Errico Malatesta, uno de los padres del "anarcocomunismo"

Los en teoría muertos y enterrados ideales libertarios, vuelven hoy a estar más vivos que nunca.
Finales del siglo XIX principios del XX, Italia, país campesino de la periferia europea, en una época de miseria y explotación, con la apoteosis del liberalismo económico, es uno de los lugares donde los ideales anarquistas tienen más éxito. Errico Malatesta, nacido en el seno de una familia de propietarios rurales, marcará un nuevo rumbo en la teoría anarquista al abrir una nueva corriente de pensamiento dentro del llamado "anarcocomunismo".
Siendo estudiante de medicina, Malatesta se unió primero al socialismo de la Primera Internacional (Londres, 1864, y todavía anarquista-marxista), donde conoció a Bakunin (es considerado uno de sus mayores discípulos) y adhirió a los postulados del anarquismo. Fue el principal impulsor de la acción directa, defendiendo como sus principios la toma de tierras y la huelga general. Así, Malatesta pone en marcha toda una serie de estrategias para la difusión de la política libertaria, entre las que se encuentran la expropiación de bienes a los sectores más adinerados, lo que hace que el anarquismo simpatice con ciertos bandidos populares.
El triunfo de la voluntad
Contemporáneo de Piotr Kropotkin, ambos serán los padres del "anarcocomunismo", tendencia filosófica y económica dentro del anarquismo que promueve la asociación voluntaria sin Estado, e igualitaria a través de la propiedad comunitaria o "comunización" de los bienes y servicios. Estos serían distribuidos a cada persona por medio de una economía gestionada por la comunidad, es decir, el comunismo entendido como comunidad de bienes. De ahí su similitud con el concepto filosófico de "organización tribal" de las comunidades humanas más primitivas, que surgen del principio de que el ser humano necesita de los demás para desarrollarse, se basan en la libre asociación de pequeños grupos familiares y en las que la propiedad es comunitaria, existiendo un limitado reparto de actividades y una limitada jerarquía.
El conflicto entre ambos surge en que, mientras Kropotkin cree que el advenimiento del anarquismo es resultado de un devenir científico, es decir, que "naturalmente" llegará, Malatesta sostiene que para llegar a concretarse, requiere de la voluntad y de una militancia permanente. Así, Malatesta apunta a salirse del esquema de los partidos políticos y a ser fieles al lema de la Primera Internacional: "la emancipación de los trabajadores debe de ser obra de los mismos trabajadores". La apuesta es a la reacción espontánea de los oprimidos por el poder del Estado.
De acuerdo con estas ideas, Malatesta participó de numerosas insurrecciones populares, en España y en Bélgica. Y así, al mismo tiempo, va incorporando en la práctica la idea del internacionalismo de la causa anarquista. "Más allá de las diferencias entre los compañeros anarquistas, entendámonos sobre el camino y los medios, ¡y adelante!" es una de sus consignas más conocidas. Su pensamiento evoluciona, y vemos como en su "ser unitarista", Malatesta plantea la necesidad de organización política y funda en 1899 el Partido Internacional Socialista Anárquico. La estrategia de estas manifestaciones es construir, con ellas como vehículo, las alternativas para salir de la situación de opresión e ir estableciendo los lazos que lleven a una sociedad anarquista. La revolución es constante, no hay un momento que cambie todo de la noche a la mañana.
Salarios nunca más
De acuerdo con su "anarcocomunismo", Malatesta plantea la construcción de una sociedad sin clases y en cierta manera, propone una síntesis con el marxismo, pero sin pasar por la etapa de la dictadura del proletariado. La solución que ve el italiano pasa por la idea de federación, con la creación de múltiples agrupaciones libres que respeten las tendencias de la población y que se unan para resolver problemas específicos. Malatesta teme el ejercicio del poder y quiere un cambio absoluto de la condición humana: "Se formará una nueva conciencia moral por la cual el asalariado repugnará a los hombres, como lo repugnan hoy la esclavitud legal y la inquisición".
Con esta política, el anarquismo italiano se convirtió en una fuerza temible para el fascismo. Mussolini mandó a prisión a Malatesta, pero el respeto que sentía por él, respeto en parte inspirado por el temor a revueltas, le impidió ejecutarlo.
Malatesta muere en prisión, después de haber pasado por varios exilios en Francia e Inglaterra, donde continúa con su incansable prédica en favor de la lucha libertaria, pues siempre fue fiel a su idea de que la nueva sociedad no llegaría por sí sola.
Errico Malatesta fue un hombre de acción, por eso dejó sólo escritos dispersos. En uno de ellos habla del amor en la sociedad libertaria y dice: "Eliminemos la explotación del hombre por el hombre; combatamos la pretensión brutal del macho que se cree dueño de la hembra; combatamos los prejuicios religiosos y sociales; aseguremos a todos, hombres, mujeres y niños, el bienestar y la libertad y entonces no quedarán otros males que los del amor."
Muchos le habrán criticado de idealista e ingenuo, y sin lugar a dudas que la situación de la época en la que vivió era totalmente distinta a la situación actual, pero resulta más que admirable que vivió y luchó hasta el final, defendiendo la unidad y la fuerza de voluntad como vehículos para un mundo mejor. En un mundo individualista, egoísta y materialista, en el que hasta las revoluciones de "indignados" se tiñen de nihilismo, se tiñen de pereza, de mirar únicamente por lo nuestro, de levantarse porque "violan mis derechos". En un mundo insolidario, consumista, en el que el tiempo libre lo dominan los centros comerciales, el sexo y las drogas, un mundo hedonista, que busca el placer por el placer. En un mundo artificial, que ya no siente, estos ideales son más que necesarios.
Extractado por La Haine