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Anatomía de la represión
x Jose Luis Carretero Miramar
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La ola represiva que se avecina encuentra a los movimientos
sociales de nuestro ámbito, a mi modo de ver, sin un discurso estructurado,
ni aún apuntado que realmente trate de encarar tan acuciante problema
. Es importante construir dicho discurso desde el estudio de aquellas
realidades que han sufrido antes, y más que nadie, oleadas represivas,
y desde el conocimento de las estrategias y tácticas efectivamente
puestas en juego por el poder en tales situaciones. Tal estudio no es
imposible si nos desembarazamos del eurocentrismo que suele contaminar
nuestros análisis al respecto. Parto de la base, absolutamente
discutible, de que el conocimiento que puede extraerse de lo efectivamente
ocurrido en los laboratorios represivos modernos como Guatemala es perfectamente
extrapolable, en sus líneas generales y en la cartografía
genérica de las estrategias operadas por los aparatos de represión
más que en los comportamientos concretos, a lo que puede ser una
operación de criminalización y anulación de los movimientos
sociales en nuestro país. Las tecnologías represivas desarrolladas
en dichos laboratorios por distintos servicios secretos y aparatos policiales
y militares, como puede observarse en el magnífico libro de Jennifer
Schrimer "Las intimidades del proyecto político de los militares
en Guatemala" , transpiran una pretensión de cientifidad inmanente
que las han convertido en un referente obligado para todo aparato represivo
estatal que pretenda racionalizar su actividad con el fin de obtener resultados
mensurables en su actuar.
Es de destacar que la base de ésta pretendida cientificidad se
asienta explícitamente sobre la conocida afirmación de Mao
de que "el revolucionario ha de moverse entre las masas como el pez
en el agua". Así pués, la estrategia represiva se articula
entorno al objetivo fundamental de "quitarle el agua al pez",
en dirección al cual se definen una serie de líneas tácticas,
de las cuales destacan algunas que podrían resumirse en que:
1. La represión es preventiva.
El aparato represivo trata de adelantarse a la efectiva existencia de
un modelo de oposición armada, operando allí donde se dan
las condiciones objetivas para su existencia (desestructuración
del aparato estatal, situación social explosiva ,etc), preferiblemente
antes de que el mismo exista. Esto es algo que tienen muy claro los ideólogos
del aparato represivo: la lección sobre lo que puede desencadenar
una determinada acción, ha de ser previa a la efectiva realización
de dicha acción. Se trata de aniquilar y aislar los gérmenes
de oposición antes incluso de que los mismos puedan organizarse
como tal, sobre la base de un análisis bastante sólidamente
"marxista" o en general "socialista" del contexto
socio-económico llevado a la práctica hasta por los elementos
más definidamente ultraderechistas de los ejércitos latinomericanos.
Pero no sólo se trata de adelantarse a una oposición armada,
sino más bién a todo tipo de oposición: se trata
realmente de realizar un análisis del estado efectivo de la oposición
y de determinar cuáles son sus potencialidades y vías efectivas
de crecimiento, para efectuar operaciones preventivas que obturen dichas
vías y desorganicen o descoordinen dicha oposición. Se trata,
en definitiva, de realizar un análisis no sólo de la oposición
como tal sino del conjunto de los determinantes socioeconómicos
que permiten aventurar posibles escenarios futuros respecto de la oposición,
operando en la realidad para prevenir el desencadenamiento de aquellos
escenarios que refuercen de alguna manera a la misma. No, por supuesto,
modificando los determinantes socio-económicos sino tratando de
prevenir los movimientos de la oposición hacia las direcciones
que la puedan reforzar en el seno de los mismos. El asunto de las armas
es simplemente anecdótico o, más bién, se refiere
a un determinado estadio. Cualquier oposición es sospechosa de
por sí, en unas determinadas condiciones socioeconómica,
de querer crecer tanto cuantitativa como cualitativamente y eso precisamente
es lo que hay que impedir consiguiendo incluso, si se puede, disolverla
lo más posible.
Por eso no han de extrañar las aparentes "salidas de tono"
de determinadas operaciones policiales que pueden aparecer como claramente
inmotivadas o desproporcionadas: se trata de reprimir por adelantado la
misma posibilidad de que alguien pueda plantearse determinadas hipótesis.
Tampoco es, pués de extrañar que la RAND Corporation (multinacional
ligada al ejército de los EEUU) esté estudiando en la actualidad
(ya antes del 20-J) con gran atención el pensamiento de Bakunin
en referencia al mecanismo de la Huelga General, justo cuando determinados
"líderes" del movimiento antiglobalización (como
James Petras en su última conferencia en Madrid)empiezan a hablar
de ella como mecanismo de salida del impasse del movimiento tras la brutal
represión de Génova que le forzó a abandonar (al
menos momentáneamente) la táctica de los "bloqueos"
en las contracumbres que le había dado real existencia pública.
2.- La represión tiene una principal vertiente indiscriminada.
