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Mundo :: 24/04/2025

Papanatismo

Periodismo Alternativo
La biografía de San Bergoglio ha estado asociada al conservadurismo católico y al colaboracionismo criminal con la dictadura argentina de los 30.000 desaparecidos

Tras la muerte del papa Francisco I se ha desatado una epidemia de papanatismo. Sé que la etimología de papanatismo no tiene nada que ver con el papa de Roma, pero sirve para hacer el juego de palabras. La mayoría de periodistas u opinadores y todo el arco político ha eclosionado en un papanatismo y nos presentan al papa como una persona con una autoridad moral indiscutible además de un gran reformador al interior de esa gigantesca y muy terrenal institución como es la iglesia católica.

El Gobierno de España - ¡cómo no! - ya ha decretado tres días de luto y el vicepresidente Sr Bolaños ha declarado que "el papa es un hombre bueno y un gran papa". Pablo Echenique, de Podemos, al igual que el ministro Bustinduy se sienten plenamente identificados con el papa Francisco I y Yolanda Díaz le presenta como el adalid de la clase trabajadora y de los más vulnerables. Es sorprendente como los discursos civiles de la centroizquierda se quieren arropar en una moral sacra para ganar en legitimidad; lo entenderíamos en los partidos de raíz democratacristiana pero no lo entendemos en el caso de los partidos políticos que hunden sus raíces históricas en el laicismo, el anticlericalismo y en el republicanismo.

La figura de Bergoglio se quiere presentar, unánimemente, como un renovador del catolicismo, cuando en verdad su biografía ha estado asociada al conservadurismo católico y al colaboracionismo criminal con la dictadura de Videla. Jorge Bergoglio, como jefe de los jesuitas en Argentina, estuvo asociado al secuestro de clérigos y catequistas y la adopción ilegal de hijos de secuestrados. Bergoglio tuvo ocasión de confesarlo, pero nunca lo hizo, No se arrepintió de nada.  Y lo pudo hacer en varios procedimientos judiciales de secuestro y de rapto ilegal de menores en los que Bergoglio tuvo que declarar. Pero lo único que confesó, en esos procedimientos, es que "no sabía nada".

En efecto, en el 2010 el entonces cardenal Bergoglio fue obligado a testificar en el caso de unos crímenes de lesa humanidad en la ESMA (escuela superior de mecánica de la armada) que fue el mayor centro conocido en Argentina de desapariciones. Bergoglio declaró durante cinco horas sobre el secuestro de dos jesuitas Francisco I Jalics y Orlando Yorio y varios jóvenes catequistas. Algunos catequistas no volvieron a aparecer nunca pero sí Yorio y Jalics que aparecieron semidesnudos y drogados cinco meses después. Yorio, que murió hace años, siempre acusó a Bergoglio de los secuestros y Jalics, escribió un libro, en los 90, en los que, sin nombrarlo, señalaba a Bergoglio. La hermana de Yorio ha acusado a Bergoglio del secuestro de su hermano.

Hay que tener en cuenta que Yorio y Jalics fueron los representantes más cualificados de un sector del clero que denunció la dictadura y por esa razón fueron abandonados por la jerarquía e, incluso, como en este caso, denunciados por sus superiores. El problema de fondo es la participación de la iglesia católica argentina en la colaboración con la dictadura. En unas declaraciones, realizadas poco antes de morir, por el jefe de la junta militar, Videla, relató que el nuncio apostólico Pio Laghi y los obispos "nos asesoraron sobre la forma de manejar la situación de los desaparecidos". Tampoco la iglesia protestó por las decenas de clérigos y monjas que fueron desaparecidos y de dos obispos que murieron en extrañas circunstancias.

El cónclave que eligió a Bergoglio Sumo Pontífice- hay que decir que fue Juan Pablo II quien nombró cardenal a Bergoglio, por ser representante de la iglesia conservadora- conocía todas estas circunstancias y quizás por esa misma fidelidad del catolicismo con la dictadura argentina y su enemistad manifiesta con los gobiernos progresistas es por lo que Bergoglio fue electo papa de Roma. Después, una vez electo papa, se puso en marcha una operación de blanqueo, que ha costado millones de dólares, con la producción de películas, documentales, libros etc. haciendo pasar a Bergoglio, el colaborador de Videla y el que nombró al almirante y torturador Masera como doctor honoris causa de la Universidad Católica, de la que Francisco I era rector. ¡El mundo al revés!

