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Europa :: 18/06/2011

Silvia, Constantino y Billy: La oposición al "progreso" está bien castigada

La Haine
Fechado el juicio contra Silvia Guerini, Costantino Ragusa y Luca Bernasconi (Billy) para entre el 18 y el 22 de Julio de 2011 en Bellinzona (suiza italiana)

El 15 de Abril de 2010, Costa, Silvia y Billy fueron detenidos en un control de carretera en la Suiza alemana. La policía afirmó haber encontrado explosivos en el coche durante el registro y un comunicado de reivindicación respecto a una acción de sabotaje contra el nuevo centro de investigación sobre nanotecnologías de la multinacional IBM, en construcción cerca de Zurich. Desde Abril están en distintas cárceles suizas en régimen de preventiva con unas condiciones de arresto especialmente duras, sobretodo en lo que concierne a la censura del correo, seguramente por las muestras de solidaridad recibidas desde todo el mundo. Durante todo este tiempo no se han dejado doblegar y han llevado iniciativas comunes, individuales y solidarias, especialmente en forma de huelga de hambre.

Por su parte, la fiscalía italiana de Turín continúa sus investigaciones (con colaboración del estado suizo) para llevar a cabo sus acusaciones particulares. El Tribunal Penal Federal de Suiza les acusa de actos de preparación punibles de incendio intencionado; fabricación, ocultación y transporte de materiales explosivos y de comercio no autorizado (importación) de explosivos, con penas que podrían llegar a los 15 años.

Queda claro que la oposición al “progreso” está bien castigada, pero también que la lucha contra las nocividades (nanotecnología, biotecnología, nuclear…) es necesaria. Estamos en un punto de inflexión en el que es necesario tomar posiciones firmes y actuar. No se trata de un simple avance de la ciencia, de la tecnología o del poder de los estados y las multinacionales, va mucho más allá. Por eso las luchas cerradas y aisladas ya no tienen sentido. Es tiempo de LUCHAR POR LA VIDA.

A continuación el último comunicado recibido, de Billy, referente a la última iniciativa colectiva – huelga de hambre. También, para descargar, el fanzine “Hablan Silvia, Costa, Billy y Marco. Habla la solidaridad”, un trabajo de recopilación y traducción de los comunicados y cartas suyxs, cronología de hechos y acciones y comunicados de solidaridad. (Los archivos que acaban en 2 son para imprimir con impresora de las que imprime por las 2 caras sola, los otros para imprimir impares, dar la vuelta a las hojas, e imprimir los pares. Son 4 archivos. Dos archivos hacen un fancine).


CONTRIBUCIÓN DE BILLY A LA INICIATIVA COMÚN DEL 1-28 DE MAYO

29/04/2011

Científicos e investigadores, la industria y los gobiernos nos están empujando hacia una nueva era colmada de promesas: la era digital, de los ambientes inteligentes, de la eficiencia infinitesimal y la convergencia tecnocientífica que promete “grandes cosas”. Una era que ya se está materializando delante nuestro, mientras todavía la percibimos como ciencia ficción, y que llevará consigo un cambio de época que nos viene propuesto con la misma superficialidad con que cada día nos proponen un nuevo modelo de televisor, un nuevo móvil o cualquier otro “bien de consumo”. Quieren hacernos desear el futuro y nos hablan de él como se puede hablar de un espectáculo teatral en programación, de algo que descubriremos sólo cuando se abra el telón y a nosotros sólo nos quede asistir a su desarrollo.

La industria, como siempre, ha sabido recoger y reciclar bien las tensiones surgidas en los últimos decenios en el seno de la sociedad. Primero a través de un consumismo al alcance de todos, incluso al de las clases más pobres de la sociedad, y ahora a través de un “nuevo” consumismo cargado del sentido de responsabilidad social y ambiental, así que incluso la disidencia se vuelve aprobechable consiguiendo sacar a las masas de las calles y de las luchas por un cambio dentro de los supermercados, en la cola de la caja, donde ordenadamente se puede comprar el estilo de vida que cada uno tiene el derecho de elegirse para sí mismo.

