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Bolivia, Bolivia :: 14/10/2014

Elecciones en Bolivia: Sostener para profundizar, profundizar para sostener

Katu Arkonada
La conclusión es que la única manera de sostener el proceso de cambio boliviano es profundizando y radicalizándolo

El proceso de cambio en Bolivia consolida su avance con los resultados de las elecciones del 12 de octubre y Evo Morales se convertirá en el Presidente que más tiempo ha gobernado Bolivia. Ni un solo reproche a un Presidente forjado en las luchas antiimperialistas, anticoloniales y anticapitalistas que en la noche del triunfo electoral tiene la humildad de dedicar la victoria a un Fidel que seguro estaba viendo el discurso con una sonrisa en los labios y un Chávez que estaba muy presente en todos los que celebramos la victoria en la Plaza Murillo.

Ante la falta de datos oficiales por parte del Tribunal Supremo Electoral, las dos principales y más fiables encuestadoras otorgan al Movimiento Al Socialismo en torno al 60% de los votos, porcentaje que quizás se pueda ver incrementado en un par de puntos debido a que las encuestas en boca de urna no recogen tan exhaustivamente el voto rural (favorable a Evo) y en principio el voto en el exterior también debería ser favorable e incrementar el apoyo final al MAS-IPSP.

En cualquier caso y más allá de la cifra final, lo que parece claro es que tras más de 8 años de gobierno el hecho de superar el porcentaje con el que se ganó en 2005 y acercarse al que permitió la victoria en 2009 (64%) implica no solo que el temible desgaste del poder no afecta demasiado sino un mérito tremendo para Evo Morales.

De la redistribución de la riqueza a la redistribución del voto

A nivel territorial ese porcentaje superior al 60% se traduce en la victoria en 8 de los 9 departamentos de Bolivia. Se sigue resistiendo Beni en un resultado influido también por ser el lugar de procedencia de Ernesto Suarez, candidato a Vicepresidente de Samuel Doria Medina y ex Gobernador de este departamento amazónico.

En el otro lado de la balanza se debe colocar la victoria del MAS, por primera vez, en Santa Cruz donde en 2002 Evo candidato presidencial obtenía el 3% de los votos y durante muchos años ni siquiera podía aterrizar en esa ciudad, para obtener en este 2014 prácticamente el 50% de los votos.

Sin embargo, en la medida en que no se ha incrementado el porcentaje de voto respecto de las anteriores elecciones, un incremento en Santa Cruz y en el resto de departamentos de la Media Luna (excepto el Beni) implica un descenso en los departamentos del Altiplano y Cochabamba. Pareciera que el voto se mantiene pero se redistribuye territorialmente, y esto significa un descenso del voto del núcleo duro del proceso de cambio en beneficio de un aumento de un voto “blando” como puede ser el momentáneo pero magnífico resultado en Santa Cruz.

Mientras tanto, en el desierto opositor

Es de destacar el hundimiento del MSM rozando el 3% de los votos y a punto de perder la sigla, sin ningún tipo de proyección nacional y solamente manteniéndose con el voto de un sector de la clase media urbana de La Paz.

A su vez, Samuel Doria Medina se posiciona como el líder de la oposición con en torno al 24% de los votos, lo cual dice mucho de qué tipo de oposición existe en Bolivia, donde un ex Ministro del neoliberalismo y dueño de los Burger King de Bolivia es el referente de la derecha boliviana, al que le acompaña lo más rancio de la clase política encarnada en Tuto Quiroga, que suma entre el 9 y 10% de los votos.

Lo preocupante de este escenario es que con la política de construcción de hegemonía puesta en marcha para derrotar e incorporar al adversario no se ha logrado disminuir el voto duro de la derecha boliviana que se mantiene, al igual que en anteriores elecciones, rondando el 35%. Y si la oposición hubiese dejado de lado sus egos y jugado con más inteligencia presentando un candidato único, este porcentaje se hubiese incrementado imposibilitando con certeza la obtención de los 2/3 por parte del MAS.

Horizontes

El proceso de cambio boliviano avanza por la senda de la irreversibilidad en muchos ámbitos, y uno de ellos es de la ampliación de los límites de la democracia que en estas elecciones ha posibilitado que las y los migrantes bolivianos en 33 países donde Bolivia tiene un consulado o embajada hayan podido ejercer su derecho al voto después de años de neoliberalismo en que sus derechos civiles y políticos fueron pisoteados. Un primer horizonte que se le abre al proceso de cambio es el de dar un paso más y poner en marcha un Plan Retorno para que la comunidad migrante boliviana pueda regresar a Bolivia a seguir aportando económicamente al país pero esta vez ya desde Bolivia.

Un segundo horizonte en el corto-medio plazo es el de las elecciones municipales y departamentales que se celebrarán en torno a marzo del 2015. Si bien el MAS gana ahora por la fragmentación de la oposición, no lo tendrá tan fácil en las próximas elecciones. Y a eso se le une el debate en torno a las candidaturas y los candidatos/as. El porcentaje de voto obtenido en estas elecciones es muy similar a la intención de voto que ya existía en los meses previos a este 12 de octubre y no parece que el haber incorporado candidatos invitados por fuera del MAS que van desde la izquierda lightberal a la derecha reciclada haya sumado. Hay sumas que restan, y si bien la ecuación no es lineal, pareciera que lo que en un lado haya podido sumar, lo ha restado por otro.

El tercer horizonte en el medio-largo plazo es el del debate en torno a la reelección. La dispersión opositora garantizaba los 2/3 que permitirían abrir el debate sobre la reforma constitucional pero el resultado de este 12 de octubre, en el caso de lograrse los 2/3, siembra cuanto menos algunas incertidumbres en torno a las posibilidades de éxito para llevar adelante la reforma que permita la reelección del Presidente Evo en unas elecciones en 2019 a las que la Constitución actual ya no le permite presentarse.

Estos tres horizontes se entrelazan y nos llevan a la conclusión de que la única manera de sostener el proceso de cambio boliviano es profundizando y radicalizándolo. La tentación de instalarse en posiciones pragmáticas para mantener lo conseguido y dedicarse solo a la gestión va a ser grande, pero estos resultados y los matices y diferentes capas de análisis que deben hacerse más allá de este simple y apresurado primer balance, tienen que partir de la base de que siendo la gestión importantísima, solo sirve si es bajo el horizonte de la profundización y radicalización del proceso de cambio.

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