, desconecta y fragmenta la Violencia Estructural para nombrarla "las violencias". Es una tendencia enajenante a renombrarlo todo a sabiendas que aquello contiene sentimientos, y así entonces se logra eliminar la memoria que no convenga y "transmutarla" (otra palabra muy utilizada), en un feminismo inespecífico que "puede ser" como "puede no ser (totalmente) eso".
Para utilizar nuestros cuerpos, fuerzas de trabajo, energías, reproducción y subjetividades nos han colonizado. Ello ha dado origen a una historia de mujeres y a una genealogía feminista de autodefensa que confronta al patriarcado para destruirlo. Somos una clase de humanas apropiadas con una historia política, subjetiva y material, obligadas a la supremacía heterosexual. Por esto, un objetivo feminista relevante ha sido destruir la propiedad privada sobre los seres y las materialidades.
En la pirámide patriarcal la propiedad privada se expresa en castas y se hace extensiva a las demás especies como al mismo hábitat. Ahí están muchas de las razones del extractivismo, la industria que utiliza animales y la trata sexual y laboral de mujeres y otras personas.
Es su proceso histórico, las feministas y sus colectividades, hemos develado una historia política genuina y creadora de un movimiento político que no es puramente identitario ni solamente anclado en subjetividades y lenguajes[1]. El feminismo ha elaborado lenguajes basados en sentimientos y ha tenido la capacidad de identificarse con otros, pero ha rechazado romantizar o encubrir el daño diluyéndose a sí mismo. Tiene genealogía y esto no es un debate "generacional", en todo caso, es transgeneracional.
Las que nos precedieron en chile[2] fueron proletarias de inspiración anarquista y comunista (utópica) quienes sabían vivencialmente sobre la diferencia y el daño a las mujeres como clase de clases:
¿Qué es la obrera? La obrera es una máquina de carne cuyo sistema reproductor ha sido transformado en productor. La obrera, o sea el caballo-hembra, desempeña-haciéndosela un honor- dos importantes papeles: Es artefacto sexo-sensual y es bestia de carga o máquina industrial... La obrera debe sonreír fingidamente al patrón, debe oírle sus impertinencias y estupideces, debe humillarse servilmente a la torpe y orgullosa patrona, debe trabajar mucho, el doble de un hombre para ganar la tercera parte de lo que, por el mismo tiempo de trabajo, gana éste. Debe ser muy obediente y muy generosa, y, por fin, debe serle al esposo más fiel que las burguesas beatas a sus confesores". ("La Obrera", Rosa Rubí. "La Tromba", Santiago de Chile, 6 de marzo de 1898)[3].
Rosa Rubí obrera de fines del siglo XIX conoce la experiencia y revela algo que tiene espacio, en mi interpretación, 70 años más tarde (en Europa) en el feminismo materialista, y que hoy también estaría emparentado con el "antiespecismo". Identifica la esclavitud reproductiva y productiva y el desmebramiento material y subjetivo de las mujeres. Esas mujeres hablan sin conceptualizaciones -algo que no agrada a las elites "instruidas"-, y de esa manera desnudan el "capital sexual" sobre nosotras. Un sistema en que la sexualidad de las humanas se elabora como un continuo intercambio sexual económico[4], ni recíproco ni horizontal, desigual y esclavizante, que tiene raíces profundas y ancestrales en la creación de la propiedad privada en manos de uno o varios individuos explotadores[5]. El centro de la economía política de la dominación es la apropiación de unas por otros. No sería tan alejado decir que, en esta lógica patriarcal, las mujeres somos otros animales y los animales son otras mujeres.