Una operación casi mesiánica, de conversión a un consumo responsable y con esperanza en la investigación científica, que ha encontrado un amplio apoyo por parte de ambientalistas profesionales y lobbys, que se han adherido con el fervor del quien ha encontrado al nuevo Jesús propio al que confiarle la suerte del planeta, la solución a todas las injusticias y la redención de los pecados. De todas formas, después de todo este tiempo de industrialismo de chimeneas humeantes y descargas industriales directamente al mar, ¿por qué no dar la bienvenida a una era hi-tech que supura verde por todos los poros? ¿Por qué no fiarnos de investigadores que prometen todo cuanto siempre habíamos creído imposible y que parecen haber encontrado en sus laboratorios el Santo Grial de la vida eterna y del bienestar duradero?

Este es el mensaje que lanzan tanto los lobbys como los ambientalistas en un embarazoso unísono de lavado de cerebros. No obstante, en este cotidiano en que nos encontramos viviendo en junglas de cemento y asfalto, donde nuestras manos tocan más teclados y pantallas que a otras manos y otros cuerpos, y nuestras mentes se proyectan más hacia la virtualidad mediática que hacia la realidad inmediata, es de preguntarse: ¿de qué tipo de vida se está hablando? Las 50.000 especies no humanas que se extinguen cada año por este “progreso”, ¿qué representan en este concepto de vida eterna? ¿Y qué significa bienestar? ¿Y las montañas de “bienes de consumo” diseñados para transformarse en basura que llena supermercados y escaparates de calles y centros de ciudad? ¿Y esa esperanza de vida que hemos casi redoblado reduciendo la de los “otros”, de los pobres y los inmigrantes a los que hemos explotado, de los incivilizados a los que hemos colonizado o de los animales que criamos en granjas o torturamos? ¿Es ésta sociedad-basura esclavista la que queremos volver sostenible, reproducible eternamente?

Porque el carácter nocivo de ésta sociedad tecnoindustrial no reside sólo en el daño que acarrea para la salud humana o al ambiente que decora las zonas turísticas, daño que se procura hacer tolerable encuadrándolo en los límites de emisiones o de exposición anuales. Más bien, el cambio climático, la polución, la radioactividad en los suelos y la consecuente en nuestra salud, no son más que los efectos y los síntomas más evidentes de lo nociva que es la vida metropolitana, las metrópolis difusas, las infraestructuras de producción industrial y del consumo de masas. Lo nocivo es este sistema industrial que sustrae autonomía y autodeterminación para atar a todos/as a la producción de servicios y mercancías-basura.

Confundir los síntomas de una enfermedad con la propia enfermedad no lleva a resolver nada, y continuar contrastando las consecuencias del sistema industrial antes que al propio sistema industrial significa continuar permitiendo la destrucción de los territorios y ecosistemas, comunidades y especies para permitir a un escaso porcentaje de habitantes de este planeta continuar muriendo por su propia superabundancia. Reclamar una economía ecosolidaria o sostenible en lugar de la actual neoliberal no lleva mucho más lejos: lo vivo continuará siendo materializado, lo existente mercantilizado y siendo pasto de la economía de mercado, y la dirección continuará siendo la misma, directa hacia el colapso social y ecológico. Y si a estas alturas, un colapso social puede ser esperado como una ocasión para empezar de cero, deshacerse de las podridas instituciones y de la mentalidad que las sostienen y poder poner en práctica la sincera y espontánea solidaridad entre individuos, el colapso ecológico no nos lo podemos permitir.

Aunque los curas y transhumanistas digan lo contrario, nuestro destino es el mismo que el de la tierra.

A lo largo de toda la historia hombres y mujeres de todos los tiempos han aspirado a una vida libre, autónoma y autodeterminada. Una aspiración que siempre ha chocado con los poderes (señores y gobiernos, poderes económicos y políticos), los cuales siempre han mirado por hacerse con el control, las posesiones y la superioridad sobre la vida de los demás. La historia, como la conocemos de los libros, puede ser considerada el desarrollo cronológico de estos deseos de poder que, desde las civilizaciones antiguas hata hoy, se han ido extendiendo, explotándose, afinándose y concentrándose cada vez más. Paradójicamente, en la era en que más etiquetas de libertad se han puesto en comparación con las anteriores, esta dominación tiene la posibilidad de cerrar el círculo, de volverse total gracias a la contribución de científicos “prestigiosos” que han hecho posible el control sobre lo más infinitesimal que compone la vida: los genes y la materia. Desgraciadamente, es difusa y malsana la idea que atribuye a las ciencias modernas y a las tecnologías que derivan de ellas un rol neutral y sustancialmente positivo en el desarrollo de la historia, cuando en realidad ya en sí mismas llevan un discriminante desde el momento en que son expresión de una cultura que se ha puesto a sí misma en el centro del universo, ha definido sus valores como superiores e incluso universales y con todo lo que era “otra cosa” han hecho un recurso a su servicio.

