Palestina: Frenar a los perros de guerra
El conflicto palestino-Israelí tiene un componente fundamental, a la hora de entender la negativa de la entidad sionista de avanzar en un proceso que permita la autodeterminación del pueblo palestino: El Poder de los Colonos Judíos asentados en suelo palestino.
Estos, con su presencia en los territorios ocupados, su peso en materia de votos, su conducta belicista y racista juegan un papel primordial en el conflicto. Colonos que el activista israelí Uri Avnery ha calificado como los Perros de Guerra. Colonos que impiden, con un fanatismo extremo, cualquier acuerdo de paz o tan siquiera negociaciones de paz significativas, que permitan poner punto final a un conflicto que se extiende ya por 69 años. Son estos grupos los que demandan más y más tierras, en una política oficial de despojo y rapiña. Grupos imbuidos de una ideología que desprecia a la población autóctona.
Colonos protegidos por un Ejército de ocupación y exterminio al estilo de las SS hitlerianas, que violan la legislación internacional, ocupan cada pulgada de las más ricas y fértiles tierras palestinas, en asentamientos que no respetan ni siquiera las fronteras establecidas a golpe de complicidad de los organismos internacionales y los aliados de Israel. Colonos que se confunden con el ejército sin existir una distinción precisa pues muchos colonos son oficiales o miembros del Ejército Sionista y son miles los oficiales que viven en los asentamientos en los territorios palestinos.
Colonos y el nacionalsionismo
Y no hablo de asentamientos ilegales, porque ni siquiera existen los que puedan considerase válidos jurídicamente, pues esta ocupación se asienta en territorios esquilmados a sus legítimos dueños. Hablar de asentamientos ilícitos valida la política de robo de tierras, la destrucción de aldeas y cultivos palestinos a manos de la entidad sionista y su política oficial de rapiña y violación de los derechos humanos del pueblo palestino. Los colonos representan la punta de lanza de la política de expansión del sionismo, son sus milicias paramilitares que desde el año 2004 a la fecha han cometido 12 mil ataques terroristas, asesinando a palestinos con total impunidad según consignan las organizaciones palestinas defensoras de derechos humanos.
La mayor parte de los colonos son nacionalistas religiosos, extremistas y radicales que votan al Likud de Netanyahu como también a formaciones terroristas como Yisrael Beytenu del sionista y ex Ministro de Asuntos Exteriores - hasta mayo del año 2015 - Avigdor Lieberman quien habita en Nokdim, un asentamiento ubicado en Cisjordania. Lieberman es partidario de decapitar a aquellos “árabes-israelíes que sean desleales a Israel” Como también no dejar piedra sobre piedra destruir todo. Bombardear Irán, como también Beirut. Propulsor del llamado Plan Transfer que consiste en trasladar a Jordania u otros países árabes a todo habitantes árabes que vivan en Israel y los territorios ocupados. Un Lieberman con opiniones tales como “Sería mejor ahogar a los palestinos en el Mar Muerto, si fuera posible, puesto que es el punto más bajo del mundo”. Ideas y prácticas similares a las expresadas por los partidarios del nacionalsocialismo hitleriano, que implementó una política de exterminio del pueblo judío, tal como el sionismo lo concreta con el pueblo palestino. Una paradoja cruel que asimila el nacionalsocialismo con el nacionalsionismo.
Los colonos en Jerusalén Este y en Cisjordania son de la misma estirpe rabiosa que Lieberman e impiden avanzar incluso en la idea de dos Estados, que ha sido asumido en forma humillante por la Autoridad Nacional Palestina –ANP- que ha ido de tumbo en tumbo desde los Acuerdos de Oslo firmados el año 1993 – oficialmente Declaración de Principios sobre las Disposiciones relacionadas con un Gobierno Autónomo Provisional - y que lo han hecho ir cediendo demanda tras demanda ante el régimen israelí. Tal política contrasta con la llevada a cabo por otras entidades políticas, que a pesar de represión, agresiones militares, invasiones y miles de muertos aún sostienen la valerosa bandera de la autodeterminación bajo el marco político y militar que ello significa, como es el caso de Hamas que gobierna la asediada Franja de Gaza.
