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Aznar condecora al torturador Melitón Manzanas
La concesión de la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil al torturador Melitón Manzanas es la consecuencia directa de la aplicación de la Ley de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo, aprobada por unanimidad en las Cortes Españolas y la evolución lógica de la política seguida por todos los gobiernos españoles desde la muerte de Francisco Franco. Sorprende pues, en primer lugar, el escándalo con el que han reaccionado partidos como PNV, EA e IU, después de que ellos mismos, con sus votos, contribuyeran a la creación de esta condecoración y al establecimiento de las bases para su concesión. También llama la atención la reacción del PSOE, dado que este partido no tuvo reparo alguno en indultar, ascender y condecorar a torturadores condenados mientras estuvo en el gobierno.
Los poderes dominantes en el Estado español a la muerte de Francisco Franco, que hundían sus raíces en la dictadura que defendía Melitón Manzanas, impusieron una transición que no rompiera con el pasado, lo que fue aceptado por las fuerzas de la oposición. Ello supuso el mantenimiento sin depuración de las estructuras básicas del ejército, la policía y la judicatura franquistas. La llegada del PSOE al gobierno en 1982 no hizo sino consolidar y legitimar esa arquitectura del Estado. El primer Ejecutivo de Felipe González «descubrió» a la Guardia Civil, la utilidad de la represión indiscriminada y de la tortura y altos cargos crearon una estructura criminal para eliminar independentistas vascos. Los indultos, ascensos y condecoraciones a agentes condenados por torturas constituyeron una constante durante el mandato del PSOE, cuyo colofón fue la concesión del grado de general a Enrique Rodríguez Galindo «en atención a sus méritos, especialmente en la lucha contra el terrorismo». El Partido Popular no ha hecho sino continuar por la senda trazada. Hace apenas una semanas indultó a 14 torturadores. Anteriormente había hecho lo propio con condenados por el secuestro de Segundo Marey, primera acción reivindicada por los GAL.
La utilización de la tortura no es algo del pasado en el Estado español. Ahí están los informes de Amnistía Internacional para atestiguarlo. Las denuncias de malos tratos en comisarías, cuartelillos y cárceles, las últimas de ayer mismo, se suceden en medio de un silencio cómplice de partidos y líderes de opinión que ahora se dicen escandalizados por la condecoración a Melitón Manzanas. Los relatos de las torturas de hoy (ver los últimos informes de AI) no son menos espeluznantes que los del franquismo.
Editorial Gara
Condecoración a Manzanas: "Él era el más bestia de todos"
«Estaba en su despacho, detrás de la mesa. Era de cara redonda y resaltaban, sobre todo, sus ojos. Una vez iniciado el interrogatorio, en el que participó directamente, habló a gritos, como un loco. Parecía un histérico». Así recuerda el tolosarra Juanito Ugarte a Melitón Manzanas González. Ugarte, que fue detenido en 1963, pudo comprobar en sus propias carnes cómo actuaba el inspector jefe del Cuerpo General de Policía y jefe de la Brigada Social muerto por ETA el 2 de agosto de 1968.
Este vecino de Tolosa es uno de los cientos de detenidos que tuvieron «la oportunidad» de conocer in situ a Melitón Manzanas y sus particulares métodos para «sonsacar información» a los vascos que detenía la Policía.
«Yo era militante de ELA y Manzanas, tal pronto me vio, gritó: ''Este ha estado en Inglaterra instruyéndose con el Partido Laborista. ¡Aquí está prohibido sindicarse!''. No me pegó, pero pasé un miedo terrible», aseguró.
Muchos otros no corrieron la misma suerte que Ugarte. Entre ellos, el también tolosarra Ramón Urruzola, que fue detenido «en el 65 o en el 66, no lo sé con exactitud. Ha pasado mucho tiempo y ya lo tenía olvidado, pero cuando oí lo de la condecoración por la radio... Tras pasar por la Comandancia me llevaron a su despacho del Gobierno Civil de Donostia, en el que también había unos cuantos policías. Manzanas llevaba puesto un guante de cuero. Creo que era un fetiche para él y tuve la ocasión de probarlo, ya que me sacudía con esa mano. Desde pequeño apenas he tenido olfato, pero aún recuerdo el olor de aquel guante».
Detenido en 1962, Valentín Angiozar define a Manzanas como un «sátiro y un obseso. Todo lo que pueda decir de él es poco. ''Te estaba esperando desde hace un año'', me dijo cuando me llevaron ante él».
«Martutene, la salvación»
El 28 de agosto de 1961 es una fecha que Pontxo Iriarte no olvidará. «Policías de Madrid me detuvieron en la fábrica y me llevaron al Gobierno Civil. En el sótano, me dieron una página en blanco y me dijeron: ''Diga usted todo lo que sepa''. Cuando me llevaron al despacho de Melitón Manzanas, la página seguía en blanco. Los policías Pérez Abril y Gabaldón y el propio Manzanas, éste con una porra, me dieron una paliza», explicó.
Ese primer día en el que estuvo detenido recibió, tal y como define el mismo Iriarte, «otra sesión» por parte de los dos policías. Sesión que volvió a repetirse por la noche. «Echaron gravilla en el suelo e hicieron que me arrodillara, lo que me producía rasguños. Con las manos en la espalda, me pateaban y daban golpes detrás de la cabeza. Estuve así unas tres horas».
Cuando le llevaron de vuelta al calabozo, logró conciliar el sueño. «Puedo dormir, incluso, encima de una piedra». No obstante, le despertaron a las 3.00. El motivo, «una nueva sesión. Me daban patadas en el estómago, golpes en la cabeza... Fue terrorífico. Eran unos animales, pero el más bestia de todos era Melitón Manzanas».
Al parecer, a éste no le gustó demasiado que Iriarte lograra dormir aquella noche. «Por la mañana me llevaron a su despacho. Me tuvo allí, de pie, toda la mañana, gritándome ''¡a mí no me engañas!''. En una de ésas, inconscientemente, le pregunté qué me había dicho. Agarró la famosa porra y me dio una paliza. ''Ahora sí que vas a dormir bien'', me decía».
Los sistemas de interrogatorio se repitieron los dos siguientes días. «Cuando al cuarto día me llevaron a la cárcel de Martutene, fue la salvación», afirmó.
No obstante, su «relación» con Manzanas no acabó ahí. En diciembre de ese mismo año, Iriarte fue detenido por segunda vez. «Caímos mucha gente, entre ellos José Ramón Rekalde, al que dieron una paliza. Nosotros, sin embargo, recibimos aún más, con Manzanas otra vez de por medio. Era un asesino», señaló.
Xabier Apaolaza, que «conoció» a Manzanas en vísperas del Aberri Eguna de 1968, añade otra característica a la figura del inspector jefe. «Estuve tres días en el Gobierno Civil, durante los cuales recibí malos tratos. En aquellos momentos tan duros, de vez en cuando, aparecía por los interrogatorios un hombre que me decía: ''Tranquilo chaval, que no pasa nada''. Cuando pregunté quién era aquel buen hombre, me respondieron que había conocido a Melitón Manzanas. No me lo podía creer».
Todos coinciden en que la gran obsesión de Melitón Manzanas era «ver a todos los detenidos frente a frente» y participar en el interrogatorio. «Seguía la pista a todos. Tenía información detallada de todos».
Mikel Jauregui
Kolectivo
La Haine
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