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La especulación entorno al barrio de
San Luis. Sevilla.
x Rubén Ibán
Especial para La Haine
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La zona norte del casco histórico comprende
las barriadas de Feria, San Lorenzo, San Gil y San Julian. San Luis-Alameda
se sitúa en el corazón de estas barriadas y fue la denominación
que se le dio al área que cubría el Plan Urban(1). Vamos
a utilizar aquí esta palabra no solo para referirnos a la zona
delimitada por el Plan Urban sino a todo su entorno.
El casco histórico empezó a ser abandonado a principios
de siglo por las clases nobles de Sevilla. Estas empezaron a desplazarse
a los nuevos chalets ajardinados de zonas más alejadas del centro
como Los Remedios o La Palmera. La vieja ciudad mercantil y artesanal
iba desapareciendo poco a poco por los sucesivos y fracasados intentos
de industrialización y en su lugar surge el negocio de la construcción
– y la especulación inmobiliaria como motor alternativo
de la economía que continuará durante todo el siglo XX.
“El desalojo del centro nace como una operación especulativa”(2)
con la adquisición de grandes cantidades de terreno y la subida
de los precios del suelo, en zonas como Miraflores o el Prado. La contrapartida
es la progresiva degradación del casco histórico, totalmente
abandonada por la administración. Los patios y las casas de vecinos
e incluso algunos antiguos palacios señoriales – El Pumarejo
sin ir mas lejos- son ocupados por las clases bajas en busca de trabajo,
provenientes del campo andaluz en su mayoría, atraídas
por las bajas rentas del suelo y la posibilidad de empleo en la construcción
o la pequeña industria, expulsada por el hambre endémica
del campo. Un flujo de población lento pero constante. Los bajos
precios del suelo encontraban su explicación en el desinterés
de las clases pudientes por la zona, el alto numero de viviendas vacías
y el deterioro de las casas. Al deteriorarse el edificio y no invertir
el propietario capital en el mismo, el valor que se paga al rentista
se acerca cada vez más al mero valor del suelo. El proceso se
empieza a invertir, ya a mediados de siglo, empezando por la regeneración
del barrio de Santa Cruz y toda el área sur del casco. Muchos
de los desalojados de Santa Cruz pasarían a engrosar los polígonos
de protección social construidos en la década de los 60s-70s.
La elite social vuelve al centro de Sevilla, ahora como un centro comercial,
administrativos, turístico y cada vez más “europeo”.
La zona norte queda temporalmente marginada, durante toda la época
franquista, de inversiones públicas o privadas. Solo en los 70s
se empiezan a desarrollar actividades dirigidas a la explotación
de los beneficios inmobiliarios que pueden darse en esta zona céntrica.
Además en el contexto actual un barrio obrero y marginal ocupando
gran parte del casco histórico es inadmisible.
El proceso continua hasta nuestros días fomentada en parte por
la migración intra-urbana de la clase media al centro de la ciudad.
Por poner un ejemplo los precios del suelo en el 2001 subieron para
la vivienda nueva en torno a la Alameda de Hercules de 200.317 pts/m2
en 1999 a 240.202 pts/m2 y entres San Gil y Feria, este aumento va de
210.781 a 227.694 pts/m2(3).
Casas abandonadas y degradadas.
Las casas y patios de vecinos tradicionales de Sevilla son abandonados
por sus dueños hasta caerse. Las casas antiguas se abandonan
hasta que se permite su demolición. Esto a pesar de los inquilinos.
A veces contra la legalidad y ante la total permisividad del ayuntamiento
se dejan caerse a pedazos, literalmente, edificios de gran valor cultural
e históricos- como La Casa del Pumarejo-.
Cuando la administración interviene es para declarar ruina del
edificio, ejecutar el desalojo de los vecinos. Dejan el espacio limpio(4)
para que el propietario pueda vender el terreno a alguna empresa que
construirá edificios de clase media-alta para esta nueva demanda,
consumándose la vuelta de las elites al barrio y la expulsión
de las clases bajas a la periferia. Cuando no se mantienen vacías
o como solares a la espera de que suban los precios del suelo. Actualmente
este barrio presenta un elevadísimo número de viviendas
desocupadas y degradadas, solares, gruas y otros síntomas de
la especulación inmobiliaria.
Desalojos.
Los desalojos son la cara más amarga de todo este enorme negocio.
Más cuando suele tratarse de personas en general de elevada edad,
escasos recursos y que han residido la mayor parte de su vida en el
barrio. Estos se ven obligados a emigrar a la periferia en muchos casos,
con el desarraigo y la injusticia que conlleva.
El deterioro de las casas se utiliza para declararlas “ruina
técnica” o “económica”, esto es que
costaría mas dinero arreglar la casa que derribarla y hacer otra.
La declaración de ruina supone el desalojo de los vecinos de
la vivienda, el único obstáculo para el propietario para
venderla y sacar tajada, o para que la compañía que la
ha comprado previamente pueda derribarla y hacer nuevas viviendas de
clase media de las que obtendrá un enorme beneficio económico,
por lo elevado del valor del suelo.
Papel de la administración.
La administración local, en concreto la Delegación de
Urbanismo, reino taifa del Partido Andalucista desde tiempo inmemorial,
ha jugado un papel fundamental en todo este proceso. Son ellos los que
permiten que se produzca este proceso en aras del negocio inmobiliario
y de la construcción. Las obras públicas se utilizan para
subir los precios del suelo.