Sobre la identificación con otros seres humanos y animales, en la historia de las mujeres feministas y de otras revolucionarias, haber comprendido el daño en la propia experiencia, proporciona una comprensión autónoma de nuestra condición y de caminos de cambio personal y colectivo. Por ello, las reflexiones racionales como la de Rosa Rubí, ligada a un tiempo anarquista que más adelante traería los clubes de libre pensadoras Belén de Sárraga, a la propia Belén, y una radicalidad proletaria y feminista, no se desligan del emocionar. La identificación-compasión con el animal dominado -y con otras "subalternas"- que padecen violencia humana, ha estado latente. Así lo revela también a inicios del siglo XX, la carta de Rosa Luxemburgo desde la cárcel a Sophie Ryss (más conocida como Sophie Liebknechtd por su apellido de casada):
"He experimentado un agudo dolor... Recientemente vino uno de estos carros tirado, en lugar de caballos, por búfalos. Son más fuertes y de complexión más robusta, provienen de Rumania. Son trofeos de guerra... los soldados que conducen estos carros cuentan que fue muy trabajoso atrapar a estos animales indómitos y que fue aún más difícil usarlos para el tiro, porque estaban acostumbrados a la libertad. Los golpearon horriblemente... Se supone que hay unos cien de estos animales solamente en Breslau; además reciben, después de estar acostumbrados a las extensas praderas rumanas, poco y miserable alimento. Son utilizados sin consideración alguna para tirar de cualquier tipo de carro de carga, por eso mueren pronto. Hace pocos días el soldado comenzó a apalear a los animales a golpes, del lado más ancho del fuste de su látigo de tal manera que la centinela (una mujer) molesta le llamó la atención ¡si no tenía lástima de los animales!... (el hombre) respondió con risa malvada y los apaleó todavía con más fuerza... Los animales jalaron pasando al fin sobre la montaña, pero uno sangraba... Sonishka, la piel del búfalo es literalmente solo grosor y dureza y estaba rota. Los animales se quedaron muy quietos y agotados. Cuando estaban siendo descargados, y uno, el que estaba sangrando, miraba alrededor con una expresión con su cara negra y sus grandes ojos tiernos, como un niño con los ojos hinchados de llorar. Era claramente la expresión de un niño que ha sido duramente castigado y no sabe para qué, por qué motivo, que no sabe cómo escapar de la tortura y la violencia brutal... Yo estaba parada frente a él, el animal me miró, se me salieron las lágrimas...eran sus lágrimas, no es posible estremecerse con más dolor ante el sufrimiento del hermano más querido... Mi pobre búfalo, mi pobre amado hermano, estamos aquí los dos, tan impotentes y embrutecidos y somos uno solo en el dolor, en la impotencia, en la nostalgia... Y toda la suntuosa guerra pasó ante mis ojos..." (Extracto de carta de Rosa a Sophie desde la prisión de Breslau, Polonia, el 24 de diciembre de 1917)[6].
Es el desgarrador relato de Rosa, la revolucionaria socialista, que dos años más tarde, el 15 de enero de 1919, en Berlín, Alemania, sería asesinada[7] por soldados paramilitares que romperán su cráneo y la rematarán a tiros. "Ahí viene Rosita, la vieja puta", la burlan los sicarios, mientras, tal como a su pobre búfalo amado hermano, la apalean. Luego lanzan su cuerpo al canal Landwehr: La historia de la violencia contra las mujeres revolucionarias (o no), está plagada de ejemplos en que la violencia de hombres sumerge los cuerpos de las mujeres con la pretensión de borrarlas de la memoria.
28 de marzo de 1905: ¿Feminismo "blanco"?
Entre febrero y abril de 1905, en Limoges, Francia, revientan diversas huelgas obreras contra los bajos salarios y las condiciones esclavizantes del trabajo en talleres del calzado y la porcelana.
En medio de esa revuelta, el 28 de marzo surge la denuncia rabiosa y decidida de mujeres trabajadoras contra el derecho de pernada (le droit de cuissage) de los capataces[8].
Comienzan las obreras del Taller de pintura del empresario de porcelana Théodore Haviland. Era público que, entre otros, un capataz de nombre Pernaud abusaba sexualmente de las mujeres trabajadoras. Ellas lo habían denunciado, pero la patronal no escuchaba. Otras obreras en otros talleres también adhieren a la huelga contra esta práctica masculina sistemática hacia las mujeres. Obreros anarquistas en huelga, deciden asumir estas demandas. A los 20 días, el 17 de abril, la patronal no había podido parar las huelgas y con la complicidad de la tercera república francesa cuyo presidente era Ëmile Loubet del "partido demócrata", envía soldados que asesinan a Camille Vardelle y dejan a obreros y obreras heridas. Algunas versiones narran que Camille era una obrera inmigrante de 17 o 19 años, en otras, no especifican el sexo y las hay que le destacan como un obrero (hombre) caído. Textos anarquistas de la época, hablan clandestinamente en un lenguaje antropomorfo, nombran ovejas a las obreras, y lobos a los capataces y patrones[9].
