El balotaje en Ecuador: un resultado inverosímil

En la semana anterior y el día de la jornada electoral de la primera vuelta el 9 de febrero de 2025, muchas encuestas vinculadas al régimen predecían que Daniel Noboa ganaba holgadamente en una sola vuelta; hasta hubo un exit poll, de un personaje vinculado al gobierno, que dio ese triunfo y que los medios afines difundieron, dando por sentada la victoria. Todo estaba preparado para una mega celebración; no obstante, resultó un fiasco y el gobierno recibió la noticia de un empate. Noboa se enojó tanto que ni siquiera asistió al evento en donde había planificado la gran fiesta, plantando groseramente a sus seguidores. Sin embargo, hay un hecho extraño que llama profundamente la atención. Con cerca del 90% de actas escrutadas, justo cuando Luisa González iba a tomar la delantera (había una tendencia consolidada y un comportamiento regular en el ingreso de datos en la página web del CNE que mostraba que ella subía y él bajaba), de pronto su crecimiento se detuvo y el candidato-presidente, quien violó la Constitución al no pedir licencia, ganó por más o menos 16.000 votos en un empate técnico que dio 44% de los votos al oficialismo y 44% a la oposición, evidenciando un contexto de fuerte polarización política en el Ecuador.
Inmediatamente, comentaristas de las derechas se pusieron a hablar de narcos en las zonas donde ganó el correísmo. Así vino el primer golpe al proceso de control electoral. Con este pretexto y a insistencia (¿instrucciones?) del gobierno, el CNE --institución que ha dado nulas muestras de imparcialidad a lo largo de todo el proceso electoral-- cambió las reglas en contra de la norma legal establecida, aprobando una resolución que impedía que la gente tomara fotos de su papeleta arguyendo la tesis de extorsiones por parte del crimen organizado. Les había quedado claro que el festejo que de la primera vuelta se les cayó porque la oposición pudo ejercer cierto control electoral, no total, pues el mencionado cambio irregular en el ingreso de actas en la base de datos del CNE siguió adelante y nada se pudo hacer.
Asimismo, aprendida la lección de febrero, justo el día anterior al balotaje, el 12 de abril, mediante el Decreto 599, Noboa declaró un estado de excepción en siete provincias, la mayoría en donde había ganado el correísmo, alegando una grave conmoción interna. Este decreto fue arbitrario porque, primero, no había tal conmoción interna; y segundo, de ser cierta tal causal y no una excusa como parece ser el caso, surge la interrogante de por qué no se lo firmó semanas antes de la jornada electoral. La respuesta a esta pregunta y la clave de medida se encuentra en que el decreto tenía que entrar en vigor justo antes del día de las elecciones. En resumen, es obvio que tanto la prohibición de tomar fotos a la papeleta como la militarización el día antes de la elección tenía como meta obstaculizar el control electoral y atemorizar a las organizaciones de la oposición. Aquí está la explicación del extraño e inverosímil resultado electoral.
Luisa González, candidata de Revolución Ciudadana, y Daniel Noboa.
Sigamos adelante. En un contexto de extrema polarización como claramente demostraron los resultados de la primera vuelta, el "holgado triunfo" del oficialismo en el balotaje muestra una diferencia matemáticamente imposible de explicar. Por ejemplo, según lo muestra con claridad Alfredo Serrano Mancilla en La Pizarra, de los votos en disputa en la provincia del Guayas, Noboa obtuvo el 98% y González el 2%; en Pichincha, el 93,77% para ADN y tan solo 6,26% para el correísmo; en Azuay, la situación es aún más llamativa, Noboa obtuvo el 101,23% y González un -1,23%, esto es un resultado negativo. Analistas de derechas, del oficialismo, marketineros políticos (que ahora se autodenominan "expertos" que evalúan "la efectividad" de los mensajes o propagandas de las campañas) y otros opinadores "bien pensantes", inmediatamente y ante la sorpresa del resultado, intentaron posicionar el relato de que la candidatura correísta perdió muchos de los votos que consiguió en la primera vuelta, algo prácticamente imposible en un contexto de extrema polarización, supuestamente, por sus mensajes ambiguos sobre Venezuela, por la acusación con el famoso ecuadólar, porque los viejitos salieron a votar masivamente cuando en realidad no son un segmento numéricamente significativo de la población y el incremento de electores de la primera a la segunda vuelta está dentro de los rangos normales (así que esta última narrativa parece que se cayó ni bien se la intentó posicionar). Hasta hay quienes salieron con las típicas anécdotas que de "personas conocidas" que cambiaron su voto. En pocas palabras, estamos ante relatos construidos desde el poder y filtrados a ciertos medios o influencers para justificar lo injustificable: un resultado matemáticamente inverosímil.
