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Gobernar una ciudad como una empresa inmobiliaria
x Rubén Ibán
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Las políticas desarrollistas y especulativas
que asolan el litoral andaluz llegaron hace algunos años, de
mano de Gil y Gil a la Línea de la concepción, esto ha
llevado a cambios radicales en la fisionomía de la urbe, que
si bien pudieran ser positivos para muchos, en cuanto a lo que de crecimiento
económico conlleva, difícilmente son sostenibles y no
mas que un espejismo según el autor de este articulo.
La ciudad sin ley.
La Línea es una de las ciudades andaluzas que estuvo por un tiempo
gobernada por el Grupo Independiente Liberal, legislatura y media para
ser más exactos, antes de que la crisis de este partido hiciera
que el equipo de gobierno se pasara en pleno al PP. Este hecho se debe
más que al mejor o peor gobiero, a los procesos legales contra
el egocéntrico líder de este simulacro de partido político.
En cierta medida el paso del GIL al PP (o al PSOE si se hubiera dado
el caso) no supone grandes cambios en las líneas de gobierno
de estas ciudades, ya que el GIL no es el único partido que se
esta dedicando a gobernar como si de un cartel de inmobiliarias se tratase.
No cabe duda de que el GIL cumplió, parcialmente al menos, los
objetivos que se había marcado en La Línea. Si bien no
consiguió sumar esta ciudad al parque de atracciones para la
clase media-alta del norte de Europa que es la “Costa del Sol”,
si que consiguió transformarla en una burda caricatura de la
misma.
Hubo un tiempo en que La Línea se conocía como La Ciudad
Sin Ley. Un pueblo tradicionalmente pesquero que había buscado
su propio camino de la reconversión a través del contrabando
con Marruecos y Gibraltar.
Junto a una nutrida proporción lumpen convivía y convive
una clase trabajadora dedicada al cada vez más precario trabajo
de la aglomeración industrial de la Bahía de Algeciras
y el trabajo en Gibraltar, así como una también nutrida
clase de pequeños propietarios comerciales y funcionariado de
distinto grado que, a falta de algo mejor, eran la verdadera elite de
la ciudad y que estaban destinados a ser el sostén del GIL Lo
cierto es que en La Línea la mayor parte de la población
votó al GIL, unas terribles tasas de paro e insostenible inseguridad
ciudadana fueron la carnaza que este buitre utilizó para atraer
votantes. Tampoco, como buen populista, escatimó en regalar zapatillas
de deporte en los barrios marginales, turrón o cualquier cosa
que le sobrara...
Los objetivos de reducción del paro y reducción de la
criminalidad y la indigencia fueron cumplidos con creces.
La limpieza étnica.
El despliegue paramilitar fue impresionante, un cuerpo privado de seguridad
contratado por el ayuntamiento patrullaba las calles, se aumentaron
los dispositivos y la impunidad de la policía local- gracias
al servicio exclusivo de abogados pagado por el GIL- a la vez que aumentaban
las denuncias por agresión contra los agentes. La policía
cada vez tenia el gatillo más fácil y las principales
víctimas de sus humillaciones, palizas y algún disparo
que otro fueron los chavales que iban sin casco en la moto y pequeños
chorizos, por supuesto. Una autentica limpieza se desarrolló
con el lumpen de la ciudad a través de la expulsión de
los mendigos, gorrillas (aparca coches) y prostitutas. Para esto no
se escatimaron nuevas amenazas, humillaciones y agresiones, así
como billetes solo de ida a otras ciudades para el lumpen exiliado (especialmente
a Algeciras, en manos de la oposición). Esto supuso un autentico
lavado de cara para la ciudad, la presencia policial masiva, junto a
las tácticas fascistas consiguieron la suficiente paz social
para que los auténticos criminales, grandes traficantes, constructoras
e inmobiliarias, hicieran su negocio.
Y llegaron las gruas.
La Línea no crece vegetativamente, tampoco existe una inmigración
notable, de hecho existe una cierta tendencia entre los jóvenes
a estudiar fuera y no regresar. Esto es natural dado que la desregularización
laboral no hace muy atractiva la refinería y de la pesca solo
queda el recuerdo. Sin embargo hay una actividad que se ha convertido
en autentico pilar del empleo, la construcción, vayas donde vayas
en la Línea veras obras en proceso. La construcción a
cumplido en la Línea de piedra angular para el desarrollo, y
efectivamente no ha quedado piedra sobre piedra, donde antes había
casas ahora hay bloques de edificios, no ha quedado un solar sin su
inmobiliaria.
El negocio de la construcción ha sido desencadenado por grandes
cantidades de capital foráneo invertidas en el pueblo. La atracción
de este capital ha sido una de las labores más importantes que
ha realizado el GIL, mediante la adecuación del área,
su limpieza de chusma, y los contactos personales establecidos tras
años de especular con el litoral Andaluz.
La razón por la que se eligió La Línea fue evidentemente
su situación geográfica que le permitía la creación
de sinergia con la Costa del Sol. Esta situación estratégica
y las expectativas creadas por el GIL con los tremendos gastos en obras
publicas y sobretodo en seguridad facilitaron el factor decisivo para
la atracción de inmobiliarias y constructoras, la subida de los
precios del suelo. Tampoco descartamos la acumulación de propiedades
en manos de Gil y Gil o allegados para provocar esta inflación
de los precios.
La función de los linenses por su parte es la de trabajar en
la construcción, fijando en la ciudad a una parte importante
de la población joven, y pagar sus correspondientes hipotecas
fomentadas por los bajos tipos de interés y el temporal crecimiento
de la economía local. Otra gran parte de la demanda la sustenta
el blanqueo de dinero de los capitales acumulados en los 90s con el
narcotrafico en esta ciudad (algo con lo que seguramente contaba el
GIL) y la compra de segundas viviendas por parte de la reducida clase
media-alta de la ciudad. Otra parte importante de los propietarios de
inmuebles corresponden a la pura especulación de la empresas
de Gil y compañía.
Sin embargo La Línea no ha conseguido seguir la estela de la
Costa del Sol. El prometido turismo no ha pasado de una mera fachada,
los europeos de clase media no van ha venir a comprar todas esas casas
que se están construyendo y la subida de los precios del suelo
no podrá sostenerse eternamente, así en La Línea
como en el resto del Estado.
A modo de conclusión.
El crecimiento sostenido sobre la especulación y la construcción
sin ton ni son, no es sostenible a lo largo plazo y corre el riesgo
del “mas dura será la caída” de los precios
del suelo. Cuando el mercado de la vivienda toque techo, el excesivo
endeudamiento que se esta produciendo ahora repercutirá muy negativamente
tanto sobre la administración local como sobre la clase trabajadora
de La Línea. La retroalimenteación entre empleo, construcción
y demanda de viviendas, terminará por romperse pues su equilibrio
es delicado y la delicadeza de los gobernantes es mas bien nula, aumentando
el paro y reduciéndose os beneficios de las inmobiliarias.
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