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Cuba, EE.UU. :: 27/11/2014

Carter, Fidel y los obstáculos de la Guerra Fría (y III)

Elier Ramírez Cañedo
Carter perdió las elecciones de noviembre de 1980 frente a Ronald Reagan y todo lo avanzado se frustró frente a la escalada hostil del gobierno republicano

Tercer Viaje

El tercer viaje de Austin a Cuba se produjo en septiembre de 1980, en la etapa de mayores tensiones en las relaciones Estados Unidos-Cuba durante el mandato de Carter. La crisis migratoria del Mariel y los efectos de la misma en el escenario interno de los Estados Unidos, en medio del proceso electoral en el que Carter aspiraba a la reelección presidencial, habían creado un clima poco propicio para cualquier mejoría de las relaciones bilaterales. Las conversaciones secretas sostenidas entre representantes de ambos países en junio de 1980 habían terminado en un desencuentro total. (1)

Asimismo, la posibilidad de una mejoría de las relaciones Estados Unidos-Cuba, se hacía harto difícil en medio de la cambiante situación internacional. Para esa fecha el mundo retornaba a un escenario de Guerra Fría. La invasión soviética a Afganistán en diciembre de 1979, había echado por tierra cualquier posibilidad de salvar la distensión este-oeste, proceso que venía mostrando un deterioro paulatino desde 1978. Las críticas contra la política exterior de Carter eran cada vez más crecientes, y se utilizaban como ejemplos: la presencia militar cubana en África, que consideraban hacía el trabajo sucio de los soviéticos en ese continente,(2) el triunfo del movimiento de la Nueva Joya en Granada en marzo de 1979 y de la Revolución Sandinista en Nicaragua en julio del propio año, y “la incapacidad de Carter” para hallar una solución definitiva a la crisis de los rehenes estadounidenses en la embajada de Teherán.

Al mismo tiempo, la misión de Austin se produce en un contexto en el que, desde el mes de julio, la máxima dirección de la Isla, conocedora de los peligros que representaba para la paz mundial un triunfo de Ronald Reagan en las elecciones de los Estados Unidos y la aplicación del programa del partido republicano, había adoptado la estrategia de no hacer nada que pudiese interpretarse en los Estados Unidos como una provocación deliberada y pusiera a la administración Carter en una situación aún más crítica frente a sus adversarios internos. Así, el Mariel seguiría abierto, y los cubanos se reservaban sus opciones, pero Fidel dio instrucciones de que las salidas que ocurriesen debían manejarse de forma tal que afectaran lo menos posible a la administración Carter. Fue en esos días que dejó de aparecer en el periódico “Granma” la sección “Noticias del Mariel”.

De esta manera el presidente estadounidense, evidentemente frustrado en cuanto a la posibilidad de resolver la crisis del Mariel que tanto le estaba afectado en la campaña electoral, decidió nuevamente utilizar como mensajero secreto al Presidente de la Coca Cola, Paul Austin, y mostrar una posición más flexible hacia la Isla que la mantenida en las conversaciones de junio, en las que los representantes de Estados Unidos había viajado a La Habana con instrucciones de solamente discutir acerca de la crisis migratoria del Mariel, y no de otros temas que eran de interés para Cuba.

Así Austin, después de recibir directamente las instrucciones de Carter,(3) viajó a la Isla y el 3 de septiembre sostuvo una reunión privada con el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz. Acompañaron al líder cubano el vicepresidente Carlos Rafael Rodríguez –se incorporó luego de comenzada la reunión- y la traductora Juanita Vera. Junto a Austin, se encontraba su ayudante Ted Circuit.

En las conversaciones, Austin transmitió a Fidel la disposición del presidente Carter de reunirse directamente con el líder cubano en algún momento próximo antes de la navidad para discutir todos los problemas que estaban afectando las relaciones entre ambos países. El mensaje era muy osado, pues hasta Carter, ningún presidente norteamericano había tenido la valentía política de hacer un planteamiento como ese, mucho menos en medio de un clima de tensiones entre los Estados Unidos y Cuba y en un año electoral. Ninguno de los futuros inquilinos de la Casa Blanca superaría a Carter en ese sentido.