Una piedra recuerda en Limoges a Camille Vardelle. No hay homenajes obreros a esas rebeldes a la violación patriarcal, pero "Le Pain Noir" -"Pan negro" o "Los hijos del Pan Negro"- una novela en cuatro volúmenes escritos por Georges-Emmanuel Clancier y publicada entre los años 50 y 60 (s. XX)[10], recrea a estas mujeres obreras víctimas no solo de los patrones, sino de hombres de su misma clase. Y es que, en el sistema de castas estratificadas del patriarcado, todo hombre ostenta poder patriarcal sobre toda mujer, niña o niño u otra persona mal considerada[11], de su misma condición.
"Dogmática femenina e insolente[12]"
Cerca de un siglo y medio antes que las obreras de Limoges, Flora Tristan, simple y asertiva, había publicado, en Francia también, la Unión Obrera (L'Union Ouvriére)[13], en la que revela la idea de lucha de clases y esboza estrategias materiales e intelectuales que propone al movimiento obrero.
Formula cómo emplear el dinero, al estilo grandilocuente de Europa del Este diseña construir palacios y en el espíritu comunista utópico, demanda admitir ahí a ancianos, heridos y niños. Se adelanta a la Comuna de París que llegará 27 años después con Louise Michel, y plantea formas de organización del trabajo. A mitad del libro, con una confianza mística sorprendente, exige para las obreras en el movimiento, un lugar relevante de igualdad en la diferencia. En sus brotes mesiánicos[14] llama al rey, al clero católico, a la nobleza francesa, a los amos de fábricas, a los financieros, propietarios y burgueses, de todas las edades, de todas las opiniones, de todos los países, a entender a la clase obrera. Habla en una clave católica que en el siglo XX se hermana con la Teología de la liberación. Propone algo que nombra "unión universal".
La muy atrevida, sin el tono docto que encanta a las minorías ilustradas, un año antes que Marx y Engels, en junio de 1843, publica ideas que estos hombres habrían estado madurando por décadas.
Marx y Engels -¿envidiosos o frustrados?- no escatiman epítetos para Flora. Le dedican párrafos de su "Sagrada Familia o Critica de la Crítica Crítica", y le dicen: "dogmática femenina" "buscadora de fórmulas", "una anciana, viuda y marchita de la filosofía de Hegel", "que cubre de adornos y afeites su cuerpo reseco, reducida a la abstracción más repelente y que busca pretendiente por toda Alemania"[15]. Los de ellos, son evidentes gestos misóginos que es violencia contra las mujeres incluso si utilizan las palabras en sentido figurado y/o de manera abstracta.
Fugada, obrera y esposa
Pero la descalificación no fue un obstáculo para que se imprimieran al menos tres ediciones francesas de Union Ouvrière, las primeras autogestionadas entre amigos y amigas, intelectuales y políticos[16], la tercera, costeada casi exclusivamente por grupos de obreros.
Flore Célestine Théresè Henriette Tristán Moscoso, esa marginada -o paria-, convencida de que todas las desgracias del mundo provienen del "olvido y desprecio" a las mujeres, parece nutrir sus ideas con un material íntimo de opresión patriarcal (que ni Marx ni Engels podrían jamás, haber obtenido).
Como guacha no reconocida por su padre y militar peruano, fue víctima del despojo económico, clasista y misógino, de la familia aristocrática de su padre cuando éste murió, y como esposa casada con su ex patrón, fue sobreviviente de violencia matrimonial. André Chazal, su agresor y marido, como castigo por abandonar el matrimonio, le disparó en la calle e incrustó una bala en el pecho de Flora, al lado del corazón, pero ella no murió. Este criminal machista había sido además su patrón, dueño del taller de litografía en el que Tristan debió trabajar a los 17 años para evitar la miseria en que habían quedado con su madre francesa. Chazal la amenazaba con encontrarla, ella estuvo escapando de él por años y, como muchas otras mujeres que evaden la violencia masculina, debió separarse de sus hijos e hija para ocultarse.
