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Jordi, Iván y Pasky
x Oscar Grácia
Especial para La Haine
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Un hombre cae desde el piso 54 de un edificio.
Para tranquilizarse mientras está cayendo se repite a sí
mismo ‘de momento todo va bien, de momento todo va bien’;
y es que lo más duro no es la caída, sino el aterrizaje.
Esta es la historia de una sociedad en descomposición que para
tranquilizarse se repite a sí misma ‘de momento todo va
bien, de momento todo va bien’.
(La Haine)
En Valencia hay tres personas presas por gritar que todo va mal y actuar
para detener la caída libre en que nos arrastra el capitalismo
y sus estructuras criminales. Iván, Jordi y Pasky no quieren
para ellos ningún acto solidario que no lo sea con todos los
presos pues esta no es una lucha que acabe cuando ellos estén
libres sino cuando todos nosotros seamos verdaderos hombres y mujeres
libres, una vez derribados por muchos individuos unidos los muros que
levanta el capital y la sumisión que él mismo exige.
Las alimañas que cuanto más abajo estemos cayendo más
beneficio consiguen intentan hacer callar a todos los que no repitamos
su estúpido mensaje de no preocuparnos, de no hacer nada, de
autoengañarnos, extendiendo una mentira tan insostenible como
más cerca estemos del momento final del aterrizaje. Algunos no
tragamos, otros somos conscientes y otros como Jordi, Iván y
Pasky no tragan, son conscientes y actúan para cambiarlo, lo
que les convierte en objetivo de los que vigilan que nada se mueva mientras
todo se hunde.
Intentan hacerlo con todos los medios que la represión pone
a su alcance, creando nuevos si creen que son necesarios para controlar
más fácilmente a la población y abriendo vacíos
debates entre los grupos disidentes para fomentar una división
que permita debilitar la respuesta que ellos temen y más han
temido siempre: la solidaridad.
Solidaridad con los compañeros anarquistas presos en forma de
decenas de movilizaciones en muchas ciudades del estado español
y miles de participantes apoyándolos, pero también solidaridad
con sus compañeros de celda encerrados por intentar sobrevivir
en un mundo cerrado, egoísta y violento, solidaridad como decisión
y firmeza a nuestras ideas y nosotros mismos, solidaridad como arma
contra una represión que pretende la separación, el miedo
a decir qué pensamos y especialmente a que actuemos coherentemente
a cómo pensamos.
Como cabezas de turco en que quieren convertirlos demuestran que no
comprenden nada de porqué gente como ellos luchan cuando podrían
adaptarse, cómo cada injusticia, y ésta es una más
a nuestra larga lista, es un estímulo en lugar de una derrota,
y que podrán rompernos la cabeza pero no nuestras ideas.
Desde la terrible experiencia que tiene que ser el aislamiento en una
cárcel física y la incomunicación con el exterior,
sabed que ni mucho menos estáis solos y que aquí no se
para hasta que estéis fuera. Y después tampoco.
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