Cuando el señor Carter me llamó por teléfono hace cuatro o cinco días -explicó Austin a Fidel-, me dijo que quería que yo lo visitara a usted aquí en La Habana para sostener una breve conversación, basada en la idea que Carter tiene, al efecto de que las dos naciones, la vuestra y la suya, deben elaborar una especie de planes a fin de desarrollarse conjuntamente. Ya se están realizando trabajos con vista a ese tipo de desarrollo de relaciones, pero Carter considera que se puede hacer aún más para el beneficio de ambas naciones. Él me ha pedido que viniera, pues, para esta charla, porque él considera que este tipo de charla informal no debe ser manejada por funcionarios, específicamente, del gobierno. Y para ser más específico, él desea tener contactos con usted en los próximos meses, a su nivel y al nivel de Carter, a fin de ventilar las opiniones de ambos hombres con la intención evidente y manifiesta de continuar progresando juntos en este sentido. Él me dijo que había dos puntos para discusión que se le han ocurrido a él. Uno es la distribución más amplia de medicamentos y el problema tan espinoso del bloqueo. Él comprende que se realizó durante un período de años y que igualmente tomará años deshacer lo hecho; pero considera que en algún punto hay que empezar a eliminarlo, y considera él que en el último período de este año pudiera celebrarse una reunión que se dedicara específicamente a analizar lo que cada uno de los países puede hacer con el objeto de ayudarse mutuamente. Es decir, Estados Unidos tendría el problema relativo a deshacerse de este bloqueo ¾a deshacerse del bloqueo, repito¾. Y él me dijo que consideraba justo preguntarle a usted, o más bien pedirle que adoptara una posición neutral hacia Estados Unidos durante un año electoral. Me dijo que estaba apercibido, de que usted está perfectamente familiarizado con lo que significa un año electoral, es decir que no es momento para que la situación se exacerbe. Evidentemente, él se encuentra en un estado propicio para tratar de conocerle mejor a usted sobre bases de igualdad, con la intención diáfana de mejorar las relaciones entre usted y él, sin dejar que esto caiga en manos de un grupo, de un equipo determinado de funcionarios; sino más bien usted, como representante de vuestro país, y Carter como representante de su país, reunirse y analizar si hay alguna forma de tener unas relaciones más significativas y de mayores vínculos. Y él me habló de esto realizarlo más bien en un futuro inmediato, en un futuro cercano, próximo.(4)

Mas adelante agregó Austin:

Pero hay algo más que casi se me olvidaba. Se trata de mi evaluación de la reacción de Carter cuando me dijo: ‘Por favor, dígale al Comandante que yo quiero dos programas: uno a corto plazo, que podamos nosotros manejar antes de las Pascuas y otro programa a largo plazo que pueda ser instrumentado al final del próximo año’.(5)

Fidel respondió que recibía el mensaje con mucho agrado y receptividad, y que por parte de Cuba existía la mejor disposición a trabajar en ese sentido:

“Me alegra mucho, realmente lo que usted me explica sobre la posición del gobierno de los Estados Unidos de mejorar las relaciones con Cuba. A mí me parece absurdo un período tan largo con falta de comunicación. Me parece que es mucho más constructivo, no solo por las relaciones con Cuba, sino con relación a la situación internacional”.(6)

El Comandante en Jefe expresó además al enviado de Carter que estaba muy consciente de la situación interna en los Estados Unidos, de la situación internacional y de los peligros que representaba para el mundo la plataforma electoral del Partido Republicano. Y que, por tal motivo, estaba dispuesto a evitar el menor incidente que pudiera crear problemas a Carter.

