¿Quién nos amenaza realmente?
¿Cómo justificar la guerra sin un enemigo que nos amenace? Simplemente, inventando el enemigo… o fabricándolo. Eso es lo que nos enseña el general [estadounidense] Philip Breedlove, el jefe de las fuerzas estadounidenses en Europa (EuCom), que próximamente entregará a otro general estadounidense el cargo de Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa.
En su última audiencia en el Pentágono, el general Breelove afirma que «al este, Europa tiene frente a ella una Rusia renaciente y agresiva, que constituye una amenaza esencial a largo plazo».
El general Breedlove invierte así la realidad: la nueva guerra fría en Europa, contraria a los intereses de Rusia, fue provocada con el putsch de la plaza Maidan [en Ucrania], orquestado por EEUU y la OTAN, que sigue alimentando las tensiones para justificar el creciente despliegue de fuerzas en Europa occidental.
En Ucrania se constituyó un Mando Conjunto Multinacional para el entrenamiento «hasta 2020», de las fuerzas armadas y de los batallones neonazis de la Guardia Nacional ucraniana, del cual se ocupan cientos de instructores de la 173ª División estadounidense, destacados en Vicenza, en la región italiana de Véneto, junto a instructores británicos y canadieneses. El Mando de la Fuerzas de EEUU en Europa, según señala el general Breedlove, trabaja con los aliados para «contrarrestar a Rusia y prepararse para el conflicto de ser esto necesario».
En el sur, advierte el Comandante Supremo de las fuerzas aliadas en Europa, «Europa se encuentra ante el desafío de la emigración masiva provocada por el derrumbe y la inestabilidad de Estados enteros, y ante el del Estado Islámico, que se extiende como un cáncer amenazando las naciones europeas». El general Breedlove afirma seguidamente que «la intervención de Rusia en Siria ha complicado el problema ya que hizo poco para oponerse al Estado Islámico y mucho para respaldar el régimen de Assad».
Breedlove invierte nuevamente la realidad. Fueron EEUU y la OTAN quienes provocaron –mediante la guerra– el derrumbe del Estado libio y desestabilizaron la República Árabe Siria. Con ello provocaron también la subsiguiente emigración masiva, favoreciendo así la formación del Estado Islámico, que encaja perfectamente con los planes de Washington y de la alianza atlántica, a pesar de que fingieron combatir a esa organización terrorista, mientras que la intervención rusa en Siria en apoyo a las fuerzas gubernamentales sirias sí golpeó duramente al Estado Islámico, obligándolo a retroceder.
Ahora que Rusia, después de alcanzar su principal objetivo, redimensiona su presencia en Siria, la OTAN –bajo las órdenes de EEUU– extiende su presencia militar en el Medio Oriente.
El 29 de febrero, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, firmó con Kuwait un acuerdo que permite crear la primera escala aeroportuaria de la alianza atlántica en la región del Golfo, tanto para la guerra en Afganistán como para «la cooperación de la OTAN con Kuwait y con otros socios», sobre todo con Arabia Saudita, país que cuenta con el apoyo de la OTAN en su guerra-masacre de civiles en Yemen.
El 2 de marzo, Stoltenberg fortaleció en Abu Dabi «la cooperación con los Emiratos Árabes Unidos para enfrentar los desafíos comunes a la seguridad».
El 17 de marzo recibió en Bruselas al rey Abdala II para fortalecer la «asociación de la OTAN con Jordania».
El 18 de marzo recibió a al-Zayani, secretario general del Consejo de Cooperación del Golfo (conformado por Arabia Saudita, Bahréin, los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar), para «profundizar la cooperación entre las dos organizaciones».
En África –mientras se prepara la operación tendiente a ocupar las zonas económica y estratégicamente más importantes de Libia, con el pretexto de liberarlas del Emirato Islámico– ya se desarrolla, desde Senegal hasta el golfo de Guinea, el ejercicio Obangame/Saharan Express, con participación, en funciones de «antiterrorismo y antipiratería», de fuerzas navales de EEUU, Europa, África e incluso de Brasil. Dirigido desde el cuartel general, en Nápoles, de las US Naval Forces Europe-Africa, cuya misión es «promover los intereses nacionales estadounidenses, la seguridad y la estabilidad en Europa y en África».
Il Manifesto / Red Voltaire