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Hay que trabajar 10 años para comprar una casa
Antorcha

La búsqueda de vivienda se está convirtiendo, lo mismo que en la posguerra, en uno de los problemas cardinales de todos los trabajadores. Los precios se han puesto por las nubes, literalmente inalcanzables para un salario normal, y además, a los precios de venta hay que sumar las escrituras, la hipoteca, etc.

El alto precio de las viviendas tiene tres causas muy claras. La primera de ellas es la especulación del suelo: el precio de los solares, que en 1985 era el 25 del valor final de la vivienda, ahora es un 55%. La segunda son los "gastos de promoción" que si en 1988 sólo componían el 9%, ahora suponen el 18% del precio. El tercero son las hipotecas, el endeudamiento con los bancos para poder financiar los precios astronómicos. Por tanto, los costes de construcción han bajado pero aparecen toda una serie de promotores, intermediarios, banqueros y especuladores que se llevan la gran tajada a costa de los trabajadores.

El precio de la vivienda es particularmente escandaloso en Madrid, Catalunya y Euskadi, donde el metro cuadrado pasó de 50.000 pesetas en 1986 a 175.000 en 1991. En 1982 una vivienda de 90 metros cuadrados costaba 3 años de sueldo, sin contar gastos de notaría ni hipotecas, mientras que en 1993 pasó a 6 años. Y hablamos de sueldos medios, que en España es de 2.200.000 pesetas anuales aproximadamente; pero el salario medio de un obrero es de sólo 1.800.00, por lo que tendría que trabajar durante 8 años para pagarse su casa.

Cálculos más recientes sobre la vivienda en Madrid elevan aún más esa cifra y concluyen que con un salario medio hay que invertir íntegramente todo el sueldo durante 10,2 años para comprar una casa. Pero si se trata de un trabajador que gana el salario mínimo interprofesional, el plazo se eleva a 36 años de su vida.

Pero en realidad, como la vivienda no se puede pagar al contado, hay que pedir un préstamo al banco y pagarlo en plazos aún más dilatados. Son varios millones de trabajadores los que pasan largos años trabajando, además de para la empresa que les explota, para el banco que les concedió el préstamo hipotecario. En 1986 los bancos se llevaban el 30% de los ingresos totales familiares en concepto de hipoteca y desde 1991 se quedan ya con el 60%; hay que aclarar que esos porcentajes no son del sueldo del cabeza de familia, sino de todos los sueldos que entran en la familia, cuando hay más que uno, porque sólo si trabaja la pareja y sumando los dos sueldos, es imposible comprar vivienda.

Para el 65% de la población madrileña comprar una vivienda es un sueño imposible. En la capital, el precio de una residencia varía según la zona y según sea nueva o de segunda mano. Pero como media, el precio del metro cuadrado en Madrid creció un 11% en lo que va de año, situándose en 357.600 pesetas.

Las viviendas de cuatro dormitorios superan los 50 millones en la capital, mientras que las viviendas de dos y tres dormitorios se mantienen por debajo de los 30 millones.

La media para una vivienda de dos habitaciones es de 22,5 millones. Aún se puede encontrar una residencia por debajo de los 20 millones en barrios como Carabanchel, Latina, Moratalaz, Puente de Vallecas, Usera, Vicálvaro, Villa de Vallecas y Villaverde. Y el precio se sube a los 30 millones en Barajas, Hortaleza, Chamartín, Chamberí y Retiro.

Para una vivienda de tres habitaciones la media es de 28 millones, siendo más baratas en Carabanchel y Villaverde, y mucho más caras en Chamartín, Chamberí, Fuencarral y Salamanca.

Si tomamos un sueldo medio actual de 2.760.000 pesetas al año, un madrileño tardaría 8,2 años en adquirir una vivienda de dos dormitorios, 10,2 en una residencia de tres habitaciones y 18,5 para una casa de 4 estancias.

Otro de los problemas con que se encuentra en Madrid el futuro propietario a la hora de escoger su inversión es la escasez de oferta y variedad.

La mayoría de las residencias en venta son de renta libre, lo que no está al alcance de la mayoría. Además, en 2000 el Gobierno regional redujo un 55,6% la construcción de vivienda de protección oficial, sólo 3.118 casas para toda la Comunidad. Tampoco la Administración ha apoyado desde por los proyectos cooperativos en la construcción de residencias. El año pasado sólo el 11,56% de las viviendas fueron promovidas por cooperativas.

Los alquileres no son solución, después de que el "Decreto Boyer" de 1985, dictado en beneficio de los propietarios, hiciera desaparecer la prórroga forzosa; por si no bastara, el PSOE añadió en 1993 la nueva ley de arrendamientos que actualizaba los alquileres con subidas que pueden llegar al 10.000%. Decían que era para promover el mercado de alquileres que, sin embargo, desciende: del 40% de viviendas alquiladas en 1960 a sólo un 15% en 1990.