Tristan es una peregrina que representa el mundo que percibe. Visita hospitales públicos, prisiones, burdeles, fábricas, talleres, también se disfraza de hombre diplomático para introducirse en el Parlamento inglés. Visita psiquiátricos y llora. Es muy crítica con las sociedades que recorre, revela la estratificación entre clases oprimidas y la burguesía, y también la estratificación entre mujeres y hombres. Mientras Marx y Engels parecen decir que sería inadecuado que la crítica (política) "se ocupe de las rameras"[17] (así las nombran), Flora Tristán dedica un capítulo entero de sus Paseos por Londres a la prostitución que para ella es como una llaga que produce desigualdad. Denuncia la prostitución y la trata, y a las instituciones de justicia, impávidas ante esta tragedia de las mujeres.
Flora también se adelanta en un siglo a Simone Weil y denuncia la división del trabajo que aniquila la inteligencia y convierte al obrero en un engranaje más de la máquina. Nuevamente esta teorización molesta sobre manera a Marx. Es muy posible que Flora estuviera -otra vez, antes que él- introduciendo el concepto de "alienación" que Marx desarrolló posteriormente[18], y la manera en que ella lo explica, parece una afrenta para Marx, tanto, que califica lo que ella dice de "afirmación idiota".
"Sin el consejo de ningún hombre"
No solo los marxistas la consideran inadecuada, también la sociedad arequipeña, su libro "Peregrinación de una Paria 1833-1834" es quemado en la plaza pública. Se dice que la consideran enjuiciadora y colonizadora, pero -tal vez- solo esté hiriendo sentimientos nacional-patrióticos al burlarse de las prácticas soldadescas y atreverse como mujer extranjera a escribir sobre las rabonas, diciendo de ellas que serían "superiores a los hombres". Las nombra como las "vivanderas de América del Sur", aunque distan mucho de ello pues las vivanderas en la Francia de Napoleón, eran mujeres que proveían los víveres a los soldados, mientras las rabonas en el Perú y Bolivia, sostenían totalmente las guerras tal como las mujeres lo sostienen todo con su trabajo y su acción.
Flora relata sobre las mujeres nombradas rabonas en Perú: "atraviesan los ríos a nado llevando uno y a veces dos hijos sobre sus espaldas", "arman las tiendas, amamantan, encienden el fuego, van a los pueblos a pedir ayuda" para la causa, y cuando no se las dan "se baten como leonas... entonces saquean la población, llevan el botín al campamento y lo dividen entre ellas" y subraya con admiración: "No son de nadie, son de quien ellas quieren ser"[19]. También habla de una supuesta "fealdad" de las rabonas, lo que en su opinión se explicaría por "las fatigas que resisten". En este juicio es posible que lastimara esa peculiar masculinidad latinoamericana que suele crear odas o consignas para introducir ideas sobre cómo serían "las mujeres bellas y cómo serían, las feas" y pregonar lugares comunes como que "sus" mujeres "son las más bellas del mundo"[20]. Más allá de este juicio de Flora que parece competir con las opiniones dominantes de hombres sobre "la belleza femenina", el ímpetu de ella por elaborar sobre sexo-género en la primera mitad del siglo XIX en América del Sur y Europa, es inmenso e inacabable.
Elabora, pero no lo hace en las complejizadas claves doctas de sociedades colonizadas por medio de las universidades, más bien se basa en lo que distingue de lo que ve, en su experiencia íntima, su intuición y sus pasiones, y siempre denuncia al patriarcado social, económico y cultural, desde lo público o lo íntimo. Por ejemplo, relata: "Al separarme de mi marido había abandonado su nombre y tomado el de mi padre. Bien acogida en todas partes como viuda o como soltera, siempre era rechazada cuando la verdad llegaba a ser descubierta. Joven, bonita y gozando, en apariencia, de una sombra de independencia, eran causas suficientes para envenenar las conversaciones y para que me repudiase una sociedad que gime bajo el peso de las cadenas que se ha forjado, y que no perdona a ninguno de sus miembros que tratan de liberarse de ellas...[21]. Flora en sus aventuras por el mundo, omite y miente sobre sí misma para ser aceptada, una experiencia re-conocida por muchas sino por todas.
