«Por ejemplo, la tierra es de quien la trabaja, no hay propiedad extranjera ni del suelo ni del subsuelo. Eso forma parte del suelo del consenso cubano. Que la salud pública es gratuita, que la educación pública también. Y que no son dádivas sino derechos». Esther Pérez.
¿Cuáles son los caminos de la educación popular en la actualidad en Cuba y América Latina?
Pienso que hay un denominador común para Cuba y América Latina. Aparte de las guerras, hay una guerra cultural en curso desde hace bastante tiempo. Una guerra cultural en la cual se pretende idiotizar a las personas por diversos medios que van desde los medios digitales de las grandes plataformas hasta la droga, la diversión insulsa, la banalización de la vida y lo que Fukuyama llamó el fin de la historia que hace que cualquier rebeldía contra eso no tenga sentido. Esa guerra está en curso y se libra también dentro de cada uno de nosotros, no es solo una guerra externa, también es una guerra interna. Cada uno llevamos los valores introyectados por el capitalismo; y algunos llevamos también valores de una utopía, un sueño, un ideal, la búsqueda de otra cosa. Pero esa pelea está dentro de nosotros mismos, yo creo que el camino de la educación popular hoy en día en Cuba, en América Latina y en todas partes es precisamente contribuir a pelear esa guerra, haciendo que las personas sean cada vez más dueñas de los procesos políticos y sociales donde están involucradas haciendo que desmitifiquen la realidad, que logren ver las contradicciones reales del mundo, que logren ver el capitalismo -que ya ni siquiera se logra ver el capitalismo con claridad-. Me parece que ese denominador es común, es para todos. Dentro de eso, claro, hay diferencias. Hay diferencias dadas por los niveles de instrucción de los involucrados, dadas por características nacionales, dadas por los procesos políticos que se viven en cada país, etc. Pero yo creo que esa es la gran tarea de la educación popular hoy, y viene siendo la gran tarea de la educación popular desde hace tiempo.
¿Y si preguntáramos qué es eso de la Educación Popular?
La educación popular no son técnicas, aunque se sirva de técnicas. No es una metodología aunque se sirva de una metodología. La educación popular es una forma de concientizar a grupos sociales acerca de las contradicciones reales y las relaciones sociales en las cuales están involucrados.
Es quitar telarañas y concientizar a la gente acerca de que el racismo es una relación social histórica, que el sexismo lo es, que el capitalismo es histórico, que el socialismo también es histórico y que por tanto será superado, y que cada uno de nosotros nos movemos en el mundo con esas contradicciones y esas relaciones sociales. Para mí eso es la educación popular, concientizar. Yo creo que la concientización como la describe Freire sigue siendo un centro de la educación popular.
¿Cómo se expresan los conflictos en Cuba? ¿Cuáles son los grandes retos de la Revolución cubana?
Los retos de Cuba hoy son muchos. Cuba tiene muchos problemas, en realidad todo el mundo tiene muchos problemas hoy. El mundo esta en unas condiciones..., en primer lugar no va a durar mucho, si siguen por este camino el mundo no va a durar mucho porque nos estamos comiendo el planeta a la velocidad de un rayo, de manera que dentro un siglo no sé cómo podrá ser la vida, me da mucha pena sobre todo por los niños y los jóvenes porque la herencia que les vamos a dejar es una tremenda porquería. No hay freno. En ese sentido todo el mundo está mal. Añádele que con la proliferación de las guerras, desde Rusia-Ucrania, a Israel-Gaza a los llamados conflictos de baja intensidad, Comando Sur en Ecuador, Yemen, Sudán donde hay seis millones de desplazados, la población de un país...
