lahaine.org
Europa :: 10/07/2017

Génova en Hamburgo

Indymedia Argentina / La Haine
En 2017, exactamente treinta años después de los orígenes del modelo represivo, la multitud de Hamburgo logró una vez más derrotar a la policía

Echemos un vistazo más de cerca a la ruptura del control policial. En 1987, la policía alemana empezó a cambiar su modelo de control de las masas, para corregir las maneras en que las multitudes la habían superado y vencido, especialmente el primero de mayo de ese año. El modelo subsiguiente de la policía alemana, en el que largas filas de policía antidisturbios se complementan con escuadrones de movilización muy móviles que mantienen un estrecho contacto con la multitud, ha servido más o menos para controlar el malestar urbano hasta ahora.

En 2017, exactamente treinta años después de los orígenes de este modelo, la multitud de Hamburgo logró una vez más derrotar a la policía. Esta vez lo hicieron extendiendo la acción sobre una vasta área de la ciudad, moviéndose rápidamente y concentrándose en acciones descentralizadas. Cada vez que la policía establecía una línea de control, la gente se reunía en otro lado, no sólo los manifestantes, sino también los espectadores de apoyo.

Grupos pequeños de manifestantes, altamente organizados y móviles, fueron capaces de identificar rutas de salida y realizar ataques rápidos, mientras que una multitud más grande llevó a la policía en una dirección, luego otra. Cuanto más territorio tenía que controlar la policía, más antagonizaban a la población y contra más manifestantes tenían que lidiar con sus líneas cada vez más estiradas. Finalmente, perdieron el control de las zonas más rebeldes y se vieron obligados a retirarse por completo.

Sin embargo, además de las preocupaciones tácticas, el golpe más importante para la policía ha sido que, al ir tan lejos en su intento de controlar a la población mediante la fuerza bruta, perdieron legitimidad a ojos de la población. Su ataque absurdo y no provocado en la manifestación de ayer Bienvenido al Infierno, volcó a toda la ciudad en contra de ellos. No es de extrañar que hayan perdido el control.

Solidaridad sin fronteras en Hamburgo

La cumbre del G20 acaba con una poderosa demostración de fuerza de los movimientos sociales, a pesar de la violencia policial. Los líderes de estado toman sus decisiones sin escuchar las protestas.

Aunque las únicas imágenes que trascendieron al mundo fueron las de decenas de coches ardiendo y de manifestantes destrozando cristales de comercios la noche del viernes, el sábado se manifestaron alrededor de 250.000 personas por las calles de Hamburgo en contra de la reunión de los jefes de estado del grupo de los veinte países más poderosos del planeta, el G20.

Su objetivo, entorpecer dicha reunión, lo cumplieron con creces. Muchas de las calles principales de la ciudad norteña y portuaria fueron testigos de sentadas que la policía disolvió sin contemplaciones a porrazos, con gas pimienta y cañones de agua. Desde el miércoles han tenido lugar en Hamburgo numerosas manifestaciones, entre ellas una de bicicletas y una acción de Greenpeace, que desplegó una gran pancarta contra el empleo del carbón como forma de energía. Un grupo de brasileños mostraron su enfado contra el presidente del país, Michel Temer, llegado al poder después de una rara maniobra paralegal para apartar a la presidenta legítima Dilma Rousseff. Gritaban "Fora Temer!"

El derecho a manifestación no ha sido el único pisoteado en estos días, después de que los agentes entorpeciesen la llegada de personas de otros países o de que se dedicasen a controlar las comunicaciones telefónicas de algunos participantes.

La televisión pública alemana Die Eins (La Primera) informa de que durante el evento del G20 la policía retiró injustificadamente las acreditaciones de prensa a un gran número de periodistas.

La violencia de la policía y la militante

Al día siguiente de los disturbios que se produjeron en el barrio del Schanzenviertel, donde ardieron barricadas y varios comercios de lujo fueron destruidos mientras la policía llegó a sacar ametralladoras, además del material antidisturbios habitual, el diputado y experto de interior de la Unión Cristianodemócrata CDU Armin Schuster pidió que se cerrasen los "centros de encuentro de la gente de izquierdas". Como buen pescador en río revuelto, el político sabe que declaraciones como esta relacionan en la conciencia popular la violencia con la izquierda y con sus centros. Al día siguiente a los disturbios se produjeron asimismo registros en varias casas y centros alternativos de supuestos sospechosos.

Solamente la noche del jueves habrían sido detenidas más de 40 personas. La policía estuvo presente con mas de 20.000 agentes durante toda la semana pero no fue suficiente: tuvo que pedir refuerzos despues del jueves a todos los otros estados alemanes. Austria envió asimismo 200 policías.

Merkel aseguró que la policía ha "realizado un trabajo excelente" y el presidente del régimen norteamericano Donald Trump a través de Twitter tuvo unas palabras de agradecimiento para "la policía y el ejército" alemanes, por haber puesto a raya a "los anarquistas".

Génova en Hamburgo

La contracumbre del G20 reunió un renovado movimiento anticapitalista y antiglobalización que recuerda a otras cumbres de jefes de estado. El paralelo con la cumbre de Génova en contra del G8 en 2001 es notable, en cuanto a represión se refiere.

"Bienvenidos al infierno" (Welcome to hell) era el llamado a la manifestación que el jueves mostró la bronca de miles de personas en contra de la cumbre de los jefes de estado del grupo de los 20 países industrializados y emergentes. La llamada Cumbre de la solidaridad global es un encuentro alternativo al oficial que se desarrolló desde el martes bajo el lema "solidaridad social en lugar del G20".

