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Felipe González y sus colegas, los "argentinos
relevantes" con arresto domiciliario
Inés Arcia.
Especial para La Haine.
D. Felipe González, alias Felipillo para los argentinos, siente una "pasión irracional" por Argentina y acaba de llegar de Buenos Aires "la ciudad más bella de América", después de pasear por "la costa galana" de Mar del Plata, "abrazada con construcciones del más sofisticado primer mundo". Así, de esta forma tan cursi y banal, habla sobre la actual crisis del país latinoamericano D. Felipe González, ex-presidente del gobierno español, en un gracioso artículo publicado en El País del 4 de diciembre, titulado 'Argentina, tocando fondo'.
Para los que no conocen Argentina, les interesará saber que tiene una población de 37 millones de personas, de los cuales 14 millones son considerados "pobres". Otros 2 millones, con ingresos menores a las 8.000 ptas. al mes, son indigentes. Sólo una de cada tres personas en condiciones de trabajar tiene un empleo, los otros dos son "subocupados" o "desocupados". (Datos sacados de la sesión Negocios de El País, 11 de noviembre).
Buenos Aires es una "bella" ciudad de puro cemento, donde los impresionantes jacarandáes, palos borrachos y plátanos intentan sobrevivir a la contaminación descontrolada. El patrimonio cultural arquitectónico es casi inexistente, destruido por la política de la rentabilidad económica y el progreso mal entendido. En esta ciudad y sus alrededores vive una población de unos 15 millones de personas, casi la mitad de la población del país.
Buenos Aires es una especie de Pan Bendito o Pozo del Tío Raimundo a lo bestia e igual que Madrid, y la mayoría de las ciudades del mundo, tiene sus zonas nobles, sus Paseos del Prado y sus barrios de Salamanca. La diferencia entre las capitales de los países desarrollados y las de los países subdesarrollados (terminología esta que no comparto pero que utilizo para que nos entendamos) radica en que mientras los barrios deprimidos en el Primer Mundo son una especie de oasis en el medio del bienestar, en el tercer mundo las zonas nobles son un oasis en el medio de un mar de miseria. Por eso creo que hay que ser muy ignorante o muy cretino o muy cínico para llamar a ciudades del tercer mundo "bellas", a menos que uno tenga allí sus afectos, algo que no tiene nada que ver con la estética. Y no creo que este sea el caso. Felipe González se refiere a Buenos Aires de la misma forma que los dueños del país (y gran parte de la pauperizada clase media en vías de extinción) se refieren a él.
Buenos Aires para él es sólo la parte visible, la parte turística, los barrios señoriales en los que viven los triunfadores, ignorando y evitando todo lo demás como hacemos la mayoría de nosotros cuando pasamos ante un mendigo en la Gran Vía con el cartel de "Tengo Hambre", o "Estoy enfermo de SIDA". Como mucho se siente un momentáneo sentimiento de culpa, una sensación de incomodidad, que desaparece enseguida a bordo del coche blindado (en su caso) y siguiendo de largo en el nuestro.
Ni a los marplatenses más horteras se les ocurre llamar a la costa de su ciudad "galana", pero "Costa Galana" es el nombre que alguna multinacional de turismo le ha puesto a un hotel de 5 estrellas con unas vistas privilegiadas, donde seguramente se habrá alojado Felipe González cuando estuvo de visita. Y si les cuesta imaginarse como son esas "construcciones del más sofisticado primer mundo", no tienen más que mirar una postal de Benidorm en versión subdesarrollada.
Ya me lo estoy imaginando, bajando del avión, recibido por "los miembros del Foro Iberoamericano e invitados relevantes de la República Argentina", como él dice, atravesando la ciudad a bordo de algún Mercedes Benz, rodeado de policías motorizados con las sirenas a tope, para ir a parar al palacete de algún "argentino relevante", el mismo tipo de palacete en que los "argentinos relevantes" suelen cumplir (o al menos sentencias les sobran) sus arrestos domiciliarios por estafa, torturas, robo, tráfico de armas y drogas y desaparición de personas.