Se sufre una crisis mundial. Ya son varias crisis, la ambiental, la económica, la política y crisis sociales. En Cuba se han sentido todas esas crisis. Este es un pequeño país sin fuentes de energía que valga la pena mencionar, con una economía sumamente abierta, que tradicionalmente ha importado la mayor parte de lo que se come, entonces en esta situación lo que la gente siente es carestía, hay un proceso inflacionario y carencias de algunas cosas, es una crisis más dura que la del periodo especial, porque en el periodo especial no se afectó la salud, ahora se ha afectado la salud, hay una falta de medicamentos tremenda. Y aunque los médicos están ahí, y los hospitales no cierran, de pronto te falta omeprazol y qué haces. Súmale a eso que los EEUU han aprovechado esta coyuntura para apretar las tuercas hasta el final, o sea ya no se trata del bloqueo, hoy Cuba está en la lista de los llamados países terroristas, no tiene el crédito con el que opera cualquier economía y hay que pagar en cash. Además hay una guerra cultural brutal, como nunca. Transmisiones, internet, sitios web, noticias falsas, lo que quieras, y hay gente susceptible. Estamos en un momento sumamente crítico, por eso creo que hay que trabajar más. Cuando estás en un momento crítico o te rindes o pataleas, y yo creo que hay que patalear todo lo que se pueda. Hay que insistir en el trabajo de educación popular, hay que insistir en la formación política, hay que insistir trabajando en la base. Son símbolos de esperanza en medio de una situación muy difícil.
¿Con qué contamos para sobreponernos o remontar esos retos? Contamos con la cultura política de este pueblo, que es enorme. Tú hablas con un campesino y sabe lo que está pasando en Yemen. Tú hablas con cualquiera y saben la historia de Cuba y sientes el orgullo de ser cubano. Es curioso porque los compañeros extranjeros no entienden el nacionalismo del lado de acá del Atlántico. El nacionalismo del lado de allá del atlántico tuvo su máxima expresión hasta ahora en el nazismo y va a tener otras igualmente nefastas de acá en adelante. Pero el nacionalismo del lado de acá es una recuperación del ser nacional, es una descolonización física y mental, es una apropiación de las raíces. Cuando empezó el periodo especial fui a un evento a los EEUU y estaban los gusanos y nos decían que por qué decíamos "patria o muerte". Yo les decía "¿tú te sabes el himno nacional de Cuba mi chino?", "sí", "¿y qué dice?", "que morir por la patria es vivir ¿no?" nosotros estamos al lado de la muerte desde el principio de modo que hazme el favor.
Esa cultura política y esa apropiación del ser nacional yo creo que son cosas que operan a nuestro favor en esta crisis.
¿Cómo conservar las grandes virtudes e inspirar a otros pueblos?
Otra fortaleza con la que contamos son los amigos en el mundo que son hermanos. Yo soy militante del MST igual que soy militante del partido. Yo trabajo con la gente del MST lo que me pidan y ellos se mueren por nosotros. Eso opera a tu favor. Desde eso hasta la organización que han creado cubanos desde Miami que se llama "puentes de amor". Y vienen para Cuba cada vez que pueden. Y puertorriqueños y españoles. Tenemos muchos amigos en el mundo, y gente que confía en nosotros, lo cual es una carga pesada, pero que también nos apoya y nos alivia la carga. Tenemos amigos norteamericanos y canadienses, para no hablarte de lo que llaman ahora el Sur Global.
Yo fui al Foro Social Mundial que se hizo en Mali, y el día del desfile éramos solo dos cubanos. Y el día del desfile escucho hablar en acento cubano y me viro y veo a unas chicas con velo y les pregunto quiénes son y me dicen: "somos saharauis que estudiamos en Cuba". Las muchachas saharauis hablan el castellano como yo. Entonces tenemos también a toda esa gente que ha estudiado en Cuba. Y los que siguen estudiando. Eso también opera a favor. Opera a favor el internacionalismo. No solo el que recibimos sino el que damos. Cuando la gente va. Médicos, maestros, constructores, agrónomos, y se enfrenta a la pobreza de Haití, y se enfrenta a la depauperación de algunos países africanos, y tienen que ir a Italia a curar la Covid a los italianos, o van a Brasil a lugares donde nunca ha habido médicos, la gente entiende más. Y son miles, y miles, y miles los cubanos que han ido a trabajar en esas condiciones, para no hablarte de los que han ido a pelear, que ya están más viejitos. Mi hermano estuvo en Angola y en Tanzania por ejemplo. En Angola cuando la guerra y en Tanzania trabajando como médico.
