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México :: 19/10/2014

Normales rurales: una historia de más de 80 años

Mariana G. Saravia
No están ni estarán derrotados, su historia de lucha es un ejemplo de resistencia y de búsqueda por la justicia.

Los procesos de formación de identidad colectiva parten de una reflexión del pasado y la capacidad de transformar el presente a partir de los recursos históricos; de la memoria individual de cada sujeto que conforma la comunidad. Las historias de resistencia se caracterizan por una relación más estrecha con este pasado, en el cual las acciones de los antecesores no son olvidadas por la comunidad, fortaleciendo así el carácter participativo y la capacidad de organización de las personas que reconstruyen los lazos sociales con la intención de reivindicar la conciencia del grupo para realizar, de esta manera sus propios caminos de autonomía. 

La desaparición de los 43 normalistas de Ayotizinapa ha sido un mensaje claro por parte del gobierno mexicano, el cual busca instituir el monopolio de la identidad nacional a través de la violencia y con el fin de homogeneizar a las comunidades en resistencia, obedeciendo así a las demandas neoliberales que protegen los intereses económicos de unos cuantos. Los artículos, crónicas y testimonios que han surgido después del atentado, narran los sucesos ocurridos en el presente y las reflexiones nos llevan a pensar en el contexto social, político y económico que atraviesan actualmente al país. Sin embargo resulta importante hacer un pequeño recorrido en el contexto histórico de estos jóvenes y de su comunidad, para poder contestar algunos de los cuestionamientos sobre su desaparición ¿qué representa la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa para el Estado? ¿por qué han sufrido agresiones antes, durante y después de la llamada “guerra sucia”? ¿cuál es el origen de las escuelas Normales rurales y de qué manera representan un obstáculo para el neoliberalismo? Estas preguntas corresponden a los conflictos originados desde el surgimiento de las escuelas rurales en la década de los años veinte.

Actualmente, tal vez nos resulta difícil comprender las ideas que promovieron la aparición de las escuelas rurales, pues son resultado de las misiones culturales encabezadas por José Vasconcelos a principios del siglo pasado, cuya finalidad era llevar la educación occidental junto con la alfabetización del idioma castellano para esparcir y generar conocimiento, mismo que desde la perspectiva positivista, llevaría al país a un progreso y bienestar estimulado por la homogeneización de los habitantes del país. Fue entonces, en el año de 1926, cuando Moisés Saénz, subsecretario de Educación Pública, fundó la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, mejor conocida como la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa [1],  la cual como consecuencia del populismo postrevolucionario, se convirtió en el semillero de movimientos de resistencia campesina y por esta razón ha adquirido una larga historia de lucha por su autonomía.

La guerra de Revolución hizo evidente la necesidad de las comunidades por reclamar educación y tierra, estas exigencias iban en su momento, de la mano con el discurso agrarista del cardenismo, pero más tarde logró ser desafiante para el gobierno de Ávila Camacho ya que durante su mandato hubo una gran campaña anticomunista y como consecuencia la aprehensión de varios de los normalistas de manera injustificada, como se describe a continuación:

Casi para terminar el mes de abril de 1941, el estudiantado de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, estalló un movimiento de huelga en contra del director, Carlos Pérez Guerrero, conocido elemento anticomunista ya desenmascarado en Michoacán por represivo y déspota. El 1º de Mayo, al aprovechar la intensa campaña anticomunista iniciada hacía meses, sin base alguna la derecha acusó a los estudiantes normalistas de haber quemado una bandera nacional e izado la rojinegra.[2]

La criminalización de los estudiantes por parte del Estado otorgó a los normalistas de una capacidad de reflexión e introspección que culminó en mayores demandas para la justicia en cuestiones ya no solamente educativas, si no también democráticas de igualdad social.

El 30 de diciembre de 1960 éstas comenzaron a intensificarse; después de una larga temporada de huelgas y manifestaciones en las que se exigía la destitución del gobernador Raúl Caballero Aburto, el mitin fue violentamente disuelto en la explanada del Palacio Municipal de Chilpancingo. Elementos de los batallones de infantería 6° y 24° del ejército, dispararon contra la multitud reunida y el resultado fue el asesinato de 18 civiles, y el encarcelamiento de 400 más. [3] No era cosa nueva que el gobierno culpara a los manifestantes por haber provocado la represión. Sin embargo la situación fue empeorando, la respuesta del gobierno era cada vez más agresiva; apoyados por los caciques de la región y los intereses norteamericanos, surgió un ambiente de persecución por todo aquél que mostrara simpatía con el comunismo cubano, y las ideas socialistas implantadas décadas pasadas. A esta etapa de persecución se le conoce como Guerra Sucia; la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa fue el semillero de líderes guerrilleros como Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas. 

Algunos historiadores dividen el periodo de la guerra sucia en tres etapas: 1) la autodefensiva y de organización de las bases de apoyo (1967–1969), 2) la de obtención de recursos a través de asaltos bancarios y secuestros (1970–1971) y 3) la ofensiva, de ataques a objetivos militares (1972-1974). [4] La desaparición forzada ha sido una de las tácticas heredadas de este periodo tan triste en la historia del país. Aún así, y sabiéndolo, muchos de los normalistas continuaron exigiendo sus derechos por tener una calidad de vida digna.

Hoy en día, los jóvenes de Ayotzinapa no olvidan ninguno de estos sucesos, pues muchos de sus padres, abuelos, maestros y amigos fueron actores de esta historia de lucha por la autonomía de su comunidad, día con día enseñan lo que significa la justicia, la identidad de un colectivo, la capacidad de seguir resistiendo ante las violaciones del Estado Mexicano y de los grupos del crimen organizado, mismos que fungen como caciques  y cuya finalidad es sacar provecho de cualquier situación política para su beneficio personal.

Aunque parezca que la historia se repite, el caso de los 43 jóvenes desaparecidos ha sido difundido a nivel global, los compañeros y familiares de Ayotzianapa no están solos, de hecho están más acompañados que nunca, no están ni estarán derrotados, su historia de lucha es un ejemplo de resistencia y de búsqueda por la justicia. 

 

 

Notas al pie

 

1. Cfr. Reyes, Juan Carlos. Moisés Saénz, la escuela de los adolescentes. El nacimiento de la escuela en México.http://www.academia.edu/4352657/MOISES_SAENZ_y_la_escuela_de_los_adolescentes

2. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=190398

3. Cfr. Cedillo, Cedillo, Adela. Los años de la “guerra sucia” Cronología de la represión en México (2ª mitad del siglo XX)1ª partehttp://guerrasuciamexicana.blogspot.mx/2009/01/cronologia-de-la-represion-en-mexico-2a.html

4. http://guerrasuciamexicana.blogspot.mx/2008/12/lucio-cabaas-barrientos.html

 

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