También me lo puedo imaginar en Mar del Plata... ay, ese mar azul que se ve desde las ventanas del Costa Galana, y el aire puro que se respira, antes de tomar el desayuno... ¿café con leche, croissants, algún tostado de jamón y queso, un zumito de naranja tal vez? No hay nada que hacer, Argentina es un gran país, sobre todo para los políticos y los empresarios cuya vida transcurre a caballo entre la reunión del Foro Iberoamericano y la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Felipe González ha dirigido el destino de España durante mucho tiempo, después de traicionar las esperanzas de sus votantes y las promesas realizadas en cada elección. Los pobres y sufrientes españoles tuvieron que resignarse con que su gobierno era el mal menor, y lo votaron una y otra vez, con la secreta esperanza que no fuera cierto lo que era evidente: que había desterrado definitivamente de su partido lo de Socialista y Obrero, la única razón por la que se lo votaba. Fueron muchos años de decepciones, con mucho discurso y beneficios "macro" para él, los empresarios, y los burócratas de su P(SO)E y todo lo "micro", para los demás, que estrenaron las privatizaciones, la flexibilidad laboral y los contratos basura. Con su gobierno la jornada de 8 horas, la jornada intensiva y tantas otras cosas obtenidas con la lucha de los trabajadores empezó a ser historia antigua. En uno de sus momentos "cumbre", soltó una reflexión memorable: "Es preferible morir apuñalado en el metro de Nueva York que de aburrimiento en Moscú". Total, como el no va en metro...
La visita a Argentina lo puso un poco melancólico y sacó a relucir su vena más tierna y romántica, seguramente después de haber pasado unas horas en el diván de alguno de los miles psicoanalistas bonaerenses. Digo esto porque aparte del "amor irracional" que siente por ese país, habla también de la "fascinación que a veces me pierde por inoportuno, porque me lleva a compartir sus propios debates, a confundirme con sus destinos..." También cuenta cómo se ha "contenido, temeroso de ser mal interpretado...". Todo esto sólo puede ser producto de largas sesiones de psicoanálisis y mucho tango y sino, es que está de atar. ¿O es puro marketing dirigido a la clase media con aspiraciones, el soporte electoral del radicalismo, el partido que está gobernando en Argentina?
¿Que ha pasado en Argentina? Paul Krugman, periodista de El País, dice textualmente: "Hace sólo tres años, la Junta Monetaria argentina consiguió extravagantes elogios en publicaciones como Forbes y The Wall Street Journal, y los economistas del Cato Institute establecieron lucrativas prácticas de asesoría enseñando a otros países a imitar el método argentino.... Entonces, ¿qué fue mal? El déficit presupuestario se ha mantenido entre el 1% y el 3% del PIB, lo cual no está nada mal para una economía deprimida y su deuda es sólo mitad del PIB, mejor que muchos países europeos. Si nos fiamos de los números el panorama presupuestario argentino parece mejor que el de EEUU hace una década. Argentina ha atravesado una oleada tras otra de austeridad presupuestaria, cada vez con la promesa de que la última ronda de recortes de salarios y empleos restauraría la confianza e impulsaría la recuperación. Pero la austeridad sólo ha agravado la recesión, aumentado la tensión social y reducido aun más la confianza... ".
Evidentemente, Paul Krugman habla de la misma Argentina y para los mismos argentinos de los que habla Felipe González. En la Argentina de hoy los preocupados por la cesación de pagos, los prestamos del FMI y el riesgo país son los grupos del bloque dominante, integrado por los acreedores externos, los dueños de los títulos públicos de la deuda, de las empresas privatizadas (Repsol, Telefónica, Marsans...) y los grandes bancos (el BBVA, el SCH...). Después de las "transformaciones estructurales" sufridas a partir de la dictadura de 1976, que continuaron y se consolidaron con los gobiernos de Alfonsin, Menem y ahora con de la Rua, Argentina es un país que cuando crece vende menos de lo que compra, paga las utilidades al capital extranjero, paga por el uso de la tecnología, las patentes, las regalías, los fletes al exterior y al mismo tiempo fuga capitales, fruto de la acumulación de los sectores dominantes locales. Estos sectores sólo pueden crecer si el país puede aumentar su nivel de endeudamiento. Por eso, aunque se condonara la deuda externa, en poco tiempo Argentina volvería a tener la misma deuda que tiene en este momento.
Aquí hay dos debates: el que hacen los "dirigentes" y el que hacemos los "dirigidos". O los globalizadores y los globalizados, o la burguesía y la clase trabajadora.
