La nueva ciencia

x Juan Antonio Aguilera Mochón. Profesor de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada. (www.ugr.es/local/jmochon)

La nueva categoría que el Gobierno ha dado a las asignaturas de Religión y Hecho religioso, equiparándolas con materias como Matemáticas, Física, Química, Biología y Geología, e incluso, si no me equivoco, otorgándoles un estatus superior al de las cuatro últimas si atendemos al total de horas dedicadas (por ejemplo, se hablará más de creación que de evolución), hará preciso que se coordinen los contenidos para que no sean contradictorios y no generen confusión en los jóvenes alumnos. Sobre todo teniendo en cuenta el carácter de ‘asignatura científica’ que, según el cardenal Rouco, presidente de la Conferencia Episcopal, tiene la instrucción religiosa. Será necesario, para empezar, que las materias científicas antiguas se adapten, pues los dogmas religiosos ya sabemos que son inmutables, y la verdad religiosa es indiscutible y de mayor rango que las pequeñas verdades de la ciencia.

¿No es la misma vieja ciencia la que se considera falible, provisional, abierta a la falsación y a la refutación... y a la mala reputación con respecto a la Religión, por tanto? El fruto de esta integración, que llevará al país a una nueva era pío-científica, con el Catecismo como texto fundamental, lejos de pasados reduccionismos y cerrazones cientifistas y racionalistas, lo ilustraré brevemente con preguntas y respuestas de un futuro examen de la también nueva reválida (no incluyo preguntas exclusivas de la ciencia religiosa: ¿podría ser el cálculo de penitencias dados unos pecados?).

P: ¿Cómo se repartirían equitativamente 5 litros de leche y 2 Kg de chocolate entre 5.000 personas?
R: Depende. En condiciones ideales podría haber 5 litros de leche y 2 Kg de chocolate para cada persona, pues no hay nada esencialmente distinto entre el reparto de leche y chocolate y el de panes y peces. A pesar de lo dicho, el principio de conservación de la materia y la energía es válido casi siempre...

P: Explica qué pasa cuando un cuerpo de densidad mayor que el agua se coloca sobre ésta (en estado líquido).
R: Depende. Generalmente, el cuerpo se hunde..., pero en ocasiones flota sin penetrar en el agua lo más mínimo, pues, como sabemos, las leyes físicas hay momentos en que dejan de funcionar.

P: Calcula la concentración molar que se obtiene al disolver 10 gramos de azúcar en un litro de agua.
R: Depende. Será más alta, no se puede calcular cuánto, si el agua antes se ha transformado en vino, sobre todo si es dulce. Sin embargo, si la transformación en vino ocurre después de añadir el azúcar, puede que aquellos 10 gramos desaparezcan.

P: ¿Cuál sería la trayectoria de una bala que sale con una velocidad de 1 Km/s con un ángulo...?
R: No se puede decir, depende del objetivo de la bala: según éste, puede que la trayectoria sea desviada por un ángel o por la Virgen (si el objetivo es el Papa).

P: Explica la fecundación humana.
R: Suele necesitarse un espermatozoide y un óvulo, pero puede darse la fecundación sin participación del primero; al menos, puede ocurrir que aparezca espontáneamente un zigoto, y sin recurrir a la biotecnología.

P: ¿Cuándo se debe considerar una persona muerta con total seguridad?
R: Según los datos de que dispongo, la muerte sólo parece irreversible a los tres días de la muerte clínica y biológica; en alguna ocasión, el corazón, el cerebro, etc., dejan de funcionar ese tiempo, pero luego vuelven a hacerlo.

Como vemos, no hay problema. La dificultad está en los racionalistas latosos que, en tiempos de Franco, recibimos una educación religiosa abrumadora pero insuficiente, y creemos ver una confrontación insoluble entre ciencia (‘antigua’) y religión, cualquiera que sea ésta. ¿Qué sería de la religión católica, por ejemplo, sin la resurrección de Jesús, sin la providencia, sin las esperanzadas peticiones de intervención a Dios, la Virgen y los santos, en definitiva, sin los milagros? Pues fíjense, algunos de esos latosos decimos que los milagros son inadmisibles científicamente ya que, por mucho que algunos teólogos fuercen la lógica y el lenguaje, esos prodigios suponen la violación de las leyes de la naturaleza. Eso es así porque no se dice que en los milagros se haga uso de mecanismos físicos, biológicos... aún no descubiertos (que los habrá en abundancia), sino que no hay ni habrá mecanismo físico, biológico... que los explique. Me parece insensato, irracional, que se hable de efectos físicos (objeto de la ciencia) producidos por causas no-físicas, inmateriales (no objeto de la ciencia).