Por otra parte, Tristan se compromete contra la violencia masculina incluso en lo más profundo de sus deseos pues se aleja sexualmente de los hombres y a sus 35 años le escribe a una mujer de nombre Olympia, polaca emigrante en París:
"Usted dice que me ama, que yo la magnetizo, que la llevo al éxtasis. Desde hace algún tiempo tengo deseos de ser amada apasionadamente por una mujer. Cómo quisiera ser hombre para ser amada por una mujer. Siento, querida Olympia, que he llegado al punto en mi vida en que ningún amor de hombre me podrá satisfacer. ¿Aquél de una mujer, quizá? La mujer tiene tanto poder en el corazón, en la imaginación, tantos recursos de espíritu.... Llega una edad en la vida en que las sensaciones cambian de lugar, es decir, una edad en la que el cerebro lo engloba todo... Ahora, es muy fácil eso de concebir el amor, dos mujeres pueden amarse de amor, dos hombres idem. Todo esto no es sino para decirle que en este momento siento una sed inmensa de ser amada. Pero soy tan ambiciosa, tan exigente, tan golosa que nada de lo que me ofrecen me satisface[22].
En su relato a Olympia, parecen revelarse otros sentimientos conocidos por tantas de nosotras, el disgusto y la insatisfacción de la heterosexualidad impuesta con todo lo que ella significa material y subjetivamente.
Años después de esto, el 14 de noviembre de 1844, a los 41 años, el tifus gatilla la muerte de Flora, pero el plomo alojado al lado de su corazón por la bala femicida, ya la había debilitado. El Indicador, un periódico político y cultural boliviano, la homenajea:
«Tristán tiene la gloria de ser la primera mujer sola y sin la ayuda o el consejo de ningún hombre, que se atrevió a emprender una obra pública y social»[23].
La frase "sin el consejo de ningún hombre" parece dar en el clavo sobre la descalificación de marxistas o nacionalistas hacia Flora[24]. Estas posturas despreciativas -masculinistas-, en la actualidad y desde hace siglos, las pueden ostentar hombres, mujeres, personas trans y son igualmente clasistas. Han sido exitosamente refuncionalizadas en búsquedas postmodernas, neoliberales y/o academicistas, con presunciones de una lucidez por encima de las demás y con discursos políticos en los que abundan menciones al "anticapitalismo", pero pocas al antipatriarcado, y en los que, casi no aparece la heterosexualidad obligatoria como un flagelo patriarcal. Se destaca más que nada la idea -docta- de la "heteronormatividad" como si se tratara de una cuestión de normas y no de dominación patriarcal. ¿Creen acaso que podría modificarse la norma con otro tratamiento de género a las personas? Lo dudamos. En toda esta jerga, la obsesión -velada u obvia- por un "recambio" -concepto inserto en la derecha burguesa de los años 2000- ya no tiene que ver solamente con la edad, sino con exclusiones y hostilidad horizontal... Desaparece el impulso libertario y la expresión "vida simulada" de Luxemburgo calza perfecto: organizaciones que se convierten en "cascarones" de algo ambiguo y poco definido, pero "empoderado".
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Otras fuentes y referencias:
Notas
[1] Me refiero a posturas que eliminan la historia material de las mujeres transformándola en algo “superable” y colocan en el centro de sus acciones el lenguaje y los símbolos. Aunque el feminismo y el feminismo lesbiano puede tener rasgos identitarios, interpreto que no se reduce a ello, ya que la destrucción del patriarcado como estructura de dominación requiere mucho más que subjetividades y símbolos. Recomiendo leer algo de este este debate en entrevista a Leonor Silvestri que coloco en otras fuentes y referencias.
