Antídoto al pesimismo
El historiador Howard Zinn escribió: puedo entender el pesimismo, pero no creo en eso. No es sencillamente un asunto de fe, sino de evidencia histórica. No es evidencia abrumadora, sólo suficiente para dar esperanza, porque para la esperanza no necesitamos certidumbre, sólo posibilidad.
En sus charlas y entrevistas siempre recordaba que cosas después llamadas históricas solían empezar sin anuncio de que algo histórico estaba ocurriendo. Recordaba que un 1º de febrero de 1960, cuatro estudiantes universitarios afroestadounidenses se sentaron en una barra sólo para blancos de un restaurante en Greensboro, Carolina del Norte. Ignoraron órdenes de retirarse y fueron arrestados. En dos semanas, acciones similares de desobediencia civil se multiplicaron en 15 ciudades sureñas y para fines de ese año unas 50 mil personas habían participado en manifestaciones y acciones en 100 ciudades, miles de ellos arrestados.
Nos contó que justo al mismo tiempo que apenas empezaba esto expertos y analistas de izquierda se la pasaban lamentando que en este país ya no había señales de una oposición. No sólo estaba naciendo el movimiento nacional de derechos civiles que sacudiría al país, sino que éste mismo nutriría después un movimiento antiguerra y el movimiento de las mujeres, entre otros, generando cambios políticos, sociales y culturales, algo que en su conjunto, sostenía Zinn, era sólo un comienzo.
Hay invitaciones diarias para ser pesimistas en este país. La semana pasada, el senador Bernie Sanders repitió que la pregunta real aquí es si la democracia perdurará. El país que sigue presentándose como guía democrático para el mundo, sigue enfrentando una crisis política existencial ante una amenaza neofascista.
Y es que nunca antes ha habido un ex presidente acusado criminalmente (por ahora con un total de 91 cargos, incluyendo el de intentar anular el fundamento de esta democracia electoral: el sufragio efectivo, aunque sumamente condicionado). Ese acusado es por ahora el favorito, y por mucho, de ser el próximo candidato presidencial republicano. Donald Trump es peor que cualquier cuento de horror que he escrito, comentó el maestro de literatura de horror Stephen King.
Feligreses en una misa en memoria de las tres víctimas del tiroteo.
Al mismo tiempo, mientras se marca el 60 aniversario de la famosa marcha en Washington por la igualdad racial y los derechos económicos encabezada por Martin Luther King, y el 63 aniversario, este domingo, de un ataque armado por más de 200 blancos contra jóvenes afroestadounidenses por sus actos de desobediencia civil no violenta, en Jacksonville, Florida, un supremacista blanco armado con un rifle AR-15, motivado por odio racista, asesinó a tres afroestadounidenses en una tienda de esa misma ciudad
En un estado que permite portar armas abiertamente y cuyo gobernador y sus cómplices están anulando la enseñanza sobre el movimiento de derechos civiles y la historia del racismo, y a la vez impulsando algunas de las medidas antimigrantes más severas de EEUU.
No fue una semana extraordinaria en este país, donde a diario se extienden más invitaciones al pesimismo, aunque si uno se asoma un poquito abajo y a los lados, las señales no sólo de una resistencia, sino de posibles rebeliones necesarias, están a la vista.
No es por nada que Florida y varios estados más están buscando prohibir materiales didácticos sobre la historia real del país, mientras agrupaciones conservadores continúan prohibiendo libros en bibliotecas escolares. Trump acusó esta semana que el sistema educativo está en manos de la extrema izquierda y marxistas. Vale recordar que cuando era presidente declaró que recuperaremos nuestra historia y nuestro país, y prometió que la nación buscaría marginar libros, películas y videos como aquellos de Howard Zinn.
Resulta que los historiadores son peligrosos para las fuerzas derechistas, y los historiadores buenos son el mejor antídoto contra el pesimismo. El futuro requiere de la memoria.
La Jornada