Y esa es nuestra disposición de cualquier paso que haya que dar para evitar -dijo Fidel-, a toda costa, cualquier problema, nosotros estamos dispuestos a darlos. Dígaselo a Carter, que no se preocupe por las cuestiones de los secuestros de aviones, que hemos tomado medidas duras. Pero si hay que tomar medidas más duras todavía, las tomamos. De modo que no se preocupe por eso, que pueda afectar a Carter en este período. Quiero también decirle lo siguiente: estoy pensando en alguna fórmula adicional, algunos pasos adicionales, que yo quiero que le comunique a Carter, que pueden ayudar en esta solución. Nosotros tenemos alrededor de 30 norteamericanos presos, algunos de ellos por delitos comunes, tráfico de drogas, otros por delitos contrarrevolucionarios, y yo estoy pensando en el momento oportuno, como una acción unilateral, poner en libertad a los norteamericanos. Yo estoy pensando lo más rápidamente posible. Yo creo que eso puede tener algún efecto. (…)

Entonces yo creo que debemos presentarlo como resultado de una gestión de los representantes norteamericanos en Cuba, para que tenga mejor efecto político y pueda darse como resultado del trabajo de los representantes norteamericanos.(…)

Yo quiero decirle que había estado pensando esto, antes de conocer su visita; pero cuando recibí el mensaje me confirmé más de la conveniencia de realizar este gesto.(7)

La misión de Austin fue cumplida con éxito y contribuyó a facilitar el camino, para que días después, Peter Tarnoff, secretario ejecutivo del Departamento de Estado viajara a Cuba, para concretar varios acuerdos con la máxima dirección de la Revolución.

El enviado de Washington expresó a Fidel que Estados Unidos estaba dispuesto en principio a tratar cualquier cuestión que Cuba quisiera plantear en las discusiones acerca de las relaciones bilaterales y acerca de otros temas de preocupación para ambos gobiernos, pero destacó que el momento no era propicio en particular para entrar en las causas más profundas y arraigadas de los problemas bilaterales, pues exigían mucho tiempo y ningún lado sacaría ningún beneficio al entrar en tales negociaciones en los próximos meses. De esta manera, Tarnoff trasladó la propuesta de su gobierno de iniciar un proceso que tendría dos etapas, con ciertas negociaciones y acciones a empezar inmediatamente y otras que estarían diferidas hasta principios del año 1981 cuando se conocieran ya los resultados de las elecciones en los Estados Unidos.

Concretamente la administración Carter propuso que Cuba diera los siguientes pasos:

1-Parara el flujo de emigrantes hacia Estados Unidos vía Mariel.

2-Aceptara la devolución de Estados Unidos de personas confirmadas, por funcionarios consulares o de emigración, como deseosas de volver a Cuba.

3-Aceptara la iniciación de negociaciones entre funcionarios de emigración de Cuba y de Estados Unidos, y que tales negociaciones comenzaran de manera reservada, confidencial, en Nueva York, antes de fines de septiembre, en aras de llegar a un acuerdo sobre un programa de salidas ordenadas que podría reglamentar la emigración desde Cuba a Estados Unidos.

4-Como parte de esta negociación en Nueva York, que Cuba consintiera considerar, en principio, el retorno a Cuba de personas que habían llegado a Estados Unidos por el puente marítimo desde el Mariel pero que habían sido halladas inelegibles para entrar a Estados Unidos bajo las leyes y reglamentos existentes en Estados Unidos.(8)

El enviado de Washington, también expresó a Fidel que si Cuba está dispuesta a tomar estas acciones, Estados Unidos inmediatamente tomaría las siguientes decisiones:

1-Comenzaría conversaciones con Cuba sobre la restitución del acuerdo sobre piratería aérea.

2-Empezaría inmediatamente conversaciones con Cuba sobre un acuerdo que permitiría servicio aéreo regular entre Cuba y Estados Unidos.

3-Inmediatamente empezaría una consideración seria de un listado de medicamentos que podrían ser exentos del embargo.

Además de lo ya dicho, Estados Unidos estaría de acuerdo en que no más tarde del primer trimestre del año 1981 se celebraran, entre representantes de Estados Unidos y Cuba, conversaciones de suficiente amplitud como para cubrir todos los aspectos de las relaciones bilaterales y preocupaciones mutuas.(9)

Seguidamente, Fidel hizo un amplio análisis de los peligros que representaba para Cuba y para el mundo el triunfo de la plataforma programática del Partido Republicano en las elecciones de noviembre y luego hizo énfasis en que no estaba pensando en una negociación en ese momento, sino en proponer una serie de medidas unilaterales relacionadas con los asuntos que le preocupaban a Carter y aceptar los puntos, sobre todo, el cuarto (sobre las conversaciones globales entre Estados Unidos y Cuba para el primer trimestre de de 1981), que sería considerado como una promesa. El líder de la Revolución cubana le hizo saber al enviado de Carter que se reuniría con el Buró Político para intercambiar impresiones y le informaría antes de su partida a los Estados Unidos sobre los pasos que daría Cuba.(10)