De modo que no es tan cierto eso de que el socialismo cubano está en riesgo.
Mira, el socialismo siempre está en riesgo. No es un hecho ni es una construcción. La idea de construir el socialismo como si fuera una casa es equivocada. El socialismo es un proceso que combina dos cosas: proyecto y proceso. El proyecto de más libertad, más bienestar, hasta llegar al comunismo. Y el proceso, que no es como el proyecto, una cosa recta dirigida claramente hacia el horizonte. El proceso es sinuoso porque está sujeto a las coyunturas, está sujeto a los contratiempos, a los errores... Entonces el socialismo siempre está en riesgo porque tienes que ir siguiendo ese proceso. De manera que si me preguntas si el socialismo cubano está en riesgo te digo que siempre ha estado, no es un hecho dado, que el riesgo se convierta en realidad depende de nosotros. Un poco de la coyuntura pero mucho de nosotros. Estamos en un momento que no es de avance del socialismo, si quieres es de retroceso. Piensa en la Unión Soviética, la Nueva Política Económica (La NEP) fue un retroceso y nosotros estamos en un momento de retroceso. Lo que no puede nunca es desvincularse el proceso del proyecto, no pueden chocar, ni ir uno en contra del otro. Pero el proceso es mucho más complicado que el proyecto y hay que tener claridad para no perder de vista ninguna de las dos cosas, hay que mirar con los dos ojos, con uno el proyecto y con el otro seguir las curvas del proceso. El socialismo siempre estará en riesgo en tanto que fabricación humana, utopía humana, diseño humano. Estará en riesgo porque nosotros somos solo humanos, todos, desgraciadamente.
¿Cómo no confundir en algunos momentos el proyecto con el proceso?
No pensar que el proceso es el proyecto, no confundir uno con el otro. Fidel era un maestro en eso, en seguir las curvas y de pronto dar un salto, tenía un pensamiento estratégico fabuloso, pero bueno, ahora tenemos que hacerlo sin Fidel, suerte que lo tuvimos.
Si tuviéramos que caracterizar el socialismo cubano, entendiendo que no es algo terminado, ¿qué elementos destacarías?
El socialismo cubano en primer lugar está fuertemente impregnado de nacionalismo cubano y de idea de soberanía, son dos cosas imposibles de separar, tanto en la realidad como en la mente de las personas. El socialismo cubano además está basado en el consenso y en ciertos cambios que se dieron en la sociedad que son intocables e inalienables. Por ejemplo, la tierra es de quien la trabaja, no hay propiedad extranjera ni del suelo ni del subsuelo. Eso forma parte del suelo del consenso cubano. Que la salud pública es gratuita, que la educación pública también. Y que no son dádivas sino derechos. Ambos son derechos. Que las personas somos iguales, lo cual es una lucha, iguales no solo ante la ley sino ante la vida, mujeres, gays, negros, blancos, chiquitos, grandes, flacos, somos iguales, estamos en esa lucha todavía. Que no me pueden faltar el respeto, nadie, ni el Presidente de la República, nadie, eso forma parte del consenso. Entonces el socialismo cubano es eso. La idea de que el internacionalismo forma parte del socialismo cubano. Y no es por casualidad. Nosotros estamos en medio, todo el mundo llegaba aquí, desde los araguacos que poblaron la isla antes que los españoles. Esta isla ha sido un lugar de encuentros, de conocimiento del otro, del que viene y del que se va, el internacionalismo acá no es como en otros pueblos. El que va a Chile es porque va a Chile, nadie pasa por Chile, porque está en una esquina. Aquí no, aquí todo el mundo ha pasado, de manera que sabemos de otros países. Nosotros somos un país capaz de dar, de apoyar, de brindar, eso es una forma de orgullo que está en el fondo de la idea de socialismo cubano. Eso es lo que se me ocurre ahora.
¿Cuáles deben ser hoy las tareas de un revolucionario?