[2] Las proletarias anarco-comunistas fueron antes que las sufragistas y su acomodación ciudadano-académica, aunque no son mencionadas por los feminismos institucionalizadores. Algo similar sucede con el feminismo autónomo de los 90, se lo invisibiliza alegando “silencios feministas”.
[3] “La Tromba”, Santiago de Chile, 6 de marzo de 1898, N°1 páginas 6 y 7 en“Mujeres y prensa anarquista en Chile, 1879-1931”. ADRIANA PALOMERA y ALEJANDRA PÍNTO, compiladoras. Ed. Espíritu Libertario, Santiago 2006.
[4] Paola Tabet. Los Dedos cortados. Ed. Madreselva, Bs. As. 2022.
[5] Gerda Lerner, La Creación del Patriarcado.
[6] “Mi avecita” le llama Rosa a Sophie, en cartas desde la prisión. Liebknecht fue una feminista socialista alemana nacida en Rusia. Fue casada con Karl Liebknecht. Sophie ya le había escrito a Rosa y ésta le responde: “me alegré de tal forma haber recibido su carta, que quería responder en seguida, pero tenía tanto que hacer en ese momento, y precisamente tenía que concentrarme mucho en hacerlo, que por eso no pude darme ese lujo. Pero entonces quería yo esperar de preferencia una oportunidad porque es mucho más lindo, poder platicar así, sin impedimentos, entre nosotras, en privado…”. Rosa Luxemburgo. El precio de la libertad. Editado por Jörn Schütrumpf, ed. Karl Dietz Berlin 2007.
[7] Ese mismo día también es asesinado el revolucionario Karl Liebknecht y otros cientos de comunistas en la “insurrección de enero” de 1919, un levantamiento popular que Rosa apoyó públicamente sin estar totalmente de acuerdo, por prematuro.
[8] María-Victoire Louis, Le droit de cuissage, France 1860-1930. Ediciones del Taller, Paris 1994.
[9] Archivo anarquista digital:“¡Asombrosa victoria!, Albert Libertad, 1905” y en “le printemps rouge de Limoges, éditions Culture et patrimoinse en Limousin, Limoges, 2005”.
[10] En la Francia del siglo XIX, en medio del capitalismo temprano, Catherine, la hija menor de los Charron, una familia campesina de Lemosín, ve truncados sus sueños rebeldes por la injusticia. El autor es Georges Emmanuel Clancier y relata la Huelga de Limoges vista por Catherine. Michelle Perrot, historiador francés rescata “Pan Negro” en sus libros. Clancier nació y estudió en Limoges en una familia de artesanos porcelanistas. En 1956 publicó el primer volumen de “Le Pain noir”, y hasta 1961, tres tomos más. Se dice que es la historia de su familia materna y específicamente de su abuela, pastora y analfabeta. La obra fue adaptada en 1974 para una serie de televisión, Le Pain noir, Ed. J’ai lu, París 2011. “Fragmento de Cinémas de France (1894-1918), Une histoire en images”, habla de “Pan Negro” y del director y empresario de cine mudo Charles Pathé que habría hecho un breve documental poco conocido y llamado “La grève de Limoges” inspirado en la huelga de las obreras. Y en el documento anarquista anticopyright de la Biblioteca anarquista en interenet “¡Asombrosa victoria! Albert Libertad 1905”, se relata como una fábula animal identificando a los obreros como ovejas, pero no borregos, esquilmadas por los lobos. El relato es siempre en masculino. También hay algún documental y una telenovela histórica sobre la revuelta de Limoges.
[11] Me refiero a homosexuales y lesbianas visibles y a personas consideradas peores por ostentar capacidades diferentes intelectuales o físicas. También observo que entre las personas con capacidades diferentes hay hombres con capacidades diferentes que ostentan poder sobre sus iguales. Esto es atraviesa órdenes y tiempos históricos, saberes y prácticas. Es un modo de operar “fractal” (Gerda Lerner, la Creación del Patriarcado 1985) porque repite de manera irregular el mismo patrón a diferentes escalas y con diferente orientación.