Hagamos un breve recuento. El 22 de enero del 2025, González dio una entrevista a Fernando del Rincón en CNN, pocos días antes de la primera vuelta. Del Rincón presionó duramente a la candidata por el tema de las elecciones venezolanas. Inmediatamente, las respuestas de González se viralizaron (en buena parte de los casos de forma completamente distorsionada) por los medios afines a Noboa y su campaña; pero el correísmo no solo no perdió en primera vuelta, al contrario, el sorprendido fue el gobierno que se topó con un control electoral que no esperaba y a regañadientes se vio obligado a aceptar un empate. El relato sobre Venezuela, por tanto, no sirve. Si así fuera, el oficialismo hubiera ganado en primera vuelta y eso no sucedió. Continuemos con la narrativa tan abusada de la desdolarización y el ecuadólar. A pesar de ciertos errores de la campaña correísta, estos ataques prácticamente han sido los mismos que en otras elecciones; no obstante, el correísmo obtuvo porcentajes más altos cuando perdió con Lasso y el mismo Noboa en los balotajes anteriores (47,64% y 48,17% respectivamente); así que este relato tampoco ayuda a explicar el resultado tan sorprendente de la segunda vuelta.
Tendría más sentido la explicación del gasto colosal en bonos del Estado --una grave infracción que el CNE dejó pasar y que vicia por completo el proceso electoral--, pero esta actitud, en lugar de mostrar confianza, da cuenta de la desesperación del gobierno de Noboa que tuvo que recurrir a este tipo de comportamientos abiertamente ilegales para favorecer a su sorprendida campaña. También, hay quienes sostienen que el tema de la seguridad volcó la balanza, pero esa tesis tampoco funciona porque la sensación de inseguridad ha crecido en los últimos meses --del 1 de enero al 31 de marzo de 2025, se registraron 2.361 homicidios intencionales siendo el período más violento de la historia reciente del Ecuador-- por lo que el fracaso del gobierno en este tema ha sido estrepitoso.
Por el contrario, hay que tener presente que el correísmo, a diferencia de balotajes anteriores, alcanzó alianzas claves y determinantes con el movimiento indígena y otras fuerzas sociales y fue un consenso generalizado que la última semana de campaña González hizo muy bien la tarea al mostrar la unidad alcanzada. El oficialismo, en cambio, recibía duros golpes mediáticos como las denuncias de Noboa Trading, de la fiesta en España financiada por un empresario dudoso, etc., etc, además de que cargaba con el desastre del derrame de petróleo en Esmeraldas, etc., etc.
En conclusión, todos los relatos poselectorales analizados se asemejan más a un cúmulo de excusas o chismeríos para explicar los que no se puede explicar: que González, valga reiterar, en un contexto de fuerte polarización, haya sumado solo 166.000 votos en la segunda vuelta y el oficialismo se haya llevado casi todos los votos en disputa, esto es, más de un 1'330.000. Del último proceso electoral ecuatoriano, lo único que está claro y que nadie puede poner en discusión, es que el CNE no da la menor confianza, que el proceso electoral estuvo viciado de principio a fin y que el resultado es matemáticamente inverosímil.
Whittier College