Hoy en día la tarea de un revolucionario cubano es ver la realidad, verla realmente para tratar de entenderla y entonces denunciar lo que hay de denunciar, aclamar lo que hay que aclamar, compartir todo lo que se pueda compartir, crear grupos con los cuales debatir lo que ven y lo que ven los demás. Para mí es fundamental hacer trabajo de base. Y después creo que depende de dónde está ese revolucionario y qué cosa es la que hace. Si es un campesino creo que tiene que sembrar mucho y cosechar mucho para que haya más comida. Si es un maestro creo que tiene que dar mejores clases y no llegar tarde nunca, y tratar de hacer las clases más interesantes para los muchachos. Si es un educador popular tiene que hacer mucho trabajo con la base, todo el que pueda. Si es un médico estar en el hospital. El denominador común es trabajar mucho y ver la realidad. Ver la realidad real, sin espejuelos, es casi imposible, lo sé porque yo veo la realidad con los espejuelos de una militante del Partido Comunista de Cuba, no la veo de otra manera, pero tratar de ver la realidad real, tratar de entenderla y discutirla con otros, y enriquecer tu propia comprensión con la del otro y no callarte la boca.
¿Cómo organizaban ustedes los talleres de educación popular?
Yo había ido a algún taller de educación popular en América Latina. Después de ese año que os conté que habíamos estado peregrinando por Cuba, decidimos que nosotros teníamos que hacer nuestro taller para formar a gente. No podíamos dar más de sí, además ¿qué mejor que la gente de los propios grupos para llevar su grupo? Pedimos a los compañeros de América Latina que nos enviasen materiales. Cuando nos llegaron los materiales entramos en pánico, porque ya habíamos hecho la convocatoria y nos dimos cuenta que no nos servirían, porque lo que habíamos visto en Cuba no era lo que estaban viendo en sus países. Las preguntas nuestras no eran las de ellos, las maneras de reaccionar del cubano no eran las maneras de reaccionar del mexicano o nicaragüense, y entonces tuvimos que inventar. Lo inventamos a partir de lo que habíamos visto. El primer taller lo hicimos en 1995 y empezamos con una semana de formación. Pasada esta semana la gente volvía con su grupo y hacía cosas. Luego regresaban y así por cuatro semanas (nos dimos cuenta que era mucho y redujimos a tres semanas). Los contenidos eran comunicación, trabajo de grupo, ciertas reglas elementales para cómo trabajar con los grupos, planificación, evaluación del trabajo, sistematización de los procesos... Había un momento inicial, la bienvenida, aún no le llamábamos mística, que nos servía para que la gente empezara a conocerse, descontraerse y eso. Y a partir de ahí comenzamos. Había invitados donde un conferencista daba una charla relevante para la sociedad cubana en ese momento y la discutíamos a nuestra manera.
Nos pasaron cosas que no imaginábamos. Tened en cuenta que la gente pasaba una semana interna. Una noche tenía pensado poner una película italiana, Compañero, de un maestro comunista perseguido que tiene que irse a un pueblito pero la película no apareció y desesperados dijimos "¿qué hacemos esta noche?". El compañero con el que hacia la formación pensó: "vamos a poner canciones de Silvio y que la gente reflexione a partir de las canciones de Silvio". Fue extraordinario. La gente empezó a oír las letras de las canciones de Silvio como nunca las había oído, a fondo. La gente empezó a llorar, a abrazarse, fue un desborde total. Yo me asusté, porque dije nosotros no estamos aquí para hacer psicoterapia, ¿qué es esto? Escuchamos a Silvio y a una compañera argentina. Fue magnífico y lo incorporamos.
Pasaron cosas interesantes. Por ejemplo el público cubano está muy acostumbrado al texto, entonces cuando llegaban a un lugar donde el primer día no les daban ni un libro ni una libreta para apuntar se ponían nerviosos. Otro problema que pasaba era que en esa semana se creaba una atmósfera comunista, de compañeros compañeros compañeros y cuando se estaba terminando existía el temor de volver a la calle y quedarse sin esa atmósfera compañera. Tuvimos que lidiar con muchísimas cosas.
