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Argentina-Inglaterra y la huelga general española
x Inés Arcia
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El bar de la Glorieta de Bilbao está
a rebozar de argentinos. Las camisetas celeste y blanco, las consignas de
"vamos, vamos Argentina, vamos, vamos a ganar...". Hay también
chicos que hablan inglés con las camisetas argentinas. "Es que
yo soy irlandés y además tuve una novia argentina". Hoy
como en los 80, los bares, los salones europeos llenos de chicos argentinos
entre 20 y 30 años, las miradas transparentes, la rabia. Ingleses
hijos de puta... gallegos hijos de puta.
El caso es que "los gallegos" no entienden nada. ¿No
es cierto que Argentina está llena de hijos y nietos de españoles?
Pero con lo que están haciendo Telefónica y el BBVA allá...
¿Y yo, el españolito de a pie, que tengo que ver con Telefónica
y el BBVA?. Tanto como tienen los personajes de las películas de
Ken Louch con la guerra de las Malvinas, Blair, y Margaret Thatcher. Nada,
pero "andá" a contárselo a "los argentinos".
Otra vez, como antes, Argentina expulsa a su juventud, incapaz sus mayores
de cumplir lo prometido. Si estudias, si trabajas, podrás tener
una vida digna. Si nos habrán dado la paliza nuestros padres...
Tienes que estudiar, no puede ser que no saques el BUP, la selectivad...
La mejor juventud argentina, hoy como ayer, está en Europa llorando
por los proyectos irrealizados, echando de menos sus casas, sus amigos,
su jerga, buscando aquí que la Madrastra patria les haga un lugar...
ese lugar prometido para los que estudian, para los que trabajan, para
los honestos, para los que estan dispuestos a sacrificarse por un futuro.
El caso es que el cuento de la hormiga y la cigarra resultó ser
sólo un puro cuento. A los únicos que les va bien es a las
cigarras... como Aznar, como el BBVA, como Felipe González, como
Blair, como a Cándido Méndez y Fidalgo. Los demás
estamos para agradecer un trabajo sin contrato o con contratos de mierda
que ni siquiera cotizan para la pensión o el desempleo.
Los nórdicos, los padres de la socialdemocracia y del estado del
bienestar, están viviendo en carne propia el cometarros de que,
con la globalización los empresarios se irán a otro país
si los obligamos a pagar impuestos, a hacer contratos decentes. En consecuencia,
si queremos garantizar algo de lo que tenemos hay que negociar. Si Palme
volviera... se debe estar revolviendo en su tumba.
Porque negociar es lo que harán UGT y Comisiones Obreras después
de la huelga general del 20 de junio. La globalización es esto,
es así, es un mal necesario e inamovible, tan imposible de cambiar
como la ley de la gravedad y lo único que podemos pelear es una
migaja de contrato basura, de LOU, de ley de inmigración.
Ahí están los trabajadores de limpieza del metro peleando
por algún duro más, por algo más de personal, por
alguna mejora en las condiciones de un trabajo absolutamente de mierda.
Igual que los de Fontaneda o que los conductores de autobuses de Madrid
y Barcelona. Igual que están todos los días, en todos lados,
miles de pequeños conflictos, de trabajadores encerrados en las
empresas que se van, que cierran, que obligan a aceptar las jubilaciones
anticipadas a la gente de 50 años, cuando al mismo tiempo se exigen
45 años de cotización para acceder a la jubilación
completa. A este paso, los únicos que tienen garantizada la jubilación
completa son los políticos y los presidentes de bancos... que desde
luego ni por asomo van a trabajar lo que se nos exige a nosotros: 45 años
por dos duros.
Los grupos combativos no queremos que UGT y Comisiones negocien esta
huelga. Cada vez es más necesario que la militancia dejemos la
reunionitis y la gran-manifestación dos veces al año, para
ponernos al lado de los que, tal vez sin haberse leído todos los
manuales de la izquierda, son los que en la práctica pueden hacer
que este proceso pare y retroceda.
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