España es uno de los pocos países europeos donde no existen apenas viviendas públicas. Seguro que ahora lo lamentan porque aquí ya no les queda nada para privatizar: sólo un 7'6% de los alquileres son viviendas públicas. Además, el Estado cada vez subvenciona menos viviendas: de un 52% en 1986 ha pasado a financiar sólo un 26% en 1993. Las viviendas protegidas de promoción pública han caído del 11 al 6% entre 1980 y 1992 y las protegidas de promoción privada han caído todavía más: del 42 al 18% en el mismo periodo; mientras, las viviendas de precio libre, que antes no pasaban de la mitad, ahora suponen más de las tres cuartas partes de las que se construyen.

Y si no se puede comprar una vivienda y tampoco se puede alquilar, las consecuencias saltan a la vista: un 3%, según datos oficiales, están vacías o constituyen la segunda residencia. En la Comunidad de Madrid hay unas 170.000 viviendas vacías.

Se está produciendo un fenómeno de concentración de la propiedad: grandes empresas inmobiliarias han acaparado el mercado, especialmente en las grandes urbes, para dedicarlas a oficinas; una exigua minoría dispone de varias viviendas y la inmensa mayoría no tiene ninguna, ni perspectiva de poder adquirirla. Hay toda una capa parasitaria de rentistas propietarios de varias viviendas que viven de los alquileres que cobran a sus inquilinos.

La vivienda es una de las más fuentes de beneficios en España, así como de dinero negro y de especulación, favorecido por las desgravaciones fiscales hasta por comprar una tercera vivienda, permitiendo eludir al fisco a los que más dinero ganan. Algunos de los promotores de viviendas son tan conocidos como PSV, la promotora de UGT que estafó a sus propios afiliados; otros compaginan sus chanchullos con el fútbol, lo que les sirve para blanquear el dinero negro que este gran negocio mueve con tanta rapidez: es el caso de Ruiz de Lopera, Jesús Gil, Lorenzo Sanz y tantos otros.

¡¡ Contra la especulación, expropiación !!

El capitalismo comenzó expulsando del centro de las ciudades a los trabajadores, creando inmundos arrabales y suburbios para ellos y dejando el centro para sus sofisticadas y lujosas oficinas. Hoy esos barrios periféricos tampoco son asequibles, viéndose obligados los trabajadores a vivir en poblaciones lejanas de sus centros de trabajo, lo que provoca graves problemas de transporte, caos circulatorio, contaminación y un descenso brutal en la calidad de vida para millones de personas de todo el mundo. La especulación ha obligado a construir viviendas cada vez más pequeñas e incómodas, donde a veces se hacinan varias familias e incluso generaciones en imposible convivencia.

Esto demuestra, una vez más, la exactitud de la tesis de Engels, cuando defendió que la vivienda no era sólo un problema para el proletariado, sino que afectaba a otros sectores sociales, especialmente a la pequeña burguesía urbana. Tampoco es un problema moderno, decía Engels, ya que "ha afectado de una manera casi igual a todas las clases oprimidas de todos los tiempos". Engels demostró que el problema de la vivienda tiene profundas raíces en la contradicción entre el campo y la ciudad ("el nervio mismo del problema"), que es insoluble en el marco del capitalismo.

Hoy el problema se acentúa hasta límites insospechados por el paro, afectando de manera dramática a la juventud, que se ve obligada a convivir con sus padres sin poder emanciparse, incluso más allá de los treinta años. Las principales causas de esta dependencia familiar son el desempleo, que afecta a un alto porcentaje de la población joven, la movilidad del trabajo y los bajos salarios. Cuando se habla de los "sin techo" nadie se acuerda de todos aquellos, que son millones, que viven gratuitamente, gracias a la caridad de sus familiares, en una casa que no es la suya.

Por ello, muchos jóvenes se han visto obligados a ocupar viviendas y locales abandonados por sus propietarios. Incluso hay quienes han pretendido ver en ello una solución al problema, en torno a la cual se ha creado todo un movimiento social.

Es claro que hay que ocupar, porque ello denuncia abiertamente la existencia de un problema dramático de verdadera expropiación de los trabajadores, de que unos acaparan multitud de casas y otros carecen de techo. Sin embargo, tenemos que ser conscientes de que la ocupación sólo es un remedio, un parche temporal que no resuelve, ni mucho menos, el grave problema de la vivienda. A la larga la solución no es la ocupación sino la expropiación, lo cual requiere previamente llevar a cabo una revolución socialista que nacionalice el suelo, distribuya las viviendas vacías entre los necesitados y construya otras nuevas. Lo que hay que cambiar es todo el sistema económico, desarrollar una nueva arquitectura y un nuevo urbanismo al servicio de las necesidades sociales: "Querer resolver la cuestión de la vivienda manteniendo las grandes ciudades modernas es un contrasentido", decía Engels.

Pero mientras no podamos expropiar, tenemos que seguir luchando, tenemos que seguir ocupando. Al fin y al cabo, la ocupación no es más que el primer paso de la expropiación total.


(Enviado por Pablo Kundt)

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