Expropiando las máquinas de la feminidad
La profundización de la crisis neoliberal se tradujo en la realidad de Argentina, a finales de la década de los ’90, en una crisis laboral de extrema agudeza, inducida por el desempleo, consecuencia del vaciamiento industrial producto de las políticas económicas sostenidas por las importaciones masivas y la privatización de las empresas nacionales como efectos colaterales de la Ley de Convertibilidad impuesta en el país desde 1991. La crisis financiera y el colapso bancario que provocó la implementación de esta y otras leyes, profundizó el endeudamiento exterior, llegando a un punto insostenible hacia finales del 2001, cuando los bancos sufrieron una corrida masiva de capitales producto de la desconfianza de grandes inversores económicos y ahorristas. Esta fuga de capitales y especulación económica que pagó el conjunto de la sociedad que se vio inmovilizada económicamente, fue lo que conocimos como Corralito.
En este apretado escenario, se inscribe la historia de Brukman, una fábrica textil ubicada en el barrio de Balvanera [Bienos Aires] especializada en la confección de trajes, sobretodos, y sacos sport para hombres. Durante la década de los 90, así como un amplio sector de la industria nacional, Brukman comienza a hacer visibles los efectos de la crisis argentina: disminución de la producción, despidos masivos, reducción salarial, y deudas asfixiantes.