Como muestra que la conducta de fortaleza, clara vinculación con su población, realismo y objetivos políticos intransables cuando se trata de los derechos del pueblo palestino, son elementos indispensables a la hora negociar o concertar una tregua contra Israel, que ejerce como potencia ocupante. El Movimiento de Resistencia Islámica Palestina – Hamas - ha dado una lección de consecuencia y flexibilidad en la conducción política y militar en la asediada Franja de Gaza, anunciando que está dispuesto a firmar una tregua más consolidada con el régimen de Israel, a cambio del levantamiento del cerco que ese territorio de la Palestina ocupada ha sufrido en los últimos ocho años.
Disposición al diálogo si eso beneficia al pueblo palestino
Trascendió en su oportunidad que Hamas recibió algunos emisarios europeos – el año 2015 - tanto en Gaza como en Doha, Capital de Catar con mensajes de Israel en una interlocución definida como no oficial, pero que mostraron signos de acercamiento. La piedra de tope ha ido permanentemente la presencia de cientos de miles de colonos, los millones de refugiados palestinos y en la actualidad el conflicto que sacude a Siria y que repercute claramente en la situación palestina.
Los colonos israelitas, muchos de ellos ortodoxos religiosos y migrantes de otros países atraídos por la promesa de vivienda, trabajo y protección, son la expresión del pensamiento y la práctica militarista de la clase política israelí, en todos y cada uno de sus regímenes, sean estos Laboristas o del Likud, son causa fundamental del Estado de Guerra permanente que la entidad sionista mantiene con relación a los palestinos pero también con sus vecinos bajo el discurso apocalíptico de protegerse o desaparecer, incluso si ello significa poseer armas de destrucción masiva como lo expresa su arsenal nuclear estimado entre 200 a 200 artefactos nucleares, a contrapelo de la legislación internacional, de la Organización internacional de Energías Atómica – OIEA-, del Tratado de No Proliferación Nuclear – TNPN- sin que ello haya conllevado o signifique sanciones internacionales, bloqueo o políticas encaminadas a eliminar ese programa de desarrollo nuclear militar.
Esa relación privilegiada con el régimen israelita se constituye en un claro doble rasero de un occidente liderado por EEUU que implementa sanciones contra algunos pero se constituye en aliado, financista y cómplice de regímenes totalitarios como el sionista a través de creaciones como el denominado AIPAC - American Israel Public Affairs Committe – soporte fundamental a la hora de seguir entregando 4 mil millones de apoyo financiero a la entidad sionista, junto a la entrega de material bélico, apoyo político y diplomático internacional que impide cualquier resolución de condena a su práctica genocida contra el pueblo palestino.
El conflicto palestino-israelí tiene repercusiones en el conjunto de Oriente Medio. Su solución implica dar pasos efectivos para lograr la estabilidad que tanto necesita el Levante Mediterráneo, sacudido hoy por la agresión que sufre el pueblo de Siria a manos de bandas takfirí, apoyadas por los mismos que hoy en día no desean la autodeterminación del pueblo palestino y se han sumado a una alianza con la entidad sionista.
Los enemigos de la paz en Oriente Medio, son amigos en la opresión de los pueblos, en la mantención de políticas hegemónicas tendientes a favorecer los intereses de Washington, sus aliados europeos y aquellos que se mueven al compás del hilo que maneja el titiritero mayor. En ese escenario se enmarca el inaceptable proceder de los gobiernos occidentales, liderados por EEUU y la triada conformada por Turquía-Israel y Arabia Saudita respecto a dividir, balcanizar y fragmentar Oriente Medio tratando de encontrar allí el trozo de territorio del cual dominar y disfrutar.
Acabar con la guerra que sacude a Siria e Irak, terminar con la política de ocupación y asentamiento de colonos en territorio palestino, cesar el apoyo a las bandas takfirí que operan en la región, avanzar hacia la autodeterminación del pueblo palestino, terminar con la agresión contra el pueblo yemení a manos de la Monarquía saudí son condiciones sine qua non para cualquier intento de estabilizar la zona y avanzar hacia la conformación de Estados con un máximo de justicia social, defensa de los derechos humanos. En ese marco, dar término a 69 años de violación a los derechos del pueblo palestino por tener un Estado no es uno más de los asuntos de la región que hay que considerar, es uno de los asuntos principales, de justicia y reparación histórica.