[12] “Flora Tristan —en la discusión de las ideas de Flora Tristan es donde encontramos por primera vez esta afirmación—, pide la misma cosa, y esta insolencia de haberse atrevido a adelantarse a la crítica crítica le vale el ser tratada en canaille”. Carlos Marx y Federico Engels, La Sagrada Familia o Critica de la Crítica Crítica Capitulo IV, ap. II. La Unión Obrera de Flora Tristan.
[13] Tristán Flora, Unión Obrera, Ed, Barris, España 2005.
[14] Flora Tristan en su Unión Obrera, se autodescribe como Mujer Mesías, lo que debe haber molestado mucho a los hombres intelectuales con pretensiones de iluminar masas revolucionarias, pero que en su racionalidad y mesura lúcida jamás tendrían la osadía de escribirlo.
[15] Carlos Marx y Federico Engels, La Sagrada Familia o Critica de la Crítica. Capitulo IV, ap. I.: La Unión Obrera de Flora Tristan.
[16] Suscriptores como Gustave de Beaumont, cuya obra sobre Irlanda influyó en Flora, el Dr. E., doctor Evrat, artistas como Béranger, Masson, Bocage, Frédérick-Lemaltre, escritores y escritoras como Marceline Desbordes-Valmore, George Sand, Virginie Ancelot, pensadores, también pequeños burgueses, obreros, aristócratas y hasta militares, en La Unión Obrera de Flora Tristán, Utopía, Libro 57, Colección Socialismo y Libertad.
[17] En “II —Beraud y las prostitutas”, Marx y Engels dicen “Critica el libro que Béraud, comisario de policía de París, ha escrito sobre la prostitución, porque él, el señor Edgar, considera ante todo «el punto de vista» en que Béraud se coloca para estudiar «la situación de las jóvenes públicas en la sociedad». El señor Edgar… se asombra al ver a un hombre de la policía colocándose en el punto de vista policial, y hace entender a la masa que este punto de vista es totalmente falso. Pero bien se cuida de darnos su propio punto de vista. ¡Naturalmente! Cuando la crítica se ocupa de las rameras, no es posible pedirle que lo haga públicamente”. Carlos Marx y Federico Engels, La Sagrada Familia… Capítulo IV, ap. II).
[18] Marx y Engels escriben en el apartado sobre Flora: “El obrero no crea nada: esta afirmación es, además, absolutamente idiota, abstracción hecha de que el obrero aislado no produce nada íntegramente, lo que es una tautología. La crítica crítica no crea nada; el obrero crea todo, y a tal punto que, por las creaciones de su espíritu, avergüenza a toda la crítica: los obreros ingleses y franceses pueden testimoniarlo. El obrero hasta crea al hombre…«, Carlos Marx y Federico Engels, La Sagrada Familia o Critica de la Crítica Crítica Capitulo IV, ap. II. La Unión Obrera de Flora Tristan.
[19] Peregrinación de una paria 1833-1834 Flora Tristan, Fundación el Libro Total Pags 648 a la 651.
[20] Los poemarios, baladas y otras creaciones masculinas de todos los tiempos en nuestros territorios y otros, se empeñan en pregonar cosas como “mujer bonita es la lucha”, lo que destaca sus obsesiones por la apropiación de los cánones de belleza como de los objetos de esos cánones re creados por ellos en derechas como izquierdas.
[21] Peregrinación de una paria 1833-1834 Flora Tristan, Fundación el Libro Total pag 29.
[22] Francesca de Negri, La insurrección comienza con una confesión, citando En Lettres, reunidas, anotadas y presentadas por Stéphane Michaud, París, Seuil, 2001.
[23] Flora Tristán. Unión obrera (edición íntegra de la 3° edición de 1844) Francesca Gargallo Celentani, Gabriela Huerta Tarnayo, Ed. desde abajo, Bogotá 2019.
[24] Interpreto como clasismo todo intento de descalificación de ideas, basado en el pretencioso menosprecio intelectual que se despliega desde una certeza dudosa sobre que “lo conceptual” sería requisito para elaborar ideas, vincularlas o configurarlas. No solo lo percibo en las izquierdas marxistas sino en las postmodernistas neoliberales del movimiento feminista.