Declaro mi amor a las cerillas y las latas de gasolina
Un día cualquiera, en la prensa de eso que llamamos nuestro país (o pocilga comunal).
Caso a)
“Rafael Spottorno, entonces director de la Fundación Caja Madrid, se quejó ante Miguel Blesa de la “desvergüenza y el despilfarro” que suponían los proyectos con medios de comunicación de la Fundación Dos de Mayo, patrocinada por la entidad financiera
La Fundación Caja Madrid, a través de la Fundación Dos de Mayo, pagó 1,3 millones de euros a Unidad Editorial en diferentes proyectos en 2009 y financió un “bonito mural de Vocento” en 2008”.
Caso b)
Agentes de la Policía Nacional, en colaboración con la Inspección de Trabajo de Madrid y la Policía Local de Brunete (Madrid), han detenido a una empresaria textil que hacinaba a 44 trabajadores en dos talleres de la localidad madrileña de Brunete, ha informado la Dirección General de la Policía.
De los 44 trabajadores que se encontraban desarrollando sus labores en los talleres, sólo 17 estaban contratados y dados de alta en la Seguridad Social. Se ha imputado a la propietaria el nuevo tipo agravado por el Código Penal, tipificado como delito contra los derechos de los trabajadores y que puede llegar a acarrear multas de hasta 150.000 euros.
Caso c)
Un documento inédito con sello de Caja Madrid prueba el engaño de la entidad al vender preferentes. Un escrito de un cliente muestra cómo la caja dio información positiva de un producto cuando se conocía su degradación.
Caso d)
La Guardia Civil sanciona a tres militantes de IU con multas que podrían llegar a casi 2 millones de euros. Los tres militantes, vecinos de Espartinas, fueron multados cuando realizaban una asamblea. A pesar de que otras personas fueron identificadas, solo los miembros de IU han recibido los informes de sanciones.
La cosa queda meridianamente clara. El sistema, esa entelequia facciosa a la que los optimistas llaman “gobierno”, los “jueces”, la “policía” y las “fuerzas del orden”, dirigen la onda expansiva de su sentido del “estado” y la “justicia” hacía los ciudadanos y se quedan mirando al techo cuando Alí Babá y los Tres Mil Ladrones saquean el erario público, hacen trizas las palabras y los conceptos de “libertad” y “democracia” y se limpian en las cortinas del apaleado pueblo.
Es decir, que asistir a una asamblea a las puertas de tu ayuntamiento porque los que mandan (peperos) han subido el IBI a la parra de sus caprichos “merece” una multa de…¡Dos millones de euros! Y saquear las finanzas públicas, hacer esclavos a los trabajadores y engañar y estafar a 1 millón de jubilados se quedan en la “literatura” penal y a la espera del indulto amiguete.
A partir de aquí se entiende que algunos amemos a la cerillas y a las latas de gasolina.