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La economía militarizada. El caso del Estado
español
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La aproximación al entramado económico-militar
que se articula en torno a los Presupuestos Generales del Estado -P.G.E.-
permite visualizar no sólo la dimensión cuantitativa que
"lo militar" tiene en el conjunto del gasto público,
sino especialmente la cualitativa, esto es, la relación intrínsecamente
directa que el diseño de la economía capitalista establece
con las estructuras de carácter represivo, consustancialmente simbióticas.
La permanente construcción de una potente máquina de guerra
no sólo va en detrimento de aquellas otras partidas socialmente
útiles que quedan descubiertas por la mera existencia de un gasto
militar inútil e innecesario. Obedece a una trama objetivamente
articulada para defender y garantizar en última instancia que los
procesos de acumulación y el continuo flujo mercantil no encuentren
traba alguna y que se den las necesarias condiciones de producción
y reproducción del capital.
El papel del Estado en la construcción de la injusticia armada
es central. Si bien es cierto que cada vez dispone de menos soberanía
para decidir -el poder del dinero se impone sobre "lo político"-,
no es menos cierto que gracias al papel que desarrollan los gobiernos
se hace posible la gestación y mantenimiento de potentes instituciones
penitenciarias, policiales y militares -éstas últimas cada
vez más relacionadas entre sí-. El Estado no está
desapareciendo. Lo que está despareciendo es su cara más
amable.
El falso dilema seguridad vs. Libertad. El entramado del gasto militar.
Tras el 11-S se podía prever que el Estado español se sumara
de buena gana a las corrientes que exigían un aumento del gasto
militar para "luchar contra el terrorismo" (1) . Nadie cuestiona
ya el aumento de los gastos militares y policiales, incluso en los países
empobrecidos. Los 780 mil millones de dólares que el pasado año
se invirtieron en todo el mundo, representan el 2,6 por ciento del producto
mundial bruto. Una cantidad astronómica que se verá rebasada
en el próximo quinquenio gracias a la previsión de gasto
en materia de defensa del gobierno de los EE.UU. Los 379 mil millones
de dólares que se gastarán entre septiembre de 2002 y agosto
de 2003 supondrán el 40 por ciento del gasto mundial en defensa
-cerca del billón de dólares-.
En el Estado español, si bien las circunstancias facilitaban un
"cambio de paso" de última hora sobre los PGE -que aparecieron
en primer borrador casi a la par que los avionazos-, el gobierno del PP
no se dejó llevar por esta corriente(2) y mantuvo las cuentas como
las había previsto. Sin desdeñar la posibilidad de realizar
algunos gastos extraordinarios al albor de esta guerra(3) , al gobierno
le debió parecer que era "demasiado llevar el cántaro
a la fuente".
Es un hecho que la sangría de los gastos militares en el Estado
español tiene su propia dinámica y que desde que gobernó
el PSOE -quien diseñó las estrategias contables para camuflar
los gastos militares en numerosas partidas imputadas a otras secciones
de los PGE- no se han necesitado estallidos bélicos ni situaciones
de emergencia para que sigan creciendo.
El año de la llegada del euro ha favorecido al Ministerio de Defensa
(de la Guerra) haciendo que sea el segundo ministerio que más ha
crecido -tras Sanidad-. Aún siendo uno de los que más peso
tiene en el conjunto de los PGE, apenas supone el 40% del gasto militar
real.
¿Cómo es esto posible?
Técnicamente es posible gracias al diseño de una arquitectura
contable que permite que de las 27 secciones que conforman los PGE, el
militarismo extienda sus garras al menos en 10 de ellas(4) . Desde las
partidas del Ministerio de Asuntos Exteriores -que representa y desarrolla
en buena parte los objetivos del Ministerio de la Guerra- hasta las partidas
destinadas a Investigación y Desarrollo del Ministerio de Ciencia
y Tecnología el militarismo hace acopio de ingentes recursos para
defender o hacer valer los intereses del capitalismo global en nombre
de los Estados que representan y de las estructuras supranacionales a
las que pertenecen, que tanto valen para actuar dentro como fuera de sus
propias fronteras(5) . La forma en que estas instituciones violentas son
sostenidas por los P.G.E. es lo que consideramos gasto militar o militarista.
Políticamente esto es así por el diseño que la clase
política realiza desde la actividad de gobierno. La dirección
política controla y dirige los recursos que la sociedad proporciona
para materializar este complejo modelo militarista. Sin el silencio cómplice
del resto esto tampoco sería posible.
Dos ejemplos de la irracionalidad militarista
La falta de espacio obliga a detenerse en dos aspectos cruciales de la
sangría militar: la I+D y las nuevas adquisiciones de armamento.
A través de las políticas de I+D se financian numerosas
partidas de carácter científico, sanitario, medioambiental,
agrario, pesquero, etc. Sin embargo, estas partidas del Mº de Ciencia
y Tecnología sólo suponen el 67%. El resto es utilizado
para financiar el diseño, construcción y modernización
de armamento -Eurofighter, Fragata y carro de combate-, gastos que son
descaradamente imputables al Mº de Defensa.