Al cabo de un tiempo empezamos a hacer talleres con esa gente que había pasado las tres semanas de formación para saber cómo les había ido, qué habían empleado, qué no, qué otras cosas necesitaban... Y empezamos a hacer talleres de profundización. A partir de lo que la gente nos decía hacíamos los talleres. Comunicación, valorización, etc. Talleres de una semana con la gente que había pasado el proceso inicial de formación para complementar y dar más elementos.
El proceso inicial duraba tres semanas porque era el tiempo que necesitábamos para abarcar lo que queríamos. Y luego comenzaba el acompañamiento de algunas de las experiencias que tenía elementos particulares. Y fuimos una especie de asesoría de algunas experiencias en Matanzas con La Marina, Pinar del Rio con un centro de estudios ambientales, Jagua Grande a partir de una biblioteca pública... Eso significaba un proceso más largo con grupos concretos.
También se daban talleres por fuera para otras personas que pedían algunas cuestiones. Y nació la Red.
¿Cuál ha sido el legado de Fernando Martínez Heredia en el pensamiento cubano y latinoamericano?
Mira, estoy demasiado cerca para poder responder eso. Creo que la obra de Fernando tiene mucho que decir en contextos muy diversos. Hace poco un amigo estadounidense que vive en Suiza vino a Cuba para traducir algunos artículos de Fernando. Él dice que hay que buscar gente que pelee, que se necesitan leer cosas de gente que pelee. Yo creo que Fernando peleó toda la vida. Ese es su legado. La verdadera vocación de Fernando era ser maestro, él quería tener discípulos. Y quizás lo más interesante de él es que en su obra descubres que el método desde el cual pensaba es fácil de aprender. Es decir, puedes aprender a pensar a partir de su obra, porque él hace muy explícito eso. Entonces quizás ese sea su legado fundamental, que todavía puede ayudar a la gente a aprender a pensar. Y hace falta gente que enseñe a pensar.
Sin embargo Fernando fue de todo un poco. Él quería ser historiador, era su meta de jovencito. Después la vida lo fue llevando por donde lo fue llevando. Él decía, "al principio profeta, luego periodista y al final historiador". La vida lo fue llevando por muchos caminos, desde el ejército hasta Nicaragua pasando por muchas experiencias. En algún sentido eso le enriqueció y le permitió no ser un académico. Fernando no fue nunca un académico ni quiso serlo, siempre quiso estar al pie del cañón enseñando y discutiendo y provocando. Quizás otro legado importante de Fernando es aprender a ser disciplinado sin ser obediente, él decía "hay que ser disciplinado pero no obediente". Y ser desobediente porque uno es militante, no a pesar de ser un militante. Todo eso está ahí en las cosas que escribió. También su admiración por el Che. Hay que leerlo.
Saben que Fernando escribió hasta ficción, ahora publicaron una pequeña antología entre tres editoriales de la pandilla de los magdieles (México, Argentina y Cuba) donde aparece uno de los cuentos de Fernando.
Fue un luchador y tampoco confundió lo personal con el proceso, porque al interior de la Revolución hubo momentos difíciles para él.
No es que no confundiera. Él decía que lo peor que puede hacer un revolucionario es creer que se merece algo. Cuando empiezas a pensar que te mereces algo, que te podrían atender de otra manera, te jodiste. Y no se puede ser resentido, el proceso es doloroso para todo el mundo y sí hay que pagar precios. Los cubanos no podemos ir a España porque no nos dan visa. Fernando tuvo que pagar un precio, pero él estaba clarito en eso, el revolucionario que crea que se merece que lo traten distinto ya no sirve. Oye, el socialismo no es solo gozo y alegría, no es como decía una niña cuando le preguntaron qué es la revolución, "una triunfazón". Y es verdad pero también es dolores, angustias, sangre, sudor y lágrimas, es una triunfazón con su dolorcito. Nunca estuvo resentido y lo mismo los compañeros. Aurelio Alonso, que sigue pensando y escribiendo. Juan Valdes Paz. Y sencillamente siguieron su viaje dentro de la Revolución.
¿Qué nos puede decir sobre la revista Pensamiento Crítico?