Sin embargo, ese encuentro fue torpedeado por las autoridades desde el primer momento. El punto culminante de la escalada de tensión tuvo lugar el jueves por la tarde, en la manifestación de más de 30.000 personas. Frente a ellos, 20.000 policías antidisturbios, varios camiones con cañones de agua y helicópteros. Poco después de comenzar esta gran marcha, las fuerzas represivas comenzaron a dispersar a los manifestantes con la excusa de que algunos de ellos llevaban la cara tapada, lo cual es "ilegal" en Alemania.

"Según el punto de vista de nuestro corresponsal Axel Schröder fue la policía quien comenzó la violencia", informó la radio pública 'Deutschlandfunk'.

Según relatan los testigos, la policía llevó a cabo una pinza con dos camiones de agua a presión, al tiempo que los agentes disolvían a la gente a base de porra y gas pimienta. La policía pidió a los presentes que se dispersasen, pero las calles estaban llenas a rebosar y la propia manifestación estaba rodeada de miles de policías con armaduras, cascos y material antidisturbios. En los numerosos vídeos que han sido noticia en todos los telediarios se puede observar una masa de personas que corre despavorida por escaleras, atropellándose, mientras los chorros de agua generan aún más confusión. Sigue sin conocerse el número de heridos, pero algunos lo son de gravedad.

Alrededor de las ocho y cuarto, poco después de haber comenzado, los responsables de la "seguridad" de la manifestación la dieron unilateralmente por terminada. Al parecer fueron tan solo unos 200 metros lo que se movió la marcha hasta que la policía la paró. Sin embargo, miles de personas continuaron manifestándose por todo Hamburgo hasta bien entrada la noche. El sindicato de periodistas Ver.di ya estaba sobre alerta de lo que podría ocurrir, y la semana anterior a la protesta repartió chalecos y gorras a los periodistas para que al menos fueran identificados por la policía. Eso no salvó a los periodistas de ser objeto, también ellos, de agresiones gratuitas.

En los vídeos puede verse que no pocos manifestantes llevaban a cuestas sus pertenencias en mochilas, ya que la policía les impidió acampar en la ciudad como estaba previsto. A pesar de que una sentencia declaraba la acampada como legal, la dirección de la policía esgrimió el argumento de la falta de seguridad para impedirla. Tanto el martes como el miércoles las personas que habían viajado hasta Hamburgo y que trataron de acampar fueron disueltas, siendo apaleadas por los agentes con porras y heridas por el gas pimienta. Un teatro, el Schauspielhaus, abrió sus puertas para permitir a algunos de ellos dormir en el interior. El equipo de fútbol St Pauli puso su estadio a disposición de cientos de personas para acampar. Asimismo algunos vecinos cedieron los jardines de sus casas. También hubo iglesias que permitieron poner tiendas en sus jardines. Todo ello hizo que muchos manifestantes ya estuvieran alterados por la falta de descanso desde antes de comenzar la manifestación.

Descrédito para SDP y Die Grüne

A través de los vídeos compartidos en las redes sociales, se escuchaba a la gente gritar lemas clásicos en Alemania como "anticapitalistas", "alerta antifascista" o "nosotros somos pacíficos, ¿qué sois vosotros?" (preguntaban a la policía). El comportamiento de los represores de Hamburgo supone un gran descrédito para el gobierno "progresista" de socialdemócratas del SPD y de los verdes Die Grüne, que gobiernan la ciudad en coalición. La portavoz de interior del partido Die Linke en el parlamento Ulla Jelpke criticó la actuación policial. En declaraciones al periódico 'Junge Welt' afirmó que "lo han provocado y han deseado la escalada". El ambiente era pacífico en la manifestación, aseguraba la política que se encontraba en el lugar. "Si la policía hubiera querido una noche pacífica, habría mirado para otro lado y habría dejado pasar la manifestación", explicaba en relación a los manifestantes que ante los empujones y prepotencia policial lanzaron alguna botella vacía y llevaban la cara cubierta. Los detenidos fueron llevados a unos contenedores portátiles que habían habilitado ya desde marzo, con capacidad para detener a 400 personas.

Esa noche varios coches de lujo fueron incendiados y en las calles se vivió una auténtica batalla campal. Las imágenes de caos y violencia policial contrastan notablemente con la meticulosa organización del movimiento en contra del encuentro del G20. Decenas de talleres y encuentros para la reflexión fueron organizados por los mas diversos grupos, partidos, sindicatos e iniciativas de los movimientos sociales para debatir cuestiones fundamentales de la crisis del sistema capitalista y que no tendrán espacio en la cumbre de los jefes de estado. Hubo una interesante exposición con el nombre "museo del capitalismo" y el jueves por la tarde tuvo lugar una protesta de zombies, una especie de teatro reivindicativo para despertar conciencias sobre la naturaleza de dicho sistema.

El movimiento está teniendo que hacer frente no solo a las formas brutales de represión, sino también a otras mas refinadas. El diario 'Junge Welt' informaba que varios ciudadanos italianos fueron retenidos en el aeropuerto sin mayor motivo que su participación en la contracumbre.

El pasado mayo se aprobó una nueva ley que endurece las penas por "atentado contra la autoridad" y "agresión a agentes de policía", una medida aprobada por la conservadora CDU y los socialistas del SPD que eleva hasta cinco anos de cárcel las condenas por estos motivos. Desde su aprobación, los medios han comentado en numerosas ocasiones que la contracumbre del G20 sería el primer acontecimiento en el cual se experimentarán los efectos de la nueva ley ante los juicios posteriores a las detenciones.

----

Más información: Cobertura en La Haine G20: Bienvenidos al infierno

 

Contactar con La Haine

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal