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Argentina :: 30/11/2014

Diario de obispo argentino descubre aspectos inéditos de colaboración de la iglesia con la dictadura

Norberto G. Asquini
El diario del obispo que más conoció por dentro la represión en la época de Francisco I es un aporte novedoso para dar cuenta de algunos resortes del terrorismo de Estado

En la época en que el actual papa Francisco I era el jefe máximo de los jesuitas en Argentina y una de las máximas autoridades de la iglesia católica, y cuando la iglesia prestaba sus instalaciones para que los militares las usaran como campos de concentración, el capellán castrense impartía conferencias a los torturadores sobre cçomo dios perdonaba las atrocidades si eran por una "buena causa."

Los investigadores Lucas Bilbao y Ariel Lede rebelaron uno de los documentos que da cuenta de la estrecha relación de colaboración que tuvieron las jerarquías católicas con las Fuerzas Armadas durante la dictadura militar. Es el diario personal del obispo salesiano Victorio Manuel Bonamín, fallecido en 1991, que fue obispo y ocupó el cargo de provicario castrense entre 1960 y 1982. Los escritos, alrededor de 750 páginas, corresponden a los años 1975 y 1976 y allí encontramos parte de los secretos de la represión ilegal. Bilbao y Lede trabajan con ese material desde 2009 y pronto saldrá publicado un libro sobre toda esa investigación.

Fuente diferente y novedosa

"A partir de la lectura de los diarios queda claro el conocimiento que tenía Bonamín sobre la metodología del terrorismo de Estado: secuestros, asesinatos, desapariciones, torturas y centros clandestinos. Uno de los casos que aparecen en sus páginas con nombres y datos relevantes, es el de su sobrino nieto Luis Anselmo Bonamín (militante peronista asesinado el 16 de marzo de 1976)", destacan los autores al ser consultados.

"Y lo más importante: es la palabra - en primera persona y sin mediaciones - de uno de los obispos más vinculados con el poder castrense. En ese sentido es una fuente histórica sobre la dictadura, diferente a las conocidas hasta el momento".

"Al pertenecer a uno de los jerarcas católicos más comprometidos con su acompañamiento al gobierno militar, la información que contienen estos diarios es un aporte novedoso para conocer algunos resortes del terrorismo de Estado. En ellos registraba día a día las tareas que había realizado, las próximas a realizar, pensamientos, reuniones, diálogos. La mayoría de las reuniones y conversaciones son con militares, agentes de la SIDE [Servicio secreto], obispos y capellanes. Suman un total cercano a los mil nombres", indicaron.

"También registraba los títulos de las conferencias dictadas a los diferentes escalafones militares, que funcionaron como instancias no sólo de formación sino también de legitimación religiosa de la violencia. Algunos títulos fueron 'Religión y combate'; 'Matar en combate', 'Visión teológica del militar', 'Criterios sobrenaturales al accionar de los militares', 'Administradores de la fuerza'".

Además acompañó activamente la dictadura mediante la legitimación teológica de la tortura y visitó en 1976 catorce unidades militares que alojaban centros clandestinos, lo que también se desprende de sus diarios.

El obispo salesiano Victorio Manuel Bonamín con el dictador Videla

Los capellanes

Los diarios son útiles para conocer con mayor profundidad la organización de los capellanes militares. A través de la lectura y el entrecruzamiento que hicieron los investigadores de distintas fuentes oficiales se pudo establecer que la Iglesia católica aportó 400 capellanes entre 1975 y 1983 para acompañar "la lucha antisubversiva" que implementaron las Fuerzas Armadas. La cifra es mucho mayor a los números conocidos hasta ahora.

El vicariato castrense "nunca fue una institución separada de toda la Iglesia", explican. El vicariato se componía de capellanes castrenses y auxiliares. En su mayoría diocesanos, aunque la orden de los salesianos aportó 40 capellanes del total, los franciscanos 20 y los jesuitas siete. Los castrenses tenían trabajo exclusivo y los auxiliares hacían su tarea en la parroquia y colaboraban con el vicariato. Para que esos capellanes auxiliares integraran el vicariato necesitaban la autorización del obispo diocesano.

De los capellanes militares que actuaron en La Pampa durante la dictadura militar, ninguno aparece en los diarios. En la lista de los investigadores, en base a otras fuentes, se pudo establecer que hubo tres religiosos en el cargo.

Uno fue Alberto Espinal, capellán auxiliar del Destacamento de Exploración de Caballería Blindado 101 de Toay, entre 1974 y 1981, señalado como colaborador de la represión en la causa "Subzona 14 II". José Jacinto María Sincero Lombardi, fue capellán castrense de la Brigada Mecanizada X de Santa Rosa, entre 1974 y 1983. Y Francisco Furchi, capellán auxiliar del Comando del Cuerpo Ejército IV de Santa Rosa, desde el 31 de mayo de 1983 a 1996.

"A partir del entrecruzamiento que hicimos, hemos podido concluir que los capellanes auxiliares conformaron, entre los años 75 y 83, el 75 por ciento del personal del vicariato, con lo cual comprobamos que se trataba de la institución eclesiástica y militar que físicamente dependía de la autoridad de la Iglesia en general, que le brindaba sacerdotes para que funcionaran como capellanes", indicaron.

El vicariato tuvo presencia en todo el territorio nacional y eso fue volcado en toda la zonificación militar, con un despliegue que cubrió no solamente los comandos de zona, sino cada uno de los batallones, grupos y regimientos que eran los encargados de la represión directa y de los centros clandestinos.

Bilbao y Lede explicaron que los diarios "serán publicados próximamente, de manera completa, en un libro, acompañados de un análisis y contextualización, que contendrá el primer estudio específico sobre el Vicariato Castrense en Argentina, además de una lista de 400 capellanes militares durante los años 1975-1983". En la investigación hay un listado biográfico de 33 religiosos -tres de ellos obispos- de los cuáles hay pruebas concretas y testimonios de su paso por centros clandestinos o cárceles donde se torturaba a los detenidos.

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