La Biblioteca Nacional hizo una multimedia con toda la revista de Pensamiento Crítico. Pensamiento Crítico no era el órgano del partido, era una revista totalmente militante, que ilustraba muy bien esa idea de ser disciplinado y desobediente. La idea de la revista desde su fundación en el departamento de filosofía era mostrar lo más avanzado. Tenía la idea de que desde la Revolución cubana, herejía contra los dogmas como dijo el Che, era necesario romper con ese marxismo constantino, esclerosado que se predicaba desde el Oriente. Ellos decían que era necesario poner el marxismo a la altura de la Revolución cubana; es decir, desarrollar el marxismo a partir del pensamiento marxista y los pensadores señalados por la academia soviética, pero también el pensamiento de la gente que estaba luchando en ese momento por el socialismo como Samora Machel, Fidel Castro, Ernesto Guevara, etc. Porque esa gente estaba produciendo un pensamiento sobre el socialismo y eso también tenía que ser incorporado. Eso fue Pensamiento Crítico, y murió debido a uno de los meandros del proceso. Cuba tuvo que decidir si alinearse con el bloque soviético o morir. Y uno de los precios que pagamos por eso fue el anquilosamiento del pensamiento social, ahí muere Pensamiento Crítico.
Años después, en el proceso de rectificación, vuelve a surgir la idea de un pensamiento social renovado, ¿sabes a quién buscaban los muchachos? A Fernando, a Aurelio, a Valdes Paz... Iban a buscarlos como fuentes de un pensamiento que estaba dormido pero no estaba muerto.
¿Sigue siendo el marxismo una herramienta a día de hoy?
La herramienta, sin duda. Por qué creen que tratan de enterrarlo, de decir que ya está muerto, que no sirve, que Marx vivió la revolución industrial y no vio más allá, que Lenin era malísimo... por algo será, ¿no?
¿Qué vinculación tiene la educación popular con el marxismo?
Todas. Puede dar clases de marxismo con la educación popular, se ha hecho. Frei Betto explicaba a los trabajadores de una fábrica de camiones qué cosa es la plusvalía y era todo a partir de lo que ellos hacían. "¿Qué cosa fabrican ustedes? Camiones. ¿Y ustedes se van para casa en camiones? No, en bicicleta. ¿Y por qué no se van en camión? Porque los camiones valen mucho. ¿Cómo es posible si ustedes son quienes fabrican los camiones?" Y a partir de ahí comenzaba a hablar de plusvalía.
El educador popular tiene que tener una formación marxista. Y esa formación se va a reflejar en lo que hace, en la manera que lo hace. Yo a los talleres de educación popular solía llevar a Fernando para que hablara, para que soltara un mazazo y la gente se pusiera a discutir.
No concibo un educador popular sin formación marxista. También creo que un educador popular latinoamericano debe tener una formación en Teología de la Liberación, porque la religión es muy importante en América Latina. Hay que saber de religión, conocer a los teólogos de la liberación, leer a Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, para saber, para poder hablar con la gente. No puedes hablar con la gente que es religiosa si no sabes de religión. Hay que conocer cosas como la devoción en la ciudad de La Habana a San Lázaro, la Aparecida en Brasil, Guadalupe en México, todo el fenómeno mariano hay que conocerlo, en América Latina es muy importante. Bueno, y en España también.
Y no puedes ser educador popular tampoco sin saber de pedagogía. Hay que saber de pedagogía. Fue la parte que a mí me costó más trabajo.
Mientras más sepas mejor vas a poder trabajar. Cuando empezamos, nosotros impartíamos en el Centro Martin Luther King una cosa que se llama seminarios de profundización. Llevamos a profesores de la universidad que impartieron marxismo durante meses, llevamos a Pedro Pablo Rodríguez para hablarnos de Martí, a historiadores, actores para ver cómo moverse en el espacio, porque el profesor tiene algo de actor. El saber se coagula en lo que haces.
El marxismo te permite leer la realidad, si no lees la realidad qué vas a enseñar, cómo vas a descubrir la pregunta que les quema el alma a la gente.
www.vocesenlucha.com. Extractado por a Haine.