Argentina es hoy el país diseñado por y para "argentinos y argentinas, brillantes como pocos", que se miran al espejo y ven a Felipe González. Él y su familia viven de lo que acumuló como presidente del gobierno español a gastos pagados (sin entrar en detalles de fondos reservados, Flip y Flop, o Filesa, porque como no tenemos pruebas...) en su chalet de La Florida (¿o es Somosaguas?). González nunca ha estado desempleado, ni utiliza el transporte público. Tampoco tiene que hacer la compra, o llevar al hijo enfermo a un hospital en el que no hay ni sábanas. Ni mucho menos va a encontrarse, como se han encontrado la mayoría de los argentinos que todavía tienen algún ahorro en el banco, con que no pueden disponer de ellos porque se los han "congelado". Todo eso lo viven los que pertenecen a la Argentina Bis, los de abajo, los "laburantes", los estudiantes, los campesinos, los piqueteros, los funcionarios públicos, los maestros.
Nada de esto es nuevo ni empezó hace tres años, como pareciera insinuar Krugman. A esta situación se llegó siguiendo escrupulosamente los consejos del FMI y el BM, además de los de Solchaga y los tecnócratas y políticos de la "talla" de D. Felipe González, y después de cargarse a toda una generación de jóvenes que creían que otro país era posible. Los palos recibidos fueron muchos, casi tantos como los recibidos por los españoles durante la guerra, la posguerra, el franquismo, la gloriosa transición y siguen recibiendo con esta maravillosa democracia.
Felipe González, en un ataque de "modestia, temeroso, fascinado, confundiendo mi destino con el de los argentinos", en su artículo da cariñosamente algunos consejos y muchas palmadas en la espalda. El problema de Argentina, dice, no es económico, es político y lo que Argentina necesita es un "gran acuerdo nacional".
El Gran Acuerdo Nacional... el GAN se llamaba en los 70 bajo el gobierno golpista del general Lanusse. Vale, bien, hagamos un nuevo GAN. Otro, el GAN 3.425. ¿Y quienes formarán parte de este GAN? Los argentinos relevantes, que como él, se pasan la vida entre conferencia y conferencia, cumbre y cumbre y no se pierden ni un foro, el G7, G8, G20... y salen mucho en la tele. También participarán los presentantes de FMI, el BM, los dueños de los títulos públicos de la deuda, de las empresas privatizadas, los bancos y la burguesía local, los mismos que tienen la deuda externa Argentina en los bancos de los paraísos fiscales. En fin, la gente que como él están en la vida para las grandes cosas, no como nosotros, los pringados.
Ante esta propuesta, en Argentina, un currante, un piquetero o una ama de casa le dirían "Pará, loco, pará. ¿Descubriste la rueda, vos? Y en España, "tronko, ¿tu te crees que nací ayer? ¿Qué tal si en vez de darnos palmadas en la espalda y hacernos la pelota, empiezas a pensar cómo tú y tus colegas se hacen responsables por el desaguisado que han hecho en Argentina? Porque mucho debate sobre el riesgo país y devaluación si o devaluación no, pero acá nadie piensa asumir responsabilidades. Como siempre, por los Gestarteras y los Filesas del mundo nadie va a la cárcel. Pero si alguien presuntamente quema un autobús urbano, se chupa 17 años en el talego.
Se dice que las Madres de Plaza de Mayo hablan de política desde la cocina. Carecen de los cursillos de habilidades de comunicación que han hecho Felipe González y Soros, de la Rua y Aznar, Bush y Greenspan y tampoco han estudiado en la universidad. Pero ellas, como yo y como todos los ciudadanos de a pie de este mundo, tenemos autoridad moral para decirle a él y su gente que son unos impresentables, que mienten, no nos sirven, que no los queremos, que son mucho más temibles y peligrosos que cualquiera de los chorizos que nos birlan la cartera o que trafican con 10 gramos de heroína y llenan las cárceles del mundo.
Los argentinos (y los peruanos, y los colombianos, y los españoles y los norteamericanos...) tenemos que hacer nuestro gran acuerdo, nacional y mundial, y no sólo político, también y sobre todo, económico. Tenemos un proyecto, VIVIR y queremos decidir cómo lo haremos. Queremos comer, vestirnos, trabajar, tener un hospital en que nos curen cuando estamos enfermos y una escuela en la que aprender a leer y escribir. Todo eso los argentinos lo tuvieron alguna vez, fruto de las luchas, de la organización. Fueron los hechos consumados con los que las burguesías tuvieron que negociar. O esto o el comunismo. Hoy cayó el muro de Berlín y nos sentimos huérfanos de propuesta, sabemos el "qué" pero no el "cómo". En eso estamos.
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