La confirmación de las medidas que tomaría Cuba se la dio Fidel a Tarnoff en la noche de ese propio día 12 de septiembre cuando volvieron a reunirse. La primera medida sería la publicación de una declaración en el periódico Granma donde se advertiría categóricamente que de producirse nuevos secuestros de aviones en territorio estadounidense con el objetivo de desviarlos hacia Cuba las autoridades cubanas tomarían medidas penales drásticas contra sus autores o bien serían devueltos al territorio de los Estados Unidos para ser juzgados en ese país. Con esa declaración se pensaba frenar totalmente los secuestros. Como segundo punto, Cuba liberaría a 33 presos estadounidenses, condenados en la Isla por delitos como: tráfico de drogas, secuestros de aviones, actividades contrarrevolucionarias, entre otras actividades penadas por la ley.Como un tercer paso, el gobierno cubano pararía desde el 25 de septiembre hasta el 4 de noviembre la salida del Mariel, reservándose la potestad de valorar su reapertura o no después de esa fecha. Como cuarto punto, el cual se había conversado ya en la mañana de ese día, Cuba autorizaría la salida del país de un grupo de los individuos que habían penetrado en la Sección de Intereses de Washington en La Habana, algunos que poseían doble nacionalidad y otros que no estaban en esas categoría pero que habían manifestado su deseo de salir de la Isla al ritmo que Estados Unidos estimara conveniente. Finalmente, como quinto punto, Fidel destacó que Cuba seguiría desarrollando gestiones internacionales, como conversaciones con los soviéticos y con los países del Tercer Mundo con la idea de ayudar a evitar problemas que pudieran perjudicar la situación interna en los Estados Unidos, así como algunas gestiones para tratar de influir sobre los iraníes para que liberaran a los rehenes estadounidenses. Estas gestiones serían discretas, concretas, previendo pudieran afectar a la administración de Carter.(11)

Como parte de los pasos que Cuba había decidido dar: el 16 de septiembre salió la nota en Granma advirtiendo que de producirse nuevos secuestros de aviones en Estados Unidos con el objetivo de regresar a Cuba, las autoridades cubanas tomarían medidas penales drásticas o bien los responsables serían devueltos al territorio norteamericano, las actividades del Mariel fueron suspendidas el 25 de septiembre y el 13 de octubre de 1980, Ramón Sánchez Parodi, jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, anunció en esa capital que se dejaría en libertad a todos los presos norteamericanos encarcelados en la Isla.

Pese a todos los pasos dados por Cuba, lamentablemente Carter perdió las elecciones de noviembre y nadie puede descifrar lo que hubiese ocurrido en cuanto a las relaciones Estados Unidos-Cuba de haber salido reelecto, aunque las características del escenario interno en los Estados Unidos y la dinámica del entorno internacional, para finales de 1980, no estimulaban un cambio sustancial. (12)

Wayne Smith, quien se desempeñó como jefe de la Sección de Intereses de Washington en La Habana en los dos últimos años del mandato de Carter, es del criterio de que si Carter hubiera salido reelecto se hubiera alcanzado la normalización de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba: “Yo firmemente creo que si Carter hubiera sido reelecto, nosotros hubiéramos alcanzado la normalización de las relaciones con Cuba. El Consejo de Seguridad Nacional había quedado fuera de las decisiones y Carter estaba de acuerdo en que si Fidel cerraba el Mariel, los Estados Unidos comenzarían el tipo de negociación asunto por asunto, que el proceso necesitaba. La atmósfera era conducente a la normalización y no solo del lado de Estados Unidos. Castro también había llegado a la comprensión de que era mucho mejor tratar con Carter que con Reagan y por eso estaba inclinado a moverse en esa dirección”.(13)

