Portugal: El juego de la hipocresía
Terminada la Guerra de Crimea en 1856, el Imperio ruso y la Inglaterra victoriana estuvieron al borde de un nuevo conflicto armado hasta la firma en 1904 de la llamada Entente Cordiale.
The Great Game, el Gran Juego, fue el nombre que la historia dio a la tensión permanente entre las dos potencias imperiales, nacida de ambiciones incompatibles por el dominio de Afganistán. Los diplomáticos mentían conscientemente sugiriendo la inminencia de una guerra que ni Londres ni Petersburgo deseaban.
En un contexto histórico muy diferente, lo que ocurrió en Portugal en las últimas semanas trae a la memoria ese juego hipócrita anglo ruso del siglo XIX.
La actitud y las declaraciones del Presidente de la República y de los principales dirigentes del PSD y del CDS, y la histeria especulativa del sistema mediático, caracterizaron bien ese juego de la hipocresía e iluminan un sistema institucional podrido.
Durante semanas llovieron discursos, entrevistas, análisis, artículos especulativos sobre el desenlace de la situación creada por el resultado de las elecciones legislativas.
El Presidente de la República, antes de escuchar a los partidos, encargó inmediatamente a Passos Coelho iniciar contactos con vista a la formación de un «gobierno estable», consciente de que eso era imposible en un Parlamento en que la coalición PDS-CDS había perdido la mayoría absoluta.
Simultáneamente, Antonio Costa inició conversaciones con el binomio PSD-CDS y con el PCP y el Bloco de Esquerda. Quedaron inconclusas las reuniones con la coalición y hubo progresos en los encuentros con los dirigentes comunistas y los bloquistas con vista a la formación de un «gobierno de izquierda».
Passos, Portas y Costa intercambiaron acusaciones en tono cada vez más áspero. En la semana anterior a las reuniones del Presidente de la República con los partidos se multiplicaron las mesas redondas, las entrevistas y las consultas a constitucionalistas.
«Especialistas» y politólogos construyeron escenarios fantasiosas en la televisión, la radio y los periódicos dichos de referencia.
La hipótesis de un gobierno de gestión fue exhaustivamente debatida en una atmósfera de intriga y densa especulación. Raramente en Portugal se habló tanto y tan impropiamente de «nuestra democracia » y de los «superiores intereses del país». Pura retórica. Portugal, asegurados derechos y libertades fundamentales, vive bajo una dictadura económica de la burguesía con mascara democrática.
El 15, al agudizarse la tensión entre Costa y los dirigentes de la coalición PSD-CDS, la mayoría de los observadores admitían que la solución más probable seria el llamado «gobierno de izquierda».
Subestimaban sin embargo la oposición de un sector importante del PS a un gobierno apoyado por el Partido Comunista y el Bloco de Esquerda. Francisco de Assis, vocero de esa tendencia, fue muy claro al manifestar su preferencia por un gobierno PSD-CDS.
La actitud de los medios cambió a partir del 17: pasaron a presentar el nombramiento de Passos como una certeza. En el Expreso,el semanario de la gran burguesía, el director, los directores adjuntos y los principales editores tomaron partido ostensiblemente por esa solución.
¿QUÉ FUTURO EN EL HORIZONTE?
El desenlace (provisorio) es conocido. En la noche del 22, Cavaco Silva se dirigió al país. Con un discurso, que habrá sido el más reaccionario de su carrera, digitó a Passos Coelho como Primer Ministro, invitándole a formar gobierno. Irrespetando la Constitución y la Asamblea de la República insultó, sin nombrarlos, a los partidos de oposición. Para él la izquierda termina en el Partido Socialista, ignorando ostensiblemente la existencia del Partido Comunista y del Bloco. Según Cavaco, la alternativa al nombramiento del dirigente del PSD sería catastrófica, y en una maniobra de chantaje político apeló a la disidencia de los diputados del PS, instándolos a viabilizar el programa del gobierno de la coalición de derecha.
Se puede afirmar que el tiro le salió por la culata.
