pasado les advirtió a los británicos que el Tratado de Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP) que está promoviendo Washington, "tomará, no cinco años, sino 10, antes de hacer algo" si es que los británicos votan por el Brexit y los habitantes del Reino Unido "se quedarán en la parte posterior de la cola". Al saber los resultados del referéndum, el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, confesó que esperaban "otros resultados completamente diferentes".

Lo que pasó fue que el Gobierno del Reino Unido, bajo el liderazgo del primer ministro conservador David Cameron, cayó en su propia trampa. Meses atrás quiso chantajear a la Comisión Europea para lograr privilegios adicionales para su país en la Unión Europea y un estatuto "privilegiado", advirtiendo que, si no lo obtenía, daría su visto bueno a un referéndum sobre la permanencia o no de Gran Bretaña (GB) en la UE. También meses antes, durante las elecciones parlamentarias, prometió a los ciudadanos que si su Partido Conservador de centro-derecha ganaba las elecciones parlamentarias habría un referéndum. Su partido alcanzó en mayo de 2015 en las elecciones nacionales la mayoría en el Parlamento, logrando 331 de los 650 asientos.

En febrero pasado, David Cameron obtuvo el "Nuevo Acuerdo" (New Deal) de la Comisión Europea favorable a las demandas británicas, pero ya era tarde para detener los preparativos para la consulta. Tal fue la situación, que el mismo promotor de la idea del Brexit se convirtió en su víctima y tuvo que usar todos los medios a su disposición para convertirse en el oponente feroz del referéndum. Pero ya era tarde. Los británicos, cansados de unas y otras nuevas disposiciones y leyes que imponían los burócratas de Bruselas, se acogieron a esta idea inclinándose la mayoría por el 'Voto de la Salida de la UE'. La clase media y los habitantes de las áreas industriales en el norte y el sur del país se pronunciaron a favor del Brexit. Su voto era contra la austeridad impuesta desde 2010 por la Comisión Europea, contra su política antilaboral y pro bancos y corporaciones, que Bruselas estaba reforzando más cada año.

Los británicos se sintieron indignados por las amenazas del ministro de Finanzas de la UE, Wolfgang Schauble, quien amenazó al Reino Unido con el castigo financiero si votaban por el Brexit. También los británicos se cansaron de ser "Caballo de Troya" de los Estados Unidos y de su subordinación a los dictados de Washington. En un reciente artículo de Counterpunch, se afirma que un 90% de los militares votó por el Brexit porque no quieren estar envueltos en las guerras norteamericanas. Sin embargo, en términos generales, la crisis económica y el problema de la inmigración fueron los impulsores más efectivos para el voto por el Brexit. Inclusive 100 parlamentarios del Partido Conservador dieron su "sí" a la salida.

Entre los propulsores de la permanencia en la UE, se destaca el caso de la Ciudad de Londres, donde el 72% de los votantes se pronunció en contra del Brexit. Resulta que, actualmente, la Ciudad de Londres es un paraíso financiero británico que maneja 1,65 billones de euros que representan depósitos de clientes de todo el mundo, mientras que el PIB (Producto Interior Bruto) del Reino Unido en 2015 era de 2,2 billones de euros. En realidad, es una ciudad independiente dentro de Londres y es parte sustancial del Sistema Financiero Mundial, lo que explica la voluntad de sus 300.000 empleados de bancos de permanecer en la Unión Europea.

Al ganar el Brexit, todos los analistas del mundo se están "rompiendo sus cabezas" para pronosticar cuál va a ser el destino del Reino Unido si logra salir de la UE y cuál será su rol internacional. Washington, a su vez, está preocupado, pues será muy difícil encontrar reemplazo a Londres como el mayor aliado de su agresiva política internacional. No hay que olvidar que fue precisamente el Gobierno británico a instancias de Washington quien persuadió a la Unión Europea a imponer el embargo de petróleo a Irán en 2012. También Londres fue el más agresivo promotor de las sanciones contra Rusia en 2014 y su primer ministro, David Cameron, percibió en cada problema británico o de la UE la mano de Vladímir Putin. No es de extrañar, pues, su comentario después del triunfo del Brexit de que la persona más feliz con este resultado "sería Vladímir Putin".

Ahora todo queda en la incertidumbre respecto al futuro camino que tomará el Reino Unido. Para empezar, el abogado británico David Allen Green explicó en las páginas del Financial Times que el resultado del voto en referéndum no es vinculante, sino consultivo, y la decisión final pertenece al Parlamento y "lo que sucederá será cuestión de política y no de la ley. Todo terminará en lo que es políticamente conveniente y factible". Existen varias opciones, como, por ejemplo, las que se discuten en las páginas de los periódicos británicos: dejar la UE y convertirse en un Singapur europeo; salir quedándose en el Área Económica Europea junto con Noruega e Islandia o en la Asociación Europea de Libre Comercio siguiendo el ejemplo de Suiza; los opositores al Brexit proponen renegociar o hacer otro referéndum hasta que los "votantes encuentren el camino correcto de lo que es mejor para los británicos".

Mientras todas estas variantes se barajan en los círculos políticos, económicos y financieros, los 331 parlamentarios conservadores y 125.000 miembros del Partido Conservador se están preparando para la elección del nuevo primer ministro, después de la renuncia de David Cameron, que se formalizará en octubre próximo. El nuevo Gobierno, en el caso de que el Parlamento apruebe los resultados del Brexit, tendría que crear las condiciones para mantener al país unido y no permitir la salida de Escocia e Irlanda de la que tanto hablan los medios globalizados de comunicación. También los líderes tendrían que crear las condiciones para que los inversionistas no se trasladen a otro país, como están amenazando los globalizadores. La estabilidad económica y el liberalismo social que están prometiendo los partidarios de la salida de la UE es otro problema a solucionar.

No pasaron ni tres días después de conocerse los resultados del Brexit desde que el Parlamento Europeo aprobó una resolución que llamaba al Reino Unido a activar lo más pronto posible el artículo 50 del Tratado de Lisboa para formalizar la salida del país de la Unión Europea. Alemania y Francia tampoco están perdiendo el tiempo, según el periódico polaco Wszystko co wazne (Virtualna Polska) y TVP. Según la información polaca, estos países prepararon un Proyecto para reformar la UE. Francia y Alemania proponen, entre otras muchas cosas, que los países de la Unión Europea pierdan los derechos de tener sus ejércitos, sus servicios de inteligencia y su código penal. También hablan de limitar el rol de la OTAN en el territorio de la UE. Por lo visto, se trata de la formación de un superestado europeo. Pero del dicho al hecho hay un gran trecho, ya que todo lo está manejando hasta ahora Washington y sus globalizadores "iluminados". Es difícil de imaginar que la Casa Blanca lo autorice.

La implementación del Brexit, mientras tanto, tomaría por lo menos unos dos años si es que el Parlamento británico lo aprueba. Y si esto sucede, es difícil de imaginar que el nuevo Gobierno del Reino Unido sea capaz de asegurar la independencia y la soberanía de su país debido a la existencia de muchos tratados comerciales y financieros que seguirán atando al país a las decisiones del Sistema Financiero Mundial, manejado por Norteamérica. Eso quiere decir que no hay que esperar muchos cambios en la política internacional de Londres después del Brexit.

Sputnik.com

 

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