Por Carlos Tena, muy brevemente
Ha fallecido Carlos Tena y la noticia, seguro, habrá causado cierto (o mucho) pesar a muchas personas, entre las que me encuentro.
Como buen comunista que era, Carlos fue defensor a ultranza de la Revolución Cubana (llegó a vivir varios años en La Habana). Y eso, sobre todo en los momentos más críticos, cuando el imperio golpeaba con más fuerza al heroico pueblo que habita en la Isla Irredenta, es muy significativo. Todos sabemos cómo, en un tiempo determinado, a no pocos individuos de los llamados intelectuales y artistas se les destiñó el color rojo que, de manera falsa, habían esgrimido o les camuflaba hasta entonces.
Carlos Tena NO fue uno de ellos; continuó apoyando al primer Estado socialista del continente americano, siguió enarbolando la bandera roja del comunismo.
Pero, en realidad, hoy no quería referirme a la relación de Carlos con Cuba, que de alguna manera es bastante conocida, sino de otro episodio en el que él intervino y me tocó más de cerca, si cabe.
En enero de 2016, luego de haberme publicado más de 200 textos, los responsables de un diario de los considerados alternativos, “de cuyo nombre no quiero acordarme” (ahora al menos), retiraron un artículo de mi autoría que llevaba publicado en ese medio desde unas horas antes. La explicación que me dieron días después para tratar de justificar su injustificable y burda censura (porque en realidad eso es lo que fue) resultó tan falsa como insultante.
Enterado del caso, Carlos Tena, que también fue colaborador de ese medio e igualmente censurado (como otros autores, por ejemplo el también fallecido Jorge Beinstein), no dudó en difundir en su blog el texto retirado y la posterior réplica que escribí para responder al cúmulo de mentiras que utilizaron los censores.
Carlos Tena había publicado anteriormente algún texto de mi autoría en su muy visitado blog. Pero lo que sin duda más llegué a agradecer fue su inequívoca defensa para con mi diminuta “causa” con la publicación de los mencionados textos, además de sus comentarios de aliento que me dedicó por aquellos días. No tenía ninguna “obligación” de apoyarme y, sin que nadie se lo pidiera, lo hizo.
Acaba de desaparecer, pero sólo físicamente. Sin pretenderlo, Carlos Tena se ha sumado a las personas que, aun fallecidas, siguen vivas y nunca se mueren.
¡Hasta la Victoria Siempre!, querido Carlos
baragua.wordpress.com