Haciendo un pequeño recorrido histórico de este tipo
de actuaciones públicas podríamos remontarnos, tras un
largo periodo de olvido de la zona, a los años setenta con la
famosa boca de metro de la Alameda. Es este un vergonzoso monumento
al despilfarro y la estupidez de nuestros gobernantes, gigantesco escaparate
en su tiempo de la política de rehabilitación de la zona.
Después vienen los primeros intentos de construir el parking
subterráneo. Los planes del ayuntamiento incluyen desde entonces
la supresión de la arboleda existente, la creación de
un parking subterráneo y la supresión de hileras de viviendas
para dar entrada al tráfico rodado en la zona. Este último
punto ha acabado convirtiéndose en la supresión total
de la Plaza de la Niña de los Peines, ya perpetrada. A pesar
de esto, Urbanismo no ceja en su empeño y no pierde ocasión
para sacar de nuevo a la luz su proyecto, la última vez en el
2001 a través de un Plan Parcial. Fruto de este fue la supresión
de la mencionada plaza y de gran parte de la arboleda y de rebote el
mercadillo de la Alameda.
Estas obras de regeneración no tienen otro objetivo que el de
subir el precio del suelo para atraer capital privado hacia la zona.
El plan Urban.
El plan Urban, financiado con capital de la UE, comprendía la
rehabilitación de la zona San Luis-Alameda. Aunque el diagnóstico
de la zona era muy acertado, proponiendo la solución de los problemas
de deterioro urbanístico y medioambiental, así como programas
sociales para una población envejecida y con bajo nivel de formación,
el resultado fue muy diferente.
El grueso de las actuaciones con dinero europeo, fueron dirigidas a
la mejora o creación de equipamientos e infraestructuras. Por
una parte se incentivó la apertura al tráfico rodado ensanchando
calles. Apoyando al tráfico rodado en el caso histórico,
así como la construcción de parkings rotatorios. Otro
objetivo del Urban era la incentivación de la inversión
de capital privado en la zona. Así el dinero público gastado
en el barrio, prometiendo una subida de los precios del suelo, ha servido
principalmente para atraer a la iniciativa privada a invertir en la
vivienda. La consecuencia evidente es el incremento de la actividad
especulativa con el suelo, la aceleración del proceso ruinoso
en las viviendas y la consiguiente expulsión de las clases bajas.
El problema del plan Urban fue en principio un problema de concepción,
dado que las directrices de Bruselas impedían que este dinero
fuera utilizado para mejorar directamente las condiciones de vida de
los habitantes de los barrios, por ejemplo rehabilitando sus casas.
Por otra parte la intención del Ayuntamiento no fue en ningún
caso la de rehabilitar el barrio para sus habitantes, prueba de ello
es que de los muchos programas de formación y de ayuda a los
colectivos marginales del barrio no llegaron a cumplirse por falta de
presupuesto, mientras se gastaba gran parte del dinero en obras faraónicas
tipo “El Palacio de la Sirena”, suerte de Centro Cínico
tan usado como el apeadero del Ave de la Expo que sigue en la Cartuja
cogiendo polvo.
Algunas conclusiones.
En San Luis-Alameda las intervenciones de la administración
han elevado el nivel de vida del barrio, pero no el de sus habitantes.
El resultado es el desplazamiento de sus habitantes hacia áreas
más acordes con su clase social y la atracción de la clase
media (gran cantidad de técnicos y licenciados). Los propietarios,
los antiguos y las inmobiliarias que empezaron a comprar en la última
década han actuado, como es lógico esperar de ellos, buscando
el beneficio máximo a toda costa. Aprovechando que tenían
delante grupos indefensos, prostitutas, ancianos, inmigrantes y otros
colectivos sin derechos, tanto la administración como los propietarios
no han tenido problemas en machacarlos y mandarlos a engrosar los polígonos
de protección social con aquellos que ya fueron expulsados de
Santa Cruz y de Triana con anterioridad. Nada mejor podemos esperar
de la administración publica, estos procesos se desarrollan y
se desarrollaran según las necesidades de la buena marcha de
las economías locales. La única forma de plantarles cara,
a través de la cooperación y el trabajo por los intereses
comunes de los habitantes del barrio, fuera de la administración
y en confrontación directa con ella si es necesario, así,
al calor de estos sucesos nacieron en el barrio plataformas como “Alameda
Viva”, la “Plataforma por la defensa del Pumarejo”,
o la “Asamblea de ocupas Casas Viejas”. En cualquier caso
las contradicciones creadas por el capitalismo en la ciudad de Sevilla
y que tienen su máximo exponente en los guetos de la periferia,
acabarán por estallarle en las manos al Ayuntamiento, como ya
están haciendo “Los Pajaritos” o “Las Tres
mil Viviendas”.
Notas:
1. Fondos de la UE destinados a la regeneración de sectores
de grandes urbes especialmente degradados.
2. "Informe Socioeconómico de la ciudad de Sevilla en el
2001"
3. Anuario Estadístico del Ayuntamiento de Sevilla (2001)
4. De “bichos” como califican los funcionarios y las inmobiliarias
a los antiguos inquilinos, cuya presencia dificulta la operación.
13/01/03
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