De todas formas, hacen bien en recordarnos que un buen espíritu científico debe estar abierto, admitir los hechos aunque éstos refuten las teorías. Claro que, para admitirlos, exige que se demuestren, que no basten testimonios de probables alucinados o fanáticos; decía Carl Sagan que “afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias”. Es el caso de la resurrección de Jesús, una de las más extraordinarias afirmaciones, esencial en el catolicismo; hay pruebas documentales en los Evangelios, pero un análisis racional concluye que son tan contradictorias e incoherentes, y con tan probable móvil, que más bien demuestran lo contrario de lo que pretenden; un abogado bisoño las dejaría en evidencia con facilidad. Otro tanto podría decirse de la virginidad de la Virgen... Tenemos que admitir que la ciencia no puede negar rigurosamente la existencia de entes aunque no haya prueba alguna de ellos (Dios, almas, ángeles, demonios, duendes, el ratón Pérez...), pero en cuanto se dice que estos entes interactúan con el universo material, se la hace entrar en juego: la ciencia y la religión dejan de ser dominios independientes. Entonces, la ciencia está en su derecho de exigir pruebas; si no las hay, como es el caso, es disparatado pedir que la lógica y el rigor científicos los acepten si encima la contradicen profundamente.

Con todo, seguramente no me lanzaría a argumentar públicamente contra la irracionalidad religiosa si no fuera porque estoy convencido de que puede y suele tener efectos muy nocivos en el desarrollo intelectual y moral de los niños. En cambio, abatir el espíritu crítico racional es la mejor manera de desactivar la posibilidad de rebelión ante las fuerzas sociales y económicas dominantes. Nuestras máximas autoridades públicas y nuestra integrista Iglesia lo tienen claro. Quieren niños crédulos y dóciles, ciudadanos sumisos, así que ya está bien de tanto pensamiento riguroso, tanto pedir pruebas objetivas o intersubjetivas, tanto usar la razón... La razón, hay que dejarlo bien clarito desde que se empieza a dar la tabarra pensando, y antes si se puede, debe estar al servicio de la fe y el orden, no hay ‘fe-licidad’ sin fe, vean si no a esos amargados ateos que, sin Dios y sin esperanza en el más allá, no tienen cortapisas para hacer las mayores barbaridades; no extrañaría que fueran los incitadores reales de tantísimas matanzas realizadas en nombre de algún Dios.

Claro que, si se nos pide a los racionalistas que cedamos y reconozcamos la legitimidad de gastar dinero público en el adoctrinamiento religioso, siendo consecuentes, deberíamos pensar en aprobar asimismo la enseñanza de otras formas de pensamiento mágico y/o supersticioso, como la astrología, el espiritismo, la ufología o la New Age –que además viene con una música muy agradable–; Harry Potter podría venir a estudiar a España. Sin embargo, puede que no se nos pida eso, sino que la jugada siguiente a la desaforada provocación gubernamental-eclesiástica, sea que, en un gesto de generosidad y modernidad, el gobierno del PP le rebaje un poquito el estatus a la Religión.

Pero ahí estaremos los ingratos laicistas dispuestos a llegar al boicot de las nuevas catequesis de Hecho, sin darnos por contentos hasta que la Religión (cualquier religión, aunque no sea anticientífica y moralmente reprobable por absurdamente represiva e intolerante) salga totalmente de los centros de enseñanza financiados con fondos públicos y hasta que se denuncien los Acuerdos con la Santa Sede, poniendo fin a los desorbitados privilegios de la Iglesia católica en España. Habrá que combatirnos como de costumbre, caricaturizándonos como amorales, o diciendo que proponemos que la ciencia (antigua) rija la moral, la política y el arte, o que queremos imponer el ateísmo atentando contra los derechos de asociación y expresión de los creyentes. ¿Qué tal si intentaran refutarnos con verdades y razones?

IDEAL, 15-7-2003

 
       

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