Con esa tentativa desesperada de salvar su partido, el Presidente de la República habló como dirigente de una secta provocando un efecto contrario al deseado: unió al PS en vez de dividirlo. Horas después, la Comisión Política de los socialistas mandató a su grupo parlamentario para presentar una moción de rechazo al gobierno de Pasos. Anticipándose,el PCP y el Bloco ya habían anunciado mociones de rechazo.
Los analistas con banca en la TV y los medios, comentando la situación de vacío político que resultará del derrumbe del gobierno PSD-CDS, se entregan ahora a frenéticas especulaciones.
Cavaco sugirió que no aceptará un gobierno del PS apoyado por el PCP y el BE. Tal intención configura un desafío frontal a la Constitución y al Poder Legislativo. Sería un acto de contornos dictatoriales, además incompatible con la anunciada decisión del Presidente de no colocar el país durante muchos meses bajo un gobierno de gestión condenado por el Parlamento.
Tremendas presiones serán ejercidas seguramente sobre el Presidente de la República para dar lo dicho por no dicho, y, bajando a la tierra, encargar a Antonio Costa que forme gobierno.
Anticipo que, sea cual sea el desenlace definitivo de la crisis institucional, no estoy optimista. El acuerdo presto a ser firmado por el PS con el PCP y el Bloco no disipa los nubarrones acumulados en el horizonte. Pero justificar mi posición es doloroso.
UN PS CAMALEÓN
La mayoría de los comentaristas con banca en la televisión y los periódicos, preocupada con la impotencia del gobierno fantasma de Passos & Portas, se entrega ahora a frenéticas especulaciones sobre el futuro «gobierno de izquierda» que consideran inevitable. ¿Pero será realmente un «gobierno de izquierda»?
No lo creo posible.
El PS es actualmente un partido neoliberal como la mayoría de sus congéneres europeos. Cuando estuvo en el gobierno realizó una política de derecha y cuando en la oposición fue cómplice de políticas de derecha.
Al inicio de la Revolución Portuguesa, el Partido Socialista, creado en Alemania Federal, auspiciado por el SPD de Willy Brandt, tenía un programa influenciado por el marxismo. Se justificaba entonces hablar de una «mayoría de izquierda» cuando socialistas y comunistas obtenían muchos más diputados que la derecha.
Pero el PS, bajo la dirección de Mario Soares, reescribió su programa, cambió de rojo a rosa el color de su bandera, pasó a exorcizar el marxismo y «engavetó» el socialismo. En el Parlamento se alió con frecuencia a la derecha, primero al CDS, y después al PSD (en el llamado Bloco Central)
Empuñando el estandarte de una cosa llamada Socialismo de Rostro Humano, combatió sistemáticamente al PCP hombro a hombro con las fuerzas más reaccionarias de la sociedad portuguesa. Cumplió un papel decisivo en la destrucción de la Reforma Agraria y en la ofensiva contra las conquistas de Abril.
Álvaro Cunhal y Vasco Gonçalves identifican en Solares el principal responsable de la contrarrevolución. El PS fue, en el Gobierno y después en la Presidencia de la República, el instrumento de acción de su estrategia reaccionaria, a la que Guterres, Sócrates y Seguro dieron continuidad.
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¿Puede un gobierno salido del actual Parlamento realizar una política tan nociva como la de Passos & Portas? No.
¿Pero acaso el gobierno de Antonio Costa pretende desarrollar una política que corresponda mínimamente a las aspiraciones de las víctimas de la obra devastadora de la coalición PSD-CDS?
No lo creo. Es muy improbable que esa esperanza se materialice. Sean cuales sean los acuerdos a que lleguen los tres partidos, los riesgos (sobre todo para los comunistas) serán siempre grandes y la posibilidad de evitarlos escasa. Las áreas de entendimiento eventual entre proyectos diferentes son pocas. Es mi convicción que solamente la intensificación de la lucha de masas, como frente prioritario de combate contra la herencia devastadora de los últimos gobiernos, puede abrir perspectivas de sobrevivencia al gobierno de Antonio Costa.
¿Pero aceptara la dirección del PS un cambio tan profundo de su estrategia tradicional? No parece probable.
Vila Nova de Gaia, 23 de Septiembre de 2015
www.odiario.info. Traducido por el autor. Revisado por La Haine