Violaciones sin sanciones
Desde la Resolución Nº 181/11 del 29 de noviembre del año 1947 que concretaba la partición de palestina en dos territorios, pasando por la Resolución Nº 242 del año 1967 q ue exigió a Israel la retirada de los territorios ocupados, hasta la última de septiembre del año 2015 que condenó los ataques de Israel sobre la Franja de Gaza se han emitido por parte del Consejo de Seguridad, cerca de 90 resoluciones directamente relacionadas con la ocupación del territorio palestino por parte de Israel, de las cuales la totalidad han sido incumplidas. El pasado martes 1 de marzo el Ministro de Exteriores Palestino Riyad al Malki solicitó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, una resolución que rechace los asentamientos judíos en territorio palestino, ejemplificando con ello que no es posible esperar nada de los organismos internacionales cuando se trata de la entidad sionista.
En materias más generales desde el año 1947 a la fecha se han emitido un promedio de 15 resoluciones anuales con materias tan diversas como desmantelar el muro de la vergüenza, detener los asentamientos de colonos judíos, cesar el control sobre la población palestina en los check points, suprimir las deportaciones de palestinos y destrucción de sus viviendas. No cumplir la cuarta convención de Ginebra, atacar a Estados vecinos, cambiar es estatus jurídico de Al Quds, impedir la inspección de la OIEA entre otras. Sin embargo, ninguna de ellas ha sido cumplida ¡ninguna!
Todas ellas han contado con el veto de EEUU en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en un apolítica de complicidad vergonzosa y de una doble moral que vincula a las administraciones estadounidenses en los crímenes cometidos por Israel, que gracias al sostén estadounidense ha devenido en una entidad dotada del quinto aparato militar del mundo para una población de 7.5 millones de habitantes.
Ante esa conducta violatoria de Israel se hace imprescindible una postura internacional clara y firme, que comience con una implementación general de la denominada política de Boicot, Desinversión e Inversiones – BDS – hacer cumplir cada una de las resoluciones emitidas por las naciones unidas bajo la amenaza de establecer una política de sanciones al estilo de las que se han impuesto a otras naciones que han sido injustamente sancionadas por su políticas soberanas. Establecer un bloqueo comercial, cultural, militar, político y deportivo. Dar curso a la creación de una Zona de Exclusión Aérea que impida a la Fuerza Aérea Sionista atacar al pueblo palestino a sus vecinos sirios y libaneses. Desmantelar su programa de desarrollo nuclear bajo los mismos parámetros que se les exige a otros países. Avanzar en la autodeterminación del pueblo palestino en un proceso político enmarcado en la protección de las Naciones Unidas, tal como aconteció en Timor Oriental.
Desde el fin de la agresión israelí con la Operación “Margen Protector” entre el 8 de julio y el 26 de agosto del año 2014, a actualidad con la serie de provocaciones contra la sociedad palestina en materia de violación de sus recintos sagrados y limitaciones a los derechos humanos básicos, han sido asesinados 350 palestinos, la mayoría de ellos menores de 30 años, en una sangría que pretende detener y cercenar la rebeldía de la juventud palestina, cansada, no sólo de tantos años de abusos y violaciones por parte del ocupante israelí, sino también de la política de sometimiento de algunas de su autoridades políticas. Una juventud que ve lejano su sueño de autodeterminación si no se toman medidas en Palestina y el mundo que obliguen a Israel a retirarse de los territorios ocupados.
Tarea, a la luz de la política de Netanyahu y sus aliados en Israel y Occidente de difícil concreción, pues la sola idea de alcanzar la paz implica necesariamente abandonar los territorios ocupados de Cisjordania, Jerusalén Este y liberar el asedio contra Gaza, desmantelando las colonias, que se ubican a lo largo de Cisjordania, partiendo en dos el anhelado Estado Palestino - y reubicar a 550 mil colonos en asentamientos ubicados en las mejores y más productivas tierras usurpadas a sus habitantes, violando todas y cada una de las resoluciones de las Naciones Unidas.
Como muestra que la imaginación en materia de métodos de represión contra la población palestina no cesa, por parte de las autoridades sionistas, el premier israelí, Benjamin Netanyahu sostuvo que se está estudiando expulsar a la Franja de Gaza a los familiares de combatientes palestinos que lleven a cabo ataques de represalias contra las fuerzas ocupantes israelíes en Al Quds y Cisjordania. Según Netanyahu esto permitiría reducir sensiblemente los ataques contra intereses israelitas y los colonos asentados en territorio palestino. Una medida destinada a seguir castigando a los habitantes de la Franja de Gaza, sometidos a un asedio implacable y criminal que ha elevado los índices de cesantía, pobreza y una disminución de los indicadores de desarrollo humano.