Este mismo papa, cuando era cardenal Bergoglio en Argentina, en el 2004, arengó a los católicos más fanáticos a manifestarse en contra de la obra del artista plástico Leo Ferrari. Se trataba de una escultura de plástico, óleo y yeso, que mostraba la crucifixión de Jesús yaciendo sobre un avión de bombardeo estadounidense. El cardenal no solo incitó a sus fieles a destruir la obra de Ferrari, sino que él mismo hizo el “peregrinaje” hasta el banco para depositar en efectivo casi 3 mil dólares que costó la caución que le permitió a la Asociación Cristo Sacerdote judicializar la exposición para cerrarla.

Durante el periodo de gobiernos progresistas, Bergoglio se caracterizó en ser uno de los prelados más reaccionarios. Néstor Kirchner lo calificó como el «líder espiritual de la derecha argentina» Por ejemplo, cuando se presentó el proyecto de unión de hecho de homosexuales, el cardenal lo calificó de ley antinatural y diabólica. Estas fueron sus declaraciones en el 2010: «Aquí también está la envidia del Demonio, por la que entró el pecado en el mundo, que arteramente pretende destruir la imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es solo el instrumento) sino de una 'movida' del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios"

Cuando fue papa, Bergoglio hizo declaraciones de cierta apertura en cuestiones morales, pero siguió manteniendo, dentro de la iglesia y de su doctrina, una homofobia sin matices. En muchos países donde aún no ha sido aprobado el matrimonio igualitario, realizó una batalla contra ese avance y mantuvo la misoginia y la marginación de la mujer como algo estructural de la iglesia; lo mismo pasaba con el abuso sexual de menores. En cuanto al discurso "social" del papa Francisco I, no se diferencia en nada del que pudo tener Juan Pablo II encuadrado en la doctrina social de la iglesia católica.

Se debe tener en cuenta que desde la encíclica Rerum Novarum de 1891 de León XIII (muy anti socialista), casi todos los papas han escrito encíclicas donde hacen llamados a la fraternidad universal, la caridad y la justicia social. Particularmente fue prolijo en estas encíclicas Juan Pablo II ya que había estado muy vinculado al sindicato Solidaridad de Polonia (financiado por la CIA) e intentó -pese a su carácter reaccionario en lo moral- desarrollar un discurso anti neoliberal.

La última de estas encíclicas fue la del papa Francisco I, Fratelli Tutti, donde los cánticos a la fraternidad ahora son acompañados con llamados al amor a la naturaleza y a la conservación medioambiental. Esta idea de sancionar espiritualmente el capitalismo verde es algo en lo que se insiste mucho desde el nuevo catolicismo vaticano: cuidar lo que ha sido creado por Dios. Una especie de restauración del San Francisco medieval, una vuelta a la naturaleza, que es, en la concepción católica, divina; desde esta perspectiva ideológica constituye una restauración del conservadurismo frente a la época del progreso (a la que tanto se opuso la iglesia Católica) y de la revolución industrial que fue unida a los humos negros, a la contaminación y al avance imparable del secularismo y del laicismo.

Esta tradición de la doctrina social de iglesia, nacida en oposición a los movimientos obreros del siglo XIX, tenía poco que ver con los movimientos católicos revolucionarios de los años 70 en Latinoamérica, la Teología de la Liberación, donde se propugnaba abiertamente un socialismo político asociado al antimperialismo. Hoy esa teología tiene poca vigencia. El papa Francisco I y la iglesia Católica preconizan lo que denominan un "capitalismo inclusivo", señalando las desigualdades, pero no haciendo propuestas de reforma. Como dijo el papa, "Hemos tenido suerte: los pobres se hicieron socialistas y comunistas en el siglo XIX y XX y ahora, en el siglo XXI, están volviendo de nuevo a nuestro rebaño"

Francisco I, venido del conservadurismo y de la ultraderecha peronista, habiendo colaboradora con la dictadura de Videla, cuando llegó al papado aparentó ser aperturista con el propósito de hacer aparecer una institución tan reaccionaria como es la iglesia católica, adaptada a los aires posmodernos del siglo XXI. La realidad es que la iglesia católica es una de las instituciones más ricas del mundo, con unas estructuras socioeconómicas poderosísimas y con intereses materiales que trascienden ya cualquier cuestión ideología o moral. Es un poder fáctico moderno y su fuerza deviene no de su doctrina ni de su influencia espiritual sino de su poder corporativo y simbólico y siempre al servicio del orden establecido.

 

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