Además de las partidas en I+D del Mº de Ciencia y Tecnología,
otras que son atribuidas al Mº de Defensa, configuran un panorama
desalentador: en asuntos militares se consumen 1.490,89 millones de euros
-248.063 millones de ptas-, situando a Defensa como primer ministerio
inversor en I+D de los PGE y al Estado español como el país
con mayor porcentaje de inversión en I+D militar en Europa.
En cuanto a la política de adquisición de armamento, el
Partido Popular está entregado a favorecer a la industria militar
española y a la industria militar europea, en la que la primera
está inserta, y que pretende hacerse con un mercado propio frente
a la potente industria norteamericana(6) . Los compromisos de adquisición
de armamento del Estado español para los próximos 10 años
rondan la astronómica cifra de 18.500 millones de euros -unos 3
billones de pesetas-.
Las compras que efectúa el Mº de Defensa a las empresas españolas
buscan mantener el peso de la producción militar a un nivel óptimo
respecto al conjunto de la industria. Incluso se llega a acuerdos de compra
de armamento -como los 27 aviones de transporte militar A 400-M, que costarán
574.000 millones de pesetas y que aún no se sabe cómo se
van a pagar- a cambio de que una parte de éste se construya en
el Estado español.
Con la excusa de crear empleo -argumento falso por otro lado- se está
produciendo un desfalco millonario en las arcas del Estado. Si estos fondos
fueran empleados de otro modo generarían, seguramente, multitud
de recursos socialmente útiles.
Esto es así en una sociedad en que la obligatoriedad de disponer
de un lugar en el que vender tu fuerza de trabajo es condición
para poder sobrevivir. A cambio, hay que trabajar construyendo misiles,
bombas de racimo, fusiles, satélites y aviones de guerra que serán
utilizados para masacrar a población indefensa en cualquier rincón
del mundo. Estamos atrapados en nuestra condición absurda de tener
que reproducir la maquinaria de guerra que nos explota y nos degrada.
Detengamos la barbarie del gasto militar.
Tor
Notas
1- La OTAN y el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos
de Londres, entre otros.
2- EE.UU, China, Japón y Rusia, han conseguido un aumento del gasto
militar exorbitante.
3- Como es el caso de los créditos extraordinarios para el despliegue
de tropas en Afganistán, que nos costarán 5.000 millones
cada seis meses -al margen de los costes asociados a la utilización
de las bases de Rota y Morón- y para las operaciones de "mantenimiento
de la paz" de las NN.UU.
4- "Al menos" porque a pesar de detectar buena parte de las
partidas imputables a lo que definimos como gasto militar, existen numerosas
partidas que no son fácilmente detectables como pueden ser infraestructuras
de uso militar sufragadas por el Mº de Fomento, créditos FAD
-Fondos de Ayuda al Desarrollo- condicionados a la adquisición
de material militar, ingresos por la enajenación de las propiedades
militares, y un largo etc.
5- Superar la clásica distinción entre seguridad interior
y exterior es uno de los objetivos que se persiguen. Precisamente, es
la concepción abstracta de terrorismo la que ayuda a difuminar
la frontera que delimita las funciones propias de cada institución
represiva. Se busca legitimar que las FF.AA en ocasiones puedan asumir
funciones propiamente policiales y que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
del Estado hagan las veces de institución militar, algo que no
resulta novedoso. En numerosas ocasiones los ejércitos se han visto
obligados a reprimir con personal militar disturbios y manifestaciones
a lo largo de la historia. Sin ir muy lejos en nuestra historia reciente
la represión de las manifestaciones del movimiento antiglobalización
en la cumbre del G8 en Génova, que tuvieron como resultado una
persona muerta y cientos de herid@s y detenid@s, donde 2.700 militares
del ejército, la marina y la aviación custodiaron las zonas
de exclusión junto a un buque armado con misiles, como más
tarde haría el ejército español destacando dos cazas
F-18, dos aviones C-101, una corbeta, dos patrulleras, misiles antiaéreos
y aviones AWACS para "asegurar" la cumbre de jefes de Estado
y Gobierno celebrada en Barcelona el 16 y 17 de marzo de 2002.
6- Si bien es cierto que la OTAN presiona para que los Estados miembros
de la UE gasten en armamento y que potencia la creación de una
identidad defensiva europea -que gira en torno a la industria militar-,
llegará un momento en que la producción militar de la UE
será excesivamente competitiva con la norteamericana, como ya ha
ocurrido con algunos programas como el Galileo -sistema GPS de carácter
dual (civil y militar)- que el Pentágono ha intentado boicotear
para que su futuro Sistema de Comunicaciones por Satélite de Alta
Frecuencia -del que dependen su fuerza aérea, la precisión
de sus misiles y su sistema de defensa antimisiles-, sea el que prevalezca.
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