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Los Ilegales: Rock de reconversión

Durante el transcurso de la larga fiesta que fueron (para algunos) los años ochenta madrileños, un grasiento hombrecillo bigotudo descansa en los camerinos de la sala Rock-Ola, acompañado de unas tiernas grupis que le ríen las gracias. Mientras tanto nuestro protagonista ingresa en la estancia en silencio, con apariencia de estar muy concentrado pensando en algo. "Quién ha dejado entrar a este payaso", pregunta el idolillo de tercera, estimulado por las endorfinas del post-directo, entre otros agentes externos. Nuestro hombre se transforma: parece crecer dos palmos (esto es -créanme- mucho), hay quién asegura que le salieron cuernos y que olía a azufre, alza la voz tres octavas y grita: ¡TE MATOOOOO! Inmediatamente, cruza la estancia en media décima de segundo, y de un solo y rudo golpe (que solo se puede aprender peleando con los estibadores del Musel) lo tumba.

La víctima era Edi Clavo, batería de Gabinete Caligari: un pisaverde inconsciente, que no es que anhelase la muerte, sino que simplemente ignoraba que Jorge Martínez es el Mal.

JM es Ilegales, un grupo que habla del odio, del dolor, de la demencia y, en general, de todo aquello que degrada al ser humano. El sonido del grupo es semejante al sonido del tajo en la cadena de montaje o del barreno en la mina: es Rock de Reconversión. Y vamos a ver por qué.

Jorge María Martínez García nació en Gijón, Asturias, en una época en la que el carbón australiano importado comenzaba a resultar infinitamente más barato que el español, pues los costes de producción de las explotaciones asturianas resultaban insostenibles. Así pues Asturias, que era una tierra verde y agradecida, veía cómo el Estado abandonaba al grito de sálvese quién pueda las innumerables explotaciones hulleras y siderúrgicas que infestaban su suelo, dejando su futuro sellado. Una mala planificación a largo plazo en los sectores alternativos dejó en la juventud el estigma del No Future grabado en la frente, amén de la generosa posibilidad de elección entre jaco o jubilación anticipada en la mina. Y la Asturias urbana pasó a ser un lugar gris y mórbido, con la marca de las ciudades condenadas a muerte. Aunque el joven Jorge es tenido por ser de buena cuna, el ambiente del Gijón industrializado de finales de los setenta era un caldo de cultivo perfecto para el desarrollo del Lado Oscuro. El mismo JM sitúa el comienzo de Ilegales durante el transcurso de una dura reyerta en un antro portuario para perdedores, mostrando esa querencia por los bajos fondos del género humano que tanto ha impregnado sus canciones. Así pues, JM se sale de contexto y procede a reinventarse a sí mismo, comenzando a configurarse aquello conocido por "lo que se sabe de Ilegales", es decir, su leyenda. El grupo se integra y se desintegra, merced al progresivo paso por su seno de efectivos contratados entre peleas y borracheras, siendo estos politoxicómanos, ex presidiarios y, en general, seres de las profundidades sociales.

Jorge nos descoloca con sucesivas intervenciones fugaces y legendarias por las distintas televisiones a lo largo y ancho de la piel de toro: contándole en primicia mundial a Joaquín Luqui que utiliza los ejemplares de su colección de El Gran musical, sita bajo su cama, para masturbarse; escandalizando a marujas como Pilar Rahola con frases del tipo "¡Eh! ¡Un momento! A lo largo de la Historia penes pequeños han penetrado kilómetros y kilómetros de coño", acompañando la digresión con infinidad de gestos obscenos; o lo mejor que se ha visto en televisión desde Miki "Farla-Cao" Molina en Furor: Ilegales en el programa de Miguel Ríos (sí, recuerdan bien: aquel al que iban los únicos músicos que parecía haber por aquí en aquella época), en medio de "Problema Sexual"; de repente Jorge mira fijamente a la cámara, desorbitando los ojos, y grita: "¡¡SEÑORA, SINO LE GUSTA MI CARETO, CAMBIE DE CANAL!!"

Un repaso exhaustivo de la discografía de este señor revelará y reforzará algunas de sus características esenciales.

ILEGALES

En primer lugar encontramos su disco homónimo, con un atribulado anciano en disposición de quitarse la vida en la portada. Canciones como "Yo soy quién espía los juegos de los niños", con ese soniquete que es como una cortadora industrial de hilo de metal de 25 centímetros de diámetro; "Me sueltan mañana" y "Delincuente habitual", alimentando la leyenda de la incompatibilidad del grupo con la ley; o "Caramelos Podridos", que parece confirmar el rumor de que irse de romería con JM es poco menos que alistarse para el Vietnam, conforman este primer LP de Ilegales.

AGOTADOS DE ESPERAR EL FIN

Un campo de concentración infantil como portada augura la presencia del Mal en este segundo disco. "Para Siempre", "Destruye" o "Africa Paga" nos ofrecen la magnitud aproximada del grado de enajenación de la mente a la que nos enfrentamos.

TODOS ESTÁN MUERTOS

En los periódicos regionales asturianos las páginas centrales rebosan de esquelas, que los viejos leen con curiosidad y avidez sentados en los bancos del prau anexo al Superhorno carbonífero de 65 metros de altura. Será por esto que el tercer disco de Ilegales tiene una gran esquela en blanco y negro como portada, introduciendo un LP con canciones que reflejan la decadencia de la Europa sobreindustrializada y desnaturalizada: "El norte está lleno de frío" o "Enamorados de Varsovia", simples botones de muestra. La música de Ilegales adquiere pleno sentido tanto en Gijón o Avilés como en Hamburgo, la cuenca del Rin o los bosques ácidos de Rumania.

REGRESO AL SEXO QUÍMICAMENTE PURO

Nos encontramos a continuación con un disco relativamente más amable. Un recuerdo para su antiguo bajista (aún vivo), "Drogas duras llenan sepulturas"; un surf siniestro y crepuscular en "El número de la bestia"; "No me gusta el Blues, quiero pasta..."...en fin, otra entrega de una glosa completista de las obsesiones de Don Jorge.

CHICOS PÁLIDOS PARA LA MÁQUINA

Un disco inquietante. Parece hecho bajo los efectos del éter combinado con anfetaminas, o algo así; da la sensación de pretender ser brutal y rabioso, pero se queda en fantasías alucinadas salpicadas con ramalazos coléricos que producen bastante desazón.

TODO ESTÁ PERMITIDO

Un disco flojito, a mi ver. Estética cuero-rocker-Ángel-del-Infierno para la portada y alguna perla, como "Suena en los clubs un Blues secreto".

EL CORAZÓN ES UN ANIMAL EXTRAÑO

Otro disco intermedio, con una versión de la canción de Los Salvajes "El loco soy yo", que parece pensada expresamente para Jorge Martínez.

EL APOSTOL DE LA LUJURIA

Según el mismo JM, se bebían una botella devino p/c, amén de trasegar una fabada por cada toma que salía bien durante la grabación. La portada no tiene desperdicio: un sátiro itifálico muy llamativo, procedente del museo arqueológico de Estambul. Regreso al punk, fidelidad demostrada al espíritu ilegal.

Bueno, mis queridos aspirantes a rockerillos, sigan el ejemplo del tío Jorge. Si no hay odio, no hay Rock and Roll.

Smerdiachkov

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