Che y Martí son hermanos
Este 5 de abril de 2016 ocurrió un acontecimiento que prácticamente no ha recibido atención: se presentaron en la Casa del ALBA cultural los tomos V y VI de El Che en la Revolución cubana, obra que ha venido publicando la editorial José Martí. En la presentación intervinieron Fernando Martínez Heredia y Orlando Borrego. Después de agradecer el trabajo de los editores, del investigador Jacinto Valdés Dapena, y del propio Borrego, en la recuperación del pensamiento y la obra del Che, Fernando pronunció estas palabras.
En Cuba, el almanaque está lleno de fechas de la patria. Hace cuatro días se cumplieron 121 años de la llegada de Antonio Maceo y sus compañeros por Duaba, a levantar el pueblo para la guerra revolucionaria de 1895. Cuando Ernesto Che Guevara hizo el panegírico del Titán, muy poco después de la Crisis de Octubre, encontró la definición mejor para la actitud heroica, soberana y rebelde de la Revolución cubana. Busqué aquella frase rotunda del Che: “Nuestro pueblo todo fue un Maceo”. Pero al leer su breve discurso comprobé que todo él tiene la pertinencia, la grandeza y la fuerza extraordinaria de quien supo comprender lo fundamental y actuar siempre como revolucionario en consecuencia, y comprobé que todo, hasta la última línea de aquel discurso del Che a Maceo en 1962 parece escrito para la Cuba actual, para ayudarnos en esta hora crucial, para ser publicado hoy en alguno de nuestros principales medios de comunicación.
Dentro de cinco días será un aniversario más de la fecha escogida por José Martí y sus compañeros para proclamar las Bases del Partido Revolucionario Cubano (10 de abril). Che y Martí son hermanos. Martí no fue grande por cultivar una rosa blanca, ni es recordado cuando lo citan quienes no tienen derecho a hacerlo. Martí era, es y será el que levantó la patria desde el fango y el imposible, y preparó y puso en marcha la revolución que hizo a Cuba y a los cubanos. Fue el primero que explicó la naturaleza del imperialismo yanqui e inició el combate a muerte contra él, pretendió fundar una república nueva e iniciar con Cuba la segunda independencia de la América Latina, y nos legó un proyecto que todavía estamos tratando de realizar del todo y superar.
Ernesto Che Guevara les pidió a los niños de Cuba que pensaran en Martí como en un ser vivo, como algo que está presente en cada manifestación de la vida cubana, porque el héroe popular ´–dijo el Che– debe ser una cosa viva y presente en cada momento de la historia de un pueblo. Y en el último texto que publicó con su firma, el Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental, puso como epígrafe, junto a la consigna de la revolución mundial, el llamado supremo de Martí: “Es la hora de los hornos, y no se ha de ver más que la luz”.
Fue precisamente un primero de abril, setenta años después de la llegada de los expedicionarios por Duaba, que el Che salió de Cuba para iniciar una nueva fase de su vida. Y ese momento marca el final, en términos cronológicos, de los trabajos de Ernesto Guevara que están recogidos en los tomos cinco y seis que presentamos hoy. El cinco reúne las intervenciones públicas del Che –en su mayoría discursos—entre el 11 de enero de 1964 y el 22 de marzo de 1965. Casi todo el tomo seis contiene transcripciones, textos y otros materiales del Che relativos a los contenidos, el funcionamiento y los debates internos del Ministerio de Industrias Aquí están, al fin, las famosas Reuniones Bimestrales en las que tanto profundizó el Che sobre cuestiones fundamentales de las experiencias socialistas y la teoría marxista, las que según ciertos funcionarios resultaba inconveniente permitir que la gente común las conociera.
Ante estos dos tomos vuelvo a llamar la atención sobre la culminación extraordinaria de la batalla intelectual librada por el Che –siempre junto a Fidel– en el seno de la Revolución cubana, que sucedió durante su último año entre nosotros. No repetiré una vez más lo que he dicho y escrito, permítanme solamente reiterar que se trata de uno de los aportes más importantes de la historia del pensamiento cubano, porque, en la primera etapa del poder revolucionario de transición socialista, el Che formuló tesis y argumentos fundamentales, al mismo tiempo, para el tremendo proceso que se vivía, para el proyecto, que estaba obligado a ser muy superior a lo que la lógica y las leyes del capitalismo y del socialismo existentes dictaban, y para la comprensión del mundo de entonces y de la teoría marxista. Este es uno de los momentos estelares de la historia de la corriente radical dentro de las revoluciones y del proceso general de la historia de las ideas en Cuba. En cuanto al pensamiento de Guevara, es necesario complementar la lectura volviendo a la segunda sección del tomo I de esta colección. En ella aparecen, junto a otros textos, los de la llamada polémica económica de 1963 y 1964, y El socialismo y el hombre en Cuba, de marzo de 1965, el manifiesto comunista del Che, la proclama de una revolución que le explica al mundo la verdadera naturaleza del socialismo y el camino que necesitan recorrer los seres humanos y las sociedades.
En los últimos dos años y medio de su vida, que se inician con la partida del 1º de abril de 1965, Ernesto Che Guevara se dedicó a dos tareas: impulsar la revolución en el mundo, con el arma en la mano, para ayudar a forzar la situación a favor del campo popular y de la causa cubana; y desarrollar su concepción teórica y su exposición escrita, para servir mejor al pensamiento crítico comunista y de liberación. La primera tarea fue la priorizada, a ella le dedicó sus esfuerzos constantes, su audacia y su entrega revolucionaria, y por ella dio su vida.
Mucho se hablado en este último mes, y con mucha razón, sobre la necesidad y la urgencia de apoderarnos de toda nuestra historia, de rechazar el canto de sirena imperialista que nos invita a olvidarla y a esperar, con la boca abierta y la mano tendida, que una mano poderosa nos brinde algo de lo que le sobra, a cambio de que entreguemos todo lo valioso que hemos creado. Un aspecto sumamente importante de ese acervo que nos es tan necesario es conocer realmente, y utilizar, el pensamiento del Che. Que venga a ayudarnos a plantear, y a plantear bien, nuestros problemas y nuestros caminos, a salvarnos de los diferentes peligros que nos amenazan, a contribuir a satisfacer la obligación insoslayable de pensar el futuro de Cuba. Che hizo lo suyo, todo lo que pudo, a nosotros nos corresponde que siga vivo y actuante. Y que podamos decir, entre todos, como un día le dijo él a Camilo: “aquí está el Che”.
Cubadebate