Pese a la valoración de Smith, pienso que de haber sido reelecto Carter en las elecciones de noviembre de 1980 no le iba ser nada fácil normalizar las relaciones con Cuba dentro de un entorno internacional tan desfavorable para ello y con el giro hacia la derecha que se observaba prácticamente en todo el sistema político norteamericano. Las tensiones propias de la Guerra Fría habían retornado vehementemente al escenario internacional y estas, desdichadamente, enturbiaban las relaciones cubano-estadounidenses. No fue casual que las intenciones de explorar una posible “normalización” de las relaciones con Cuba hubieran salido a relucir en momentos en que tenía lugar una relativa distensión entre la URSS y los Estados Unidos. Así fue durante la administración Kennedy en el año 1963, la administración Nixon –especialmente en el Congreso-, la administración Ford y la administración Carter. Mas para 1980 la realidad internacional era bien distinta. Eso explica también el porqué Carter, antes de abandonar la Casa Blanca, dejara recomendado a su sucesor la amenaza militar a Cuba; a quien, a decir verdad, no le hacía falta muchas recomendaciones para seguir los rumbos más agresivos con relación a la cuestión cubana.

En directiva presidencial del 15 de enero de 1981, referente a las Modificaciones de la Estrategia Nacional de los Estados Unidos, el aún presidente de los Estados Unidos señaló: “La proyección soviética de poder en la región del Caribe con la asistencia de Cuba en los dos últimos años ha creado otra área de mayor preocupación en materia de seguridad. …, es necesario lograr silenciosamente una presencia militar más fuerte en la región mediante cambios graduales en nuestras actividades de ejercicios militares y destacando las fuerzas estadounidenses en la parte sudoriental de los Estados Unidos y sus territorios en la región, lo que será percibido por Cuba y la Unión Soviética como prueba de nuestra determinación de limitar la influencia soviética y cubana en la región”.(14)

Se hace entonces evidente que, si bien Carter estaba valorando un acercamiento diplomático a Cuba en caso de salir reelecto, este iría acompañado de la amenaza militar a la Isla para proteger los intereses fundamentales de los Estados Unidos en la región. Otro elemento para pensar con poco optimismo en la posibilidad de un entendimiento entre los Estados Unidos y Cuba, pues la manida política estadounidense del garrote y la zanahoria no había dado resultado ninguno con Cuba.

Paul Austin terminaría sus funciones como presidente de la Coca Cola en 1981 y cuatro años después fallecería a la edad de 70 años, llevándose con él un testimonio de extraordinaria valía histórica al haber servido como un intermediario secreto entre James Carter y Fidel Castro, en uno de los momentos en que más posibilidades hubo de avanzar hacia una relación más civilizada entre Estados Unidos y Cuba. Pasados casi 40 años de esta experiencia, documentos muy bien guardados en los archivos estadounidenses y cubanos nos permiten reconstruir esta historia fascinante y necesaria para la coyuntura actual.

Fotos: “La Revolución apreció siempre su gesto valiente. En el año 2002 lo recibió calurosamente. Ahora le reiteró su respeto y aprecio.” Así escribió Fidel en 2011, para saludar el regreso al país de “un amigo”. “Carter hizo lo que pudo para reducir las tensiones internacionales y promover la creación de las oficinas de intereses de Cuba y Estados Unidos. Su administración fue la única que dio algunos pasos para atenuar el criminal bloqueo impuesto a nuestro pueblo.” Las fotos fueron tomadas por Alex Castro, durante el encuentro de los dos ex Presidentes en marzo de 2011.

________________

Notas

(1) Desde la tarde del 17 hasta la madrugada del 18 de junio de 1980 se reunieron en La Habana: Petter Tarnoff (del Departamento de Estado), Robert Pastor (asistente para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional), y el ya mencionado Wayne Smith, en representación del gobierno de los Estados Unidos, y José Luis Padrón (presidente del Instituto Nacional de Turismo), Ricardo Alarcón (viceministro de Relaciones Exteriores) y José Antonio Arbezú Fraga (funcionario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba), por la parte cubana.[1] Las conversaciones fueron tensas desde el comienzo, pues los enviados de Washington insistían en comenzar la agenda de discusión por los puntos que consideraban apremiantes y urgentes: el problema migratorio y la situación de los individuos que se encontraban en la SINA. Por su parte, la representación cubana consideraba esta intención un enfoque unilateral, y abogaba por iniciar el diálogo por los temas que constituían la esencia de los problemas entre ambos países, y no por los puntos que proponía la parte estadounidense, los cuales consideraba secundarios y derivados de otros problemas más profundos. El bloqueo, la base naval de Guantánamo, los vuelos espías, los ejercicios militares estadounidenses y el clima de hostilidad sistemático en el Caribe eran los aspectos globales por los que Cuba consideraba debía comenzar el debate.