La represión con pretensiones de cientificidad, aunque pretenda
también la eliminación selectiva de determinados sujetos
políticos y sociales, viene siendo operada en torno de una dinámica
general de golpes indiscriminados hacia todo lo que no sólo se
mueva sino que desde un perspectiva aún puramente potencial ( pero
objetiva y no subjetiva) amenace moverse. Si la meta principal es quitarle
el agua al pez la estrategia operada para llegar a esa meta es producir
una socialización del terror y la desconfianza por medio de una
represión asimismo socializada y altamente indiscriminada.
La represión, así, golpea por todas partes y a todo el
mundo haciendo que se vea a las claras su arbitrariedad e irracionalidad:
es como chantajear a alguien con la posibilidad de producir una inmotivada
e incontrolable orgía de sangre. Lo que trata de producirse con
ello es un efecto psicológico de paralización y terror que
dinamite todo puente comunicativo y toda confianza, complicidad o contagio
entre la ciudadanía. Es en éste efecto, precisamente, en
lo que consiste la expresión "quitar el agua" de que
hablamos al principio.
Así pues, no se hace distingos entre "buenos" y "malos"
a la hora de reprimir, aunque a efectos públicos se haga propaganda
en otro sentido, para "marear todo lo mareable" a los sectores
más dispuestos a llegar a componendas. Se puede llegar a eliminar
a dirigentes democristianos en Guatemala como se puede llegar a desalojar
los centros sociales más dispuestos a la negociación, con
el fin de socializar una cultura del miedo y el terror (en cada lugar
a una escala determinada, aunque, teniendo en cuenta la crisis general
que vive el sistema-mundo capitalista ésta diferenciación
entre escalas va perdiendo magnitud, como se ve desde el 11s).
Así pués, formar parte de una oposición "buena"
o "mala" poco importa a la hora de encarar la represión,
ya que lo determinante a la hora de ser elegido como objetivo de la misma
es la propia existencia como potencialidad, lejos de lo que se haya llegado
hacer o decir efectivamente o incluso lo que se piense hacer o decir efectivamente.
3.- La represión usa todos los medios a su alcance.
La pretensión de cientifidad de los aparatos represivos les hace
desarrollar una flexibilidad y capacidad de adaptación nada despreciables,
poniéndoles en condiciones de utilizar todos aquellos instrumentos
sociales a su alcance, por lejanos orgánicamente que puedan parecer
en un primer instante: así no sólo se utiliza la fuerza
bruta y el aparato militar o paramilitar, sino también el control
de los medios de comunicación, la propaganda, la constitución
de supuestas alternativas "vigiladas" (que pueden llegar a ser
ellas mismas objeto de represión también en una ulterior
fase), la utilización selectiva de "ayuda humanitaria"
o la infiltración o creación en o de ONGs con el fin de
tener acceso a sus bases de datos y a su información relativa a
las necesidades objetivas de una determinda población a fin de
valorar su "peligrosidad" y su "nivel de utilización
preferencial de los cauces sistémicos para solventarlas".
Parece obvio decirlo, pero la represión no "juega" a
la política sino que pone en práctica una determinada política
de fuerza en lo real dirigida a un fin específico en el que se
lo que está en cuestión es el mantenimiento del status quo,
es decir, su propia existencia, algo que se toma muy en serio. De ahí
que carezca de todo "sentido del humor" y que no se deje avasallar
por lo específicamente "cultural" o "simbólico".
La represión teje redes lo más extendidas, jerárquicas
y centralizadas que sea posible con el declarado objetivo de aniquilar
la vida que no la reproduce.
-¿Qué hacer?.
La clásica pregunta nos vuelve una y otra vez. Y quizás,
de nuevo, haya que renunciar al eurocentrismo para obtener una respuesta
aproximada o al menos una hipótesis. Lo ha explicado el Subcomandante
Marcos con su magnífico simbolismo en uno de sus cuentos: el león
que se quiere comer el pez no muere de las picaduras o mordeduras de ningún
pez en concreto (aún cuando puedan ser necesarias) sino ahogado
por un exceso de ingestión de agua. Relanzar en todo momento las
relaciones rizomáticas entre la totalidad de la oposición
puede ser la respuesta, más allá del cansino y siempre agotador
juego de reformistas/vendidos versus revolucionarios/provocadores. Menos
condenas mutuas y más atención a las posibles productividades
de los discursos y acciones de los demás, a las brechas que abren
más que a las respuestas mecánicas que provocan en el aparato
de dominación. Entender la oposición como una globalidad
múltiple que experimenta al mismo tiempo múltiples caminos
que sólo en su confluencia contradictoria y apoyo mutuo sin excesivos
condicionantes pueden generar un río imbebible para el organismo
limitado de la tiranía.
No es mucho lo dicho, y además es poco concreto, pero la represión
existe realmente (incluso la simple y nada estatal represión ideológica
dentro de nuestras redes) y a veces no se puede decir nada más
salvo frente al caso concreto.
[IMC Madrid]
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