Definir a las ciencias y a la tecnología como neutrales, viendo incluso la aportación aplastante que siempre han hecho a la difusión e imposición de nuestro modelo social y económico en ambos hemisferios, es cuanto menos ingénuo. Esa pretendida neutralidad tiene más bien todo el aspecto de una máscara de docilidad que permite proyectar sobre la sociedad tecnoindustrial un aurea de evolución natural para hacerla parecer más inconfrontable. Las bio y nanotecnologías, que medios de comunicación e instituciones pretenden vendernos como el desarrollo-maná-del-cielo que resolverá todos los problemas del mundo y vendrá a auxiliar a la tierra, representan en cambio la posibilidad para el sistema industrial y tecnológico de redefinirse completamente y afianzar su dominio en la imposibilidad que tendremos todos/as nosotros/as de prescindir de su producción, de sus infraestructuras/instituciones y de sus tecnologías.

Un ejemplo más de éste juego moderno, imperceptible por la costumbre de jugarlo, se encuentra en las crónicas de éste último periodo, en los aumentos de precio de los productos alimenticios agrícolas que amenazan nuevamente con dejar sin comida no sólo a las poblaciones de Asia y África. Aumento de precios que ha sido una de las chispas que ha desencadenado las revueltas que no cesan de inflamar los países árabes. Los economistas, como siempre, tienen preparada la justificación de acuerdo a sus leyes económicas que desde hace siglos intentan dar un orígen natural al chantaje esclavista del capital. Hechan la culpa a las sequías de China, a las lluvias torrenciales en La India, a las inundaciones en Australia o a los incendios en Rusia. Alguno incluso admite especulaciones en los mercados de las “mercancías”, como si fuese algo de lo que maravillarse y sacudir la cabeza... Para ellos, para los gobiernos, para el mundo científico y económico, para la enésima crisis alimentaria que se perfila, la culpa es de la naturaleza, obviamente, tan imperfecta e irracional, en vez del capitalismo que ha quitado soberanía alimentaria a las comunidades y ha entregado las tierras, los bosques, las aguas y la propia vida de millones de oprimidos/as al saqueo de gobiernos e industrias.

Su solución será la misma de siempre, combatir (¿?) el hambre en el mundo aumentando la producción, racionalizándola e ingenierizándola... extendiendo todavía más el sistema industrial, al parásito que ha llevado a la devastación social y ecológica a todo aquél con quien convive. Similarmente, en Europa, gobiernos y agrobusiness, hacen cada vez más presión, reforzados por datos científicos que no les contrarian, para la comercialización definitiva de OGM’s (trasgénicos). Una presión institucional pero también muy practicada a través de contaminaciones “accidentales” de semillas modificadas genéticamente que, sumada al trabajo de los medios de comunicación y de lobbys para volver deseable el futuro hi-tech, es una clara invitación a quedarse bien cómodos en el sofá, y esperar resignados a que se abra el telón.

Bio y nanotech, junto al desarrollo nuclear, asientan en nuestro cotidiano una nocividad que por grandeza, sea en términos de difusión que de peligro de la amenaza, la historia nunca antes ha conocido. Mirando también a los ecosistemas por encima y por debajo de la superficie del agua, a todo cuanto ha sido destruído, de veras no quedan excusas para estar esperando que “alguien” haga alguna cosa o que las conciencias se despierten.

Esta huelga de hambre es para volver desde dentro, una vez más, a sentirse cómplices de las luchas de fuera, para darle una patada al a resignación que, tanto dentro como fuera, querrían ver en las caras, y para mandaros una sonrisa a vosotros fuera y un abrazo fuerte a los/as compañeros/as boloñeses/as arrestados/as, a los/as insomnes de los bloqueos al transporte Castor en Val di Susa (Valle de Susa, Italia) y a cualquiera que, en cualquier lugar, continúa sin rendirse.

¡Por la liberación animal y de la tierra!

Billy, desde una cárcel de la paz social.

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