(2) En sus profundos trabajos sobre la presencia cubana en el continente africano, Piero Gleijeses ha demostrado -teniendo como respaldo una voluminosa documentación sobre el tema- que los cubanos enviaron sus tropas a Angola por iniciativa propia y sólo se lo comunicaron después a la Unión Soviética. En el caso de Etiopía, a pesar de que hubo una cooperación estrecha entre los dos gobiernos a lo largo del período que precedió la toma de decisión, los móviles del gobierno cubano para el envío de sus tropas no vinieron de Moscú, sino de la firme convicción de los líderes cubanos en que las medidas sociales y económicas tomadas por la Revolución Etíope eran de las más progresistas que se habían visto en los países subdesarrollados, después del triunfo de la Revolución Cubana, y porque consideraban que la invasión somalí era injustificada y criminal y que había sido alentada por los Estados Unidos

(3) En la reunión de Carter con Austin, estuvieron presentes también Muskie y Brzezinski.

(4) Conversación del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, con Paul Austin, Presidente de la Coca Cola, Palacio de la Revolución, 3 de septiembre de 1980. Versiones taquigráficas del Consejo de Estado.

(5) Ibídem.

(6) Ibídem.

(7) Ibídem.

(8) Conversación del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, con Peter Tarnoff, del Departamento de Estado de los Estados Unidos, y Wayne Smith, Jefe de la Oficina de Intereses de Washington en La Habana, Palacio de la Revolución, 12 de septiembre de 1980, “Año del Segundo Congreso”.(Versiones Taquigráficas del Consejo de Estado).

(9) Ibídem.

(10)Ibídem.

(11) Ibídem.

(12) Pero no solo la crisis migratoria del Mariel contribuyó a la pérdida de Carter en las elecciones de noviembre de 1980: durante sus dos últimos años de gobierno, Carter dio una imagen de falta de liderazgo, de vacilaciones, incoherencias y contradicciones internas que obraron en función de la victoria de Reagan quien logró aglutinar a toda la derecha. Esta derecha además consiguió articular muy bien sus críticas contra el mandatario demócrata. En lo externo se le criticaba por no concluir con dureza las diferentes crisis como la del Mariel y los rehenes en Irán, así como por no haber evitado que se le fuera de las manos Nicaragua, Granada, Afganistán e Irán, mientras que en lo interno fundamentalmente por el llamado Billy Carter Affair o Billygate, el elevado déficit fiscal, el desempleo que alcanzaba al 8 % de la población y la tasa inflacionaria que ascendía al 7,6%. Sin embargo, hay que decir que el elemento más importante que dio el toque de gracia final a la posibilidad de un triunfo de Carter en las elecciones de 1980 fue su incapacidad para lograr la liberación de los norteamericanos mantenidos como rehenes en Teherán. Hasta el último momento la administración Carter estuvo intentando llegar a un acuerdo con el gobierno de Irán, pero su fracaso en este objetivo solo contribuyó a aumentar su descrédito ante los electores. Numerosos analistas y políticos norteamericanos son de la tesis que elementos republicanos montaron contactos paralelos secretos con representantes iraníes para impedir que la administración de Carter pudiese llegar a un acuerdo con Irán para la liberación de los rehenes, socavando así la actuación del gobierno de los Estados Unidos.

(13) Entrevista realizada a Wayne Smith (vía correo electrónico), el 19 de junio de 2009.

(14) Directiva Presidencial/NSC-52, 15 de enero de 1981, The Carter Administration. Policy toward Cuba: 1977-1981, (documentos desclasificados, Biblioteca del ISRI) (Traducción del ESTI).

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