Un estudio dado a conocer el año 2015, tras el fin de la operación “Margen protector” por el Centro Palestino Para los Derechos Humanos - PCHR, por sus siglas en inglés - revela que el 21 % de los gazatíes vive en pobreza extrema con menos de 1.25 dólares al día. Con una tasa de desempleo del 45%, la industria gazatí, su sector pesquero, artesanal, inmobiliario está en las ruinas, sujeto a innumerables restricciones y el bloqueo por parte del ocupante sionista “El aislamiento y asedio de Gaza por parte de Israel ha dado lugar a graves violaciones, sociales y culturales de 1,8 millones de personas”.
En el marco de la situación descrita para Palestina resulta difícil imaginar un vuelco en la política de ocupación de Israel, sobre todo por el dominio que ejerce sobre el gobierno el sector militarista y los colonos, quienes se oponen a devolver una pulgada del territorio ocupado que según la ideología sionista “Dios les prometió”. Por eso, afirma el crítico y activista israelí Uri Avnery quien sostiene una opinión absolutamente actualizada, a pesar de haber sido pronunciada un lustro atrás respecto a que, bajo ese marco político-ideológico y religioso, sostenido sobre todo por los colonos - calificados por este crítico del sionismo como Perros de Guerra “ Los colonos y sus aliados dominan el actual gobierno israelí de coalición”
Afirma Uvnery que “este grupo de cientos de miles de personas, se oponen a entregar siquiera una pulgada cuadrada de territorio del país que Dios nos prometió - incluso los colonos que no creen en Dios creen que Él nos prometió la tierra - Por eso no hay negociaciones de paz, no hay congelación de la actividad inmobiliaria en las colonias, ningún movimiento de ninguna clase hacia la paz “. Para Avnery en el 2011 y con plena actualidad este 2016 los colonos son un tipo de perros terroríficos “con la tarea de proteger las colonias y atacar a los palestinos. Son colonos-perros o más bien perro-colonos..a diferencia del sabueso de los Baskerville, el perro de las colonias está ladrando fuerte. Es el sonido de la guerra”.
Avnery sostuvo en aquella oportunidad una verdad incuestionable, plenamente vigente “Los colonos fueron a sus emplazamientos en Cisjordania específicamente para este propósito: crear “hechos sobre el terreno” que impidieran cualquier posibilidad de establecer un Estado palestino viable. Por consiguiente es inconsistente si son los colonos los que impiden devolver los territorios ocupados o si es el gobierno usa a los colonos para este propósito. Viene a ser lo mismo: los colonos bloquean cualquier intento de paz”. Para ellos el que Palestina se haya adherido el Estatuto de Roma no significa nada mientras su cómplice, EEUU, siga otorgando su vergonzoso veto a toda resolución condenatoria a la política de usurpación del territorio palestino.
Ante ello la única política posible, considerando el abandono de los organismos internacionales a la defensa de los derechos palestinos es la resistencia. Resistencia que es hablar de entereza y dignidad, como el camino viable hacia la victoria ante los usurpadores y ocupantes israelíes. Resistencia política y militar, con aplicación de una política de boicot, desinversión e inversiones contra la entidad sionista, aislarlos, convertirlos en parias internacionales tal como en su momento se concretó con el régimen del apartheid sudafricano y que ayudó a su derrumbe final cuando las fuerzas políticas y militares sudafricanas en unión con las fuerzas cubanas y angolanas asfixiaban al Ejército del que era considerado hasta entonces un ejército imposible de vencer.
La Intifada palestina, no importando si se trata de la tercera o una más de las innumerables que ha protagonizado el heroico pueblo palestino, desde la Nakba en el año 1948, su resistencia y dignidad son un ejemplo, que se sitúa a la par de la conducta del pueblo saharaui bajo la ocupación marroquí, del pueblo yemenita bajo la agresión de la Monarquía saudí, del pueblo sirio y su defensa valerosa frente a la guerra de exterminio desatada por las bandas takfirí y su valedores occidentales y de Oriente Medio. La resistencia palestina es un faro frente a tanta oscura indignidad que se prolonga ya por 69 años.
Artículo del autor cedido por Hispantv. La Haine